Doscientas siete entradas, con esta última. Es decir, a más de media entrada por día. Sin duda, mucha actividad. Mucho que contar, mucho que escribir.
Porque ha sido un año fructífero en cuanto a juntar letras se refiere: entradas de blog, artículos periodísticos, relatos (algunos de ellos finalistas en certámenes y otro premiado) y, sobre todo, muchos proyectos en el disco duro del ordenador. Algunos muy avanzados, otros en ciernes, que espero vean la luz el próximo año.
Y, también, muchos kilómetros en las piernas. Porque, como sabéis, este blog sufrió una catarsis en verano que, incluso, le llevó, incluso, a cambiar de nombre. Pero seguimos corriendo. Y mucho.
Un año en el que las lesiones me han respetado bastante y por eso han sido muchas las pruebas de competición realizadas. Bastantes medias maratones y una incursión en el trail-running -no demasiado técnico- en tierras de Fonelas y una infinidad de pruebas de menos kilometraje, algo que ha sido posible gracias a la dedicación continua al pateo de caminos, calles y carreteras, que han sumado casi 2500 kilómetros.
Y mucho cine. Y mucha música. Y mucha lectura. Todo eso lo he plasmado aquí de la mejor forma que sé.
Un año en el que he decidido de forma definitiva dejar de seguir las noticias políticas por considerar que no hay remedio; de dejar de ver los debates en televisión; de dejar de escuchar a la clase política en definitiva. Es grave tomar esta decisión en una llamada democracia, pero así hemos decidido que sea España. Por tanto, las entradas políticas en este blog han ido decayendo de forma alarmante con respecto a años anteriores ya que la ignorancia hacia esta caterva de parásitos es el mejor arma. Incluso, mejor que negarles el voto.
Un año, además, en el que el país se ha desangrado definitivamente a nivel económico y en el que la progresión en el desempleo ha sido escandalosa, llegando a tener una de las tasas más altas del horriblemente denominado 'primer mundo'. Sin duda, es el reflejo de que las cosas se están haciendo asquerosamente mal y eso mucha gente lo está sufriendo.
Por su parte, ese desangrado general, que se está llevando por delante a las clases medias, las mayoritarias del país, contrasta con el cada vez más acusado privilegio de la clase política, a la que hay que sumar la clase económica, como suelo llamar a todos estos empresarios que opinan como sacerdotes egipcios de cómo debe ir el país para que ellos sigan inflando sus bolsillos.
De la monarquía mejor no hablar. Ya se descalifica ella sola.
Un año en el que cada vez gente más brillante surgida de nuestras universidades tiene que hacer el petate y ofrecer sus servicios a la Merkel (metáfora), mientras que el parasitismo social en el país es cada vez es mayor. Un festín al que se intentan sumar quienes vienen de fuera a buscar trabajo, pero que no habiéndolo, siempre encontrarán aquí mejores condiciones que en sus tristes y rotos países. Mientras tanto, la desvergonzada clase política, tan sólo se preocupa por ocultar sus casos de corrupción y procurar que nos les pille en mal lugar si esto acaba por explotar. Sin duda, abandonaran el barco antes que nadie.
Pero, en fin, volvamos a cosas más importantes: nuestras vidas y qué haremos de ellas el próximo año.
No creo en los propósitos, pero tienen su parte de higiene mental. Por tanto, nada mejor que comenzar el nuevo año corriendo, leyendo, devorando libros, escribiendo, impregnándonos de cultura, viajando, rodeándonos de nuestros seres queridos, visionando buenas películas y series, procurando no perder el puesto de trabajo y, sobre todo, mostrarles el culo (metáfora) a todos los parásitos que nos rodean y la gentuza en general. Mientras tanto, aquí seguiremos a pesar de todo, a pesar de los pesares, como dijo el poeta. Por lo tanto, buena gente:
FELIZ Y PRÓSPERO AÑO: