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17 agosto 2014

DEL CIVISMO Y LA EDUCACIÓN

España, como sabemos, es una país donde la educación y civismo están a niveles bajísimos. Escribo esto mientras que por la ventana de mi estudio entra un ruido ensordecedor de los cuatro parquecitos -vaya invento del demonio- que el ayuntamiento o las constructoras han colocado en mi calle aglutinados en un espacio corto, a pesar de que la calle es larga y podrían haberse colocado de manera más salpicada. Pero en fin, pedir sensatez a esta alturas es inútil.  Justo enfrente, al lado de uno de ellos, hay un bar que tiene varias mesas en la puerta. Los padres se toman su bebida mientras que sus hijos se desgañitan el gaznate gritando lo más fuerte posible, sin que reciban ni la más mínima reprimenda y sin importar que haya personas que quieren estar tranquilos en sus casas o tengan que madrugar para trabajar (¡por Dios es que ninguna de esta gente le apetece llevar a cabo una actividad silenciosa y satisfactoria como, por ejemplo, leer un buen libro!) . Total es la calle y ésta no es de nadie, como dijo del dinero público aquella política analfabeta. 
El pasado fin de semana estaba en un chalet de unos familiares, en una bucólica urbanización a las afueras de Granada y dos casas más abajo había unos individuos con una verdadera discoteca montada que impedía que se pudiera ni tan siquiera hablar. Me ofrecí a hablar con ellos y, sí, desconectaron la música, pero me cuentan que hoy han vuelto a ponerla más alta si cabe.
Hace algún tiempo, le recriminé a un conductor su incorrecta maniobra -a mí también me la recriminan cuando la hago, lógicamente- y el individuo se ofendió tanto por mi llamada de atención que estuvo un buen rato echándome sapos y culebras con su claxon y, seguramente con su boca. Me pregunté que hubiera ocurrido si la maniobra incorrecta la hago yo.
Esta mañana me encontraba en Fonelas, tras correr su segundo trail y un individuo literalmente nos arrolló a unos cuantos al abalanzarse a coger un refresco o agua o lo que fuera. 
En fin, son sólo cuatro casos vivenciales, pero podría tirar de neuronas y encontrar muchos más recientes, que esto es una plaga. Y me temo que de esa vorágine incívica se salva poca gente porque pareciera que se tratara de una enfermedad contagiosa.
¿A qué se debe, pues, que seamos tan mal educados en este país? ¿A la escuela? ¿A la telebasura? ¿A la falta de cultura? ¿A la deficiente educación de determinados padres para con sus hijos? ¿La falta de respeto hacia los semejantes? Puede ser que se deba a un poco de cada cosa. Pero ocurre que cuando ese hábito se implanta en un país es muy difícil erradicarlo. Lógicamente, no quiero decir que todos los individuos sean o seamos unos mal educados, que esto, como sabemos, va por barrios, niveles educativos, expectativas y no funciona igual en todos los lugares de España. 
He viajado por todo el país y no todas las regiones y ciudades tienen el mismo nivel de mala educación. Por ejemplo, en Granada, que es donde habito, cuesta Dios y ayuda a que un coche se detenga en paso cebra; sin embargo, en otros lugares de Andalucía, como es la ciudad de Cádiz, me sorprendió en su día que se detuvieran hasta los carricoches cuando una persona pisa la raya blanca o amarilla de un paso de cebra.
En el País Vasco, detecté que los padres están mucho más pendientes del comportamiento de sus hijos, más pendientes de que no molesten a los demás. Lógicamente, no se puede generalizar, pero sí fue una impresión contrastada. En cambio, en Andalucía, existe mucha más permisividad en ese aspecto. Lógicamente, lo que unas regiones tienen a favor otras lo tienen en contra. Y viceversa.
Constaté también, ya que me refiero a niveles de educación por regiones, que en Castilla-León se habla bajo en los restaurantes y bares, pero no en otras regiones. O que en los restaurantes asturianos sus dueños y empleados son mucho más francos que en otros lugares de España. Por ejemplo, no te hacen esperar si saben que no habrá una mesa libre en un buen rato (y si la va a haber tampoco te mienten). Diez minutos allí, son diez minutos; en Andalucía, por ejemplo, esos diez minutos puede ser hasta una hora. 
Detecté en Valencia que la gente, a pesar de ser servicial, habla muy fuerte en la calle y nos le importa gritar si es necesario (¡Oye, nens!), pero en otros sitios como Galicia casi te cuesta escuchar lo que te dicen cuando preguntas por una dirección. 
Y si saltamos nuestras fronteras (lo de saltar es una decir, que no está ahora el horno para bollos en Ceuta y Melilla), me sorprendió la extrema educación que demuestran los habitantes de Londres. El 'excuse me' y el 'I'am sorry' surge de sus labios de una manera tan espontánea que cuesta comprenderlo, sobre todo, cuando provienes de España. Un pequeño roce, una indecisión de por dónde tirar en una acera, lo más mínimo, se contempla como una obligación de pedir disculpas o perdón, aunque también conlleva el mensaje subliminal de guardar las distancias, que es algo muy británico. Aún así, esa actitud me parece adecuada.
Recuerdo que en un mismo día, en el aeropuerto de Gatwick, a pesar de su caos y su enorme gentío, todo el mundo respetaba el paso de los otros; al llegar a Málaga, sin embargo, me sentí arrollado, incluso, por esos turistas británicos que se tuestan en la Costa del Sol. 
En Dublín, advertí que no existe especial cuidado de hablar bajo por las calles. Y sí es en fin de semana, siempre escucharás los alaridos de los muchos alcohólicos desenfrenados que encuentras por las calles. Sin embargo, son verdaderamente cálidos y educados en sus pintorescos pubs y es habitual que se dirijan a ti si entienden que pueden ayudarte.
En Portugal, por ejemplo, se conduce como el culo, pero con el tiempo observas que no se hace por fastidiar al otro, simplemente, conducen mal. En ese sentido recuerdo una anécdota. Nos habíamos perdido en Lisboa y preguntamos por la salida a la autovía que conducía a Oporto. El individuo al que preguntamos, lejos de indicarnos, nos dijo que le siguiéramos, que él iba a salir a la autovía. Una vez encontrada la autovía le di las gracias con la mano y descubrí casi conmocionado que ese mismo individuo me estaba adelantando en la misma pista de salida a la autovía, de un sólo carril. Había sido amable en indicarme la salida y grosero en la maniobra automovilística.                               

08 febrero 2014

CUANDO ANDAR ES SINTOMÁTICO

En una tarde  de sábado, lluviosa pero preñada de luz, andaba por una de las rutas por las que suelo correr. Es una ruta por la que pasan conocidos. Unos andando, otros en bici; la mayoría en coche y casi nadie corriendo. Así que esta tarde nadie corría, a pesar de que la tarde era espléndida para ello. Una lluvia de las llamadas 'gallega', un frío harto soportable, luz clara y poquísima gente por los caminos (cuando llueve la gente no se lanza a la calle. No lo comprendo). 


Así que andaba, disfrutando del paisaje, que es algo que no se puede hacer con deleite cuando corres. Miraba en lontananza y afloraban los recuerdos de todos esos lugares, mientras que a lo lejos se veía en todo momento la peculiar silueta de mi pueblo. Andaba en soledad, es decir, andaba con mis recuerdos y todo eran buenas sensaciones. El paseo invita a ello. El esfuerzo físico al andar es pequeño -y mucho más para quienes corremos habitualmente-, así que da tiempo a observar, a pensar, a sentir. Un pájaro que se posa en un árbol lo observas con claridad y un graznido a tu derecha lo escuchas con nitidez. El tiempo pasa más despacio y pareciera que se elongan los campos. Sensaciones muy distintas a cuando corres, donde todo se ve, escucha o aprecia a otra velocidad.
Iba introducido en mis recuerdos, cuando de pronto un conocido, al que no había visto de tan absorbido, que venía en dirección contraria, se detuvo al pasar a mi lado y me preguntó que qué me pasaba. 'No me pasa nada, ¿por qué? le respondí y pregunté. 'Como no vas corriendo', contestó. Seguí mi camino y no pude más que sorprenderme de que algo que aconsejan pertinazmente los médicos para preservar la salud sea sinónimo de estar mal o, al menos, de que te pasa algo. O sea, andar es sintomático.
Por tanto, para no preocupar a mis muchos conocidos, no tendré más remedio que comenzar a correr. Lo haré ya la semana próxima y de esa forma daré por finalizado el parón técnico.              

01 mayo 2012

LLEGAN LAS SENSACIONES Y ALGUNA ANÉCDOTA

Los 15,5 kms., a 4'54'' el mil que he rodado en el Día del Trabajo han servido para comprobar que están llegando las buenas sensaciones. Un rodaje fácil, sin esfuerzo, de esos en los que te sientes flotar más que arrastrarte. 
Lo supe desde el primer minuto. Iba ligero a ritmo fácil y así fue durante todo el rodaje, si bien desde el kilómetro 13 ya no me sentí tan fresco, si bien hay que decir que el último kilómetro ha sido algo más rápido que los anteriores.
Por tanto, cuando te sientes así de bien y los kilómetros se van acumulando en tus piernas sin apenas esfuerzo intentas racionalizar porqué en ocasiones esto es así y en otras te vas arrastrando miserablemente. Seguramente que debe de haber varios factores, pudiendo ser uno de ellos -quizá el más importante- la alimentación que hayas ingerido el día anterior, así como el necesario descanso en los días previos. 
Precisamente, el día de la lluvia, el pasado domingo, a pesar del goce y disfrute de la meteorología como ya escribí, no encontré las sensaciones que he tenido hoy, a pesar de que ha hecho bastante calor en algunos tramos del recorrido. 

El Olmo Negro (El abuelo) (Foto de Panoramio)
El Olmo Negro es tan grande que es muy apreciable desde Google Earth  
Y hablando de recorrido, es común que bautice con nombres propios algunos tramos de mis rutas. Muchas de ellas tienen nombres oficiales (Camino Real, Camino de Alitaje, Camino de Caparacena, Cortijo de Las Cruces...), pero otros tramos no los tienen o, sencillamente, los desconozco. Así que -pensaba hoy mientras corría- siempre he optado por poner nombres, principalmente, a pequeños tramos, cortas travesías, lugares de paso intermedio...Y tan es así que son los nombres que utilizo cuando traslado al SportTrack o al propio programa del Forer a efectos prácticos, básicamente para identificarlos. Bautizo esos lugares, básicamente, porque en ellos existe algo característico o incluso cuando he corrido por ellos ha sucedido algo extraordinario y en ocasiones cuando hablo de esas rutas con mi amigo Paco, ambos solemos llamarles de esa manera. Esa costumbres no es auténtica ni la he inventado yo; de hecho, es muy común en los pueblos denominar a Cortijos, caminos o lugares diversos en función de una característica o suceso. Algo parecido a lo que hacían los indios Apaches con sus recién nacidos (De pie con el brazo en alto, Nube negra, Lluvia Roja...). 
Lugares como la Cuesta del Perro a la que me he referido en muchas ocasiones porque en una finca de la misma siempre hay un perro guardián que siempre avisa con sus fuertes ladridos que sigue allí atento; El Camino de la Rata, por aquél suceso en el que una rata asustada y atribulada, tanto o más que yo, corrió enredada entre mis pies durante unos cuantos metros; el Camino de la Segadora, porque este infernal artilugio, demasiado grande para caminos estrechos, me obligó a arrojarme a una acequia con agua, el Camino del Olmo Negro, como le llamamos Paco y yo, que es un árbol inmenso que seguramente no es ni olmo ni es negro, aunque lo parece (en la zona le llaman El Abuelo e incluso se aprecia en Google Earth). Y en esa línea de bautismo nominal en el entrenamiento de hoy he pasado por una escueta vereda, perdida entre las alamedas de Fuente Vaqueros en la que un día lluvioso de febrero de 2009, cuando preparaba el Maratón de Sevilla, en uno de esos días que haces más de 30 kilómetros y te llevas el Camelback, algún gel, alguna fruta, el móvil e incluso hasta papel higiénico, resultó que al pasar por esa vereda mi fisiología se reveló y no tuve más remedio que parar a evacuar de manera generosa. 
A día de hoy aún no sé que nombre ponerle a esa vereda. 



03 noviembre 2011

EN LA SELVA URBANA



Es bastante habitual encontrar las calles de Granada de esta guisa.



Mal, muy mal ha de estar el civismo de los conductores de motocicletas para que un conductor de los autobuses urbanos de Granada en la mañana del miércoles me felicitará con esta expresiva frase: ¡así es como hay que llevar una moto!

Circulaba a eso de las 8,00 horas hacia mi puesto de trabajo en la Plaza de la Trinidad de Granada cuando en la Avenida de la Constitución a la altura de la Agencia Estatal de la Administración Tributaria una furgoneta de carga y descarga aparcada en doble fila en el carril derecho impedía el paso de un autobús urbano. Yo iba por la izquierda y en estas circunstancias lo habitual es que el motorista medio acelere e intente -con peligro para él y para el autobús que tendrá que frenar violentamente- pasar por el pequeño espacio de la izquierda iniciada ya la maniobra del autobús. Sin embargo, yo intento conducir con más sentido común una moto que un coche (aunque también tengo mis idas de olla como todo hijo de vecino), así que frené mi scooter -que es grande y no se cuela por cualquier rendija-, para que el autobús pudiera maniobrar y entrar en el carril izquierdo pero, curiosamente, el conductor me "premió", invitándome a pasar primero con un gesto de su brazo izquierdo y así lo hice, dándole las gracias, que hay que ser educado, mucho más si cabe en la selva del tráfico de una ciudad media o grande, lugar preferido por los ciudadanos -junto a los campos de fútbol- para desahogarse del estrés diario.

Curiosamente ambos -el conductor y yo- coincidimos en el siguiente semáforo y fue entonces cuando me felicitó por mi prudencia. Yo tengo una moto grande e intento ser responsable también, me dijo.

Mal tiene que estar el civismo en el tráfico cuando usted me felicita por hacer únicamente lo correcto, le dije.

26 septiembre 2011

NO HAY TIEMPO PARA EL DEPORTE


Cuando llega el momento de los reconocimientos médicos en mi centro de trabajo, a veces llega el pánico o la decepción o la frustración. En esos días todo el mundo sale algo tocado e, invariablemente, los médicos aconsejan ejercicio, dieta sana y vida sana en general. No estoy rodeado de obesos o dilapidadores de salud pero, sí, en muchos casos la salud deja mucho que desear. Y es, entonces, cuando llegan las inquietudes y las propuestas e intenciones de hacer más ejercicio y vida sana, aunque, lamentablemente ese impulso no dura más de una semana. Y, claro, al año siguiente vuelven las malas noticias, aderezadas además de más alarmismo porque se tiene un año más.
A la semana de iniciar un plan sano, casi todo el mundo vuelve a su rutina diaria y si se andó durante unos días o se nadó e, incluso, -en el menor de los casos- corrió, todo eso pasa pronto al olvido, justificando todo el mundo no tener tiempo para hacer deporte.
Es decir, ¡que no se dispone de media hora diaria y una hora los fines de semana! Esa es una frase preconcebida que cada día me creo menos. Todo el mundo dispone de tiempo para hacer deporte si su motivación es alta y su hábito estable, pero ocurre que siempre se posterga ese rato dedicado al deporte porque se da prioridad hasta a lo más ínfimo, entre lo que se incluye estar haciendo zapping durante más de media hora o lo que es peor, deteniéndose un rato en Tele5.
Se piensa o al menos a mi me lo dicen que los que corremos lo hacemos porque estamos dedicado a ello. Pero no es verdad. Ni estamos dedicados a esto por obligación o profesión alguna, ni nadie nos obliga. Nos obligamos nosotros mismos.
Es más, en ocasiones, -suelo decir- para poder sacar una hora para correr tengo que salir a horas intempestivas o no habituales y renunciar a otras cosas importantes. De hecho, sin ir más lejos, el pasado domingo, sabedor de la complicación de la agenda, corrí durante once kilómetros a las tres de la tarde, no bajando el termómetro de los treinta grados. Pero lo más curioso es que corriera esa distancia en apenas cincuenta minutos, a pesar del fuerte calor. Si yo puedo, todo el mundo puede hacerlo o al menos intentarlo, aunque me temo que eso es mucho pedir.

03 septiembre 2011

MEJOR BUENAS MISIVAS QUE NO DESAGRADABLES MULTAS


Hace unos meses perdí o me robaron –que las dos cosas son posibles- la cartera con todos los documentos, tarjetas, dinero, etc., etc....y, claro, lo primero y más molesto de todo esto es dedicarte un par de horas, inmerso en el cabreo, desazón o frustración, a anular todo lo que pudiera ser sospechoso de uso indebido, es decir, tarjetas de crédito, de centros comerciales, del video-club, en fin, lo típico.

Y viene este triste recuerdo a cuento de la carta que me acaba de enviar, Pere Navarro Olivella, Director General de la Dirección General de Tráfico -con motivo de la entrega del nuevo y modernisímo carné de conducir, tanto que la misma interesante carta advierte que no está ni homologado en la UE- que, probablemente, de manera irónica o socarrona –o de ambas formas-, inicia su misiva impersonal diciéndome: Me complace adjuntarle su nuevo permiso de conducción en sustitución del que pudiera tener anteriormente..

Y, realmente, me ha parecido muy elegante (..en sustitución del que pudiera tener anteriormente) la forma en que el amigo Pere me indica que es probable que tuviera el carne con anterioridad pero que, probablemente, me lo robaron o yo mismo lo perdí o, incluso, deducir que nunca lo tuve, a pesar de que conducía de manera habitual. La verdad, me ha parecido que hay bastante riqueza literaria en su misiva.

Sin duda, mejor buenas misivas que no multas inoportunas.

18 abril 2011

NUEVA SEMANA DE PASIÓN

Bien, ahora que estamos en época de perdón y estamos pocos es hora de revelar que no existe pasión alguna por el padel.

Sin duda ha sido divertido sumergirse virtualmente en un deporte que jamás he practicado. Divertido en el sentido de indagar por la red acerca de materiales, marcas y nociones elementales del juego. Lo que demuestra que una mentira bien construida nunca alcanzará la categoría de verdad.

Muchos de vosotros sospechabais del bulo, pero mucha gente también ha habido que ha confesado su creencia en mi nueva pasión deportiva.

Pero ¿qué sería del mundo de los blog si no cambiamos el registro de vez en cuando? ¿Si no dinamizamos los contenidos, para no caer en el hartazgo mio y vuestro?

Sin duda, hay que dinamizar e intentar no repetirse, algo que cuesta cuando ya llevas más de cinco años administrando un blog y ese blog, a pesar de heterogeneo y asistemático tiene un vínculo directo con un tema, en este caso la carrera, correr.

A lo largo de este último lustro, he visto nacer muchos blogs y he visto caer también muchos. Además, otros muchos tienen etapas de estacionamiento y otros tras abandonar han vuelto a renacer. Incluso está mi caso: liquidar un blog e inmediatamente sustituirlo por otro de contenido más amplio; o incluso, administrar dos blogs de manera simultánea.

De cualquier manera, hay una premisa muy clara: crear un blog es muy fácil, pero mantenerlo no lo es tanto. De ahí que haya que dinamizar, crear, revolucionar, alterar...

Y esa fue la razón de introducir el pádel. Pensé en otro deporte, pero colegí que era demasiado rebuscado y casi desconocido. No recuerdo el nombre, pero se práctica por la carretera, a bordo de una especie de patineta impulsada por una vela. Ese cambio hubiera sido demasiado drástico y, por lo tanto, increíble. Sin embargo, el pádel es mucho más creíble y está extendido por nuestras ciudades y pueblos, sin pocos problemas para encontrar pista y material deportivo.

Curiosamente "me aficioné al pádel" cuando más estaba disfrutando de la carrera, tras dejar atrás con bastante éxito las últimas dolencias en la zona del calcáneo del pie izquierdo. Disfrutando mucho a mi aire, perdiéndome por esos increíbles caminos de la Vega y Caparacena e incluso compitiendo con ilusión en la última prueba del "Memorial Padre Marcelino" a la que acudí -aclaré a muchos corredores que habían leído el bulo en el blog- "porque ya estaba inscrito".

Así que sigo en la rutina, sin dejar de volver a esos caminos que tan buenas sensaciones me ofrecen. De hecho ayer, cuando eran más de las dos de la tarde y con un calor destacado para estas fechas, me perdía por el soleado y primaveral camino que une Caparacena con Pinos Puente, ante muchas muestras de efervescencia humana dando buena cuenta de carnes y chorizos braseados en los numerosos cortijos del recorrido; me perdía, decía, sin más intención de correr sin ataduras y sin crono, dejando que mis piernas me llevaran al ritmo por ellas elegido. Observando todo ese verdor del campo y disfrutando del bienestar que producían los kilómetros a un ritmo fácil de 4'50'' el mil según el Forer. Una prueba más de la feliz unión que existe entre este deporte y este esforzado corredor y una nueva oportunidad para ratificar la alianza que me une a este deporte.

Muchas gracias por vuestra animosa y sincera participación en esta "farsa" de la que espero hayáis disfrutado tanto como yo.

Nos vemos en los caminos.

18 enero 2011

ESTÁN LOCOS...YO LOS HE VISTO..

Impagable el vídeo de YouTube que me ha enviado mi amigo Alberto, corredor en ciernes, con una Media Maratón ya a sus espaldas. Nos os perdáis ni un segundo de él, probablemente la letras ya la conozcáis (el famoso texto del escritor uruguayo Marciano Durán, cuya voz también pone en este vídeo). La conexión del texto y la imagen es mágica:

04 enero 2011

LA BOLSA DE BASURA


Vean lo que puede ocurrir si no se pone atención en lo que se hace. Un buen deseo para este año que comienza podría ser poner la máxima atención en lo que hacemos, o si no...Lean, lean con atención lo que le sucedió a un ciudadano rumano:


LA BOLSA DE BASURA

Los magistrados de un tribunal rumano que resolvía un caso de divorcio no pudieron contener la risa al conocer lo sucedido a Relu Adam, quien tenía amante en el mismo edificio donde vivía, pero por error apareció ante su esposa, que lo creía en viaje de negocios.

Relu Adam, técnico dentista en la ciudad de Focsani, en el sudeste del país, se inventó un viaje de trabajo de tres días para pasarlo con su joven amante de 18 años, que vivía tres pisos más arriba, en el mismo bloque. Adam, enviado por la amante a medianoche a sacar la basura, se equivocó al volver y, en vez de subir al nido extraconyugal, por costumbre llamó a la puerta de su propia casa.

En pijama, con un cubo de basura vacío en la mano y ante la esposa que lo creía trabajando afanosamente en Pitesti, el hombre no tuvo más remedio que reconocer el adulterio, relató un periódico de la zona, que no aclara si el esposo infiel continúa su relación con la vecina de arriba.

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...