Los impresionantes acantilados de Moher en la costa atlántica, cerca de Galway. (Foto de J.A Flores) |
'Un trozo verde y llano rodeado de un azul inmenso'. Eso me dijeron. Y es cierto.
Esa
es la primera visión que tienes de Irlanda desde el avión. Eso sí, si tienes
suerte y no está completamente encapotada por las nubes, cosa harto probable.
Pero no lo estaba, por lo que finalmente fue posible ver esa pieza, como de puzle,
rodeada de ese azul inmenso que componen el océano Atlántico al oeste, el Irish sea al este y el Celtic sea al sur. Las mismas aguas para tres
denominaciones, dos de ellas de alto contenido nacionalista.
Tras
contemplar el primer trozo de esta gran isla verde desde la escueta ventana del
incómodo avión, te sorprendes de que exista tierra tras la inmensidad del océano.
Un rato antes, el trozo suroeste de la gran isla imperial británica, justo
enfrente, ya había hecho presencia, pero aún así me sorprendió ver esa otra
isla más pequeña a la que nos dirigíamos, como perdida en la mitad de la nada. Más perplejo te quedas cuando recuerdas que mucho más al norte hay otra, mucho más perdida: Islandia,
pero eso ya es otra historia. De todas formas, me pregunté, qué cosas son los continentes e islas, por grandes que sean si
no trozos de tierra, ante la inmensidad de los océanos y los mares.
Haciendo abstracción de su cerveza, sus típicos pubs y su güisqui, Irlanda
nos hace recordar a todos básicamente dos cosas: el controvertido asunto del IRA y el no menos controvertido del rescate por parte de la UE, el segundo país rescatado tras Grecia. Después vino Portugal y, España, que no lo fue en la práctica, pero me temo que sí en la teoría.
Pero ambas cosas son muy distintas cuando te las explican desde dentro; muy
distintas a cuando te las explican desde fuera.
Lugar de nacimiento de Kevin Barry primer republicano Irlandés ejecutado por los británicos en 1920. Actualmente hay una sede y tienda del Sinn Féin. (Foto de J.A. Flores) |
El
Ejercito de la República Irlandesa, que responde a las siglas IRA -Irish Republican Army, en inglés-, es algo que está
aún muy presente en la historia de las 'Irlandas' -mucho más en la del norte, lógicamente, de soberanía británica- y a todos nos suena a algo así como ETA, pero
la historia es mucho más compleja me temo. No entraré ahora en ella, pero sí
pincelaré algo.
Fue
creado en 1919 por el parlamento secesionista irlandés para preparar la lucha nacionalista contra los detentadores antiguos de la actual República de Irlanda, que
no es otra que la corona británica. Por tanto, fue clave en la independencia de
este país. Otra cosa es lo que ahora nos conminan a pensar las siglas IRA -y del que todas las facciones se autoproclaman herederas- tras
los abundantes episodios terroristas tan sangrientos llevados a cabo en la segunda mitad del siglo XX y primeros años del XXI . Esos actos terroristas acabaron por atomizar el grupo en múltiples escisiones muy complejas y que sería arduo
explicar aquí. Lo importante es que el IRA, el denominado provisional, se cuente como se cuente, es considerado el
brazo armado del Sinn Féin, partido que busca la unidad de Irlanda -la
República con la del Norte- y, lógicamente, también la independencia total de Irlanda
del Norte, actualmente bajo la corona británica. No obstante, se trata de un
partido muy representativo, mucho más en el norte, pero que también cuenta con
catorce diputados en el parlamento -Oireachtas- de la República de Irlanda. En
fin, todo bastante complejo.
Tanto
como la historia del país. O las leyendas, porque es probable que las leyendas
en este país estén a la par, si no por encima, de la propia historia.
Seguramente se deba a que los primeros textos escritos sobre la historia no
llegan hasta el siglo V de nuestra era, gracias a la introducción de la
escritura por los monjes druidas, una especie de sabios que lideraron la
comunidad y que fueron respetados por ésta. Y eso se debe, en
gran parte, a que no es una país romanizado. El
genio de Roma empleó violencia para someter allá por donde iba, porque llegaban para explotar los recursos y apoderarse de ellos, pero también supuso avance y
civilización. Por ejemplo, en países fuertemente romanizados como España, la
impronta cultural, lingüística, jurídica e infraestructural se debe a esa
invasión. Acabaron con tradiciones nativas de fuerte valor antropológico, pero
a cambio introdujeron la modernidad allá por donde fueron. Gracias a eso en
España contamos con múltiples y buenas vías -antiguas calzadas-
infraestructuras acuíferas, instituciones consolidadas a pesar de la corrupción que siempre ha reinado, un idioma de calidad de raíz latina y todos los demás avances que
todos conocemos. En cambio, Irlanda no experimentó esos avances al importarle
muy poco a Roma lo que allí se pudiera encontrar. Nulos recursos naturales
-carbón, entre los primeros- y un territorio climatológicamente hostil. De ello
le llamaron Hibernia. Le pusieron el nombre y a continuación se fueron y esa
ida-fuga se aprecia en la actualidad. De hecho, no existen vestigios romanos ni en el plano lingüístico, monumental, infraestructural o genético. De ahí que muchos se afanen en considerar a la República de Irlanda como los verdaderos detentadores -junto a la hermana Escocia- de la historia, tradición y raza celta, la cual tiene una origen indoeuropeo, pensando muchos investigadores que su origen se encuentra en el norte de la península ibérica, anterior a la romanización.
El
segundo asunto por el que nos viene Irlanda a la cabeza -además de la Guinness,
el Jameson, su música y danzas, su extraño fútbol gaélico y potente rugby- es
por el asunto del rescate, del que ya se han desenganchado. Pasó de denominarse
como 'tigre celta' a 'gatito celta'. Fueron muy prósperos, uno
de los países con más crecimiento del mundo, pero un buen día las cuentas no le
salían y necesitaron euros y una reestructuración bancaria feroz.
Y es
que básicamente no es un país que cuente con industria -la mayoría está en la
zona de Belfast, bajo la corona británica-, pero sí con mucho asentamiento de
grandes multinacionales, sobre todo pertenecientes a la industria farmacéutica.
La clave me la contaron allí mismo: una enorme disminución del impuesto de
Sociedades y mucha facilidad para la implantación de éstas, las cuales están básicamente
en su capital Dublín. Esa política ha creado y sigue creando mucho empleo, que es algo que muchos jóvenes españoles sin oportunidades aquí han sabido aprovechar.
El resto del país vive sobre todo de la agricultura y la enorme ganadería. La República de Irlanda cuenta con más cabeza de vacas que
número de personas. Eso lo aprecias en cuanto das un paseo por sus zonas
rurales. Hay tantas vacas que no te imaginas el paisaje sin ellas.
Otra
cosa que el observador atento apreciará es la cantidad de mujeres jóvenes
embarazadas y/o con hijos. Parece haber ansia en ese afán procreador. De hecho es habitual ver por la calle de Dublín a una mujer arrastrando a un par de niños que apenas saben andar, otro en un carrito
y de nuevo embarazada, una imagen que en España ya apenas se ve y parece más propia
de la época del 'baby-boom' que se instaló en España y otros países europeos hace bastantes lustros. Muchas de estas mujeres son corpulentas y con el
cuerpo asimétrico de tanta procreación en tan poco margen de tiempo. Por tanto, es
inevitable presumir que existen programas sociales que favorezcan a tantas
madres. Y sí, así es. Sobre todo para las madres que lo son en plena
adolescencia. A éstas el Estado las protege sobremanera dándoles piso, dinero y
costeándoles los estudios. Una mala política, me dicen, que acabará creando
parasitismo, sobre todo cuando el resto de la población ha de pagar caro por el
acceso a la atención sanitaria. De hecho, es habitual que los padres de
adolescentes con embarazos no deseados se desentiendan de las hijas al saber
que el estado se encarga de su manutención; y no sería extraño suponer que
muchas jóvenes que quieren emanciparse opten por la vía rápida del embarazo.
Políticas sociales peligrosas, sin duda. Me dije que si todos los programas
sociales van en esa línea no sería extraño que en un par de años la República
de Irlanda necesite un nuevo rescate económico, algo similar a la feliz ideal del infame Zapatero con aquellos dos mil quinientos euros por hijo nacido. Pero aún así, la República de
Irlanda no cuenta con demasiada población -algo más de cuatro millones y medio-
y un tercio de ella está congregada en Dublín y su área de influencia. Debemos
considerar que llegó a tener ocho millones de habitantes muchos años atrás y se
dice que descendientes de éstos puede haber en torno a los ochenta millones en
todo el mundo, más de la mitad en EE.UU., lugar en el que la comunidad
irlandesa es muy importante, sobre todo en New York y Boston. (SEGUIR LEYENDO)