Albergo un sentimiento de rabia hacia todo lo que está pasando con esta crisis, que en absoluto tiene carácter de pasajera.
El Congreso de EE.UU no ha apoyado el "Plan de rescate" de la Administración Bush, que suponía inyectar en agujero financiero 700.000 millones de dólares, y los bancos están cayendo como chinches. Pero no sólo los norteamericanos, también lo están haciendo algunos europeos, pero ¿cuál puede ser el verdadero efecto de estas caídas? ¿Lo sabemos, nosotros, simples ciudadanos? ¿Lo sabe alguien? El otro día me decía Paco - Compae- por teléfono que tiene inquietud de que un día el banco le diga que ha perdido sus ahorros. Ese miedo puede ser genérico.
Durante muchos años el sistema económico, pero también el político y el social, han estado errando. Lo importante era ganar dinero, pedir una cantidad ilimitada, ya sea para comprar viviendas o comprar cuatrosporcuatros; dinero negro por doquier, endeudamiento de ciudadanos, empresas y Administraciones Públicas. Todo valía, incluida la devastación de todo trozo de tierra, fuera de la naturaleza que fuera, y que pudiera posarse un ladrillo. Aquí el tonto era el que no tenía una inmobiliaria y se forraba. Lo hacía hasta el tonto del pueblo.
Ahora todos esos que miraban desde lo alto de sus todoterrenos, aquellos que engalanaban a sus señoras con abrigos de visón -muertos, para suerte de ellas-, se están dirigiendo a los Estados en busca de ayuda, para que les remolquen a aguas menos violentas como si de pobres pescadores de Barbate fueran. Y todo ha de pagarlo el ciudadano, el contribuyente.
Tengo una ida mejor: rebusquemos en los paraísos fiscales, a ver si estos probos ciudadanos cuentan con alguna calderilla.
El Congreso de EE.UU no ha apoyado el "Plan de rescate" de la Administración Bush, que suponía inyectar en agujero financiero 700.000 millones de dólares, y los bancos están cayendo como chinches. Pero no sólo los norteamericanos, también lo están haciendo algunos europeos, pero ¿cuál puede ser el verdadero efecto de estas caídas? ¿Lo sabemos, nosotros, simples ciudadanos? ¿Lo sabe alguien? El otro día me decía Paco - Compae- por teléfono que tiene inquietud de que un día el banco le diga que ha perdido sus ahorros. Ese miedo puede ser genérico.
Durante muchos años el sistema económico, pero también el político y el social, han estado errando. Lo importante era ganar dinero, pedir una cantidad ilimitada, ya sea para comprar viviendas o comprar cuatrosporcuatros; dinero negro por doquier, endeudamiento de ciudadanos, empresas y Administraciones Públicas. Todo valía, incluida la devastación de todo trozo de tierra, fuera de la naturaleza que fuera, y que pudiera posarse un ladrillo. Aquí el tonto era el que no tenía una inmobiliaria y se forraba. Lo hacía hasta el tonto del pueblo.
Ahora todos esos que miraban desde lo alto de sus todoterrenos, aquellos que engalanaban a sus señoras con abrigos de visón -muertos, para suerte de ellas-, se están dirigiendo a los Estados en busca de ayuda, para que les remolquen a aguas menos violentas como si de pobres pescadores de Barbate fueran. Y todo ha de pagarlo el ciudadano, el contribuyente.
Tengo una ida mejor: rebusquemos en los paraísos fiscales, a ver si estos probos ciudadanos cuentan con alguna calderilla.