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07 octubre 2021

EL MUNDO YA NO LEE (O LA IMPORTANCIA DE LA LECTURA)

 



De todo lo importante que tiene relación con los procesos mentales, la lectura es, quizá, la actividad que más alimenta las neuronas. Un lector (un lector habitual) debe de tener la habilidad de desarrollar varias destrezas en mínimos intervalos de tiempo. Sumergirse en un mar de letras, que son signos convencionales que nos hemos dados la humanidad en distintos idiomas; además, debe de comprender e imaginar. Y todo eso al mismo tiempo. La información que penetra por los ojos por medio de esos signos convencionales, penetra en las neuronas y estas han de ir buscándole relaciones que permitan al lector comprender lo que lee, casi siempre, transformando en imágenes esa información. Una vez creadas esas imágenes o bien buscadas en los ignotos recodos mentales, el lector debe de comprender e imaginar qué está escribiendo el autor de ese libro que tiene en sus manos. Se trata de un proceso muy complejo que ha necesitado una evolución de miles (sino millones) de años y que continúa en plena expansión.

Pues bien, todo eso lo estamos tirando por la alcantarilla.

Digámoslo muy claro: se está perdiendo el hábito de lectura. La humanidad está perdiendo uno de los hábitos más enriquecedores que nos ha sido dado. Y eso es algo muy dramático. Su lugar lo está ocupando la imagen, pero no una imagen que nos llega a los ojos (y después procesa la mente) de calidad (el buen cine, por ejemplo) sino distorsionada, mediocre y, casi siempre, nociva. Las redes sociales, amigos, tienen gran parte de culpa y ya hay quien dice que Facebook y sus hermanas son responsables de esta involución que está atrapando de manera despiadada a gran parte de la humanidad, sobre todo la población que menos necesita ser atrapada: la gente en formación.

Sí, ya estaba la televisión y su bazofia, pero esta ya había ocupado un lugar concreto. Casi siempre se trataba (o se trata) de espacios concretos de tiempo, excepto, en casos muy radicales de gente que se engancha al televisor todo el día. Sin embargo, las redes sociales las llevamos con nosotros a todas partes en esos aparatos cada vez más chulos y a precios muy ventajosos que llaman smartphones. Un aparato de estos en el bolsillo y una conexión permanente a internet es el mecanismo perfecto para Facebook y sus hermanas, que de esta manera consiguen la adicción que se proponen.

Un servidor era de los que afirmaban que el problema no eran las redes sociales sociales en sí, sino la utilización que se hace de ellas. Ya no estoy tan convencido de esa información y me inclino a pensar que el problema son las redes sociales en sí. De hecho, son cada vez más los dedos acusadores de gente sensata (incluso de gente que ha estado en el interior del sistema de las redes sociales) los que acusa a los fundadores de estas, echándoles en cara que lo que pretenden no es otra cosa que destruir todo lo que funcionaba en este mundo en pos del vil metal y del nocivo negocio. 

Lamentablemente quien paga todo esto es el hábito más noble que la humanidad ha inventado y que no es otro que al que me refería en las primeras líneas: la lectura. 

Hace unos días daba una charla en la Biblioteca Provincial de Granada y lo decía en algún momento: ya no se lee; es más ya no se lee lo que realmente merece la pena leer: los clásicos literarios. Conté una anécdota ilustradora: la dificultad de encontrar un libro (un clásico) escrito a mediados del siglo XX (no tan antiguo) porque ya ninguna editorial quiere reeditarlo al constatar que no tiene ventas, que no tiene salida. Tan solo se editan esos llamados best-seller actuales, muy pobres en cuanto a valor literario.

Porque, que alguien alce la mano y me diga cuántas personas conocen que lean a Sthendal, a Balzac, a Proust, por referirme tan solo a tres clásicos literarios geniales.

Es lamentable, muy lamentable, porque estamos en un momento de la poshistoria en el que, además, cada vez son más los libros que copan la lista de más vendidos ¿escritos? por gente que no escribe y que no tiene nada qué contar, pero sí son muy conocidos por facetas televisivas, deportivas u de otro tipo, casi siempre insignificante o de poco nulo intelectual. Es eso, amigos, lo que está leyendo la gente.

Y así nos va. Y así nos va a ir en un futuro no muy lejano. 

22 septiembre 2021

UNA CHARLA SOBRE LECTURA Y DEPORTE (SOBRE CORRER PRINCIPALMENTE)

 


El jueves, 30 de septiembre, la Biblioteca Pública de Granada me ha invitado a una charla para que hable sobre la alternativa de los libros, la lectura y el deporte (el correr en mi caso) a otros "ocios" más nocivos. Está pensado que acudan jóvenes, que son los más necesitados de ideas estimuladoras, pero no se descarta que acuda gente adulta porque la invitación se envía a los lectores de la biblioteca.

¿Y de qué hablaré? Básicamente de mi experiencia; de cómo yo he intentado (creo que a veces he conseguido) hacer de la lectura y el deporte, de correr en particular, dos de las principales alternativas de ocio que no solo me placen sino que han sido fronteras infranqueables de otros ocios menos saludables. Porque no pensemos que por muy bien amueblada que supongamos tengamos la cabeza no podamos caer en cualquier momento en ocios que inicialmente nos parezcan placenteros pero que al poco se convierten en insalubres. En una sociedad como la nuestra las opciones de caer en pozos profundos atraídos por alegres y cautivadores cantos de sirena son más que probables. Y eso es así porque nuestra sociedad está en permanente venta y compra. En una sociedad sometida al consumo de todo, ni los sentimientos escapan a él. De ahí que el individuo deba de buscar sus rincones de ocio saludable, buscar esos espacios de tiempo libre que le permitan desarrollarse como individuo, hacer lo que le gusta, pero que lo que le guste sea al mismo tiempo saludable; que le haga crecer y no menguar. Luego, pocas cosas hay como la lectura y el deporte para crecer; lectura como ansia de conocimiento y diversión y deporte como estímulo físico y espiritual, que puede ser competitivo, pero competitivo con uno mismo.

Y si tiene sentido para alguien encontrar esos espacios saludables, nadie mejor que para la gente que está en periodo de formación a nivel profesional, educativo y personal. El joven que crece leyendo o haciendo deporte será un adulto mejor que, además, estará revestido de un fuerte armazón que le alejará de otros insalubres.

Pues un poco de todo eso voy a hablar. Hablar, pero no intentar convencer a toda costa. 

He dado un buen número de charlas y conferencias a lo largo de mi vida y siempre he buscado la pureza. De nada sirve ni para ti ni para quien te escucha que te prepares un tema muy bien, pero que no creas en lo que dices. De ahí que cuando me invitan a dar una charla tengo que comprender que se trata de algo de lo que pueda hablar desde el corazón y desde el conocimiento.

Y es eso lo que pretendo hacer el jueves, 30 de septiembre. 

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...