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16 octubre 2011

28ª MEDIA MARATÓN DE MOTRIL (16/10/2011)



Cuando a la llegada de la prueba, Francis Rodriguez Tovar, excepcional corredor, desde lejos, me preguntaba que cómo me había ido, le respondí sin dudar que había que entrenar más. Y él que es un corredor concienzudo no pudo estar más de acuerdo conmigo.
A Francis le respondí que había que entrenar más porque, precisamente, esa era la idea que llevaba en la mente al entrar en meta. Durante una hora y treinta y siete minutos había sufrido y aprecié en todo momento a lo largo de la carrera que un entrenamiento más específico -y más largo- me posibilitaría ir mejor y acercarme a esos noventa y cinco minutos.
No obstante, los noventa y siete minutos y medio estaban dentro de lo que podría considerar, a priori, un tiempo aceptable, según mantuve en la anterior entrada. Haber hecho cien minutos -también mantuve- me habría defraudado algo más.
Pero la realidad es que aunque acaricié en algún momento de la prueba llegar por debajo de los noventa y cinco minutos, la carrera me puso en mi sitio -principalmente, a partir del kilómetro quince- y opté por despedirme de ese tiempo. Iba de más a menos y en esos seis últimos kilómetros desperdicié bastante de la renta que había adquirido hasta ese momento, si bien ésta la obtuve básicamente hasta el kilómetro trece porque a partir de ahí comencé a perder tiempo de manera acusada. Basta echar un vistazo al Forer para descubrir que en los primeros trece kilómetros le media por kilómetro era en todos los casos inferior a 4'30'' el mil -en algunos kilómetros, incluso, inferior a 4'10''-, para ir aumentando progresivamente hasta los 5'02'' en el último kilómetro de carrera. Por tanto, no es baladí considerar objetivamente la falta de entrenamiento, principalmente, en distancias superiores a los catorce o quince kilómetros.
Y, claro, a partir del kilómetro quince, sin llegar a sentir pájara en sentido estricto, si comencé a sucumbir al cansancio, al calor y a la fuerte humedad de la costa y ya preferí dejarme llevar sin forzar demasiado para no sucumbir a una posible bajada de forma.
Como bien dije en mi entrada anterior, en esta prueba -que no es nada fácil, digámoslo claro- la carrera verdadera se dilucida a partir del kilómetro quince y así lo pude comprobar en los rostros de los demás corredores, siendo bastantes los que optaron por parar y andar en los tres o cuatro kilómetros últimos.
Para ejemplo un dato: en los primeros seis kilómetros -aún fresco y sin tocar apenas la costa- marqué veintiséis minutos, mientras que en los últimos seis tuve que emplear tres minutos más. Pero ocurre que ya a estas alturas estábamos en otro tipo de carrera, no sólo por los kilómetros superados sino por el aumento del calor y, por tanto, de la humedad.
Esos primeros cálculos optimistas me hicieron abrazar en algún momento la posibilidad de atravesar la meta en noventa y cuatro minutos, objetivo que se fue esfumando sin remedio.
Sin embargo, sería ingrato decir que estoy defraudado ya que la prueba de media maratón tiene vida propia y nada es lo que parece. Por ejemplo, en esta Media de Motril, a pesar de ser llana -apenas hay una picada, al final-, se manifiestan otras dificultades añadidas, como es el caso de la humedad y el calor. Cuando la prueba se hacía en el mes de septiembre era verdaderamente temida pero en este octubre de 2011 los efectos han sido similares dadas las altas temperaturas que estamos sufriendo, anormales, para esta época.
Y decía, que sería ingrato estar defraudado porque esta prueba puede azotarte a lo bestia y dejarte tirado en las amplias playas del recorrido. En otras palabras, es una media maratón traicionera porque un golpe de calor o una excesiva deshidratación debida a la humedad puede dejarte listo a falta de unos pocos kilómetros y lo que se presumía pudiera ser una marca aceptable se puede convertir en una marca calamitosa. De eso pueden dar buena fe muchos corredores que han participado en esta prueba. Corredores que fácilmente están en los noventa minutos en otras medias sucumben ante esos factores y acaban en cien minutos o, incluso, más y de nada sirve una planificación previa porque esta se puede ir al garete.
En mi caso particular, luché de forma denodada porque esa planificación previa no sucumbiera. El propósito estaba en no alejarme en cada kilómetro de los 4'35'', y aunque no es fácil hacer la media en plena carrera, intenté por todos los medios no está por debajo de los 4'15 ni por encima de los 4'50'', si bien en algunos kilómetros no pude evitar bajar o subir esas medias respectivamente.
Sin duda, hay otro tipo de medias maratones -Córdoba, Almería y es posible que hasta Granada- que no existiendo grandes rampas y tampoco humedad, se puedan asumir esos últimos cinco o seis kilómetros de manera más solvente, pero no es el caso de Motril, a no ser que se cuente con una preparación muy específica que incluye entrenar en la costa, al menos, en un par de ocasiones.
En otra línea argumental, hay que reconocer que la Media Maratón de Motril, por su organización, ciudad, asistencia y circuito, se está convirtiendo en una de las más importantes de Andalucía. Existe un superávit organizativo destacable y su apuesta de futuro es decidida al contar con atletas africanos de nivel en la mayoría de las ediciones anuales. Sin lugar a dudas, en mi opinión, su nivel está bastante por encima de las otras tres medias maratones de la provincia, incluida Granada- y a niveles muy similares a las organizadas en Málaga y Almería.

03 octubre 2011

XXIII PRUEBA DE FONDO "COSTA TROPICAL", DE ALMUÑECAR (2/10/2011)


Lo importante de haber corrido este pasado domingo en la prueba de fondo de Almuñecar es tener la sensación de haberme reencontrado con el yo del año de 2010 (no, no estoy refiriéndome a la sin par Regreso al Futuro); y es que, precisamente, en Almuñecar comencé a dar signos de mayor ritmo aeróbico en distancias superiores a 10 kilómetros. De hecho, en el crono medio de este año he arañado unos segundos con respecto al del año pasado, toda vez, que en esta ocasión sí ha habido una distancia exacta de 14 kilómetros, pero no el año anterior que faltaron más de 500 metros.

Me he reencontrado, pero de una manera no demasiado memorable, ya que se han ausentado las buenas sensaciones y ha sobrado el sufrimiento, principalmente en los últimos kilómetros, precisamente los de más calor.

La decisión de salir rápido en los primeros kilómetros ha podido resultar algo insensata porque me he ido desinflando a partir del kilómetro 10 de una manera muy apreciable. Se podría decir que en estos últimos kilómetros he vivido de las rentas de los anteriores.

En esta prueba de Almuñecar hay que dosificar, en primer lugar porque no es una prueba corta y, en segundo, porque no se puede contar con la garantía de que octubre sea un mes fresco y que el calor y la humedad no sea tan agobiantes. De hecho, este octubre no lo ha sido y la humedad ha sido muy palpable, principalmente, en los largos tramos junto al mar, aspecto éste que hace que la dosificación sea muy difícil. Bastó con comprobar el grado de empapamiento de la camiseta e, incluso, el pantalón.

Si el circuito estuviera diseñado al revés, es decir, que los primeros kilómetros transcurrieran junto al mar y los últimos por lugares más frescos en la Vega tropical, sería mucho más factible hacer más rápidos estos primeros kilómetros, sabedores de que los últimos serán menos calurosos y la humedad menor. Pero es justo al contrario, circunstancia ésta que hace que la mayoría de los corredores vayan de más a menos, desde los más rápidos a los más lentos. El sufrimiento por la zona de Velilla se palpaba en los rostros.

Ese ha sido mi caso, aunque no solamente por el diseño de la ruta. La realidad es que en los primeros diez -o tal vez antes- el ritmo que imprimí fue excesivo para mi forma actual y los últimos entrenamientos no avalan el hecho de rodar a ritmos inferiores -en algunos kilómetros- a 4'15'', e incluso a 4'07'' en uno de ellos, según registra el Forer. Lógicamente, en una carrera de 14 kilómetros esto se paga, porque rodar a ese ritmo en competición cuando no se hacen entrenamientos específicos de calidad, no estando los rodajes más rápidos por debajo de 4’40’’ el mil, es bastante arriesgado. Y lo pagué a precio de oro. De hecho, en la corta cuesta que da acceso al entorno del estadio "Francisco Bonet" barruntaba la posibilidad de detenerme y subir andando (me decía a mí mismo con cierta ironía que Almuñecar no era el Veleta).

Pero no lo hice y ahora me alegro. Sin embargo, no tuve fuerzas para forzar en la pista en esos últimos trescientos metros de la misma. Pero eso ya me daba igual porque sólo fuerzo cuando voy con buenas sensaciones, de lo contrario me dejo llevar.

Curiosamente a mucha gente se le va la olla en la pista. Es más, no comprendo cómo corredores que van al límite de sus posibilidades casi desmayan por llegar en sprint al arco de llegada. Supongo que será por la foto. Llegar muy rápido a meta, en mi opinión, no debería ser más que el premio que uno se otorga cuando se llega con buenas sensaciones y fuerza, pero no en el caso de llegar al límite. De hecho, a lo largo de las muchas competiciones realizadas he visto a gente casi caer de rodillas al llegar por cometer esa locura, ¿merece la pena ese esfuerzo? Probablemente para ellos, sí.

No hay duda: somos lo que estrenamos. Ahora bien, cada corredor es dueño de su plan de entrenamiento y en función de que se tenga un plan más o menos ambicioso los resultados en competición serán congruentes con el mismo, porque al margen de poseer una buena genética para correr, ser más joven o menos joven o tener una mejor o peor adecuación física, no existe otro secreto que el entrenamiento.

De hecho, nos ocurre a todos que cuando rodamos a un buen ritmo en alguna competición, rebosamos de optimismo y nos planteamos acrecentar el entrenamiento –sobre todo el de calidad- pero ocurre que las circunstancias del día a día a cada cual nos pone en nuestro sitio y es difícil buscar el tiempo necesario y las ganas para llevar a cabo una planificación teutona de nuestros entrenos que incluya: pista, fisioterapia, tiradas largas fijas, nutrición estricta, descanso suficiente... es cierto que mucha gente hace todo esto, y ahí están sus resultados; otros lo intentan y lo llevan a cabo durante algunas semanas, pero acaban abandonando.

Y es que finalmente siempre hay que hacerse las siguientes preguntas: ¿Qué marca quiero conseguir? ¿Qué sacrificios estoy dispuesto a hacer para conseguir la marca que quiero? En definitiva, ¿Qué supone para nosotros, corredores sociales, correr? En mi caso, las respuestas cada vez están más claras. En realidad, se concretan a una sola: quiero seguir corriendo, sin aditivos.

Pero, en fín, para no irme por senderos existencialistas, en lo personal, lejos de conseguir otros objetivos imposibles o muy onerosos, he de afirmar que me encuentro satisfecho con lo conseguido, satisfecho por constatar que pasan los años y uno sigue siendo capaz de correr un puñado de kilómetros sin detenerse, satisfecho por poder justificar aunque sea un poco esa vestimenta atlética que llena de colorido las calles y plazas de pueblos y ciudades, en definitiva, satisfecho por seguir estando ahí.


21 mayo 2011

XIV PRUEBA DE FONDO "EL ESPÁRRAGO" VILLA DE HUÉTOR TÁJAR (21/5/2011)



Poco que contar sobre la prueba de Huétor Tájar. Pero sí mucho que reflexionar.
Poco que contar en lo personal, porque sabía que el cansancio de los últimos entrenos (somos lo que entrenamos) unido a ese dolor en el abductor izquierdo harían de esta prueba un trámite. Un entrenamiento cualificado, eso sí. Pero sí, mucho que reflexionar porque es muy meritoria la congregación enorme de corredores en esta prueba (unos 800 la finalizaron) -algo que se está produciendo desde los últimos años-, a pesar de celebrarse en un día y una hora un tanto heterodoxa, que dicho sea de paso a quien esto suscribe le gusta más que el domingo por la mañana.
Sin duda, muchos son los motivos que convierten a esta prueba en peculiar dentro del Circuito de Diputación. El día y la hora, el curioso recorrido, la sorpresa de la climatología debida a las fechas en las que estamos y debida, también, a la peculiar zona. De hecho, Huétor Tájar, un pueblo que gracias a la alta producción de espárrago es próspero, se encuentra incrustado en una especie de hoya, que, como bien decían los alumnos de los cursos que impartí allí hace no mucho tiempo, provoca que el frío sea muy gélido y el calor muy caluroso, algo húmedo por la presencia del río Genil que cruza amplio y hermoso la localidad del poniente granadino.
En lo particular, tan sólo decir que corriendo a un ritmo aeróbico tranquilo de 4'29'' el mil de media me sentí bastante cómodo, a pesar de las persistentes molestias en el abductor izquierdo, que iban a más a medida que pasaban los kilómetros o forzaba (de hecho, algún kilómetro con mejor terreno el ritmo se fue a 4'16''). De ahí que a nivel consciente -y probablemente también a nivel inconsciente- fuí prudente a lo largo de los diez kilómetros, bien medidos, de la prueba. Pero también sentí debilidad y cansancio. La misma debilidad y cansancio que estaba ya percibiendo en los últimos entrenamientos. Mucho más acusada a partir del kilómetro ocho. Claros síntomas de necesitar un descanso que provocará, probablemente, el sacrificio de la dura prueba del próximo domingo en Órgiva. Habrá que observar cómo transcurre la semana y sólo decidiré a partir del viernes. Por lo pronto no correré hasta el jueves, aunque sí estiraré y electroestimularé. Decía al principio que mucho que reflexionar. Y anunciaba que el primer motivo de reflexión era la enorme aluvión de corredores como comentábamos Ángel - de Caja Rural- y yo antes de la prueba.
Además otra honda reflexión, que al menos a mí me sugiere comprobar cómo el corredor habitual muestra la capacidad de centrarse en su mundo, a pesar de que el mundo que existe a su alrededor como ciudadano es tan intenso, cambiante e inquietante: una jornada de reflexión muy particular la vivida en España, con miles de personas ocupando calles y plazas de las grandes ciudades.
Lógicamente, el corredor no puede ser ajeno a ello (es más, es parte de ello: como ciudadano) y, sin embargo, nada consigue distraerle de su tarea, de su carrera, de sus entrenos, de su pequeño gran mundo.
En todo ello pensaba cuando me dirigía a la zona de salida. De hecho, escuché a corredores comentar entre ellos lo que está ocurriendo en España en estos días, pero lo hacían mientras calentaban o preparaban el cronómetro para iniciar la salida. Sin duda, algo muy extraordinario.
Y es que en esto de correr existen muchas cosas extraordinarias. E, incluso, a veces, surrealistas.

08 mayo 2011

II GRAN PREMIO DE FONDO "VILLA DE SALOBREÑA" (8/5/2011)



Faltaron 350 metros para cubrir la distancia de 10 kms., pero la sensación al acabar la prueba era que habíamos corrido una clásica prueba de diez kilómetros. De hecho, contaba con casi todos los ingredientes que ha de tener una prueba de esta distancia, principalmente, rapidez, terreno llano y buen clima. Sin embargo, existen dos elementos que impiden que sea la prueba perfecta: uno de ellos es precisamente su distancia incompleta; el otro el exceso de vueltas por un mismo terreno, no tanto por el terreno en sí, sino por esas siempre indeseables "rotondas de conos" que tanto tiempo hacen perder, aunque es comprensible que esas repeticiones sean necesarias para cubrir diez kilómetros por una localidad no demasiado grande y que cuenta con un tanto por ciento muy elevado de casco histórico en terrible cuesta, en torno a su magnífico castillo árabe. Pero también existen otros elementos que hacen que esta prueba de Salobreña no sea perfecta: las enormes aglomeraciones de corredores en la salida, si bien este elemento es connatural en una prueba popular y mucho nos alegramos de una participación tan alta: casi setecientos atletas.
Además, se trata de una prueba muy cómoda en su logística porque llegar a Salobreña un domingo de mayo desde cualquier lugar de la provincia de Granada o de otras limítrofes o cercanas es fácil toda vez que existen un buen nivel de comunicación por autovía, si bien no desde todos los accesos, aunque sí desde Granada tras muchos lustros de ineficacia política.
Particularmente, ha sido una de las pocas pruebas "lejana" en las que he tenido tiempo más que suficiente, incluso, para trotar algo que no es demasiado habitual en quien esto suscribe. Elementalmente fui a correr y pocos minutos debí perder en la siempre necesaria y aconsejable vida social toda vez que a las doce de la mañana estaba tomando un segundo desayuno tardío en casa. Todo muy rápido. ¿Pero fue rápido mi concurso en la prueba? Yo diría que algo más discreto que en las últimas pruebas de diez kilómetros de las últimas fechas, si bien he de decir que en todo momento mantuve la convicción inicial de no forzar en exceso y sí correr por sensaciones. Creo que finalmente lo conseguí.
No puedo decir que no sufrí. Correr 9600 metros en 42'15'' para mí supone sufrimiento, pero me sentí bastante cómodo a lo largo de toda la distancia, a pesar de la apreciable humedad propia de una prueba en la costa y del progresivo calor a medida que avanzaba la prueba.
Exceptuando el rápido kilómetro 2 que corrí conversando con Víctor Bernier, de Las Verdes -que me contagió con su experiencia en el Maratón de Boston-, todos los demás estuvieron entre los 4'15'' y los 4'25'', ritmos que en estos momentos manejo con cierta solvencia para una prueba de diez kilómetros.
En la anterior entrada escribía sobre las series, indicando que me es posible actualmente hacer cinco de mil entre 3'52'' y 4'09'', por lo que poder manejar ritmos en diez kilómetros por debajo de 4'10'' de media implica mejorar esos tiempos en series. Todo corredor debe ser consciente de sus tiempos y de su estado de forma al tiempo que ha de comprender -antes que sea demasiado tarde- que la mejora sólo puede venir por la vía del entrenamiento, mezclando rodajes con calidad, pero sin olvidar el descanso, los ejercicios complementarios, la elongación, la técnica de carrera y la nutrición. Todos esos elementos son necesarios compatibilizarlos si queremos ver los resultado en la competición.
Dicho todo esto, he de decir que cuando conducía en dirección a Granada tras la prueba me sentía satisfecho. Satisfecho no sólo de poder seguir cumpliendo las expectativas en la competición sino de poder seguir corriendo y disfrutando con este deporte.
A estas alturas un corredor con casi un lustro de dedicación concienzuda ya debe saber que no corre sólo por motivos deportivos sino como una faceta fundamental de su existencia, algo que cada año que cumple tiene más sentido y significado.
Un último apunte con relación a esta joven prueba de Salobreña a la que deseo larga vida: no cuesta mucho que la camiseta sea técnica; de hecho las de algodón ya están progresivamente desapareciendo del panorama atlético popular. Por lo demás, buena organización en general en cuanto al control de los pasos, aunque mucho se agradecería que la logística en cuanto a la retirada de la bolsa del corredor fuera algo más eficaz y rápida, que es algo que agradecerá el corredor que viene de dejarse casi mil calorías por las calles y plazas de la localidad.
Una buena prueba en líneas generales, para rodar rápido y para disfrutar de su clima y entorno.
Y un inciso final con relación al club al que pertenezco, Esquí Atletismo Caja Rural de Granada, que está demostrando un excelente nivel, costando cada vez más estar entre los primeros lugares de llegada en la clasificación particular que arroja la organización, algo que me parece positivo y alentador y prueba del sacrificio y mejora de corredores, como es el caso de Fernando Medina, que está teniendo una progresión particular impresionante. Enhorabuena a él y a todos sus integrantes.

06 febrero 2011

XXIII PRUEBA DE FONDO "LA INDUSTRIAL" DE ARMILLA (6/2/2011)



La primera prueba del Circuito de Diputación nos ha deparado: mucha gente, buena temperatura y cero camisetas. Supongo que la eliminación de la camiseta frustrará a mucha gente; no a quienes ya atesoramos balas de camisetas sino a quien comienza a correr, que siempre suele mostrar las primeras como un trofeo. Pero, en fin, en eso consiste la crisis: en ser pobre o en parecer pobre, que me inclino mucho más por lo segundo.
Los ayuntamientos han estado durante mucho tiempo atando a los perros con longanizas y han obtenido muchos fondos vía impuestos y vía construcción, que ambas cosas concurren. Y ahora hay que aparentar austeridad porque seguramente que será un valor a tener en cuenta por el electorado en el próximo mes de mayo. Es un poco como la mujer del César..
No obstante, lo importante no estaba en ese aspecto sino en la prueba en sí. Una prueba concurridísima y, como siempre, mal medida, por no hablar de ese cuello de botella en que se convirtió la salida o esa extraña llegada en forma de curva que me hizo pensar en esas inexplicables curvas que sin excusa uno se encuentra en las autovías sin que medie problema orográfico de por medio.

Foto debida a Paqui (gracias).

En el plano personal, cuando atravesé la meta con un tiempo personal de 39'52'' (40'33'' para la organización porque se tardó en salir lo suyo) sabía que había algo que no encajaba: ¡en absoluto me parecía razonable haber bajado de los cuarenta minutos! La explicación vino en seguida cuando consulté el Forerunner: faltaban 490 metros para los diez kilómetros, lo que hubiera supuesto un tiempo de algunos segundos por debajo de los cuarenta y dos minutos, mucho más acorde con mi actual ritmo.
No obstante, he de decir que puse toda la carne en el asador y sufrí, a pesar la frustración de ese primer kilómetro, al que siempre se le puede arañar algunos segundos si se encuentra más despejado, algo que nos ocurre a todos, excepto a los que salen en las primeras filas, que no es mi caso.

Mis pasos según el Forerunner 305 han sido éstos:

Km. 1: 4'29''; Km. 2: 4'12''; Km. 3: 4'17'';Km. 4: 4'05''; Km. 5: 4'01''; Km. 6: 4'09''; km.7: 4'17''; Km. 8: 4'25''; Km. 9: 4'05''. El paso por el 10 no es posible saberlo, pero en la meta (es decir en los primeros 510 metros) el promedio era de 3'45''-que hubiera aumentado si el kilómetro hubiera sido completo-. En fin, un promedio real de 4'12'' el mil, que no el ilusionante 4'04'' que asegura la organización (la organización lo calcula sobre 10 kms).

Por tanto, satisfecho aunque volvió a reproducirse lo que ya se manifestó en Almería: fuerte dolor en la zona del calcaneo hasta el punto de cojear de manera ostensible tras la terminación de la prueba y a medida que se enfría la zona.
Mucho me temo que tendré que parar durante algún tiempo. Una nueva lesión en el horizonte.

05 febrero 2011

COMENZAMOS EL CIRCUITO DE DIPUTACIÓN


Tras una semana de descanso casi total -tan sólo salí a rodar tranquilo ayer durante 11 kilómetros, con un final muy fuerte-, tras la Media Maratón de Almería, mañana comienza el Circuito de Diputación de 2011 con la tradicional prueba "La Industrial", en Armilla.
La prueba de Armilla es una prueba veterana y simbólica con recorrido fácil y corto, si bien la facilidad o que se haga más o menos largo dependerá siempre del ritmo que se quiera o se pueda imprimir. Una prueba de diez kilómetros puede ser muy dura si se opta por ir a tope desde el principio.
En Almería pasé el kilómetro diez en algo más de 43 minutos y no me encontraba demasiado cansado, pero en una semana cambian muchas y puedes no estar igual de fresco, aunque es una buena opción dar todo lo que se puede en una competición, que siempre compensa física y emocionalmente.
No obstante, estamos a principio de temporada y debería ser lógico tomarse este tipo de pruebas como de rodaje.
De todas formas, si optáis por pasar la mañana del domingo haciendo un saludable ejercicio, allí nos veremos por las calles de Armilla.

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...