La pregunta del título es la que me hacia el pasado sábado cuando a eso de las 12,30 de esa calurosa mañana de junio acababa de entrenar por una anárquica ruta de 18 kilómetros, entre olivos. La había hecho en MTB y me pareció ideal para este tipo de bicicleta. Un camino maltrecho, roto por la fuerza de las torrenteras, enquistado y pedregoso que, además, cuenta con las típicas subidas y bajadas del terreno de secano en el que suele crecer el olivo en esta zona del sur de Andalucía.
Cuando hice esa ruta en MBT, me dije que algún día la haría corriendo y esa intención me causó respeto desde el principio; una cosa era hacerla en bicicleta y otra hacerla corriendo.
Pero llegaron las Cascadia y la determinación de experimentar el trail running y ya no había escusa alguna para no hacer la ruta. Así, que ayer fue el día en el que se materializó aquel anhelo de hace más o menos un año. Además, se daban las condiciones adecuadas: terreno totalmente seco y algo de calor.
Correr con demasiada calor no es algo aconsejable, pero sí considero que lo es correr con algo de calor en verano, más que nada porque conviene ir aclimatando el cuerpo y la mente a estas nuevas condiciones atmosféricas, principalmente si de lo que se trata es de inmiscuirse a lo largo del periodo tórrido por este tipo de terrenos. La idea es también ir preparando la prueba que tengo en mente. Así que preparé mi correa de hidratación y no lo dudé.
Esta primera incursión por este tipo de terreno no se puede considerar lo que se entiende como un trail técnico, ya que éste se materializa por lugares en los que hay tramos en los que no es posible correr, pero ya digo, se trata de un terreno introductorio que encaja mucho en lo que quiero hacer, ya que descarto -por ahora- correr algo que sea más técnico. No obstante, sí profundizaré por otros lugares con más puntos técnicos ya que esto es tan sólo -ya digo- la introducción.
Pero me satisfizo. Y mucho. Se trata de una fenomenal opción para no apalancarse en el running-running. Buscar otras opciones que posibiliten mantener viva la llama de la ilusión.
Reconozco que me gusta mucho correr por caminos cuidados y por asfalto. Será algo que seguiré cultivando, pero ahora toca abrirse a nuevas perspectivas, a nuevas experiencias. Como lo fue correr el Veleta o la Media Maratón de Montaña de La Ragua o las dos maratones que he corrido. Hemos de renovarnos.
Y al renovarnos conseguimos sentir nuevas sensaciones y descubrir material técnico que no conocíamos de propia mano.
Esas nuevas sensaciones son magníficas. Verse corriendo por caminos pedregoso rodeados de naturaleza en estado puro, sin que la mano del hombre haya hecho gran cosa es algo nuevo y único. Es como volver a nuestra naturaleza más ancestral. Sentirse fusionado con el entorno del que partimos como seres vivos. Por otra parte, experimentar nuevo material técnico es también emocionante. Por ejemplo, las nuevas zapas con las que me he hecho -ya hice hace unos días su presentación-, las Brooks Cascadia 7, que gozan de una perfección técnica para este tipo de terrenos que es encomiable. Una zapatilla nacida para el trail, que se agarra a la perfección al terreno tanto subiendo como bajando. Sin duda, una experiencia nueva. Las pocas veces que había pisado, aunque fuera de forma muy casual este tipo de terreno, lo había hecho con las zapas de running más convencionales y la diferencia es cósmica. Particularmente emocionante es comprobar cómo la suela de la zapatilla de transmite a la perfección lo agreste del terreno sin que eso lo sufras en la planta del pie. Espectacular es también comprobar cómo las bajadas las puedes hacer con mayor confianza -y por tanto con más velocidad- dada la garra que tiene la suela.
Sigo corriendo, no hay duda, pero ahora seguiré corriendo con la certeza de que introduzco una nueva opción, igual o más placentera que la anterior. Ahora seré, probablemente, un corredor más ecléctico.