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22 diciembre 2020

EL HÉROE DE LA NAVIDAD: UNA REFLEXIÓN AMENA SOBRE LA NAVIDAD DE LA PANDEMIA

EL HÉROE DE LA NAVIDAD 


Uno tiene sus filias cinematográficas, a veces de vocación inconfesable, pero en esta ocasión he de confesarlo porque es el momento: me gusta el cine de género navideño; no es sinónimo de que me guste la Navidad o, al menos la que hemos montado entre todos a base de chequera (sería más contemporáneo decir tarjeta) y consumismo. 

Llevo tiempo sospechando que me gusta este tipo de cine porque, quizá, encuentre en él otro tipo de Navidad, en el que el verdadero héroe (quítenle al cine de Hollywood el héroe y se queda en nada) no es el triunfador de Wall Strett ni el chico guapo y deportista del instituto, sino el que reivindica el espíritu navideño y lo va contagiando a los demás, a pesar de las dificultades, de la poca predisposición de los demás, del cenizo que no hace más que susurrarte al oído que para qué tanto esfuerzo, si al final todo va a salir mal; pese a la incomprensión de todo el universo. Sí, ese es el verdadero héroe de este tipo de cine, aseveración que confirmaría el mismísimo Christopher Vogler. Y es que hasta ahora lo hemos tenido fácil: llegaba la víspera de la Navidad, luego esta, y bastaba con salir a ver las luces de la ciudad, comprar, comer en un restaurante, adquirir un par de regalos para los más queridos, consumir en definitiva, y ya está. Claro, nadie se esperaba que un virus que comenzó a dar topetazos allá por marzo haya decidido quedarse el resto del año. No, nadie lo esperaba. Y como lo que no se espera está exento de planificación, nada hemos planificado. Por tanto, no queda otra que convertirnos en héroes, tanto quienes consumismo como quienes proveen para que lo hagamos. Todos tenemos que ser héroes. Como en esas películas navideñas, donde el protagonista, de la nada, sin planificarlo, sin pensar en ello ni tan siquiera, decide emprender un viaje (o las circunstancias hacen que lo emprenda) y le da un giro copernicano a su vida, dejando atrás todo aquello de lo que le parecía imposible prescindir: un buen trabajo, un sueldo con muchos ceros, un gran apartamento, un gran coche, varios viajes exóticos al año, una vida social rica de fiesta en fiesta… para acabar sus días de nuevo en la casa de sus padres, en aquel recóndito pueblecillo casi siempre nevado de donde salió por piernas porque aquello no era vida ni futuro para una persona tan joven y con hambre de mundo.

Pero vuelve al lugar que un día abandonó, precisamente, porque las circunstancias han cambiado o ha cambiado él y lo que le parecía cutre y poca cosa, ahora se convierte en lo más importante de todo; y lo que le parecía muy importante y sofisticado, ahora se convierte en algo liliputiense y exento de interés. Porque quizá sea tiempo de introspección, de disfrutar de un buen paseo al aire libre, de alejarse de grandes multitudes, de no hacer cola en la paquetería; tiempo de volver a lo ancestral, a aquella época en la que bastaba con un polvorón y una copa de anís junto a una chimenea cuyo rumor crepitante de los maderos quemados era la mejor canción. Tal vez, un momento para resetear, y como aquel héroe de la Navidad regresar de nuevo a aquello de lo que huimos, sin sospechar que huíamos de nosotros mismos.  



24 diciembre 2013

LA MAÑANABUENA Y LOS CUENTOS DE NAVIDAD

Años atrás -cuando este blog introducía crónicas sobre el noble deporte de correr-, aludíamos al sano ejercicio de trotar en una mañana como ésta, en la mañana de Nochebuena. Y a esa acción le denominé Mañanabuena. He corrido sólo y he corrido en grupo, y en todos los casos he disfrutado haciéndolo. Además, por lo general, si uno de mis cuentos de Navidad ha sido seleccionado en el especial que publica el periódico Ideal, también he solido aderezar la entrada de ese día con él. Y de todo salía una crónica especial.
Hace unos meses -por decisión propia- este blog ya no dedica crónicas y entradas a correr, a excepción de lo que escribo en el margen derecho sobre carreras y entrenamientos, pero eso no quiere decir que no siga existiendo la Mañanabuena. Sí, sigue existiendo. Y, aunque este año, la ruta la deba hacer en bicicleta por propia prescripción facultativa, habrá disfrute por los campos de la Vega, que en este día tienen una impronta especial. Esa era y es la esencia de la llamada Mañanabuena. 
Porque es vital para interpretar estas fechas seguir con las tradiciones deportivas, en este caso....y con los cuentos navideños, porque uno de ellos vuelve a aparecer publicado hoy, en el especial que el diario Ideal publica cada día de Nochebuena.  Por si no tenéis cerca la publicación en papel, ahí va: 


CENA DE NAVIDAD EN DOS BREVES ACTOS 


Primer Acto

           Nada más asomar la cabeza en el amplio hall de la casa ya se aprecia ese agradable olor que vaticina una cocina a pleno rendimiento; incluso, la temperatura es ya bastante alta en toda la vivienda debido a los elevados grados de los fogones. Una elevación que se va agravando por la cada vez mayor presencia de miembros de la familia que,  para celebrar la Nochebuena, se reunirán,  al menos, una vez al año. Curiosamente muchos de los hermanos, cuñados y sobrinos apenas se han visto a lo largo de los trescientos sesenta y cuatro días anteriores; y no sería exagerado afirmar que sobre una hipótesis teórica todos estos parientes tienen pocas cosas en común, pero la tradición es la tradición. Al menos, mientras vivan los progenitores.  Lo haremos por ellos, es la frase más utilizada por todos.
        Preparadas las viandas, comienza la cena para trece personas, entre adultos y niños; y con ella asoman con cuenta gotas las primeras conversaciones, que a simple vista podrían parecer forzadas, según observaría un testigo imparcial. 

  Segundo Acto

        Rompe el hielo la madre y abuela. Mujer de bastante edad, la experiencia le ha enseñado que es ante una buena mesa donde pueden ocurrir las mejores y las peores cosas. Consciente de ello comienza a hablar nada más sentarse todos a la mesa para dar buena cuenta de las viandas.
        -Bueno, ¿qué tal vuestras vacaciones de Navidad? -hace la pregunta genéricamente a grandes y pequeños, sobre todo para romper el hielo que ya se está empezando a formar-.
      Los niños son los primeros en contestar con respuestas simples, llanas y directas, que es patrimonio que aún conservan éstos: ¡ya no tenemos cole hasta enero! es la frase más utilizada; pero los adultos siguen guardando silencio. Así que la madre y abuela cambia la estrategia, sabedora de que la mayoría de sus descendientes y respectivas parejas apenas se han saludado.
       -¿Y qué tal el trabajo? -pregunta, ya  dirigiéndose a los adultos-.
      -¿Qué trabajo mamá? ¿No sabes que lo perdí hace nueve meses? -contesta secamente el hijo mayor ante la inquisitiva mirada de su esposa-.
     -Pero los demás sí lo conservamos. Siempre piensas que las preguntas solo van dirigidas a ti -le reprende con dureza el segundo de los hermanos-.
     -Sí, claro que lo conservas. No todos pudimos disfrutar de tus privilegios -se defiende el hermano mayor-.
      -¿A qué privilegios te refieres? -le pregunta molesta la esposa del segundo de los hermanos-.
     -Nadie ignora en esta casa que, al enfermar nuestro padre,  yo me tuve que quedar atendiendo el pequeño negocio familiar para que tu querido esposo pudiera continuar su carrera de Veterinaria -contraataca a la cuñada el mayor de los hermanos-.
     -Sí, claro. Yo no tuve que joderme, quedándome en casa a cuidar de papá cuando tuvo la trombosis cerebral -apuntó dolida la hermana, la menor de la familia, dolida por el vacio que se le estaba insuflando-. Por si no os acordáis tuve que dejar la carrera de Derecho en segundo, ya que el cerebrito tenía que acabar su carrera de Veterinaria -añadió, con un claro deje de ironía despectiva-.
   -Que yo tenga más inteligencia que vosotros dos juntos, no es culpa mía -dijo con malicia y mordacidad el veterinario-. Jamás pudisteis aceptar eso. 
    -Siempre has sido un miserable, un engreído y un mal educado -terció de nuevo el hermano mayor-.
  -No te permito ese tono....-dijo a su vez el segundo de los hermanos, haciendo ademán de levantarse de la silla-.
    -¿Vas a agredirle, en vez de estarle agradecido? -le preguntó amenazante la esposa del hermano mayor-.
     -Te dije que era mejor no venir a cenar esta noche -le reprendió el joven esposo a su esposa, la hermana menor-.
     -No hubiera sido mala idea, de todas formas nadie te hubiera echado en falta -le arrojó con intencionada maldad la esposa del segundo hermano, que jamás tragó al joven esposo de su cuñada, desconocemos por qué-.     
    El padre que no podía articular palabra desde que sufriera la trombosis cerebral, comenzó a emitir dolientes gemidos y a hacer grandes aspavientos con ambos brazos, hasta el punto de volcar la sopera. Tal era su enfado ante el espectáculo que estaba presenciando desde su posición inválida. Mientras tanto, la madre, que con tanta ilusión había preparado la cena para la reunión familiar de Nochebuena, no pudo evitar abandonar la mesa llorando, dejando caer la silla al suelo con estruendo al levantarse enérgicamente.
          No ajenos a la situación, los niños perdieron progresivamente el interés por sus juegos y la sopa dejó de pintar en el aire sus anárquicos hilillos de vapor que presagiaban un exquisito y cremoso sabor.
          Mientras tanto, en la tele, el aspirante a ángel de primera clase, Clarence, saltaba desde el nevado puente a las heladas y turbulentas aguas del río, emulándole inmediatamente un atormentado George Bailey.


          En la calle ya se escuchaban con nitidez telúrica las secas y torvas detonaciones de los petardos.   
  
Y nada mejor que condimentar esta extensa entrada con una de las obras de música clásica de impresión navideña que más me gusta -y espero que también a vosotros, estimados lectores-. Se trata de la Pastoral de Corelli, sublime movimiento perteneciente al Concierto de Navidad del compositor italiano de música barroca.
Feliz Navidad a todos. 

 

25 noviembre 2013

CINCO REFLEXIONES PRENAVIDEÑAS

I
   La Navidad, esa entelequia. Esa frase corta me asaltó cuando presencié las voluminosas y cegadoras luces de Navidad en el Corte Inglés del centro de Granada. Un espectáculo visual, sin duda, que incita al consumo.  Supongo que debe ser así, me dije. Porque la ilusión vende. La de los niños, por supuesto, esa que hace que los padres se arrasquen el bolsillo; pero también la de los mayores que, al menos, se retrotraen en el tiempo y se ven niños.  
   Luces solitarias, que a estas alturas de noviembre aún no vienen acompañadas por las públicas, las propias del ayuntamiento. Éste las conectará dos semanas más tarde. En tiempos de crisis unos necesitan que la luz propicie mayor consume y otros necesitan que la factura de la luz sea menor.     En realidad es triste suponer que las luces van a cambiar algo la perspectiva de la gente en tiempo de crisis. O, al menos, de la mayoría de la gente, la que padece los estragos violentos de recortes de nóminas o la sencilla eliminación de ésta. Sin embargo, otros siguen paseándose en su suntuoso coche por el centro de la ciudad, dejando que las abrasadoras luces se reflejen en los impolutos brillos del capó, como si se tratara de un fiel espejo. Es así como funciona el mundo. Supongo. 

II

    Sin embargo, hubo un tiempo -hace pocos años- en el que todo era distinto: nadie se sentía víctima de crisis alguna. La ciudad poblada de grúas y las hormigoneras móviles sin detenerse durante las veinticuatro horas. Caras rebosantes de felicidad fatua y pieles de zorro o de visón en los nada elegantes cuellos de señoras de mediana edad, no hechos para estos menesteres. Grandes puros, grandes y suntuosos coches, grandes barrigas repletas de codillo, grandes de todo. Era otro tiempo. Pero ya pasó. 
    Recuerdo aquellos años con inquietud. Me asfixiaba en la calle ante tanta estulticia, ante tanta exhibición vacua. Había algo que no comprendía, pero años después lo comprendí -todos lo comprendimos- cuando se desmontaron esas grúas y se detuvieron esas hormigoneras móviles.

III

   ¿Dónde está ese dinero? ¿A dónde se fue? Pareciera que haya desaparecido por el arte de birlibirloque, como eliminado por un fuerte ácido sulfúrico altamente corrosivo, mucho más fuerte que el utilizado por Walter White en Breaking Bad. 
    Debió irse hacia alguna parte. Al parecer, los bancos no lo tienen o lo tienen y lo han desviado a otros lugares emergentes; tampoco, los constructores -o al menos eso mantienen-; tampoco, el gobierno. Parafraseando a lo que dijera Guillermo de Baskerville (¿Dónde están los libros? ): ¿Dónde está el dinero? 

IV

    El Corte Inglés tiene clara nostalgia de esa época de gasto descontrolado. El paradigma de las clases medias y medias altas tiene nostalgia. Es lógico. Y, quizá, por eso conecta sus luces, fiel y puntual, como siempre. Para que parezca que nada ocurre, que todo sigue igual. Pero nada sigue igual. 

V

Cuando llegó el día anunciado y el mayor y más conocido centro comercial de la ciudad no encendió sus luces navideñas, casi todo el mundo sintió indiferencia. No hubiera sido así en años anteriores, pero ese año que ya se iba evaporando no había sido en absoluto el mejor de todos".
Así es como comienza un cuento de Navidad que escribí. Un presagio de lo que podría pasar pero que, finalmente, no ha pasado. Quizá, por suerte.
  

06 enero 2013

DÍAS DE FASTOS

Cerveza, vino, pacharán, güisqui, sidra, cava, comidas copiosas....todo eso, en pequeñas dosis, circula o ha circulado por las venas y arterias de este pecador cuerpo, pero ya que la Navidad de 2012 y el Año Nuevo han pasado a la historia hay que hacer balance y comparar el estado de forma anterior y el actual. Lógicamente, no puede ser mucha la diferencia, pero en mi primera salida del año, a los seis días de comenzado éste, la oxidación en la musculatura y en los pulmones era evidente, a pesar de que entre medias hubo una ruta en MBT que algo ayudó a no prolongar esa oxidación. Porque tengo que admitir que este modesto corredor no ha sido tan pacato en cuanto a vida disoluta en estas fechas como en las de años anteriores. Mucho más flexible a salida, a invitaciones, a comidas, a bebidas....sí, algo más disoluto. Esto no supondría ningún contratiempo en una persona que habitualmente no haga deporte, pero sí en quienes nos dedicamos a correr o a algún deporte de forma constante. Sabemos muy bien que la vida disoluta y alegre poco encaja con la austera y ermitaña vida del deportista, por muy aficionado que sea. 
Así que esta tarde -a eso de las tres- cuando el sol se señoreaba en los campos de la Vega y las Avefrías blancas y negras gozaban de los restos de los escasos sembrados, mis piernas, corazón y pulmones intentaban componer una mínima sinfonía de este trío de instrumentos y me deslizaba con más voluntad que acierto por esos caminos solitarios y bellísimos de la Vega invernal, pero bajo un sol casi de primavera. 
Fueron doce kilómetros sufridos a 5'09'' el mil, en los que la oxidación muscular y la sensación de torpes pasos intentaban recordar que no muchas semanas atrás pude hacer mi mejor marca personal en media maratón, pero todo indicaba que en aquel reciente mes de noviembre era otro corredor; y éste que ahora torpemente casi se arrastraba por los caminos, otro muy distinto, acompañado en todo momento con una clara sensación de más peso y menor movilidad.
Sin embargo, cosa extraña sucedió en el kilómetros 10, faltando tan sólo dos para acabar la ruta. Percibí, que de pronto las piernas comenzaron a elevarse con más osadía y menor esfuerzo y que la sombra que me acompañaba por los caminos ya no parecía que se arrastrara. Fueron dos kilómetros deliciosos, que vaticinaron que todo parecía volver a su cauce, a pesar de las molestias en el abductor mayor de la pierna izquierda, dolencia que se produjo los últimos metros del último rodaje del año recién despedido, que espero que no sea muy importante y no trunque nada como sí ocurrió en estas fechas el año pasado. Prudencia, por tanto, y rodajes suaves en estos días posteriores a los fastos.

24 diciembre 2012

¡POR SUPUESTO QUE HA HABIDO MAÑANABUENA!

Viene a ser como un día más de entrenamiento, pero con un sabor especial. No sé si sabría explicarlo con palabras, porque es vivencial, pero en esta mañana -¡que ha sido soleada y calurosa!- cada palmo del camino que pisaba parecía teñido de algo distinto; los olivos que se alineaban a derecha e izquierda durante toda la ruta parecían respirar de otra manera; y el silencio de la dócil mañana era otro. 
Además, era muy apreciable que en los numerosos cortijos y casas de labranza que se arremolinan a lo largo de la ruta, entre Caparacena y Pinos Puente, el humo de las chimeneas tenía una actividad más febril que en días convencionales y existía otro tipo de prisa entre las personas que me he ido cruzando. 
Pero lo más singular de todo ha sido el fuerte calor. Sobraba la manga larga y sobraba la malla corta, echando muy en falta la equipación de verano que, como es lógico, duerme en el armario a la espera de la primavera y el estío. 
También he observado que los raros pájaros que se quedan en estos lares fríos -pasando del esfuerzo de tener que emigrar a África y otros lugares más cálidos-, no saben cantar. Lo intentan, pero nada. Se les ve aleteando de un árbol a otro sorprendidos por el buen clima, pero no saben cantar. 
Es eso lo que precisamente ha distinguido hoy a cualquier día de primavera, porque las hormigas, atribuladas y confundidas, iban en fila de hormiga en busca de sus viandas y que algunas madreselvas del camino intentaban enseñar sus recientes capullos. 
De ahí que en la 'Mañabuena' de 2012 me haya decantado por subir y bajar veredas de olivos, algo que no he podido hacer en los años anteriores por la lluvia en estas fechas. Porque subir y bajar veredas -ya lo he escrito en alguna ocasión- es algo muy estimulante  que te inspira confianza, te da fuerza y te sugiere brío. Ahora bien, no he sentido las mejores sensaciones y el cansancio ha aparecido en algunos momentos. Sin duda, en algo han debido influir las series del pasado miércoles y la sesión de MTB de ayer. 
Sin embargo, nada de eso importa. Lo importante es que estamos casi despidiendo el año y seguimos rodando a buen ritmo. 
Sin duda, correr hoy, una vez más, ha sido muy especial.

¡QUÉ TENGÁIS  UNA FELIZ Y PRÓSPERA NAVIDAD! 

08 diciembre 2012

DOS PROPUESTAS DE CINE NAVIDEÑO

Que el 'cine navideño' nos gusta por esta época es cosa consabida. De hecho, se trata casi de un género, si no lo es ya. 
Todos tenemos en mente el cine que nos gusta ver en esta época ('¡Qué bellos es vivir!', las distintas versiones de 'Canción de Navidad'...), pero cada cual tendrá su lista particular, que puede ser tan variada como variado es el concepto que tengamos de esta época, que vive ahora confundida entre el consumo y la crisis. 
Así que puestos a buscar películas distintas y nuevas para esta época, me he topado con dos de 'género' que llegan desde la parte más septentrional de Europa. No puedo decir que escapen demasiado a los tópicos conocidos (la Nochebuena, el día de Navidad, la nieve, Santa Claus, los sentimientos, la familia...), pero sí que tratan todas estas cosas de una forma distinta; o, al menos, de forma distinta a como las trata Hollywood, sin que eso contenga crítica velada, ya que existen magníficos productos hechos en la meca del cine; otros no tanto. 
Veamos pues que dos películas acabo de ver. 


A casa por Navidad ((Noruega, 2010) 

Se trata de una película noruega que se estructura en torno a historias cortas de gente corriente que tienen el denominador común de vivir en una pequeña ciudad, de nombre Skogli. Película basada en una obra navideña del autor noruego Levi Henriksen. Historias ácidas y muy reales; muy apartadas de los finales felices del ideal 'hollywoodense'. Una película interesante con elementos de calidad para no ver en Nochebuena. 


La Leyenda de Santa Claus (Finlandia, 2007) 

Ésta si la podemos ver en Nochebuena, sin problemas. No se trata de una superproducción, pero sí nos hará pasar un buen rato, sobre todo, si el espíritu navideño ya ha penetrado en nuestros cuerpos. 
Me ha parecido interesante por contarme de una manera muy distinta y humana el mito de San Nicolás o Santa Claus y por sacar a este santón que hace regalos en Nochebuena de la Quinta Avenida; mucho más creíble cerca del Polo Norte, desde luego. Interesante película e interesante fotografía. 
Es la película más taquillera de la historia del cine finlandés. 

02 enero 2012

SE ACABÓ EL AGUINALDO (IDEAL 2/1/2012)

Bueno, estrenamos año con artículo nuevo. Una breve reflexión sobre la relación entre el consumo y la navidad. 
Si no ha sido posible que lo leáis en papel os lo dejo a vuestra consideración:    

SE ACABÓ EL AGUINALDO


No hace muchos años que la interpretación de estas fechas, que dejan el espíritu a flor de piel, sólo era posible hacerla con la economía como trasfondo. Ser feliz y consumir en abundancia formaban una parentela de difícil erradicación y pocas cosas ponían la cara más alegre que un nuevo coche por Navidad, el último artilugio electrónico o la última casa, que había quien las coleccionaba más que habitaba.
               Pero llegó la crisis. Y la crisis no era advertida porque, como suele ser común en las grandes plagas, sólo presentó su tarjeta de visita cuando ya estaba asentada plenamente entre nosotros y desterrarla es tarea titánica, como si se tratara de alguno de esos organismos alienígenas de las buenas películas de los ochenta.
               Porque nuestra crisis ya no es tal crisis, es un cambio de ciclo y deberían ser los sociológicos más que los economistas quienes a estas alturas diagnosticaran este nuevo inquilino para identificarlo. Pero vayamos por partes antes de que el contenido de este pretendido artículo confunda a propios y a extraños, que no tenía más cometido que preguntarse sobre qué relación ha de tener la crisis con la Navidad, hilo argumental, en definitiva, de este texto. Y existe mucha relación, sin duda.
               En cierta ocasión escribí en esta sección acerca de cómo podría imaginarse una Nochebuena en mi pueblo, en cualquier pueblo. Pues bien, hablaba de Misa del Gallo, de noches frías y bufandas que cubrían cuellos de personas dispuestas a beberse la noche, de una iluminada plaza de la Iglesia, como la que hay en cada pueblo de cualquier rincón de España, de villancicos espontáneos en las calles, en las casas, en las plazas, de aguardiente, de polvorones, de belenes, de árboles navideños y de muérdago, elementos todos que siempre han estado al alcance de cualquier pobre de solemnidad ya que hay cosas que valen pero no cuestan; y hablaba también, creo, de otras navidades que llegaron más tarde, en las que los protagonistas principales eran los grandes almacenes, los escaparates de lujosas tiendas, los cotillones de precio surrealista... todo eso que vivimos en los buenos años de vacas gordas en este imprevisible país, es decir, cosas que probablemente poco valen pero que cuestan.
               Y llegó el tiempo en el que las vacas gordas se volvieron famélicas o, sencillamente, desaparecieron pero por contra no regresaron aquellos elementos que conformaban esas navidades más pobres pero con sentido. Y eso debe ser así porque ese organismo poderoso del consumismo ya forma parte para siempre de nuestras vidas y ha transformado nuestra sensibilidad en endémica.  
               Porque de sensibilidad y espíritu hablamos cuando se aproximan los últimos días del año y seguramente la opción de sustituir lo material por lo espiritual no es más que un mecanismo de defensa que los humanos nos hemos fabricado para obviar lo que verdaderamente importa en fechas entrañables como pocas. Y ahora que ese aguinaldo excesivo de los últimos años ni existe ni se le espera volver a mirarnos desde dentro parece tarea difícil. 
               Sin duda, debe ser por culpa de ese organismo alienígena. 

24 diciembre 2011

DE NUEVO, NOCHEBUENA



NOCHEBUENA. Un año más, fiel a su cita; buena para unos, mala para otros, porque pareciera que en este día se concentren todas las nostalgias, anhelos y melancolías  del año casi pasado, sensaciones muy similares a las que tendremos de aquí a una semana. 
Me dispongo a escribir esto, minutos antes de hacer mi tradicional ruta de Mañanabuena, que este año se retrasará unas horas. Pero la tradición sigue siendo la tradición...Una Nochebuena más con un nuevo relato en Ideal el cual os dedico a todos vosotros, amigos y amigas, que sois muchos los fieles todo el año; pero que también dedico a los menos fieles, a los que pasan por aquí esporádicamente y a quienes, por alguna casualidad prosaica pasan hoy por esta bitácora que es de todos nosotros. 
Deseándoos una sincera FELIZ NAVIDAD os dejo con el relato -cuya inspiración surge de mi último viaje a tierras castellanas- que también podéis leer en el especial que hoy se entrega junto al diario IDEAL:   


LA FOTOGRAFÍA

            La imagen de la fotografía que tantos años lo había obsesionado ahora se encontraba ante su vista. Esa antigua plaza de aquel escondido pueblo ahora cobraba vida y se abría ante sus ojos en su versión real. Sin embargo, nada entrañable identificó en aquella plaza y eso le deprimió.
               Esa imagen, que cayó en sus manos cuando rebuscaba no se sabe qué en el archivo del periódico de provincias para el que trabaja desde hace lustros, estaba tan presente en su vida que conocía de memoria cada rincón de la plaza y todas las calles que salían o desembocaban en la misma. Había utilizado esa fotografía en reportajes, en artículos..., la había exprimido. 
               En aquella foto antigua se distinguían en un primer plano los viejos maderos de la porticada plaza, emergiendo en un segundo todo ese espacio diáfano, cubierto de nieve. También se apreciaban lo que parecían ser puestos ambulantes que bien podrían dedicarse a la venta de pavos, venta de castañas asadas y adornos navideños, aunque todo eso bien podría ser producto de su imaginación ya que la foto antigua no se prestaba a una mejor nitidez; y aunque se trataba de una imagen fija podría afirmarse que todo ese ajetreo presagiaba un día festivo dada la algarabía de personas y carros que iban y venían a lo largo y ancho de la plaza. Que fuera la mañana de Nochebuena o Navidad podría también ser fruto de su imaginación o al menos era lo que él quería ver en aquella foto.
               Ante su vista ahora, en el lado más septentrional de la plaza, igual que en la instantánea, se abría una estrecha calle, en cuya esquina aparecía el blasón de la antigua casa del Condestable, pero ahora esa esquina no era de argamasa sino de un mármol de color grisáceo: se trataba de la fachada de un banco, cuyos luminosos rótulos le ganaban la partida al negruzco blasón familiar adosado a la fachada, justo encima del dintel que aún se apoyaba en labradas jambas que presagiaban una vetusta puerta, transformada ahora en otra giratoria que daba acceso al banco. Sin duda, había mitificado aquellos lugares a través de esa instantánea de color sepia, pero nada de eso pudo reconocer en la imagen real que tenía ahora delante de él. Los pórticos seguían en su sitio, pero ya no parecían tan viejos, y había, sí, un par de puestos, en realidad, kioscos, aunque ninguno vendía pavos ni adornos navideños; uno era de la ONCE y el otro se dedicaba a la venta de revista y prensa del día.
               Dudó sobre si lo más sensato sería dar media vuelta y alejarse de esas sensaciones deprimentes que ahora le atenazaban y que amenazaban seriamente con mitigar la imagen soñadora que poseía de la imagen de esa fotografía por poco real que ya fuera. Se sentía hondamente defraudado, pero no había hecho setecientos kilómetros para nada, así que sacó valor y decidió adentrarse en la plaza con la idea de buscar alguna señal que le permitiera seguir aferrándose a aquel lugar que tanto había admirado en la ajada instantánea.              
               No llevaría andados más de veinte metros cuando un hombre mayor -supuso que octogenario- le atisbó y le saludó por su nombre. Escuchar pronunciar su nombre en un extraño le puso en guardia, pero como parecía un tipo correcto y educado no dudó en detenerse. Lógicamente, lo primero que le preguntó es cómo conocía su nombre si él nunca había visitado aquel pueblo. Pero el hombre mayor ajeno a su  sorpresa esbozó una beatífica sonrisa y le dijo que le explicaría todo si le permitía invitarlo a un café. Eran las once de la mañana y comenzaban a caer los primeros copos de lo que podría ser una copiosa nevada, así que aceptó. Entraron en un acogedor bar, cuyo aspecto iluminó por primera vez su rostro. Debía de tratarse de un bar muy antiguo, probablemente el único elemento que había sobrevivido a la voracidad de la modernidad. El hombre mayor pareció leer su pensamiento y le confirmó que ese bar seguía inalterable desde la época de aquella foto. Pero ¿cómo sabe de la existencia de esa foto?, le preguntó con impaciencia.
               -Esa foto la hice yo, -respondió el hombre mayor-, y gracias al interés que usted ha mostrado por la misma y a la enorme divulgación que ha hecho de ella a lo largo de sus muchos años como periodista –siguió diciéndole-, una inocente fotografía, que no era más que un mero divertimento de un muchacho casi adolescente, publicada en un programa de festejos de navidad de hace sesenta años, se ha convertido en una joya muy preciada para cientos de románticos viajeros que, como usted, esperan encontrar lo que les hace soñar cuando contemplan la imagen. Sin duda, ese ha sido el mejor reclamo de nuestro perdido pueblo.
             
            

06 diciembre 2011

A ENTRENAR EN NAVIDAD



A estas alturas del año doy por cerrada toda participación en competición alguna, aunque mucho me gustaría correr alguna media maratón.
Pero no es fácil dar con alguna que esté en un radio más o menos cercano. Hay algo por Murcia -me lo dijo Javi y Domingo- pero descarto desplazarme, que tengo otros desplazamientos lejanos en este mismo mes.
Así que para suplir la competición estoy entrenando a buen ritmo. A gusto y con unas sensaciones magníficas. La idea es hacer una distancia cercana a la media maratón cada sábado y completar el resto de semana -entre calidad y rodaje- para acabar la semana en torno a los 50 kms.
El sábado anterior a la Media Maratón de Córdoba y con la idea de suplirla en parte hice mi media maratón particular -21.100 metros justos- a un ritmo tranquilo de 4'58'' el mil y este último lo dejé en 19.000 metros, a un ritmo cómodo también de 4'56'' el mil. La idea era dejar las piernas frescas para hacer al día siguiente, domingo, nueve o diez kilómetros, los cuales hice con unas piernas más frescas de lo que presumía. Es más, me quedé con "hambre" de kilómetros, pero la idea era no cargarme demasiado.
Ya lo he dicho en varias ocasiones: en fechas navideñas entreno mucho.
Es una fecha idónea para hacer kilómetros y la verdad es que no sé porqué. Probablemente como opción idónea a perder en tiempo -y cabrearte- en aglomeraciones, decepcionantes comidas políticamente correctas o cosas así.
Correr, ver buen cine, leer, escribir, cosas por lo general hogareñas son opciones, en mi opinión, mucho más placenteras. Pero es sólo una opinión, por supuesto.
Además, porqué no decirlo, correr, quemar, nos permite acceder a viandas que en condiciones normales -es decir, faltando el ejercicio aeróbico- serían una bomba de relojería.
"Corro para poder beber abundante cerveza", podría ser una frase que muchos corredores suscribiríamos sin demasiadas reservas.

29 noviembre 2011

YA ABRIÓ LA NAVIDAD EL CORTE INGLÉS

El Corte Inglés, como cada año, ya ha decidido que comience la Navidad. Lo ha decidido desde siempre, pero desde que la crisis está instaurada en la sociedad y en las Instituciones, lo decide de forma aún más tajante, ya que pone en marcha su colorido mucho antes de que lo hagan los ayuntamientos en las calles y plazas que retrasan su fecha de encendido para buscar el ahorro energético máximo para no destrozar aún más sus paupérrimas cuentas públicas.

Y fue el pasado viernes, 25 de noviembre, cuando el Corte Inglés, líder de Navidades antitradicionales decidió dar el pistoletazo de salida a estas fiestas en sus centros y organizó actos y fanfarrias para acompañar todo ese exceso iluminado y vistoso al que nos tiene a todos acostumbrados y que hace aflorar una sonrisa angélica tantos a mayores como a pequeños.

Y fui testigo ocular de ello por casualidad.

Ajeno a esta fecha de inauguración de la Navidad –lo juro- el pasado viernes me dirigí a uno de sus centros a adquirir un libro y de camino buscar un BD que no hay forma de encontrar y me vi inmerso en una especie de comparsa musical de esas que suelen acompañar los actos de las fiestas populares de los pueblos; intenté alejarme pero ya era tarde, así que salí al exterior para esperar a que cesaran los fastos y me entretuve en hacer esta fotografía de la fachada recién iluminada que ilustro.

No encontré el libro y decidí aprovechar el aún poco tráfico de la ciudad –que será horrible dentro de pocos días- y desplazarme con la moto a Alcampo para seguir con mi búsqueda, comprobando que en ese centro de la zona norte de Granada también refulgían sus luces, si bien con un perfil mucho más modesto, tal y como se puede apreciar en esta fotografía. Y todo eso me hizo reflexionar.

Así que pensé en toda esa prosopopeya, llegando a la conclusión que, lógicamente, cada centro comercial se dirige a distintos niveles sociales y públicos y, particularmente, el Corte Inglés suele imprimirle a su marketing algo especial que los demás no llegan ni de lejos. Son los reyes de la venta, que duda cabe.

Por lo general, Alcampo y el Corte Inglés comparten un buen número de artículos, pero no existe ni una mínima posibilidad de comparar el marketing que utilizan uno y otro.

Por ejemplo, me fijé en el último libro de Carlos Ruiz Zafón, "El prisionero del cielo", que es un escritor-fenómeno mediático editorial desde la aparición de su primer volumen “La sombra del viento”. Pues bien, este libro se ofrece en el Corte Inglés provisto y rodeado de un marketing impresionante, adornado de parafernalias, paneles, anaqueles especiales y todo lo necesario para que penetre por nuestros ojos acompañado de la frase insistente que rebota en nuestra mente: ¡cómpralo, cómpralo!. Otra cosa será leerlo, pero sí, gracias a su marketing preciso y sofisticado la venta estará casi asegurada, sea para regalo o para vanagloriarse de tenerlo y haberlo comprado en el Corte Inglés.

Sin embargo, en Alcampo ese libro lo encontré en un lugar oscuro y de nula parafernalia, sencillamente alojado en el cajón de las novedades, mezclado con otros de poco fuste, sin que ningún reclamo de marketing nos anime a comprarlo, a pesar de que es un cinco por ciento más económico que en el Corte Inglés.

Ese ejemplo es trasladable a todos los artículos que comparten.

Por tanto, lo que el consumidor espera cuando compra un artículo no es sólo el artículo en sí sino toda esa parafernalia que le rodea, que va desde la presentación del mismo hasta el envoltorio, pasando por su singular presencia y singularidad en el comercio. Es más, el Corte Inglés no sólo vende algo material sino que también vende una ilusión, muy de cartón piedra, eso sí, pero ilusión al fin y al cabo, que no es poca cosa para los tiempos que corren.

08 noviembre 2011

ULTIMO TRAMO DEL AÑO PARA NO RELAJARSE

Quedan apenas dos meses para que acabe el año, pero no podemos relajarnos en lo que a correr se refiere.
Particularmente, en estos meses suelo correr bastante afrontando fríos y lluvias y, particularmente, en Navidad -apenas ya mes y medio- la acumulación de kilómetros que suelo hacer cada año es alta ya que no suelo dejarme arrastrar por los fastos y ágapes de estas fechas. Así que el tiempo extra de estas fechas es de bastante entreno a pesar de que la luz del día se escape de las manos como una pompa de jabón.
De ahí que esté buscando alguna competición en diciembre para no perder el ritmo, a pesar de que deba desplazarme a provincias limítrofes o no tan limítrofes. Y eso es porque me temo que Córdoba, casi con toda seguridad, volverá a ser una opción fallida este año por motivos personales, pero mucho me gustaría estar en la ciudad califal porque estratégicamente es una buena opción para rebajar en algún minuto el tiempo cosechado en Granada dado su trazado más llano. Pero me temo que habré de esperar a Almería a no ser que en diciembre haya algo por ahí interesante y de perfil similar al de Córdoba.
Por lo pronto sé de la programación de aquella para olvidar Sevilla-Los Palacios a mediados de diciembre y la Media Maratón de Cieza en Murcia que, al parecer, tiene un recorrido llano. Bueno... son dos opciones que habrá que barajar.
Por lo pronto seguiré rodando como hasta ahora: alrededor de 50 kilómetros semanales, incluyendo los kilómetros basura de las series, e incluso, barajando la posibilidad de ir aumentando progresivamente el kilometraje semanal de cara al maratón que haré en 2012 que podría ser Madrid o, incluso, Sevilla. Desde ya descarto Málaga.
Otro factor a tener en cuenta en estas fechas es el de la alimentación. Lo digo por las fechas que llegan. Los corredores estamos en el mundo como cualquier ciudadano y, aunque, intentemos no pecar de exceso de calorías siempre es inevitable ingerir lo que no debemos ya que hay estímulos por doquier: en el trabajo, en los comercios, en la casa de familiares y amigos, en el propio hogar... Sin duda, hay que redoblar la contención aunque sin pasarse, que lo nuestro es afición y no profesión.
Pero ocurre que a mucha gente -lógicamente quien no corre- le cuesta comprender que rechaces una bebida espirituosa o algún dulce muy refinado y, sinceramente, es una tarea bastante ingrata -por lo menos a mí me lo parece- explicar que una dosis añadida de calorías basura nos perjudica a nosotros -los corredores- más que a ellos por una sencilla razón: nuestro organismo está acostumbrado a quemar las calorías buenas (hidratos de combustión rápida que apenas necesitan digestión, principalmente), de manera que en el momento que introduzcas calorías basura sufre un mundo para deshacerse de ellas, además de que suelen ser alimentos muy molestos para rodar a nivel de digestión. No se trata meramente de ganar más peso.
Sin embargo, hay opciones intermedias que pasan por buscar dulces no tan refinados y basados en alimentos más integrales y dietéticos que cada vez el mercado lanza con más insistencia, aspecto que hay que aprovechar junto a evitar comidas copiosas sobrecalóricas. De hecho, yo suelo comer chocolate negro todo el año y pocos días recuerdo que no haya tomado un par de cervezas, pero eso sí, son alimentos que metabolizo bien porque son naturales y no tienen las calorías indeseables de otros alimentos.

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...