-No, señor fiscal. Esa acción siempre corría a cargo de la banda a la que aludí en mi declaración ante la policía.
-¿Entonces, qué papel representaba usted en esta trama?
-Yo era quien suministraba el material.
-¿Suministraba el material?
-Sí. Era quien se encargaba de atraer a los poseedores de marfil.
-Es decir, ¿a los elefantes?
-Sí, señor. Así es.
-Pero, ¿no se da cuenta que esa acción, además de delictiva, le convierte en un traidor a los ojos de su propia especie?
-Lo sé, señor fiscal. Ahora comprendo que mi ambición ha ido demasiado lejos. Yo quería salir a cualquier precio de aquella aldea perdida en algún lugar de África. Y ahora me encuentro con que me está vetado entrar. Ni tan siquiera para ver a mis ancianos padres que, además, me entregaron su marfil para que yo buscara un futuro mejor. Ahora sé que la he jodido.