21 junio 2023
30 mayo 2021
AGOTAMIENTO (DIARIO IDEAL, 30/5/2021)
22 marzo 2021
EL FRÍO GRIS DE LAS BALDOSAS (ARTÍCULO PUBLICADO EN EL DIARIO IDEAL DE GRANADA EL 22/3/2021)
El frío gris de las baldosas, es un artículo de reflexión de vocación poética publicado en el diario Ideal de Granada el 22 de marzo de 2021. Espero que te parezca interesante.
07 marzo 2021
08 noviembre 2020
ARTÍCULO PUBLICADO EN DIARIO IDEAL DE GRANADA: NADA NOS PERTENECE (6/11/2020)
NADA NOS PERTENECE
Por José Antonio Flores Vera
En momentos como los que ahora vivimos, las cosas más cotidianas y espontáneas se convierten en raras y complicadas. Comprar una barra de pan, comprar un diario o tomarse una cerveza en un bar, actos simples que ya formaban parte de nuestra idiosincrasia, casi de nuestros genes, son ahora asuntos más complicados. Acostumbrados como estábamos a creer que éramos dueños de nuestro destino o, al menos, de esos pequeños gestos cotidianos inherentes a nuestra libertad personal, no habíamos caído en la cuenta de que nada de eso nos pertenece, que todo es una especie de otorgamiento graciable de uso y disfrute y que nosotros no somos más que los usufructuarios con un derecho a goce, pero nada más. Un derecho a goce que puede ser arrebatado en el momento en el que el verdadero propietario disponga de la propiedad o bien ésta sea destruida o, sencillamente, desaparezca.
Todo de lo que no se es propietario nos puede ser arrebatado, pero incluso de lo que se es propietario. Tan solo variará la intensidad o las circunstancias. Es entonces cuando comprendemos que, en realidad, vivimos en una burbuja siempre presta a estallar, que todo pende de un hilo. Son necesarios tiempos difíciles para poder comprenderlo, porque se necesita la perspectiva suficiente. Y no ignorar que las burbujas siempre acaban estallando, esa es su verdadera vocación.
Por ejemplo, escuchaba decir a alguien hace unos días que no era posible que nos usurparan la Navidad. Me sorprendió escuchar eso porque tamaña aseveración solo puede llevar a equívocos. Podría interpretarse como que no era posible que nos prohibieran consumir y celebrar comidas navideñas, que es lo que entiende la mayoría por Navidad, pero eso no es más que una entelequia. Nada de eso es, en sí, un derecho propio, ni mucho menos personal. Nada es permanente ni estable. Y la prueba está en lo que está ocurriendo en el mundo desde marzo. Lo que habíamos entendido hasta el momento como derechos propios o personales no son más que ficciones, simulaciones de una supuesta realidad, que es posible que no exista más que en nuestra imaginación. Poder acudir a un concierto, a un restaurante, a un evento deportivo, celebrar la Navidad, la Semana Santa, poder viajar, pasar un día de playa o, sencillamente, poder pasear sin estar pendientes de límites municipales u otras limitaciones legales, no es más estable que un castillo de naipes, cosas que hacemos habitualmente porque unas reglas lo han permitido, pero que queda supeditado a otras más severas y trascendentes, que es lo que tiene vivir en sociedad.
Porque es posible que de todo lo sorprendente y novedoso que nos está ofreciendo esta pandemia la revelación de que nada nos pertenece, en realidad, sea lo más inquietante.
20 octubre 2020
25 agosto 2020
LOS ANIMALES, ASIGNATURA PENDIENTE (DIARIO IDEAL, 24 DE AGOSTO DE 2020)
No queda otro consuelo que considerar al perro vagabundo Timple como una especie de mártir que expíe la culpa de esta sociedad que abomina hasta de sus animales más cercanos. No creo que sea necesario recordar aquí cómo ha sido asesinado en Lanzarote este animal, que no es más que un triste titular anticipatorio de lo que ocurre con frecuencia en nuestro país con otros seres de su especie o de especies distintas, porque si vamos a hablar de derechos de los animales no podemos –ni debemos– excluir a ninguno, doméstico o salvaje. Y para hablar de derechos debemos de hablar de leyes, las cuales van entrando en el Código Penal español a través de un embudo estrechísimo, hasta el punto, las más de las veces, que se interrumpe el débil goteo y eso permite que dos individuos no solo hayan sacrificado sin motivo a este inocente animal, sino que lo hayan hecho, además, con premeditación, alevosía y usando una saña pocas veces vista, con grabación de imágenes incluida. Un martirio intolerable que tan solo podría servir para lo que decía más arriba: considerar a este perro vagabundo como una especie de mártir que al fin provoque un severo repaso legal de índole penal y un verdadero rechazo de la sociedad en general a este tipo de actos e individuos, que bien podríamos llamar monstruos sin temor a equivocarnos. El Código Penal español introduce el tipo penal en cuanto al maltrato de animales domésticos y amansados en el artículo 337, estableciendo un tipo básico y un tipo agravado. En mi opinión, la pena para ambos tipos, sobre todo para el agravado, es insuficiente. El agravado (artículo 337.3) prevé una pena de seis a dieciocho meses de prisión e inhabilitación especial de dos a cuatro años, pero hay que considerar que con esos periodos de pena tan mínimos, difícilmente, un maltratador va a ingresar en prisión, a no ser que se trate de un delincuente reincidente. Cuando se trata de maltrato a otros seres más débiles el legislador no puede ir tan atrás con respecto a lo que ocurre en la sociedad.
No puedo afirmar que, comparativamente, España sea un país especialmente violento con sus animales, pero sí que es uno de los pocos que disfruta torturándolos ya sea en una plaza redonda o en esas fiestas dantescas y medievales aderezadas con buenas dosis de ignorancia y de alcohol. También puedo afirmar que, en general, y no solo en España, nos comportamos de manera violenta con las demás especies, siempre más indefensas y vulnerables. Y lo hacemos desde el plato. No recuerdo si fue Ghandi quien dijo que la violencia contra los animales comenzaba en el tenedor, porque también es violencia legalizada y consentida todo ese crimen diario sordo e invisible infligida a los millones de seres vivos que pasan por los mataderos industriales para calmar nuestros apetitos, que no es más que un eufemismo. Creo que fue el Nobel de Literatura Coetzee quien aludía a la necesidad de mataderos de cristal, que haría visible los horrores que dentro ocurren para comprender por qué algo troceado que se vende en los supermercados y carnicerías no es más que la parte de un todo que un día tuvo vida y si hay vida hay felicidad, tristeza y miedo.
Desde hace miles de años el ser humano decidió que el animal no estaba ahí para otra cosa que para ser utilizado en cualquiera de las manifestaciones que le fuera posible aprovechar. Lo ha utilizado para trabajar, para vestirse, para divertirse, para comer, para desplazarse...Sin embargo, pocas veces le atribuyó un rol distinto a ésos. Apenas ha cambiado nada desde entonces; es más, en ciertos sectores la violencia se ha incrementado. Consiguió, en parte, cambiar esos roles el perro, pero aún en nuestros días este fiel animal sigue siendo utilizado para todos esos quehaceres que enumero, sin excluirse el de alimentar, algo común en algunos países asiáticos, si bien esa cercanía no ha evitado que el resto de los animales sigan adscritos a esos roles nada agradables que se le asignaron, porque el ser humano suele tener mucha capacidad para dejar de ver lo que es evidente. Y la evidencia actual no es otra que la humanidad aún sigue ejerciendo la violencia contra los animales, algo mitigada por las leyes y actitudes individuales personales de, todavía, pocas personas que han podido ver la realidad que está más allá de la presencia del animal entre nosotros.
Soy de la opinión que una sociedad evoluciona en la medida que va dejando atrás fórmulas anacrónicas y tradiciones arcaicas y violentas, y sobre todo protegiendo a sus seres más débiles, más susceptibles de ser aniquilados por el propio hombre, pero siempre será un fracaso de la sociedad que asesinatos como el que ha sufrido Timple sigan ocurriendo. Una sociedad que suele mirar hacia otro lado o sencillamente no mirar ante el sufrimiento del animal, que se autoengaña pensando que su paso por esos campos de concentración modernos que son los mataderos industriales es un tránsito sin sufrimiento ni tortura o que ha nacido para morir en una plaza, o cualquier otro espectáculo público, o para ser herramienta de carga o para utilizar su piel para vestirnos, en definitiva, para aprovechar todo lo que sea posible de él, porque para todo eso ha nacido. Pensar así es negar la vida, negar a un ser vivo, que en absoluto ha nacido para nada de eso. Pensar así –insisto– es un rotundo fracaso de la sociedad. Y este fracaso es de todos, de quienes no quieren mirar y conocer la realidad, y de quienes no quieren educar y legislar.
26 agosto 2017
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