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06 noviembre 2023

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

 



Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos, procesos ambos que me han llevado años, si entendemos que comienza la cuenta desde el momento en el que se escribe la primera palabra, me he quedado un poco huérfano. Acostumbrado a teclear todos los días (pocos he fallado, y casi siempre por asuntos ajenos a mi voluntad), a lo largo de los últimos meses, y a la espera de que el mecanismo de publicación busque su ritmo y opte por la opción más ventajosa, decía, me sentía huérfano. No obstante, siempre dispongo de proyectos en marcha. De hecho, hay uno muy avanzado de alrededor de 20.000 palabras ya escritas, que versa sobre la visión de alguien que comía carne y luego dejó de comerla. Sin embargo, he decidido dejar  este proyecto, que quiero enfocar como novela (aunque también tendrá algo de ensayo), un poco apartado, para sumergirme en uno de alto riesgo, sobre todo porque exige mucha documentación: se trata de una novela histórica, de la que tenía escritas alrededor de 4.000 palabras y que he decidido retomar. Apasionado como siempre he sido por el pueblo íbero y teniendo muy cerca de mi lugar de nacimiento dos poblados que lo fueron, he decidido que la historia de la novela viaje a antes de la invasión romana, a esos fantásticos y casi desconocidos pueblos que habitaban nuestro solar hispano y que vieron cómo dos potencias de alto nivel, Cártago y Roma, los anexionaron a su civilización en distintos momentos históricos, civilizaciones mucho más potentes militarmente. Como fondo estará la construcción de un puente y, lógicamente, varias historias que contar, buscando las fuentes de estos dos poblados íberos, que no son abundantes, dado que se trataba de un pueblo (en este caso turdetano y bastetano, depende de la opinión de diversos estudiosos), que no dejó apenas nada escrito, todo lo más, las fuentes epigráficas encontradas, casi siempre bajo las ruinas romanas, pero también en convivencia con éstas. De hecho, a día de hoy nadie ha logrado descifrar el idioma y las fuentes escritas del mismo que utilizaban. Es un reto y como tal lo asumiré, sin esperar otra cosa que trabajo y algo de inspiración, si es posible.

02 octubre 2023

MIS DOS ÚLTIMAS OBRAS ACABADAS O CASI Y OTRAS REFLEXIONES NECESARIAS

   Se suele referir el escritor de manera habitual a la necesidad que tiene de escribir, que lo necesita como respirar. En realidad, como respirar no se necesita apenas nada, pero es comprensible que a quienes nos gusta escribir tengamos alguna necesidad, aunque fuera remota, de escribir cada día o casi cada día. Es algo que yo, en particular, he ido apreciando con los años; es decir, que me ha ido ocurriendo poco a poco. 
   En mi caso, el placer de escribir cada día si me es posible está por encima de otras muchas cosas de la existencia e, incluso (es algo que observo cada vez más), el hecho de escribir sin estar pensando permanentemente en circunstancias posteriores, como puede ser la publicación y todo ese mecanismo editorial tan estresante y arriesgado. En ese sentido, me siento bastante afortunado. Afortunado por tener esa tendencia a imaginar y escribir historias y penetrar con facilidad en ellas desde la pantalla del ordenador. Sí, eso es un privilegio, que a mi me ofrece muy buenas sensaciones, casi idénticas a las que me ofrece correr, mi otra gran pasión. 
   Y por eso escribo cada (o casi) cada día. Ese suele ser mi rato de soledad que comparto con trotar por los caminos, que también es un rato de soledad placentero. 
    Así que ese cada día da mucho juego para crear historias. Y es de esa manera, que no es nada milagrosa, sino persistente, como he podido acabar mi novela Donde los hombres íntegros, bastante larga, la cual comencé a escribir hace ya muchos años y que luego abandoné centrándome en otros proyectos. Y, también, gracias a esa dedicación ya está prácticamente terminada la primera reescritura de una novela comenzada mucho más tarde: Mi lugar en estos mundos, que es la continuación larguísima de un relato integrado en mi libro Conversación en la taberna y 41 relatos. Y, por qué no decirlo, ya hay esbozos más o menos importantes de tres novelas más y algún que otro proyecto literario de no ficción, lo que da juego para ocupar el tiempo en los próximos tres o cuatro años, siempre que el ritmo de escritura no decaiga y lo permitan los dioses. 
    Pero como decía más arriba, eso no tiene mucho que ver con publicar. Se ve mucho mejor cuando observamos la labor de un pintor. Coge su caballete y se va a la mitad del campo, alejado de la ciudad, y allí se pasa horas, días, semanas, meses, años... Posteriormente, podrá exponer o no esas pinturas, pero no es lo que piensa cuando deja volar su imaginación y sus ojos para posarlos enseguida en su lienzo. Bueno, pues así es como concibo escribir. Y muchos diréis con razón que si la opción no es, necesariamente, publicar, si no se va a compartir con otras personas las historias que inventas, para qué escribir. Bueno, yo lo veo como procesos independientes. Me parece mucho más puro escribir por el placer de escribir, que escribir con el fin exclusivo de publicar. Se aprecia mucho en los textos que lees quién lo hace por un motivo y por otro. Hoy  día, lamentablemente, la opción principal es la segunda. Hay demasiadas prisas por publicar y así sale lo que sale. Publicar un libro es hoy día lo más fácil del mundo si puedes pagarlo. Hay miles de empresas que se dedican a esto sin que les interese lo más mínimo el contenido del libro. Por tanto, cualquiera que garabatee algunas palabras puede publicar un libro. Pero otra cosa distinta, es publicar algo publicable, con independencia de que se publique en editorial tradicional o se autoedite. Al contrario de lo que se cree hay libros publicados con editorial tradicional con mucho menos calidad literaria y de edición que otros publicados mediante autoedición. Cuando ésta es de calidad iguala o supera a una buena edición tradicional, si bien hay que reconocer que todavía existe la idea que autoedita quien no consigue publicar con editorial tradicional. Eso es cierto en parte, pero no hay que olvidar que hay gente que ha regresado a la autoedición desde la edición tradicional y otra que prefiere asumir por su cuenta el proceso de edición de su obra por completo, además de no perder el control sobre ella. Me encuadro bastante en ese grupo, a lo que hay unir que me produce una pereza enorme publicar con una editorial tradicional, donde los problemas siempre crecen. Lo sé porque lo he vivido en una editorial tradicional pequeña y me costaría volver a pasar por ahí. 
    Pero no pretendo irme por las ramas y retomo el asunto de las dos novelas que ya están o casi preparadas para publicar, aunque no sea mi opción prioritaria en este momento. Es normal que cuando comienzas a publicar cometas errores por la precipitación y la emoción de ver tu libro publicado, pero cuando ya llevas varias obras publicadas la opción es esperar todo lo que sea necesario para publicar con garantías y la máxima calidad posible; de lo contrario, nada mejor que dejar la obra en un cajón y esperar que llegue su oportunidad. Como solía referirse Alfred Hitchcock aplicado a las películas: ha nacido muerta. Exacto, hay que intentar evitar que un libro ya nazca muerto. Ya tendrá tiempo de morir por su cuenta con el paso del tiempo (aunque hay libros que siempre están vivos, nunca mueren).
   Por tanto, para no hacer demasiada larga esta entrada, posteriores hablaré de manera más extendida de cada una de estas dos obras que he citado más arriba: Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos. 
   
    


06 septiembre 2020

ACTUALMENTE TRABAJO EN TRES NOVELAS Y OTROS PROSAICOS ASUNTOS

Actualmente trabajo de  manera desigual en tres novelas, algo que es una enorme contradicción porque, por su propia naturaleza, no es posible trabajar en tres novelas al mismo tiempo cuando hacerlo en una sola ya es sumamente arriesgado y complicado. Por tanto, enmendemos la aseveración: tengo comenzadas tres novelas, dos de ellas muy avanzadas. Me pregunto por qué vuelvo a la novela tras la dureza que supuso para mí escribir Equis quería correr y los pocos resultados que ha cosechado. Seguramente será por algo relacionado con el masoquismo.
Además, antes de que acabe el año tengo la intención de subir a Amazon una nueva recopilación de relatos cortos inéditos, si bien es cierto que algunos ya han sido publicado en libros de antologías y concursos, algunos de ellos de cierta importancia. Incluso me estoy planteando una publicación independiente de relatos navideños (algunos de ellos inéditos) para esta próxima Navidad, que intentaré ponga gratis Amazon, si bien eso no depende de mí. Es lo mágico que tiene para un autor independiente como yo publicar en Amazon: de vez en cuando alguien a miles de kilómetros valora tu obra y a la vuelta de la esquina no la valora nadie. Es más, no sabe que escribes y si lo saben guardan silencio. De ahí que esta plataforma nos encante a autores que como yo han decidido no publicar, por ahora, con editoriales, aunque es cierto que tampoco es que llamen a mi puerta las importantes, aunque sí he tenido la opción de publicar en otras más pequeñas y es posible que de relativa importancia, no esto seguro. El caso es que me da mucha pereza el asunto de los editoriales porque suponiendo que quieran publicarte, hacerlo efectivo pasa por una serie de filtros, condiciones, tijeretazos a la obra y otras cosas que no van con mi carácter independiente y es posible que hasta indómito. Muchos dirán que es una excusa la mar de ocurrente para justificar la no publicación de mi obra en editoriales de gran calado. Sí, es posible, pero para eso siempre es fundamental enviar la obra para que la valoren. Y nunca lo hago.
Así que todo lo que publique, por ahora, será en Amazon o no será. Y publicando en la enorme plataforma, que es el futuro, si no el presente, pueden pasar dos cosas: una: la más probable, que nadie encuentre tu libros dentro de la selva o bien que los encuentren y no les interese; dos: que por las causas que sean se descargue mucho, aunque eso exige otras cosas que también me dan pereza. Así que lo único que hago es subir los libros a la plataforma y que Dios provea. Es un dicho cristiano en el que no creo, pero viene bien decirlo en este caso. Que es lo he hecho y hago con todos mis libros más grandes y más pequeños subidos a Amazon, un total de diez ya.
Por tanto, volviendo al asunto de las tres novelas, esbozaré muy brevemente para no aburrir la situación de cada una. Todas tienen títulos provisionales, pero de alguna forma hay que llamarles hasta que se publiquen con el definitivo: 

1. Donde los hombres íntegros. 

Es la más antigua de las tres y consta ahora de unas 80 000 palabras, porque también es la más larga. No sé muy bien por qué no la he acabado aún, a pesar de que ya dispongo de un final (más o menos). Seguramente porque la quiero hacer demasiado perfecta. Y eso es siempre un error paralizante.

2. Un mensaje desconocido.

Es la continuación de un relato de igual título incluido en Conversación en la taberna y 41 relatos. Contando con lo escrito ayer mismo, el número de palabras, hasta ahora, se eleva a 55 000. Me divierto mucho escribiéndola y no sé hasta dónde llegará, si es que llega a algún sitio.

3. Cuando fui carnívoro. 

La comencé en la pereza de agosto y no estoy seguro si llamarle novela o novela-ensayo. La técnica que he decidido es la narración en primera persona. y alterna lo que recuerdo de la infancia y juventud en cuanto a la relación con la comida procedente de animales y la relación con estos en general con lo que pienso en la actualidad. Adquiere un contenido crítico en contra de la comida y el maltrato de animales, como buen vegetariano que soy, por lo que el hipotético lector que tendrá, si algún día se publica, será sectorial, aunque yo siempre aconsejaré que la lea todo el mundo. Actualmente es la menos avanzada, contando con algo más de ocho mil palabras.
Y es que escribir y poder hacerlo en libertad sin ataduras de editoriales ni presiones para poder comer de ello es lo que realmente me ofrece estímulo para poder hacerlo. Es posible que no pudiera hacerlo de otra forma.
Y porque me divierte hacerlo a la vez que me transporta a otra realidad que casi siempre me gusta más que la actual.


21 agosto 2018

ESCRIBIR, PUBLICAR Y LLEGAR AL PÚBLICO: UN DURO TRABAJO.

Amigos, os quiero hacer partícipes de una reflexión literaria.
Resultado de imagen de ESCRIBIR Y PUBLICARParece claro que para la mayoría de los que escriben o no, el fin último de hacerlo es publicar lo escrito para que lo lean otros y no negaré yo que no sea ese el motivo final. Sin embargo, quienes escribimos de manera habitual (a diario o casi, en mi caso) sabemos que hay algo más y que cuando lo hacemos no pensamos de manera obsesiva en publicar, porque (al menos a mí me pasa) existe un disfrute escribiendo, igual que cuando corro: no lo hago para alcanzar marcas ni para que me vea gente correr sino porque disfruto haciéndolo, pero también disfruto sufriendo en ambas cosas. Coincido plenamente en ese aspecto con Murakami.
Pero volviendo a lo de escribir, procuro penetrar en ese disfrute, vivir y también sufrir con la historia que estoy escribiendo y con la vida de los personajes que estoy creando. Y la mejor manera que conozco de que todo eso fluya es no pensar en si se va a publicar o no, en si vas a ganar un concurso literario o no, que queda en un segundo plano en ese momento, sobre todo teniendo en cuenta las enormes dificultades que hoy existen, no ya para publicar, que no es actualmente tan difícil, principalmente porque está creciendo la posibilidad de autoeditarse, cada ver de forma más sofisticada, sino para llegar al público, que es tremendamente complicado, siendo uno de los motivos más importantes la escasez de lectura seria que atraviesa este país (algo menos palpable en otros países de habla hispana), pero no el único. Como decía, la edición, sobre todo la autoedición, es cada vez más posible en la misma medida que cada vez más difícil llegar al público, incluso, para editoriales tradicionales y consagradas. No hay que ignorar que hay muchos escritores que llegan al gran público, bien porque están arropados por una editorial grande que invierte mucho dinero en marketing para que la obra de sus escritores más rentables se venda, o bien, escritores independientes que han conseguido llegar muy bien a los lectores gracias a que han llevado a cabo una buena campaña de marketing -automarketing, en este caso-, o bien, porque alguna de sus obras han conectado muy bien con los lectores, sin que sea fácil saber con seguridad por qué y cuándo ocurre esto. Sin embargo, son siempre casos minoritarios y excepcionales, por lo que la dificultad para muchos de nosotros es enorme. De ahí que si no se disfruta escribiendo no merezca la pena hacerlo y es por eso por lo que muchos abandonan tras publicar su primera obra. Por suerte no el caso de quien escribe estas palabras porque le mueve otro espíritu a la hora de escribir, aunque publicar sea algo que cada vez exija más reflexión.

15 mayo 2018

LA MADUREZ DEL ESCRITOR INDIE

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Es común que quienes dedicamos gran parte de nuestro tiempo libre a escribir (porque no somos profesionales y hay que compartirlo con un trabajo remunerado que nos posibilite pagar las facturas) vayamos atravesando etapas, muy necesarias para hacernos como escritores. Es algo que lo solemos comentar entre nosotros, bien cuando hablamos en el plano físico como en el virtual, mucho más común en la actualidad. Esas etapas han de darse de manera progresiva y sería inútil forzarlas o tergiversarlas. Son etapas de madurez, de autocrítica, de perfeccionamiento, de solidez... Etapas que son, en ocasiones, inacabables e inabarcables, dado que la literatura es un arte -como todo arte- que no deja de exigir perfección. Una de éstas es el perfeccionamiento, mejoramiento y corrección de tus propios textos, al tiempo que la necesaria autocrítica, que siempre será positiva porque ayuda a crecer.
Cuando comenzamos a escribir y a publicar somos ingenuos. Nos vence la ilusión y falta de paciencia por publicar; porque hoy día ya no es necesario hacerlo con una editorial que acepte nuestra obra. Sin embargo, ahí radica el principal problema y la trampa más temible. Hemos de partir de la base que tampoco se asegura la perfección en la expresión lingüística, semántica, ortotipográfica y de estilo publicando con una editorial tradicional potente y prestigiosa, pero sí es seguro que el producto final será mejor o, al menos, más cuidado. A sensu contrario, publicar por tu cuenta, gracias a las múltiples posibilidades que ofrece hoy día la era digital y editorial, tiene sus riesgos. De ahí que no sea igual autopublicarse que autoeditarse. Es completamente comprensible que la mayoría de quienes publicamos optemos por estas dos vías, pero para evitar esos riesgos y problemas a los que me refería, cada vez es más necesario acercarse a la autoedición cuidada y profesional y apartarse de la autopublicación que casi nunca cuenta con las garantías y profesionalidad exigida a un producto decente, que en este caso será tu propio libro y por ende, tu propia carrera como escritor. En la parte intermedia, existen gran cantidad de pretendidas editoriales que ofrecen sus servicios de autopublicación, pero pocas apuestas por servicios de autoedición de calidad. A todo este proceso se ha dado en llamar autor indie, que es un autor que se convierte en dueño de todo el proceso creativo y editorial, radicando en varias o todas esas fases de ese proceso su principal problema y error. 
Si una editorial solvente, una vez entregado el manuscrito del escritor al que desea publicar, necesitar atravesar todas esas fases desde que se entrega el manuscrito al editor, ¿por qué un autor indie no ha de asumirlas todas de igual manera? Efectivamente, en ambos casos hay que asumirlas todas y cada una de ellas, la única diferencia está en que en el primer caso será la propia editorial la que las asumirá, aunque no todas las editoriales las cumplen todas a rajatabla, y en el segundo, en el caso del autor autoeditado, deberá de asumirlas él mismo, para lo cual se aconseja que lo haga contratando los servicios de profesionales adecuados que le corrijan la obra, la diseñen la portada, le maqueten el texto y le impriman los libros. Luego, llegará la labor más correosa y, tal vez, difícil, como es la promoción de sus propios libros, aspecto éste que bien llevado y trabajado da resultados excelentes, según vemos en muchos casos, gracias, sobre todo, a la innovación actual de las plataformas digitales como Amazon, que se ha convertido en la librería virtual más grande del planeta. Sobre esto habría mucho de qué hablar y exigiría nuevos artículos, que poco a poco irán llegando. Baste plasmar en éste esos elementos básicos que establecen de manera diferenciada la forma de edición. Y que sirva también lo aquí explicado como argumento válido de lo que apuntaba al principio sobre esa etapa de madurez a la que vamos llegando los que ya tenemos más de un libro publicado, una etapa de madurez que hace que te conviertas en un autor indie serio autoeditado en vez de un autor desorientado autopublicado. Porque el problema hoy día no es que que el mercado editorial profesional tradicional no desee publicar a escritores no conocidos o nada mediáticos, sino que muchos de los conocidos y mediáticos cada vez tienen menos cabida en ese sector editorial tradicional, mientras que otros prefieren seguir siendo indies porque les va mejor que siendo publicados por esas prestigiosas editoriales, que exigen muchos sacrificios y ofrecen por lo general, pocos emolumentos y satisfacciones.                 

16 abril 2013

SOBRE REDES SOCIALES Y LA AFICIÓN DE ESCRIBIR

Dicen las afiladas lenguas cibernéticas que a quienes nos gusta escribir creamos un blog; y al que le gusta menos, se conforma con tuitear. Sin embargo, mucha gente -entre los que me incluyo- posee un blog y una cuenta de Twitter. Pero para quien esto susbribe no hay color: prefiero el blog. 
A pesar de que escribir en esta pantalla en blanco (vosotros veis un texto más o menos largo; más o menos coñazo; más o menos interesante, pero quienes escribimos un blog nos enfrentamos a una pantalla en blanco casi a diario) y en ocasiones no tenemos ni idea qué contar; es más, hay que hacer filigranas para no repetirse. Pero nos gusta escribir, me gusta escribir. A pesar de que en ocasiones no tenga ni idea de quién hay al otro lado; es más, escribir con la casi seguridad de que al otro lado, en muchas ocasiones, no hay nadie. Pero escribir -qué duda cabe- es un ejercicio individual y siempre es mejor escribir sin considerar quién te pueda estar leyendo. Esa es la humildad inherente a este ejercicio, algo muy similar a lo que supone correr. Cuando escribes cabe la posibilidad que nadie te lea; y cuando corres existe la casi absoluta certeza que no ganarás nada y, sin embargo, subes rampas, bajas cuestas,  atraviesas caminos y carreteras, a pesar de tener la certeza de tu mismidad y el cierto onanismo que comporta devorar kilómetros en soledad.  
Pero volviendo a lo de las redes sociales. Hace no mucho creé una cuenta de Twitter (básicamente para comunicar lo que escribo en el blog) y enseguida comprendí que este tipo de cuentas son almas de doble filo. Por lo pronto, son grandes devoradoras del tiempo si no utilizas bien la cabeza. Y eso ocurre, porque la obsesión de tener seguidores puede conllevar que tu sigas a gente que jamás vas a leer. E, igualmente, ellos te siguen a pesar de que jamás te van a leer. En cambio, hay gente muy mediática -futbolistas, cantantes, famosos en general-, que les cuesta escribir los 140 caracteres que creo te ofrecen y, sin embargo, tienen millones de seguidores. No por lo que digan sino por lo que representan, por su imagen catódica y mediática. Por tanto, Twitter, Facebook o tras redes sociales similares, simbolizan muy bien lo frívola que es y lo enferma que está nuestra sociedad: no interesa leer ni la calidad o interés de lo que se diga, sino quién lo diga (estoy seguro que si Sergio Ramos -uno de los peloteros más activos y con más seguidores- cuenta que acaba de salir del baño, eso se convierte en un fenómeno social; así somos). Por tanto, cada cual tiene que utilizar estas herramientas de acuerdo con sus intereses y su personalidad. A mí me interesa de Twitter -por ejemplo-, no que me sigan (que seguramente lo harían y la mayoría no me leerán) o yo seguir a otros (a los que no leeré), sino descubrir páginas, blog y gente que escribe y hace cosas interesantes. Por ejemplo, me interesa mucho la tecnología de las comunicaciones y sigo blogs y páginas sobre estos asuntos; e, igualmente, me interesa la cultura y los libros, el sonido y la música, las cosas relacionadas con el correr, la nutrición, y un largo etcétera  y hago lo propio. Porque resulta que Twitter es muy útil como herramienta para descubrir cosas interesantes, que no es posible hacerlo meramente navegando, porque te pierdes.  
Por su parte, escribir un blog es otra cosa muy distinta. Insisto en que escribes porque te gusta hacerlo pero, en ocasiones -las que más- te sientes atravesando el desierto y la soledad es absoluta. Escribes entradas y el contador de comentarios se queda a cero y le salen telarañas; sabes que alguien te lee por ahí, pero tampoco estás completamente seguro, a pesar de que el contador de visitas insista en que sí.  Pero aún así es algo interesante porque conlleva la misma  soledad a escribir un relato, una novela o un artículo periodístico, cosas que publicas y que, realmente, no sabes el número de lectores que tendrán. Y suerte que Granada no es una ciudad excesivamente grande y siempre obtienes un reflejo de lo que has escrito, por una vía o por otra. Porque no hay que negar que toda persona que escribe, a pesar de que lo haga en soledad y sea una tarea solitaria, necesita saber que tiene lectores ¿Algo de vanidad? Sí, sin duda.     

02 agosto 2012

UNA MAGRA TAREA PARA AGOSTO

Magra tarea me propondré este agosto. Leía en el blog de mi amigo y álter, el proteico Lens, que un periodista de Ideal, apellidado Barrera, se ha propuesto escribir cincuenta post seguidos y que él mismo intentará que haya uno por día a lo largo de todo agosto, por lo que he pensado que sería buena idea sumarme a esa iniciativa ahora, precisamente, en agosto, cuando la sesera está más seca y hay mucho menos que contar. Mucho más mérito, por tanto, que hacerlo en otro mes del año en el que la aluvión de temas están al orden del día. 
Será una tarea difícil y fácil al mismo tiempo. Difícil porque no todos los días tiene uno algo que contar que merezca la pena; y fácil porque es costumbre en un servidor escribir a diario o casi. Magnífica ocasión,  por tanto, para escribir a diario, como debería hacer con mi muy futura novela y que no hago (atascado estoy en las 90 páginas). 
Lógicamente para tan titánica tarea, habrá que tocar muchos temas y me propondré que a pesar de que haya que escribir a diario lo que cuente no sea  vomitivo o un mero recorte de periódico, que no es la norma de este blog como sabéis los más antiguos del lugar. Luego, entre asuntos relacionados con el correr -actividad en la que estoy muy activo en agosto-, reflexiones, críticas, denuncias, cine, música, relatos breves de verano, artículos....y un largo etcétera, espero que haya material suficiente para rellenar todo este cálido y ausente agosto. Sé que no somos muchos los que nos asomamos a diario a la red en general y en particular a esta esforzada bitácora, pero sería mucho de agradecer que los pocos que seamos se exterioricen con algún que otro comentario, que siempre es la sal y la pimienta de esta ensalada. Lógicamente, en las ausencias será más complejo, pero como hay soluciones para todo, las poco probables ausencias -en agosto intento atrincherarme en casa- serán suplidas con programación de entradas que es lo que habitualmente hago cuando viajo.
Vayamos pues a la tarea, sirviendo esta entrada como segunda del mes.   

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...