Hace unos días, recibimos una decepción colectiva. Todos pensábamos que había un órgano del estado que jamás se equivoca, pero resulta que ahora sí lo hace.
Preocupado, me he puesto a repasar todas las declaraciones de la renta que tengo guardadas y compruebo que jamás Hacienda ha tenido una fisura. Es más, en una ocasión me pagaron un par de cursos que impartí a través de una factura -unas cantidades humildes- y Hacienda replicó inmediatamente que qué era eso. Cuando se lo expliqué me dejaron dormir porque comprobaron que de esa forma yo pagaba más impuestos que si me hubieran deducido el IRPF. Y como salí perdiendo, me dejaron en paz.
Pero no creáis, esa acción de Hacienda me ratificó aún más en la idea de que nada escapa a ese gran ojo fiscal y que por fin algo funciona correctamente en este corrupto país. Sentí cierto orgullo, pero eran otros tiempos, en los que uno era aún algo crédulo.
Pero ahora nos llega la noticia que no, que no era un órgano tan infalible como pensábamos, que se equivoca. Qué decepción.
Y, realmente, no me lo explico, porque ¿cómo es posible que no conozca ningún caso de haberse equivocado jamás en su contra cuando maneja dígitos de DNI de ocho cifras y sí lo hace cuando maneja dígitos de DNI de dos cifras? Otro tortuoso misterio que habrá que desvelar.
Por fin, tantos días de duda han llegado a su fin. Lo ha explicado el ministro de la cosa: no se ha equivocado Hacienda, han sido los registradores y notarios. Esos colectivos tan orgullosos y celosos de su trabajo. Tanto que sólo por tocar el pomo de sus despachos ya estaban abriendo la cartera. Pero eso sí, te explicaban el por qué y cómo de sus elevada factura: son los que elevan a público, los que exteriorizan tus posesiones y tus bienes, y eso hay que pagarlo.
No voy a defender a ninguno de esos dos colectivos. Entre otras cosas porque no tengo amigos en ninguno y porque han sacado toda la tajada que han podido del sistema corrupto del ladrillo que ha presidido este país, pero pregunto ¿sacarán ese orgullo y esa suficiencia y hasta vanidad, en ocasiones, que atesoraban tras sus lujosas mesas de despacho, ahora que el ministro los han situado a los pies de los caballos? Habrá que esperar la respuesta en los próximos días (oye, Rajoy, que eres registrador de antigua profesión. Dale un toque a tu ministro, tío).
Habrá que preguntarse -y eso da miedo hacerlo- que se estará ocultando para que se sacrifiquen, incluso, instituciones tan sagradas como es la misma Hacienda. Porque yo no me creo que Hacienda se haya equivocado.
Pues yo tampoco me lo creo. ¿cuándo acabarán de salir corruptos?¿seguiremos la ciudadanía impasible pase lo que pase?¿seguirá intocable la casa real?....tantas preguntas
ResponderEliminarUn saludo J.Antonio
Mª Dolores
Qué tal Mª Dolores?
ResponderEliminarEn mi opinión, ocurre que la monarquía española se ha sentido tan protegida que les ha pillado desprevenidos esta ola de, digamos, transparencia, que tampoco es tal. Se han sentido fuertes para hacer todo los que le ha dado la gana, pero no han advertido que las cosas están cambiando y ahora el gobierno no sabe cómo tapar tanta corruptela por parte de sus miembros. Pero de ahí a cargarse las instituciones más sagradas del país para protegerlos va un trecho. De hecho, tal y como yo intuía los notarios y registradores se han puesto en pie de guerra y no asumen haber cometido los errores que el gobierno les adjudica. Algo va a cambiar en poco tiempo. Estoy seguro.
Saludos.