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17 enero 2013

LA DIETA ANIMAL

Yo tengo mi propia dieta. No me la ha soplado Dukan, ni ningún gurú poco creíble de la nutrición,  rama de la medicina que Grande Covián supo elevar a la categoría de ciencia, pero al que le hemos hecho poco caso.
Mi dieta la autodenominé del animal. Es decir, comer lo que me conviene para mi actividad, constitución y características y sólo cuando tenga hambre. Porque en realidad es lo que hacen los animales: comer y beber cuando tienen hambre, sencillamente porque no consideran la comida un placer social como nosotros -animales ¿más civilizados? la consideramos. De hecho somos el único animal que comemos y bebemos sin necesidad de tener hambre o sed.
Sin embargo, ya hay animales con sobrepeso porque han adoptado las costumbres de sus dueños. Lógicamente, me refiero a las mascotas, que siendo animales también, al contrario que los salvajes, comen y beben siguiendo más un patrón social que sus congéneres salvajes. De ahí que no sea extraño que veamos a perros y gatos con sobrepeso, ya que suelen comer al margen de que tengan hambre o no; sencillamente lo hacen cuando lo hace el dueño, porque sigue unas pautas sociales similares. 
Y con esas pautas, sus enfermedades también son más cercanas al sedentarismo, casi calcadas en algunos casos a las de sus dueños. 
Pero el animal en estado salvaje come sólo cuando tiene esa necesidad. E, incluso, puede resistir varios días sin hacerlo, si bien eso va por especies. Algo muy similar a lo que fueron los hábitos de nuestro predecesor, aquel hombre de las cavernas que comía cuando podía y no cuando quería. 
Y viene a cuento esta reflexión a raíz de del programa-denuncia que pude ver el otro día en una cadena de televisión sobre la dieta Dukan, que según muchos expertos es peligrosa para salud, ya que se basa principalmente en alimentos que contengan proteínas -animal o vegeta-, desechando por completo en los primeros meses todo tipo de carbohidratos, grasas y otros oligoelementos muy necesarios para salud. Y, lógicamente, eso es peligroso ya que no se están aportando al organismo los nutrientes que este necesita. Está claro que está asegurada la disminución de peso, pero ¿a qué precio para la salud? 
Pero la dieta Dukan podría ser un fraude que triunfa en medio mundo porque su creador, el francés Pierre Dukan, es consciente de a qué tipo de personas se dirige. Sabe perfectamente que entre sus seguidores no va a haber, por ejemplo, muchos deportistas porque éstos necesitan muchos carbohidratos para funcionar y porque no es gente con problemas de sobrepeso. Por lo general, se dirige a gente con sobrepeso, algo desesperada por sus kilos y que no hacen ningún tipo de actividad deportiva. 
Porque la mejor dieta es la que consiste en comer casi de todo con moderación y, lo que decía más arriba, cuando se tenga hambre, procurar hacerlo en pequeñas dosis unas cinco veces al día. 
Yo no soy un experto, pero por experiencia propia, siempre aconsejo a quien me lo solicita lo de comer en pocas porciones, reduciendo la ingesta bastante a partir de las cinco de la tarde si no se va a llevar a cabo una actividad deportiva intensa al día siguiente y, eso sí, eliminar por completo la bollería industrial, dulces, fritos, comida basura, bebidas azucaradas, exceso de carbohidratos -sobre todo los de combustión muy lenta, como es el azúcar-, grasas saturadas animales o vegetales y alcohol -espirituoso básicamente, porque una cerveza o un vaso de vino no hace mal a nadie-. Por contra hay que llenar la nevera y las alacenas de fruta -cualquier fruta-, verdura -cualquier verdura- y todo lo necesario para elaborar la comida mediterránea, que es la comida que siempre hemos visto hacer a nuestra abuelas u que se caracteriza por ser muy rica en todo el grupo de elementos necesarios para el organismo, pero con las mínimas calorías. Eso y un poco de ejercicio. Con eso es más que necesario para mantener bien el peso y llevar una vida sana. Es absurdo pasar hambre. Por ejemplo, yo -que es el caso más cercano que conozco- cuando tengo hambre no me corto ni un pelo y como hasta saciarla, pero procurando, eso sí, no entrar jamás en el grupo de alimentos y bebidas que antes he citado.
En realidad es muy sencillo y siempre lo decía el gran Grande Covián: ingerir menos calorías que las que se necesitan y que éstas sean lo más sanas posibles, así como asegurar ingerir todo los oligoelementos que organismo necesita. Todo lo demás es comprar papeletas para una futura enfermedad segura.
Por tanto, todos estos santones de las dietas, no son más que cuatro aprovechados que conocen que hay muchas personas tan débiles de voluntad que no son capaces de llevar a cabo esa mínima disciplina. Le ha bastado con que algún que otro famoso publicite su dieta, previo pago, lógicamente; y  en torno a ese medio engaño está haciéndose de oro.                     

01 diciembre 2011

SOBRE LA MEJORA, EL PESO Y LA ALIMENTACIÓN


Consulto las estadísticas recogidas en el Sportracks, que recoge los datos del Garmin y observo que la velocidad media de los entrenamientos de noviembre de 2010 están en 5'02'' el mil; sin embargo, la media justo un año después, la recogida del recién acabado mes de noviembre está en 4'53'', a pesar de que en este último noviembre los kilómetros hechos son más del doble que en el mismo mes del año pasado. Por tanto, hay mejora. Algo similar ocurre en la comparativa del resto de los meses.
Un entrenamiento, un día cualquiera, puede salir bien; pero, igualmente, puede salir para olvidar, ahora bien, cuando se trata de medias temporales amplías la fiabilidad es mayor porque el campo de comparación se amplía.
Algo igual podría ocurrir con el peso corporal que también es conveniente ir anotando para establecer comparativas. Que el peso se estabilice año tras año o que, incluso, vaya bajando es lo que espera cualquier corredor que se precie, aunque el motivo no se centra básicamente en la estética, que es una cuestión que pronto se va desechando sino en la posibilidad de correr más tiempo y más rápido gracias a soportar cada vez menos kilos.
Con relación al peso, todos los corredores sabemos que éste dependerá mucho del entrenamiento, pero sobre todo de los hábitos alimenticios y éstos, sin llegar a planteamientos extremos, han de ser variados aunque provistos de ciertas reglas.
Por ejemplo, he comprobado personalmente que un atracón de hidratos de carbono de combustión rápida aumenta el peso corporal, por supuesto, pero que éste disminuye con facilidad después de varios entrenamientos concienzudos. Es nuestra gasolina.
Sin embargo, cuando se trata de una severa ingesta de dulces refinados -que además de hidratos de combustión muy lenta contienen excesiva azúcar no refinada y grasas saturadas- ese peso aumentado cuesta eliminarlo mucho más. Igual ocurre cuando se trata de bebidas espirituosas con una alta volatilidad de alcohol.
Toda energía acumulada en forma de ingesta si no se destruye -es decir, si no se entrena- va acumulándose en forma de lípidos por así está diseñado genéticamente nuestro organismo como resultado de la evolución de miles de años.
Por tanto, cada corredor sabe perfectamente lo que le conviene comer y que tipos de alimentos perjudican menos sus entrenamientos, asunto éste que habrá que tener muy en cuenta ahora en las fechas que se acercan porque no hay hogar, establecimiento o lugares de trabajo en los que no exista una exquisita bandeja de dulces altamente saturados y refinados, justo al lado de una botella de anís o coñac. Habría que preguntarse sobre el porqué de la existencia de tanto volumen calórico en Navidades.
¿Es fácil resistirse a todos esos manjares navideños? Por supuesto que no.
Por tanto, como ocurre con todos los pecados, más vale pecar algo que no estar permanentemente pensando en la conveniencia o inconveniencia de hacerlo.

08 noviembre 2011

ULTIMO TRAMO DEL AÑO PARA NO RELAJARSE

Quedan apenas dos meses para que acabe el año, pero no podemos relajarnos en lo que a correr se refiere.
Particularmente, en estos meses suelo correr bastante afrontando fríos y lluvias y, particularmente, en Navidad -apenas ya mes y medio- la acumulación de kilómetros que suelo hacer cada año es alta ya que no suelo dejarme arrastrar por los fastos y ágapes de estas fechas. Así que el tiempo extra de estas fechas es de bastante entreno a pesar de que la luz del día se escape de las manos como una pompa de jabón.
De ahí que esté buscando alguna competición en diciembre para no perder el ritmo, a pesar de que deba desplazarme a provincias limítrofes o no tan limítrofes. Y eso es porque me temo que Córdoba, casi con toda seguridad, volverá a ser una opción fallida este año por motivos personales, pero mucho me gustaría estar en la ciudad califal porque estratégicamente es una buena opción para rebajar en algún minuto el tiempo cosechado en Granada dado su trazado más llano. Pero me temo que habré de esperar a Almería a no ser que en diciembre haya algo por ahí interesante y de perfil similar al de Córdoba.
Por lo pronto sé de la programación de aquella para olvidar Sevilla-Los Palacios a mediados de diciembre y la Media Maratón de Cieza en Murcia que, al parecer, tiene un recorrido llano. Bueno... son dos opciones que habrá que barajar.
Por lo pronto seguiré rodando como hasta ahora: alrededor de 50 kilómetros semanales, incluyendo los kilómetros basura de las series, e incluso, barajando la posibilidad de ir aumentando progresivamente el kilometraje semanal de cara al maratón que haré en 2012 que podría ser Madrid o, incluso, Sevilla. Desde ya descarto Málaga.
Otro factor a tener en cuenta en estas fechas es el de la alimentación. Lo digo por las fechas que llegan. Los corredores estamos en el mundo como cualquier ciudadano y, aunque, intentemos no pecar de exceso de calorías siempre es inevitable ingerir lo que no debemos ya que hay estímulos por doquier: en el trabajo, en los comercios, en la casa de familiares y amigos, en el propio hogar... Sin duda, hay que redoblar la contención aunque sin pasarse, que lo nuestro es afición y no profesión.
Pero ocurre que a mucha gente -lógicamente quien no corre- le cuesta comprender que rechaces una bebida espirituosa o algún dulce muy refinado y, sinceramente, es una tarea bastante ingrata -por lo menos a mí me lo parece- explicar que una dosis añadida de calorías basura nos perjudica a nosotros -los corredores- más que a ellos por una sencilla razón: nuestro organismo está acostumbrado a quemar las calorías buenas (hidratos de combustión rápida que apenas necesitan digestión, principalmente), de manera que en el momento que introduzcas calorías basura sufre un mundo para deshacerse de ellas, además de que suelen ser alimentos muy molestos para rodar a nivel de digestión. No se trata meramente de ganar más peso.
Sin embargo, hay opciones intermedias que pasan por buscar dulces no tan refinados y basados en alimentos más integrales y dietéticos que cada vez el mercado lanza con más insistencia, aspecto que hay que aprovechar junto a evitar comidas copiosas sobrecalóricas. De hecho, yo suelo comer chocolate negro todo el año y pocos días recuerdo que no haya tomado un par de cervezas, pero eso sí, son alimentos que metabolizo bien porque son naturales y no tienen las calorías indeseables de otros alimentos.

09 octubre 2011

OPTIMISTA DE CARA A MOTRIL

Los últimos rodajes me hacen ser optimista de cara a marcar los noventa y cinco minutos (por ahora descarto los noventa) en la próxima Media de Motril, pero dependerá mucho -como bien dice Alfredo- de la humedad con que nos encontremos en la capital de la costa granadina.
Particularmente, en la tarde del domingo he rodado con facilidad, fuerza y velocidad en los catorce kilómetros de rodaje planificados. Además, a nivel aeróbico me he encontrado fenomenal y no me han pesado las piernas en absoluto, a pesar de haber rodado la tarde anterior otros trece kilómetros por terreno algo más duro.
Los días anteriores, desde la prueba de Almuñecar, me he dedicado a rodar sin más en distancias medias y zonas no cargadas de demasiadas cuestas para ir refrescando las piernas, tan pesadas tras la prueba del Veleta y sus previos entrenamientos en alto. Porque qué duda cabe que un entrenamiento que es válido para una determinada prueba no lo es para otra y resulta que, en mi caso, he acusado mucho esos entrenos en altura, en los que las piernas se endurecen como el acero pero también se ralentizan. Es el momento de sacar provecho de la fuerza ganada en agosto en cuanto se aligeren algo las piernas.
Normalmente, y por la experiencia de años anteriores, en estos últimos meses del año entreno bien sin que me afecte que llegue el frío y la lluvia; de hecho esos buenos entrenos en los últimos meses del año posibilitaron que este pasado enero bajara de los noventa y cinco minutos en la Media de Almería. Busco que se repitan esas circunstancias.
Sigo sin hacer series porque no encuentro el momento ni las ganas para hacerlas (definitivamente, no me gustan) pero sí he incrementado los cambios de ritmos y los ritmos controlados a velocidad más alta, que a todo eso da lugar en un rodaje medio o largo.
Sin embargo, me inquieta no poder llegar al domingo con las piernas tan descansadas como las siento en este momento, por lo que seré prudente en cuanto a kilometraje en esta semana, pero sí incrementaré la elongación, abdominales y flexibilidad. También he llevado a cabo algunos cambios en el aspecto nutritivo, ahora que no hay tantos viajes en el horizonte. Intentaré sacar provecho a este aspecto hasta, al menos, los albores de la navidad, época en la que todos nos solemos desmadrar un poco en cuanto a comida y bebida, aunque, en mi caso, existe bastante control ya que, por lo general, reniego de comidas de empresas y ágapes similares.

26 septiembre 2011

NO HAY TIEMPO PARA EL DEPORTE


Cuando llega el momento de los reconocimientos médicos en mi centro de trabajo, a veces llega el pánico o la decepción o la frustración. En esos días todo el mundo sale algo tocado e, invariablemente, los médicos aconsejan ejercicio, dieta sana y vida sana en general. No estoy rodeado de obesos o dilapidadores de salud pero, sí, en muchos casos la salud deja mucho que desear. Y es, entonces, cuando llegan las inquietudes y las propuestas e intenciones de hacer más ejercicio y vida sana, aunque, lamentablemente ese impulso no dura más de una semana. Y, claro, al año siguiente vuelven las malas noticias, aderezadas además de más alarmismo porque se tiene un año más.
A la semana de iniciar un plan sano, casi todo el mundo vuelve a su rutina diaria y si se andó durante unos días o se nadó e, incluso, -en el menor de los casos- corrió, todo eso pasa pronto al olvido, justificando todo el mundo no tener tiempo para hacer deporte.
Es decir, ¡que no se dispone de media hora diaria y una hora los fines de semana! Esa es una frase preconcebida que cada día me creo menos. Todo el mundo dispone de tiempo para hacer deporte si su motivación es alta y su hábito estable, pero ocurre que siempre se posterga ese rato dedicado al deporte porque se da prioridad hasta a lo más ínfimo, entre lo que se incluye estar haciendo zapping durante más de media hora o lo que es peor, deteniéndose un rato en Tele5.
Se piensa o al menos a mi me lo dicen que los que corremos lo hacemos porque estamos dedicado a ello. Pero no es verdad. Ni estamos dedicados a esto por obligación o profesión alguna, ni nadie nos obliga. Nos obligamos nosotros mismos.
Es más, en ocasiones, -suelo decir- para poder sacar una hora para correr tengo que salir a horas intempestivas o no habituales y renunciar a otras cosas importantes. De hecho, sin ir más lejos, el pasado domingo, sabedor de la complicación de la agenda, corrí durante once kilómetros a las tres de la tarde, no bajando el termómetro de los treinta grados. Pero lo más curioso es que corriera esa distancia en apenas cincuenta minutos, a pesar del fuerte calor. Si yo puedo, todo el mundo puede hacerlo o al menos intentarlo, aunque me temo que eso es mucho pedir.

23 febrero 2011

NUTRICIÓN Y SALUD


Bajo el subtitulo de "Mitos, peligros y errores de las dietas de adelgazamiento", acabo de terminar a salto de mata (que es como hay que leer los ensayos) el ameno estudio sobre la relación entre la nutrición y la salud escrito por uno de los más conocidos especialistas en nutrición de nuestra ajada piel de toro, Francisco Grande Covián, insigne médico e investigador fallecido en 1995.
Un libro con un marcado carácter científico pero explicado de forma amena y sencilla que debería ser de obligada lectura para los corredores y toda aquella persona que necesite conocer los principios más elementales de la nutrición.
Hoy día, estamos permanentemente bombardeados por noticias diversas sobre alimentos imprescindibles y dietas milagro, pero todas esas noticias tienen más de sensacionalismo que de ciencia.
Con la lectura del libro de Grande Covián aprendemos que, en absoluto, existe la dieta milagro, sino el producto de marketing que gente incauta o confiada consume sin que los resultados sean evidentes en cuanto a la eliminación de esos kilos de más. Es más, en muchos casos esas dietas son contraproducentes.
Los corredores sabemos lo difícil que es bajar de peso o mantenernos en un peso-estado de forma. Lógicamente, me estoy refiriendo a los corredores aficionados que solemos frecuentar con bastante dilección el mundo de la buena mesa y la buena bebida como cualquier mortal, al contrario de lo que suele ocurrir con el corredor de élite, que no suele visitar esos manjares con que tienta la vida.
De ahí que quienes corremos al margen de la profesión, sino en favor de la afición, nos preocupe sobremanera no aumentar un gramo nuestro peso ideal e, incluso, que acariciemos constantemente la idea de perder algún kilo más. En definitiva, necesitamos saber qué comemos y que alimentos nos van bien para devorar kilómetros por esos caminos de Dios. Lógicamente, buscamos mejorar la forma e ingresar en el club de los corredores delgados porque sabemos que el peso se dispara y que haber corrido un maratón no es sinónimo necesariamente de estar delgado.
Por tanto, este libro nos será de mucha utilidad. Conocer el papel de las distintas clases de grasa, el valor de las vitaminas, de las proteínas, los hidratos o los minerales nos ofrecerá una visión real acerca de los muchos mitos que atesoramos en cuanto a los alimentos.
Sin embargo, hay una idea que sobrevuela durante todo el libro que viene a decir más o menos que: comer en exceso necesariamente llevará al sobrepeso o a la obesidad si no ejercemos una actividad que desgaste esa energía -que luego se convertirá en grasa- que ingerimos.
Un libro escrito desde una óptica científica, alejado de especulaciones de mercado y que debería ser de obligada lectura en las escuelas.
Además, es fácil de localizar, ya que es muy común que esté en ferias del libro o mercadillos.

26 abril 2010

SOBRE PESO Y ALIMENTOS


Lo hablaba el otro día con Abel y Antonio: cuesta mucho perder peso y poco ganarlo.
Que los corredores hablemos de estos temas es común, pero mucho me temo que podríamos estar hablando de cosas distintas a como lo trata gente que no corre.
Quien no corre, por lo general quiere -necesita- adelgazar, principalmente cuando la primavera está en su cenit y ya se vislumbra el verano. Las ropas delatan, hay más vida en el exterior, hay más luz. Y, por lo general, es la época en la que hay lista de espera en los gimnasios y los sempiternos caminos del invierno, tan solitarios y taciturnos, ahora rebosan de personas que andan rápido y corren, convirtiéndose en las bien denominadas rutas del colesterol.
Pero hablar de perder peso entre corredores es otra cosa. Por lo general, quienes corremos mantenemos la grasa en niveles mínimos y nuestro lenguaje sobre perder peso no tiene mucho que ver con el lenguaje del ciudadano que desea estilizar su figura y perder esos kilos acumulados durante el invierno, por lo general, debido a una vida sedentaria.
Los corredores queremos perder peso por otros motivos, siendo el principal el anhelo de poder llevar menos lastre en nuestros entrenamientos y carreras, si bien en ocasiones no reparamos en que lo importante no es que la báscula marque unos kilos de menos sino que podamos cerciorarnos que nuestros niveles de grasa estén bajo mínimos mientras que nuestro sistema muscular (el de las piernas, pies y abdomen, principalmente) esté lo suficientemente desarrollado para poder llevar a cabo nuestra función. Y eso, inevitablemente, conlleva pesar algo más porque según los expertos pesa más el músculo que la grasa.
Otra cosa distinta es ser consciente de que hay que eliminar ciertos alimentos y bebidas de nuestro régimen alimenticio diario, algo que a todos nos cuesta. A mí el primero.

En mi caso particular, desde que acabó 2009 y comenzó 2010 no he podido evitar incrementar un par de kilos más, a pesar de que el entrenamiento -y por tanto, la musculatura no es la culpable- no era intenso. Ese par de kilos -en mi caso- es debido al régimen alimenticio, principalmente al pan y la cerveza, alimentos que integro a diario prácticamente en mis costumbres culinarias.
Podrá ocurrir que entrene a partir de ahora con más potencia y esos dos kilos los siga conservando pero la sensación será de más delgadez. En ese caso, la explicación es fácil: hay más músculo, sobre todo en las piernas. O bien, no incrementar ese entrenamiento y suprimir esos alimentos y bebida como costumbre diaria e inmediatamente la balanza volverá a esos menos dos kilos antiguos.
Por otra parte, nuestro régimen alimenticio de corredores no puede ser el erial nutritivo y vitamínico en que se convierte la dieta de personas que se obsesionan con las dietas milagro. Sencillamente porque nuestro esfuerzo diario necesita un alimento contundente que contenga los suficiente hidratos, grasas saludables y proteínas que nos permitan mantener ese ritmo explosivo que supone acabar la semana por encima de los cuarenta kilómetros. De ahí que quienes corremos no debamos estar obsesionados con la delgadez sino con la eliminación de la grasa innecesaria y la consiguiente estimulación de la estructura muscular que evitar lesiones y otros problemas indeseados.
¿ Cómo lo veis ?

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...