31 marzo 2010

"DE QUÉ HABLO CUANDO HABLO DE CORRER", ÚLTIMO LIBRO DE HARUKI MURAKAMI


Pocas referencias tenemos del nuevo libro de Haruki Murakami que acaba de vez la luz editorial en España de la mano de la editorial Tusquet, pero el título y la portada no pueden ser más sugerentes.
Por lo pronto sabemos que está escrito por un escritor de raza que además considera el correr como una fuente inspiradora, de paz, de quietud y de bienestar. Qué duda cabe que pronto estará en los anaqueles de muchos corredores.
Una prueba más de que literatura y correr van de la mano. Eso a mí nunca me ha planteado ninguna duda.
En otro orden de cosas, daros las gracias y agradeceros sinceramente vuestro saludos y contactos a través del correo electrónico y enlaces al blog, algo que me place enormemente. Gracias sinceras.

25 marzo 2010

SIENTO QUE ESTOY VOLVIENDO




Cuando allá por el mes de agosto de 2009 el talón de Aquiles se plantó en esa dura carretera que baja de Tiena en un día de intenso calor, comprendí que aquello que tanto amaba había acabado para mí.
Mientras cojeaba ostensiblemente a la altura del cortijo de Búcor escuchaba el constante canto de las chicharras que en una percepción irreal de la situación parecían dirigirse a mí. Fue entonces cuando -como dicen les ocurre a quienes están a punto de morir- pasó por mi mente la corta carrera de corredor aficionado y todo lo que ese periodo había supuesto para mí.
Empujado por esas imágenes oníricas, allí perdido en la mitad de la nada, cada dos o tres minutos alternaba andar con correr, pero no podía correr más de un minuto seguido. Me detenía, me pinzaba con los dedos el talón de Aquiles izquierdo y lo zarandeaba a derecha e izquierda, como dicen los expertos que hay que hacer para comprobar si éste está fastidiado. Y, efectivamente, el dolor era importante.
Alzaba la cabeza, mientras ponía ambos brazos en jarras perdiéndose mi mirada en el horizonte, para llegar de nuevo a la conclusión que aquello había acabado: acabas de culminar tu último entrenamiento, lechón, parecía decirme una voz interior que volvía a confundirse con el canto de la chicharra.
Pero no derramé ni una lágrima y pensé en aquella frase de Borges cuando se quedó ciego: Tuve la precaución de quedarme ciego. Yo tuve la precaución de correr hasta el final. El escritor argentino sabía que jamás recuperaría la vista; yo sentía que jamás volvería a correr.
Y así se lo dije a amigos y conocidos, vislumbrando en ellos reacciones diversas.
En realidad nadie se lo creyó hasta que adquirí la bicicleta (por cierto, que ya va siendo tiempo de ir cogiéndo).
Pero tuve paciencia y esperé. De todas maneras no tenía otra opción. Si ya no iba a correr más en mi vida, o al menos sentía que no iba a correr en mi vida, ¿qué importancia tenía esperar dos meses, tres meses, cuatro meses...?
De manera que agarrado a la bici como única opción deportiva -que he de admitir me ilusiona mucho menos que correr-, un buen día dejé de sentir la más mínima molestia en el talón de Aquiles izquierdo, y con la precaución e inseguridad del viejo violinista que dejó de tocar el instrumento durante décadas, "desempolvé" las Brooks y troté durante tres o cuatro kilómetros sin el más mínimo dolor. En ese momento sí estuve a punto de soltar alguna lágrima.
La segunda sesión de entrenamiento fue mucho más larga y me sentía feliz cuando el mayor problema que detectaba cuando corría era que había perdido el fondo. Hasta ese momento no sabía que se podía nacer dos veces.
Y desde entonces la mejora ha ido a más.
Por eso, el otro día en Baza cuando completaba la primera media maratón digna desde mi segundo nacimiento, comprendí que si fuera religioso clamaría a los cielos que dios es grande.





Curiosamente la ruta que lleva hasta Tiena, es la misma que lleva a Moclín como recordarán algunos verdes. Y es a Moclín al lugar que se dirigen muchas personas creyentes en la primera semana de octubre para solucionar sus asuntos de promesas con el Cristo del Paño.


Ya digo: no soy creyente, pero es de justicia que aquella ruta de las cigarras que casi me apartó de correr deba ser homenajeada este fin de semana si es posible.

23 marzo 2010

ARTÍCULO IDEAL (23/3/2010)


En periodos de crisis como el actual los empleados públicos están de moda a su pesar. Se convierten en objeto de deseo y odio al mismo tiempo. Por lo que parece unánime la idea que metiendo en vereda a este colectivo la crisis se arregla. Es decir, menos empleados públicos menos gasto público. Solucionado. Es algo que parece estar en el subconsciente colectivo. Y si no lo está ya se las arreglan políticos y tertulianos sesudos para que esté.

Sin embargo -aunque englobado en el colectivo estoy- no seré yo el defensor a ultranza de todo ese amplio contingente porque es inmenso, variado, complejo, contradictorio y hasta indefendible en determinados casos (¿la autocrítica es políticamente correcta?). Es decir, que el corporativismo no está inscrito en los genes de este colectivo global, aunque sí existe en determinados cuerpos y grupos.

Pero resulta que, además, en nuestro país la diversidad administrativa dimanante de las tres administraciones territoriales e institucionales que penden de éstas hace aún más compleja la relación laboral de esos más de tres millones de empleados que prestan sus servicios profesionales en las distintas administraciones públicas, y que el concepto genérico funcionario ya resulta demasiado corto para nombrar a los cuatro tipos de empleados públicos: funcionarios de carrera, funcionarios interinos, personal laboral –ya sea fijo, por tiempo indefinido o temporal- y personal eventual, que son las denominaciones jurídicas que utiliza el nuevo Estatuto Básico del Empleado Público promulgado en 2007.

Esa complejidad, además, se ve reforzada por el excesivo volumen de precariedad existente protagonizada por interinidades –algunas de ellas perpetuas como las nieves del Kilimanjaro-, y la cada vez más preocupante existencia de personal eventual, cuyos titulares no tienen ninguna relación permanente con las distintas administraciones públicas en las que prestan sus servicios sino que dependen del cargo que les nombra basándose en una relación de confianza o asesoramiento especial y que es el tipo más venerado por los políticos, por manipulable, por intercambiable.

Pero por si el atento lector no lo sabe, hay que decir que la mayoría de los empleados públicos es de clase plebeya. Una ingente paria pública que no suele ver muchos dígitos a final de mes. Se trata de gente que, por su estabilidad retributiva, son apreciados sobremanera por las distintas haciendas públicas, bancos y aseguradoras, pero no tanto por sus empleadores.

Es más, por si tampoco se sabe, la clase política nada tiene que ver con la funcionarial, en sentido genérico, aunque sí existe una inconfesable clase funcionarial política. O viceversa.

No sabemos con exactitud por qué será, pero cuando se habla de empleado público (funcionario en vox populi) en el ideario común se piensa inmediatamente en un chupatintas, cómodamente sentado en una mesa y disponiendo de mucho tiempo libre, que es una imagen muy retratada desde aquellos artículos costumbristas de Mariano José de Larra y actualmente en las viñetas del genial Forges y que es algo muy alejado de la realidad actual, porque es empleado público el juez y lo es el barrendero de su pueblo, el general del Yak-42 y el ordenanza que renueva el agua de los oradores parlamentarios, que en más ocasiones de las necesarias no la necesitan. Y, claro, la complejidad viene dada por la dificultad de meter en un mismo saco a tan dispares colectivos.

En definitiva que falta información y la poca que hay está más en la órbita de la contaminación que de la información misma. Una contaminación que a la clase política le ha venido siempre muy bien si no es que ha sido propiciada por ella misma desde el día en el que decidió que la Administración Pública –con mayúsculas, como concepto- debía de estar al servicio del poder político y no al contrario. Desde ese día se fue difuminando esa línea funcionarial para convertirse en uno de los más útiles instrumentos de esa clase política provocando que el Estado de Derecho, que consagra con letras de oro nuestra Constitución, en más ocasiones de las aconsejadas deje de ser creíble ante la alta politización de la Administración, que también está ya contaminando al Poder Judicial.

Se tuvo la posibilidad de construir a principios de los ochenta -recién promulgada la Constitución de 1978- una Administración moderna y profesional, pero inmediatamente la clase política olisqueó la magnífica oportunidad que se le presentaba de utilizarla y adaptarla a sus intereses. Y con el paso de los años esa politización ha ido a más y pocos puestos públicos de importancia escapan hoy al control político y los que escapan lo hacen porque no tienen importancia.

Pero es que además, la irrupción de las denominadas genéricamente empresas públicas está creando una Administración paralela mucho menos garantista y mucho menos controlable en el ámbito presupuestario y que está sirviendo en muchos casos de cementerio de elefantes de políticos venidos a menos o sin oficio conocido más allá de la política, al tiempo que en la mayoría de las ocasiones se usurpan las funciones que deberían ser asumidas por los empleados públicos permanentes (de hecho, la mayoría de ese personal que trabaja en esas empresas públicas, por lo general, es personal contratado, ajeno a esa tipología de empleados públicos antes referida). Y, claro, ante este panorama difícilmente se puede montar una Administración profesional y creíble.

Por otro lado, nadie ignora que las distintas administraciones públicas necesitan cierta ordenación de los recursos humanos que evite esa surrealista desigualdad de tareas existente, pero para llevarla a cabo los distintos gobiernos que dirigen las distintas administraciones públicas tienen que, primero: tener voluntad política de construir una Administración moderna y eficaz y adaptarla a los nuevos tiempos; segundo: no rasgarse las vestiduras por la necesaria eliminación de altos cargos que esa ordenación conllevaría; tercero: despolitizar definitivamente la Administración Pública para que ésta sea más profesional e independiente del poder político.

Y mucho me temo que pedir que se lleven a cabo esas reformas en España, quizá, sea una petición utópica.

22 marzo 2010

MEDIA MARATÓN DE BAZA 2010




Domingo lluvioso. Anoventaydós tercemundista. Lluvia intensa. Una hora desde Granada. Baza: dormida aún. Más lluvia. Corredores en sus coches. Corredores en el Pabellón deportivo. Corredores bajo alféizares. Escasez de bares. Compañeros de Caja Rural. Alejandro que me llama. Equipación nueva de Caja Rural. Nike. Roja y blanca. Preciosa ¿Corremos con ella? Corremos con ella. Alejandro: Avisar a todos los compañeros del club que veáis y que vengan a recogerla. Más lluvia. Saludos a compañeros del Club. Saludos a viejos conocidos. Saludos a Roberto y Paqui. Saludos a Rafa Bootello. A Santi de Los Trotanoches de Guadix. Ni un verde. Sólo yo. Comentarios entre corredores ¿A cuánto irás hoy? Voy a ir tranquilo. Sí eso dices siempre. Risas. Buen humor. A pesar de la lluvia. Cómo es el circuito. Dos vueltas ¿Duras? Sí, en Baza casi todo es duro. Aunque hay buen terreno en algunos tramos. Más lluvia. Salida puntual. Un pelín de confusión. Unos cuatrocientos corredores. No para de llover. Lluvia durante todo el recorrido. Lluvia suave. Sin viento. Sin frío. Regulares sensaciones. Respiración deficiente. Pocos kilómetros en las últimas semanas. Se nota. Se aprecia. Enhorabuena por tu blog. Gracias. Camiseta técnica. Por fin. Excelente organización. Excelente agua en la ducha. Media maratón apenas urbana. Como siempre. Unos seiscientos metros menos según los Forer. Media maratón de Baza 2010.

Sobre el km. 11, bajo una intensa lluvia
(Gentileza de Roberto y Paqui)

18 marzo 2010

DOS HISTORIAS DE PERROS


La relación del hombre con el perro ha sido intensa desde siempre, hasta el punto de calificársele como su mejor amigo. Pero hay algo que no funciona entre el corredor y el perro. Tal vez se trate de una simple cuestión mecánica o, quizá, cierta falta de entendimiento sobre el territorio que ocupa cada cuál. El caso es que nuestra actividad provoca en nuestros amigos del alma una extraña mutación.
La reacción de este animal cuando te observa corriendo es algo totalmente imprevisible y totalmente alejada del estereotipo de raza y confianza o desconfianza que nos inspire el "bicho", algo que comprendí un buen día y que comprenderéis cuando leáis las dos historias que me dispongo a contaros.
Sobre los avatares con perros todos los corredores podemos dar alguna versión, por lo que permitidme que teorice sobre dos de los encuentros más inverosímiles con un par de ellos.

La cruz la tengo con un perro en Caparacena, que ha provocado que evite pasar por una determinada zona del centro de la aldea cuando voy para Pinos Puente o vuelvo del Pantano del Cubillas. Observo un verdadero peligro en este perro, he de admitir.
Pero lejos de tener el aspecto de un can fiero, fuerte, sabueso, y con ínfulas de cabreado, se trata de todo lo contrario. Su aspecto nada haría pensar que estamos ante un animal terrible y totalmente decidido a saborear mi talón de Aquiles cuando la ocasión se tercie. Le tengo verdadero pánico a ese perro. Pero decía que para nada responde a esos atributos a los que hacía alusión líneas arriba. Todo lo contrario. La descripción sería más o menos ésta: no alza más de treinta centímetros de altura y probablemente su cuerpo no vaya más allá de los sesenta centímetros de largo. Además, su pelaje lanudo y su flequillo cubriéndole los ojos es bucólico y amable, uno de esos perros que uno ve por la calle junto a una señora mayor y que espontáneamente acaricia sin que le asalte la menor inquietud ante su ferocidad.

Éste de la foto, de aspecto amable y raza para mí desconocida, podría pasar por ser la fiera que quiere merendarse mi talón de Aquiles.

Pero es una fiera salvaje, creedme. Además, tengo la sospecha que, al contrario que la mayoría, éste viene tras de mí no con la intención de asustarme con su ladrido, nada de eso, viene con la intención de morder; de hecho me ha rozado con sus fauces el calcetín y sólo he podido salvarme a última hora gracias a plantarle cara jugándome el pellejo e intentando sorprenderle ante la desigualdad física.
Pero no queda ahí el asunto. Zaheridos por él, surge de todas partes una miríada de perros de todo tipo, que envalentonados por su iniciativa y liderazgo buscan también mi talón de Aquiles aunque, sinceramente, sospecho que todos éstos buscan más asustarme que morderme y sospecho, asimismo, que su envalentonamiento se debe al liderazgo del enano lanudo y no tanto a iniciativas propias.
Decía que nada es lo que parece en este mundo de canes y todo es imprevisible.
Un buen día, por un camino de la Vega se me plantó un perro de esos de color oscuro, con el hocico arrugado y negro y tórax prominente y musculado, dotado de fuertes piernas musculosas y cara de estar permanentemente cabreado; además creí vislumbrar que le colgaban dos prominentes colmillos y sus acuosos ojos se confundía con un hocico húmedo, completamente dispuesto a atacar y morder. Es decir, una verdadera máquina de matar si se lo propusiera.

Un bulldog francés, muy similar a mi amigo de la Vega.

Al verle plantado en mitad del camino y comprobar que no movía un músculo, atento y concentrado en mi llegada bajé el ritmo y miré a un lado y otro para buscar un atajo o esquivar su presencia. Pero se trataba de la Vega y a ambos lados tan sólo existían hazas y acequias y no había ruta alternativa. Así que ante mi desesperación el perro se fue aproximando lentamente hacia mí, con esa cara de estar permanentemente cabreado y esos músculos henchidos por el movimiento y cuando ya me disponía a defenderme con piernas y brazos el animal, sin cambiar un ápice su gesto cabreado (yo creo que estos animales son incapaces de mostrar un rostro relajado y amable dada la morfología de su rostro) comenzó a dar graciosos saltitos juguetones a mi alrededor y a restregarse amablemente entre mis piernas como esperando que le dejara caer un azucarillo. Tardé algunos segundos en salir de mi perplejidad y finalmente le acaricié su voluminosa cabeza. Y creedme si os cuento que el kilómetro largo que me acompañó fue uno de los más divertidos de mi etapa de corredor. Cuando decidió dar la vuelta -probablemente su casa estaría por los alrededores- sentí cierta tristeza y melancolía. Quien me lo iba a decir minutos antes.
Lo curioso es que antes de haber experimentado las sin par escenas no hubiera dudado ni un sólo segundo en adoptar al primero y rechazar al segundo.
Es decir, que como en la vida misma, las apariencias nos pueden llevar al mayor de los engaños.

15 marzo 2010

EL PROBLEMA DE LA CLASE POLÍTICA


Según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el ciudadano considera que la clase política se ha convertido en un problema. Sólo superan la inquietud del personal -lógicamente- la crisis y el desempleo.
Y es que ese sentimiento es algo lógico, obvio y hasta contrastable. Basta ver el volumen de corrupción, prebendismo, privilegios y otros enredos que se trae entre manos esta clase patricia, amigos del buen yantar y el mejor vivir como dijera aquel periodista. Haciéndolo, además, del esfuerzo de los ciudadanos que, paradójicamente, son los que les sostenemos en la poltrona.
Pero si eso se convierte en un problema general, mundial, que afecta tanto al primer mundo como al tercero (por cierto ¿cuál será el segundo mundo?) en países latinos, como es el caso de España e Italia, ya no se se trata tan sólo de un problema, sino de un "cáncer" que arrastramos desde siempre.
Ayer escuche decir a Pérez Reverte en Página 2 que España siempre ha sido un país enfermo y que nada ha cambiado a lo largo de la historia. Textualmente bautizó a Fernando VII -no lo olvidemos: antecesor de nuestros borbones- como un "hijo de puta" y a la clase política como una sarta de sinvergüenzas. Nada ha cambiado amigos, nada ha cambiado. Ni creo que nada vaya a cambiar. Al contrario.
Desde una monarquía inútil, que nada aporta ya a los intereses del Estado, pero sí a los suyos propios, pasando por una clase dirigente más pendientes de negocietes propios, de amigos, de parientes e hijos hasta una ciudadanía que comete a diario pequeñas corrupciones en cuanto se rodea del más mínimo poder, por muy vago y efímero que éste sea -algún día escribiré largo y tendido sobre eso- nuestra inmensa piel de toro está cubierta de una corrupción preocupante.
Preocupante porque no se trata tan sólo de que el dirigente sea de dicha condición personal (y hay que ser de una condición muy determinada para escalar en la selva política, creedme), sino que tal y como está diseñado el propio sistema todo lo que rodea al poder o al individuo mismo como ser dominante acaba imbuido por corruptelas y prebendas.
En mi opinión, no hay remedio y la abstención electoral cada vez será más importante.

12 marzo 2010

CONSEJOS PARA DESPISTADOS



Despistados como yo. Despistado genéticamente, sin remedio. Y hoy he dado sobrada prueba de ello.
Como casi todos los jueves por la tarde, me disponía a hacer mi ruta por las inmediaciones del Pantano del Cubillas. Todo estaba previsto. Comenzaría a eso de las seis menos cuarto y esos once kilómetros que proveía y preveía hacer estarían más que terminados a las siete menos cuarto, por muy tranquilo que hiciera el recorrido.
Pero una idea me asaltó llegando al comienzo de la ruta. Una idea que fue creciendo hasta hacerse certera. Exacto: no llevaba las zapatillas. Y ya no había tiempo para volver a por ellas.
Todo lo demás sí lo llevaba puesto: malla técnica corta Mizuno, técnica primera capa Asics e incluso los calcetines ¿Qué faltaba entonces? Pues eso, las zapas.
La solución llegó a mi mente casi de forma inmediata.
Llevaba las zapatillas-zueco de Adidas que siempre calzo antes y después de correr. Una zapatilla que, lógicamente, no sirve para correr, pero dispone de una buena suela y algo se podría hacer.
Y, efectivamente, aprovechando la zona de bosque que rodea el Pantano, muy cerca de la que un día llamé "la cuesta del perro", opté por algo que no viene nada mal y que habría que hacer de vez en cuando: técnica de carrera. Elevación de piernas hasta el pecho, golpeo en glúteos, multisaltos, zancadas...E incluso opté por alguna serie de cincuenta metros en cuesta, algo que resultaba muy difícil ya que la zapatilla-zueco se salía y no era cuestión de provocar una lesión estúpida.
Finalmente me dediqué a estirar a conciencia.
Si os sirve como opción "b", perfecto.
En fin, me topé con un limón y decidí hacer una limonada.
La solución para futuros - y seguros - despistes consistirá en lo que llamaré la "zapatilla de guardia". Resulta que en el coche tengo casi una muda completa para correr. Ahora añadiré uno de los cinco pares que dispongo, para que permanezca en el maletero de forma permanente.
Por cierto, digo bien: cinco pares, ya que ha llegado el quinto par de "obamalandía". Unas cegadoras y luminosas Asics 2130, probablemente la serie de zapatilla que más me guste.
Aquí están:

11 marzo 2010

CONCHI: LOS ORÍGENES


Bueno, energúmenos, ¿brindamos?

Aquellas palabras de Conchi en la celebración de Nochebuena se le quedaron a X grabadas en su mente y ahora se agitaban entre sus neuronas como un torbellino, claras y dolorosas al mismo tiempo. Comprendió en aquel momento que ya nada sería igual.

Tenía la cerveza fría en su mano izquierda mientras que con la derecha se automasajeaba el gemelo derecho algo dolorido tras su entrenamiento, pero en realidad esa acción la hacía mecánicamente porque tenía la mente en pensamientos más graves.

En ocasiones el ser humano se aferra al presente e intenta borrar el pasado de un plumazo. Pero el ser humano es más estúpido de lo que se podría pensar: no es posible borrar el pasado por el mero hecho de decidirlo.

Éste siempre se revela. Siempre emerge. Y se sobrepone. Surge de las cenizas como el Ave Fénix y todo lo que hagamos en falso para eliminarlo tan sólo servirá para dotarlo de más energía y más actualidad. Así somos, así funcionamos.

Los años disipados. Los años de simulación que habían emprendido él y Conchi tras un pacto tácito de nada habían servido. Para colmo él había cometido el más grave de los errores: comenzar a correr.

Correr. Esa palabra y esa acción que tanto había significado en el pasado de ambos. Que tanto había significado en el pasado de Conchi. Esa palabra maldita.

Pero si el hombre es estúpido por propia naturaleza el más estúpido de los hombres era X.

Trás ese pacto tácito en su matrimonio, cuya cláusula principal era la evitación del término correr, X podría haberse dedicado a cualquier afición. A jugar a los dardos. A jugar al padel. A pedalear. A...cualquier actividad. Incluso a seguir acodado en la barra con su amigo Luis. Cuanta razón tenía Conchi por intentar que Luis y él siguieran acodados a esa barra, mientras ella interpretaba el papel de maruja de forma admirable ¿Pero es que X era tan verdaderamente idiota como para no recordar lo que había provocado la actividad de correr en el pasado de Conchi? ¿Era tan sumamente estúpido como para no reparar en el sufrimiento que le provocó a su mujer en el pasado ese deporte? ¿Cómo es que no había reparado en todo eso ?

En esos momentos X hubiera preferido no haber nacido. No es lícito haber nacido y ser tan sumamente idiota.

Conchi sufrió con y en el correr. Y yo y Luis éramos unos perfectos energúmenos, como acertadamente dijo ella, pensó X.

Aquella chica menuda que pasaba corriendo todos los días junto a la puerta del bar Campus, justo al lado de la universidad, nos llamaba la atención a Luis y a mí. Acodados en aquel bar -siempre acodados a alguna barra-. Luis y yo destacábamos su figura fibrosa y nos maravillábamos entre risas que esa chica siempre pasara por allí corriendo. Lloviera, nevara, hiciera calor, siempre pasaba, mientras nosotros dos con nuestro mono de trabajo bebíamos hasta atragantarnos mientras nos mezclábamos con aquel ambiente universitario que tanto nos atraía y del que tan lejos estábamos. Ese era nuestro ritual diario.

Y en medio de aquel ritual siempre pasaba por allí corriendo esa chica, que meses más tarde supimos respondía al nombre de "Con" (era el nombre que utilizaban sus amigas cuando hablaban con ella).

"Con" era de un mundo muy distinto al nuestro y yo en mi fuero interno la percibía más lejos aún, al tiempo que deseaba conocerla cada vez con más interés. Hasta que aquél sentimiento se fue convirtiendo casi en obsesión.

08 marzo 2010

LOJA


El "espadón de Loja"


El Palacio de Narváez, hoy Ayuntamiento. Lugar de paso en dos ocasiones


¡ Vaya tunda de agua que nos ha caído, Mario !

Mario, otros casi setecientos corredores y yo, salimos empapados de Loja. Incluso, una hipotética caída en el río Genil, en torno al kilómetro siete de carrera no hubiera añadido ni un ápice de más humedad a nuestra ropa técnica, unida al sudor que brota como esporas en la triple subida de esta población rota y quebrada como ella sola.
Dureza extrema la de esta prueba, si bien la verdadera dureza en cualquier prueba la protagoniza el propio corredor.
Sufrimiento en las subidas y sufrimiento en el ritmo.
Algo que no parece importar a los cada vez más corredores que acuden a cada prueba del Circuito de Diputación, que se convierte cada dos o tres domingos en una vistosa y colorida fiesta del atletismo.
Pero parece que a tenor de la expresión de los desfigurados rostros, al corredor medio le gusta correr con lluvia. Pareciera que ésta te envolviera y te inspirada momentos épicos, tal vez vistos en el cine o en el propio imaginario colectivo del corredor.
En Carros de fuego, los corredores corren a lo largo y ancho de una playa y -no recuerdo bien- parece que el clima es lluvioso o al menos nublado, coincidiendo con la atmósfera británica.

Cuando ayer en Loja intentaba eliminar la lluvia del rostro, retiraba igualmente el sudor. Se diluía el escozor agrio del sudor en los ojos, e inmediatamente notaba el frescor del agua virgen de la lluvia. Recuerdo que en esos momentos cruzaba el Genil que venia turbio y tumultuoso. No sé por qué, pero es la imagen que mejor conservo de la prueba de ayer junto a la falta de cuidado a la hora de pisar los cientos de charcos que se iban formando en la calzada, tras varios intentos para evitarlos que sólo conseguían desequilibrio y alteración del ritmo.

Sigo sin comprender esta trifulca en la meta provocada por el corredor de naranja. Una situación muy absurda. Algo totalmente alejado de mi estilo pero que -paradójicamente- me suele ocurrir con frecuencia, sin buscarlo, sin provocarlo.

Mario en meta. En soledad. Sin trifulca

Volver a Loja es volver a las cuestas. Volver a quedarse "colgado" en alguna de las subidas. Volver a sufrir en cada una de ellas.
Volver a intentar recuperarse en la corta pero durísima subida de la Estación para buscar nuevo aliento en las estrechas calles que acceden a la calle principal, para buscar el Palacio de Narváez, sede del actual Ayuntamiento.
Si esa subida última no viene avalada por la recuperación de la anterior, se podría dar al traste con el ritmo contenido de los diez kilómetros anteriores. Una subida que invita casi a andar, en la que he sufrido siempre y sufrí ayer, si bien mi carrera de ayer fue muy distinta la de los años anteriores.

04 marzo 2010

UN FIEL COMPAÑERO DE VIAJE



Una imagen del programa Sport Track, que es más completo que el de Garmin.

Una imagen del programa de Garmin, algo más incompleto que el Sport Track, pero más completo en cuanto a gráficos. Yo utilizo ambos de forma simultánea.

Quienes no tengáis un GPS para correr, os lo aconsejo abiertamente. Porque todo cambia en la vida del corredor con este aparato, siempre que sea utilizado con la mesura y sensatez conveniente.
Veamos si soy capaz de explicarlo con la palabra escrita.
Yo como corredor he estado la mayor parte del tiempo -hasta hace mes y medio- corriendo sin este aparato y he experimentado las mejores sensaciones y nada he echado de menos.
Sin embargo, adolecía de cierto vacío informativo si en algún tramo me veía con fuerzas y apretaba y no podía saber a qué media corría; o por si el contrario me sorprendía cogiendo las florecillas del borde del camino. Asimismo, si entraba por caminos no explorados o que no hubiera podido medir con el coche, perdía la cuenta de los kilómetros recorridos y los por recorrer. Y, claro, esa falta de datos hacían algo incompleto mi entrenamiento, sin que ello significara que no acabara con la satisfacción placentera de haber corrido con buenas sensaciones.
Ahora que lo tengo, me resultaría casi imposible prescindir del Garmin Forerunner. De ahí que lo aconseje descaradamente.
Y lo aconsejo porque con este aparato programas mucho mejor los entrenamientos.
Si optas por un rodaje rápido, el aparato posibilitará controlar para no subir de los 4,30 el mil, por ejemplo. Pero si lo que queremos es todo lo contrario, es decir, no bajar en ningún momento de 5,00 el mil, gracias al aparato cumplirás el cometido.
Si lo que queremos es hacer fartlek, gracias al GPS podremos hacer intervalos dentro de la carrera al ritmo que nos propongamos (es decir, podamos). E, igualmente, ocurrirá con las series.
Pero de todo, lo más espectacular es poder analizar tu entrenamiento en la pantalla del ordenador recién duchado, mientras te tomas una verde bien fría y vas saboreando los tiempos medios, el kilómetro más rápido, el más lento, dónde te detuviste para abrocharte la zapa..todo eso es posible porque en la pantalla del ordenador -como veis en las fotos- se configura automáticamente el dibujo de la ruta hecha para poder controlar milimétricamente los puntos kilométricos, tiempos, ritmos cardiacos, altitud, latitud. Además se podrá comprobar la temperatura, el tipo de clima durante el entrenamiento, el ritmo medio, el ritmo más bajo, el ritmo cardiaco medio, los kilómetros acumulados por semanas, meses o años y un largo etcétera.Y como opciones configurables, se pueden introducir elementos tan importantes como la zapa utilizada -muy importante para calcular los kilómetros de la misma- el equipo empleado y notas libres para indicar lo que te venga en gana (sensaciones, anécdotas...). En fin, un mundo inagotable de datos.
Particularmente yo he optado por la función de parada automática en carrera. Es decir, si me detengo a abrocharme la zapa o a hacer pis, no tengo que preocuparme por detener el crono, ya que lo hace de forma automática. E igualmente, cuando emprendo la carrera el aparato vuelve a ponerse en marcha.
Muchas ventajas y casi ningún inconveniente, ya que es un aparato de funcionamiento muy intuitivo. Tan sólo hay que estar pendiente de tenerlo bien cargado -se carga en el propio ordenador o en la red eléctrica- para que no se desconecte en mitad de la carrera por mor de la baja carga de la batería -algo que ya he experimentado-. Lo aconsejable es dejarlo conectado al ordenador un buen rato tras descargar el entrenamiento del día. El mismo aparato indica que la carta ya está finalizada.
Yo, casi siempre, salgo a correr sólo, pero desde que cuento con este aparatejo pareciera que fuera acompañado. Un fiel amigo, que se adapta a tu horario y ritmo y no discute la ruta que propongas (por cierto, hoy le he propuesto hacer 16,5 kms y no le he visto ni una mínima mueca de contrariedad: tiene espíritu democrático).
Que s pedir.
¡Ah!, por cierto, no soy delegado comercial de Garmin, aunque en esta entrada lo pareciera.

CORRER ES UNA RELIGIÓN


Los primeros metros del comienzo de la ruta de hoy

Si fuera religioso, seguramente aclamaría a mi Dios por favorecer la acción de poder correr. Pero no lo soy e igualmente debo estar agradecido a la genética o la mínima condición física que me permite perderme por caminos y carreteras.
Como ha sido el caso de hoy. En realidad correr es una religión.
Había calculado con minuciosidad la poca ingesta de comida en el almuerzo que me posibilitara poder salir a hacer 16 kms, a pesar de la amenaza de lluvia (amenaza, que en Andalucía ya dejó de serlo desde hace meses). No me encontraba particularmente cansado y sentía las piernas frescas para tal fin, pero esos 16 kilómetros no incluían cuesta alguna, ya que se trataban de kilómetros de Vega. Y necesitaba algo de cuestas, ya que las habrá en Loja el próximo domingo. Así que cambié el patrón y opté por 11 kilómetros alegres por la zona del Pantano del Cubillas -rebozante de agua- y Caparacena a un ritmo bastante vivo. No me libré del agua, como preveía, pero la temperatura era magnífica.
Cincuenta minutos de lucha constante con el terreno y la lluvia en un trazado difícil, con excelentes sensaciones y el hallazgo de poder dominar ritmos altos en tramos llanos sin demasiado esfuerzo.
Me gustaría ejecutar un plan para el viernes que consistiera en poder hacer esos 16 kilómetros a ritmo alegre también y que ese plan fuera complementado con 8 o 10 kilómetros suaves, mañana jueves.
Esos kilómetros serían un buen comienzo para un mes de marzo que quiero sea ambicioso en cuanto a entrenamiento.

02 marzo 2010

Pictured Within, DEEP PURPLE LIVE WITH THE LONDON SYMPHONIC ORCHESTRA

Lo decía en el margen derecho: nunca me gustó Deep Purple, pero me hice de este disco por casualidad y es algo extraordinario.
A estas alturas ya conocéis mi debilidad por el Heavy Metal y la fusión con grandes sinfónicas, si bien los Deep aunque iniciadores del Heavy Metal - e iniciadores de compartir escenario con sinfónicas- no sintonizan con mis gustos más "trash" y "gothic", de ahí que yo mismo me haya sorprendido ante la excelencia de este trabajo grabado en el Royal Albert Hall de London, con un excelente John Lord, mítico miembro de la banda, en el piano.
Lamento no conocer la voz del cantante, cuyo timbre y modulación es impresionante.
Os dejo con este tema extraído de YouTube:

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...