Leo actualmente dos libros, en principio antagónicos, pero que se leen alternativamente bien al tratarse de dos géneros distintos que nada discuten entre sí: Armas, gérmenes y acero: Breve historia de la humanidad en los últimos trece mil años, del norteamericano Jared Diamond y Viaje a Portugal, de José Saramago. Y con las dos lecturas disfruto desde puntos de vista distintos.
El primero, se trata de un ensayo largo y denso, pero muy ameno, una investigación prolongada de su autor a lo largo de y ancho de nuestro planeta que intenta demostrar por qué somos lo que somos en la actualidad, de dónde viene la riqueza de algunos países y la pobreza de otros y, en definitiva, el reparto del poder en el mundo, entre otras muchas más explicaciones que siempre dejan en el lector una sed calmada de saber. Es un libro fundamental para entender muchas cosas de nuestro mundo y, quizás, por ello obtuvo uno de los premios internacionales más prestigioso, el Putlizer.
El segundo, es un libro de viajes, literatura de viajes en estado puro, escrito un literato aclamado internacionalmente hasta el punto de obtener en 2004 el Premio Nobel de Literatura. Nada hay que descubrir de José Saramago a estas alturas y lo sabe cualquier que haya leído alguno de sus libros, principalmente, novelas, pero servidor sí está descubriendo en él un género que no conocía y que tanto aprecio como es la literatura de viajes. Sumergirse en las páginas de su andanza a lo largo y ancho de su país, Portugal, conociendo el lector muchos de esos lugares o comarcas que cita, es toda una delicia veraniega que se saborea con delectación, sobre todo para quienes, desde hace tiempo, el estilo literario del escritor portugués afincado en España, ya desaparecido, nos conmovió desde que leímos su primera obra, en mi caso, como en la de muchos, su claustrofóbico Ensayo sobre la ceguera.
¿Aconsejo ambos libros? Queda claro por las palabras que aquí escribo que sí: encarecidamente. Son muchas horas de lectura, porque ambos son voluminosos, pero a cambio, el lector obtendrá un placer y quién sabe si también una visión del mundo más rica y compleja.