Han transcurrido unos pocos días desde la maratón sevillana, pero ya me siento prácticamente recuperado. Desaparecieron esta mañana los molestos -aunque no intensos- dolores, sorprendentemente, con mucha más rapidez de la estimada, y he de decir, por tanto, que mi recuperación ha sido inmejorable.
De ahí que me atreva con la siguiente aseveración: no será la última maratón que haga. Sí, reconozco que hubo un momento nada mas acabar la prueba en el que me dije que probablemente no asumiera más entrenamientos intensos ni hiciera más esta prueba, pero al día siguiente comenzaron a aflorar las buenas sensaciones y contemplaba esos entrenamientos con cierta nostalgia. Se olvida el sufrimiento porque la mente es selectiva y perduran esas buenas sensaciones. Es por eso por lo que nos enganchamos a estas proezas atléticas.
Además he decir que creo haber interpretado bien esta distancia.
Cuando corrí mi primer maratón en Madrid, el estado de confusión sobre ritmos, kilómetros u otras cuestiones, era caótico. No pude pensar con claridad ni durante la carrera, ni tras finalizarla; pero ahora sí tengo mucho más claros los conceptos.
Probablemente, no articularé una futura carrera de 42 kilómetros pensando en la marca, pero sí podré mejorar en cuanto a estrategia y diseño de la misma. Es lo más importante que aprendí el domingo en Sevilla.
Por tanto, probablemente le toque el turno a Valencia el año próximo. O, tal vez, a Barcelona.
En otro orden de cosas, he de decir que esta semana no daré un paso y en la misma medida no desdeñaré alimento alguno por muy calorífico que este sea. Sé muy bien que el desgaste físico de un maratón comienza en el momento en el que se cruza la meta. El sistema inmunológico queda tocado y la musculatura extenuada y son aspectos que hay que cuidar sobremanera si no queremos convertirnos en vulnerables.
Ya habrá tiempo de comenzar a trotar la semana próxima cuando el cuerpo y la mente se encuentren en condiciones más favorables.
Como retos próximos tenemos la dura prueba de Loja y la Media Maratón de Málaga. A esta última, con toda probabilidad, llegaré con lo puesto, pero sí me gustaría acudir a Málaga en mejores condiciones.
En estos momentos el fondo físico está en su momento idóneo, por lo que no sería mala idea intentar trabajar la velocidad las semanas previas a la prueba malagueña.
Lo positivo de acabar una dantesca prueba con reservas y conservadurismo es que inmediatamente surgen las buenas sensaciones y se olvida el sufrimiento. En eso no erré y en estos momentos celebro que así fuera.
De ahí que me atreva con la siguiente aseveración: no será la última maratón que haga. Sí, reconozco que hubo un momento nada mas acabar la prueba en el que me dije que probablemente no asumiera más entrenamientos intensos ni hiciera más esta prueba, pero al día siguiente comenzaron a aflorar las buenas sensaciones y contemplaba esos entrenamientos con cierta nostalgia. Se olvida el sufrimiento porque la mente es selectiva y perduran esas buenas sensaciones. Es por eso por lo que nos enganchamos a estas proezas atléticas.
Además he decir que creo haber interpretado bien esta distancia.
Cuando corrí mi primer maratón en Madrid, el estado de confusión sobre ritmos, kilómetros u otras cuestiones, era caótico. No pude pensar con claridad ni durante la carrera, ni tras finalizarla; pero ahora sí tengo mucho más claros los conceptos.
Probablemente, no articularé una futura carrera de 42 kilómetros pensando en la marca, pero sí podré mejorar en cuanto a estrategia y diseño de la misma. Es lo más importante que aprendí el domingo en Sevilla.
Por tanto, probablemente le toque el turno a Valencia el año próximo. O, tal vez, a Barcelona.
En otro orden de cosas, he de decir que esta semana no daré un paso y en la misma medida no desdeñaré alimento alguno por muy calorífico que este sea. Sé muy bien que el desgaste físico de un maratón comienza en el momento en el que se cruza la meta. El sistema inmunológico queda tocado y la musculatura extenuada y son aspectos que hay que cuidar sobremanera si no queremos convertirnos en vulnerables.
Ya habrá tiempo de comenzar a trotar la semana próxima cuando el cuerpo y la mente se encuentren en condiciones más favorables.
Como retos próximos tenemos la dura prueba de Loja y la Media Maratón de Málaga. A esta última, con toda probabilidad, llegaré con lo puesto, pero sí me gustaría acudir a Málaga en mejores condiciones.
En estos momentos el fondo físico está en su momento idóneo, por lo que no sería mala idea intentar trabajar la velocidad las semanas previas a la prueba malagueña.
Lo positivo de acabar una dantesca prueba con reservas y conservadurismo es que inmediatamente surgen las buenas sensaciones y se olvida el sufrimiento. En eso no erré y en estos momentos celebro que así fuera.