Muchos de vosotros-as, a estas horas del domingo, probablemente tecleéis esta dirección virtual -o probablemente la tengáis en favoritos- para consultar la crónica de la prueba de Armilla, que como es habitual suelo hacer tras cada prueba. Pero no la hay.
A la hora en que probablemente el arco hinchable de meta -que nos acompaña en todas las pruebas del Circuito de Diputación- estuviera desinflado y plegado, iniciaba una tímida ruta de algo menos de seis kilómetros por un camino -alejado aún de asfalto- blando de tierra tras un mes justo sin correr -excepto una ligera y precipitada escaramuza que no resultó-. La idea era probar cómo se comportaría ese gemelo derecho tras la microrrotura fibrilar que acabó por detenerme el pasado 4 de enero.
Y es que mi ritmo ahora es muy otro, totalmente alejado de competiciones ni nada que se le parezca. Así han de transcurrir mis días deportivos en estos tiempos y así deberán de seguir hasta que la lesión desaparezca y la forma vaya poco a poco apareciendo.
Pero no tengo prisa alguna, es más no experimento mono alguno por correr en competición alguna. Uno sabe a estas alturas que cada cosa tiene su tiempo.
Sin embargo, tras la corta ruta de hoy a un ritmo de 5'30'' el mil, todo indica que la recuperación esta casi completada. No ha habido dolor alguno, si acaso unas apenas imperceptibles molestias, algo lógico cuando se trata de ejercitar una zona que ha estado dormida por la lesión.
Por lo pronto, hay que ir poco a poco acumulando kilómetros - sin salvajadas, eso sí- y siguiendo con los estiramientos, el frío, el electroestimulador y el automasaje, que una vez lo controlas puede hacer milagros como el otro día me decía Paco Moreno, jugador que fue del Guadix y del Granada y que de eso sabe lo suyo.
Por tanto, no voy a hacer planes para la próxima prueba en Albolote, de aquí a un par de semanas. Si estoy para correr lo haré eliminando todo ánimo competitivo, es decir, tomando la carrera como un entrenamiento de rodaje algo que nos cuesta mucho llevar a cabo cuando se trata de una prueba porque, sin quererlo, nos electrizamos y nos dejamos llevar por el ritmo de la prueba, que casi siempre se convierte en algo similar a un buen entrenamiento de calidad.
Seguiré alternando, eso sí, correr con la MBT, porque sigo en el propósito este año de restar algún tiempo a correr para concedérselo a los pedales.
Satisfecho, eso sí, por poder decir que de nuevo vuelvo a los caminos.