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21 enero 2012

CONTINUO CON LA MTB

Últimamente me está enganchando este deporte. A dosis pequeñas, pero hay enganche. Y lo percibes porque disfrutas en lo alto de la bici, buscando nuevas rutas, metiéndote por lugares que normalmente no frecuentarías por otros medios y terminando con buenas sensaciones, sin apenas cansancio y con ganas de inmiscuirme por nuevos lugares y descubrir nuevas rutas.
La de hoy sábado, 21 de enero, ha sido corta pero intensa. Para la cual me ha servido en gran medida una de las rutas que suelo hacer corriendo, si bien con ciertas variaciones que sólo sería posible ejecutarlas con una bicicleta de montaña: definitivamente me "he perdido" entre olivos, alejándome de caminos y servidumbres de paso. Y tan sólo he vuelto al redil del camino cuando he encontrado las huellas de algún tractor o oruga, que son frecuentes en esta época de recolección. Sabía por dónde estaba pero no exactamente dónde.
En definitiva ésta ha sido la ruta llevada cabo: saliendo desde la parte alta de Pinos Puente, me he dirigido a Caparacena y desde allí hacía el Pantano del Cubillas, si bien mucho antes de llegar a este gran embalse he doblado hacía un viejo conocido camino de olivos, que es la zona por la que he decidido "perderme". Desde allí he vuelto a Pinos Puente y he completado la ruta dirigiéndome hacía Búcor, ya en los Montes Orientales, volviendo de nuevo a la estación base, en Pinos Puente. 

Aquí está la ruta marcada por el Forer y alguna que otra foto ilustrativa:
Visto así este camino entre olivos da cierto vértigo, pero no, se trata de un buen terreno para rodar.
Este terreno ya no es tan bueno. Por su orografía y su subida se convierte en duro. De esa manera inicié la ruta al margen de caminos señalados. Fue una experiencia impresionante, sin patrón previo.

Cuando corro o cuando voy en bici esta vista del Peñón de la Mata siempre me ha parecido bellísima.

La fusión entre la bici y este ajado olivo es perfecta. Pareciera que hayan estado siempre unidos.
La Ermita de Búcor -que pudimos ver en la distancia en la anterior ruta- tiene un porte neogótico muy bello.

15 enero 2012

CUANDO EL DEPORTE ES, TAMBIÉN, UN REGALO PARA LA VISTA

Como todo en la vida, en el deporte, lo importante es la acción, la constancia, la aseveración, ponerse en marcha, en definitiva. 
Si en la anterior entrada escribía que había sido cuestión de justicia poética volver a la MTB, nada podía más corroborar esa afirmación que pedalear de nuevo al día siguiente y volver a montar a lomos de ese vehículo de fina estructura que te lleva lejos, por lugares recónditos y, a veces, inaccesibles. 
Interesante esto de la bicicleta. Me lo pareció hace ya lustros cuando mi deporte -compartido con el fútbol- era el ciclismo de carretera. Con este tuve mis mejores sensaciones que tan sólo he recuperado, en ocasiones, con la carrera a pie. Y, seguramente, que en algún lugar de la mente ahí se conservan a pesar de los muchos años sin pedalear. Si no fuera así, no hubiera recuperado esas buenas sensaciones en esta ruta que gráficamente os dejo; una ruta que no es demasiado larga, pero sí intensa y original ya que transcurre gran parte de ella entre olivos y se adentra en cortijos y pequeñas poblaciones como es el caso de Los Olivares -cuyo nombre no podía ser otro-, pedanía de Moclín, no lejos de Pinos Puente. Así que me pareció tan bella, a pesar del día gris y frío que opté por fotografiar con el móvil algunos detalles de la misma. 
Y una idea que repetidamente me aborda: percibo que la bici podría quitarle terreno a correr en este 2012 que recién empieza. De hecho, ya comienzo a mirar en algunas páginas web la posibilidad de mejorar algunas piezas de la Specialized. El tiempo, que como sabemos es gran escultor, lo dirá.


PREPARADO Y "PREPARADA" PARA INICIAR LA RUTA. EL DÍA ES ALGO FRÍO POR LO QUE HAY QUE IR BIEN ABRIGADO.
ESTE SERÁ EL CAMINO QUE VERÉ EN LOS PRIMEROS DIEZ KILÓMETROS. SIEMPRE ME HA GUSTADO RODAR -EN BICI O CORRIENDO- ENTRE OLIVOS. EL CAMINO ES DURO Y ROTO, PERO TIENE MUCHOS ENCANTOS. ADEMÁS, NOS ENCONTRAMOS EN ÉPOCA DE RECOLECTA, POR LO QUE PARECIERA QUE LOS OLIVOS ESTÉN PLETÓRICOS DE FELICIDAD.  

REALMENTE NO SABÍA CON EXACTITUD DÓNDE ME ENCONTRABA, ASÍ QUE TUVE QUE HACER UNA LLAMADA A QUIEN YO SABÍA QUE LO SABÍA. ESTE CORTIJO PERTENECE AL TÉRMINO DE COLOMERA Y SU DUEÑO ME DIJO QUE ESTABA A UNOS CINCO KILÓMETROS DEL PUEBLO Y A UNOS DOS O TRES DE OLIVARES. OPTÉ SEGUIR HASTA OLIVARES.
LAS VISTAS DESDE EL CORTIJO "BERBE BAJO" SON EXCELENTES. SE CONTEMPLA TODO ESE MAR DE OLIVOS QUE MINUTOS ANTES HUBE DE ATRAVESAR.


LOS OLIVARES ES UN PEQUEÑO PUEBLO ENCANTADOR. HUNDIDO EN LA FALDA DE LA SIERRA DE MOCLÍN Y ATRAVESADO POR EL RÍO VELILLOS -TAMBIÉN LLAMADO COLOMERA- ES UN REMANSO DE PAZ Y NATURALEZA. 
UNOS SIETE KILÓMETROS PARA ACABAR ESTA BONITA RUTA.

LA CARRETERA QUE UNE OLIVARES -Y TIENA- CON PINOS PUENTE ES VIEJA CONOCIDA PORQUE POR ELLA SUELO CORRER DE VEZ EN CUANDO. AL FONDO SE DIVISA EL PIORNO Y SIERRA ELVIRA. EN LA FALDA ESTÁ PINOS PUENTE.  

LA ALDEA DE BÚCOR SIEMPRE ES UN REGALO PARA LA VISTA. SU CAPILLA DEMUESTRA QUE EN SU ÉPOCA FUE BASTANTE POBLADA Y ACTIVA. MORADA DE MIS ASCENDIENTES DURANTE BASTANTES AÑOS.  ES LUGAR DE HISTORIA PORQUE ES COLINDANTE AL CERRO DE LOS INFANTES, SOLAR QUE FUERA MORADA DE LA CIUDAD IBERO-ROMANA DE ILURCO.  UN PASADO GLORIOSO DEL QUE POCO SE CONOCE A PESAR DE LOS MUCHOS RESTOS ARQUEOLÓGICOS ALLÍ ENCONTRADOS.

11 enero 2012

VOLVER A LA BICI (UNA CUESTIÓN DE JUSTICIA POÉTICA)


Causa estupor comprobar cómo la vida te puede apartar, incluso, de hasta lo más sagrado para ti. Podrías dedicarte -por ejemplo- a correr dos mil kilómetros al año, confundirte con el paisaje que sueles frecuentar cuando corres, lavar miles de veces la ropa técnica como consecuencia de las muchas salidas a los caminos, sostener que si no corres, en tu vida hay ausencia de  algo, pero basta que pares unos días o unas semanas, para que la vorágine del tiempo, que es siempre olvidadizo y algo cínico, reconvenga contigo y casi te convenza que jamás has dado un paso ni te has calzado unas zapas. 
Pareciera que existiera en nuestra psique una especie de agujero negro que atrapara todo lo bueno y positivo que el correr te concede. 
En cambio, bastará con una pequeña lesión para el cuerpo la memorice casi eternamente y amenace con reproducirla. Es decir, que cualquiera diría que tenemos el enemigo dentro de nosotros mismos. 
Algo similar a lo narrado me ha ocurrido en infinidad de ocasiones cuando me he lesionado. Pero en esta ocasión, esas sensaciones las he tenido con otra otrora pasión: la bicicleta, que ha quedado algo más postergada desde que corro de manera habitual, si bien yo memoricé las buenas sensaciones, la cuestión épica del sufrimiento placentero, subiendo puertos de montaña con una bicicleta de carretera, de competición. Pero esas sensaciones han vuelto con el correr, y no precisamente con la bicicleta, si bien ahora ésta es de montaña. 
Pero sí, tenía en alguna parte de la mente cierto malestar por algo inacabado. Soy muy enemigo a no acabar las cosas y sentía que lo de la bici no lo tenía totalmente culminado, más que por otra cosa, por honestidad, por ser fiel a aquellas sensaciones tan extraordinarias que en su tiempo me otorgó este deporte. Así, que siempre que pasaba por el cuarto en el que ésta está inerte, ya con las ruedas desinfladas por el paso del tiempo, sentía desazón por no poder enfundarme la ropa técnica -de ciclismo, en esta ocasión- y hacer kilómetros, sentía que traicionaba mi padado. Pero hoy, por fin, en una mañana algo fría, pero magnífica para el ciclismo, me he quitado de golpe esa desazón y alegremente me he perdido por caminos, veredas y carreteras locales con la MTB, sintiendo que ésta también participaba de ese ajuste de cuentas, que estaba pendiente. Una cuestión de justicia poética.
No han sido mucho los kilómetros, unos treinta, pero suficientes para congraciarme con un deporte que siempre ha estado ahí en algún rincón de mi ser interior.  Sé que volverá a transcurrir tiempo de nuevo para que vuelva a montar en esa máquina agradecida y perfecta, pero por ahora ese desazón ya ha culminado.                     

25 febrero 2011

AL MENOS QUEDA EL CICLISMO

Cuando esta tarde venía con la bicicleta por uno de los caminos que frecuento cuando corro, no pude evitar pensar que el correr me resultaba extraño, lejano, a pesar de que no hace ni veinte días que calcé unas zapas. Extraño a mí, que llevo ya miles de kilómetros hechos. Fuere por la causa que fuere, correr lo presentí como algo muy distante y difícil, probablemente influenciado aún por la dolencia en la zona del calcáneo del pie izquierdo, que no es más que la reproducción de la tendinitis aquilea.



Por ahora, no estoy echando tan de menos correr porque estoy centrado en la MTB -que insisto me gusta menos que correr-, subiendo cuestas, llaneando, en definitiva, pasándolo bien y de camino intentando no perder demasiado la forma y mantener el peso lo mejor posible para cuando vuelva a correr, que no sé con exactitud cuando será.
Lo que está claro es que mientras persista la dolencia -que va desapareciendo poco a poco- correr para mí estará vetado. Cada vez, soy más prudente. De hecho, hasta ahora no he encontrado el momento para dar el primer paso, pero llegará ya que de las lesiones siempre se sale, a no ser que sea irreversible.

Salir con la MTB obedece a otras leyes distintas. Por lo general, se necesita algo más de tiempo porque utilizamos una máquina, que necesita sus cuidados mínimos. Hablamos de otro tipo de deporte, con lazos comunes con el correr, pero distinto a fin de cuentas.
No obstante, la bicicleta también puede enganchar o, de lo contrario, que se lo pregunten a esos cientos de ciclistas aficionados que se desviven por tener la mejor potencia o los mejores cambios.
Cuando comencé en el ciclismo, lo hice en el de carretera porque la MTB aún no estaba tan introducida en nuestro país. Y, efectivamente, el grupo que nos movíamos con la bici teníamos en este deporte nuestra obsesión. De hecho, comencé a dejar el fútbol - y también porque sabía que no iba a tener más futuro que recorrer equipos modestos- por la bici. Pero hablamos de otros tiempos.
Realmente no sé que ocurrirá con la lesión que arrastro. Probablemente sea la que me retire de correr, pero al menos quedará el ciclismo, que hasta ahora no se ha manifestado incompatible con la lesión.
Seguramente probaré a dar los primeros pasos a principios del mes que viene, no sin antes acudir a un par de sesiones de fisio.

25 junio 2010

UN VERANO DE PROYECTOS


Cumplida ya la segunda sesión de fisio, doy por "inaugurado" el amplio verano deportivo que espero culmine con un buen puñado de kilómetros.
Estas dos sesiones de fisioterapia han dado un excelente resultado porque tenía bastantes músculos contracturados, a pesar del adecuado desarrollo muscular que favorece que esas contracturas "en vosotros, los deportistas, sean más fácilmente eliminables", en palabras del fisioterapeuta. No obstante, si me admitis un consejo, no postergueis los masaje si no queréis sufrir como ha sufrido quien esto firma.
Por lo general, los corredores -exceptuando a algunos, envidiablemente cuidadosos-, no solemos preocuparnos por otras cosas que no sea correr: estiramos poco, calentamos poco, no reforzamos la musculatura a principio de temporada o cuando decidimos correr una prueba dura, vamos muy poco al masajista, y un largo etcétera. Si corremos sin dolor y sin demasiadas molestias, nos limitamos a correr y a poco más. Lo lamentable es que pronto llegan los problemas y las lesiones.
Por tanto, decía, comienzo ya a planificar a partir de mañana el nivel de entrenamiento que quiero llevar a cabo durante todo el verano. Por lo pronto, si me respetan las lesiones y no recaigo, me dedicaré durante dos o tres semanas al volumen kilométrico progresivo empleando un ritmo de entre 5' y 5'30 el mil. Una vez superado ese periodo, lógicamente, no perderé la referencia de la tirada larga semanal, pero comenzaré a subir cuestas con moderación inicial. Deseo fervientemente volver a subir a Tiena y al Torreón de Albolote.
Para dinamizar estas sesiones, introduciré una sesión, al menos, cada diez día de MTB, que las bicicletas son para el verano, como diría el desaparecido Fernando Fernán Gómez.
En la tercera semana de julio, aproximadamente, será un buen momento para introducir rodajes de calidad, pero deseo que éstos lleguen de una manera natural, sin forzar la máquina, que conozco las consecuencias.
En cuanto al peso, he tenido la suerte de no aumentarlo, pero es importante eliminar entre dos o tres kilos, principalmente para rodar de manera más eficaz y con menos riesgos. Porque llegarán las vacaciones y con ellas los excesos culinarios y será inevitable coger algunos kilos. Es la gran ventaja de no se un corredor de élite.
En cuanto a la competición, ésta se adormece durante el verano. Así que la única prueba que habrá que considerar es la siguiente prueba del Circuito de Diputación, la del Río Dílar, y ya esperar las medios maratones de otoño, siendo el primero si no me equivoco el del Melocotón de Guadix.
En fin, muchos proyectos y mucha ilusión depositada que espero no eche por tierra una nueva recaída, que intentaré evitar con sesiones de recuperación del electroestimulador Compex y, al menos, una sesión mensual de fisio.
¿ Qué os parece ?

07 junio 2010

VUELVO A LA MTB



Por fín, tras muchos meses de zozobra meteorológica y franca dedicación a correr, he podido hacer dos sesiones de bicicleta, que siempre aparece como si se tratara de un particular pabellón de reposo "manniano" muy necesario y útil para mis enésimas lesiones de rodilla para abajo.
Pedalear es complicado. Es duro. Es mecánico. Y entronca con un concepto del deporte muy alejado del correr, por ejemplo, porque a través del ciclismo se activa una máquina y ésta tiene sus propias leyes.
Obviamente, se avanza mucho más deprisa y los caminos, carreteras, senderos que vas atravesando tienen una urgencia superior a cuando los atraviesas corriendo. Y a los hechos me remito.
El sábado, por ejemplo, elegí hacer una ruta similar -aunque más larga- a la que suelo hacer por la Vega de Fuente Vaqueros e intentaba buscar algún parangón entre las sensaciones de atravesar esos caminos de Vega cuando voy corriendo o voy en bicicleta. Pero hay que decir que las sensaciones son distintas, es más, parecieran rutas distintas.
Igualmente el domingo por la tarde buscaba esas similitudes por una ruta idéntica a la que hago corriendo: la ruta que une Pinos Puente con el Pantano del Cubillas, para regresar de nuevo a la localidad granadina. E igualmente, nada parece igual.
Observo que las piernas no están tan habituadas a subir cuestas en bicicleta como sí lo están para subirlas corriendo: en bici sufro mucho más las subidas, probablemente por la falta de costumbre.
Pero sí observo que la resistencia aeróbica conseguida corriendo es totalmente útil para la bicicleta. Lo comprobé cuando en una recta, un ciclista que también iba en MTB, me adelantó con facilidad, mucho más acostumbrado a pedalear que yo, sin duda; sin embargo, unos metros más adelante, en una cuesta de 400 metros no tuve problemas para superarle. Comprobé que su pedaleo no era suficiente para subir a buen ritmo. Sin embargo, mi torpe pedaleo se compensó con mi mayor resistencia aeróbica.

02 septiembre 2009

PRIMERAS CAÍDAS (Y POR SUPUESTO, PRIMERA SALIDA)


Llegó el día. Veladas las armas, armado caballero y bastantes kilómetros por delante.
Mi reto era ir a Pinos Puente -y volver, claro- por dos rutas alternativas. Conocía ambas rutas por haber corrido en ellas, pero eran totalmente inéditas en bicicleta. No olvidemos que yo practicaba bici de carretera cuando aún existían los "escalapies".
Sabía que la función aeróbica no iba a ser un problema, pero estaba por ver cómo funcionarían los pies. Además, existen una serie de elementos nuevos que suceden cuando vas en bicicleta, encontrándose entre los más importantes: la sentada en el sillín, la posición de agarre en el manillar con importante trascendencia para hombros, espalda y brazos. Todo me afectó como no podía ser de otra manera en el primer día de salida.
La ruta de ida transcurrió por la zona del Pantano del Cubillas hasta Caparacena y desde allí a Pinos Puente. Una ruta que inicié -para evitar la autovía- por la localidad de Albolote a través del acceso al Torreón. La llegada a Pinos Puente fue cómoda y rápida y la satisfacción por el primer objetivo cumplido era celebrado interiormente. Además llegaba a mi pueblo de una guisa muy distinta a la de corredor: el casco y las extrañas zapatillas provocan extrañeza en tí también, además de en quienes te observan por primera vez.
La Specialized respondió bien, muy bien. Los cambios de marcha los hace con precisión a pesar de que algún desajuste aflora -algo que ya me advirtieron en la tienda- hasta que la máquina no se acople completamente. El primero - el segundo es el de los pedales como a continuación explicaré con detalle- consiste en un leve rozamiento del freno de disco de la rueda delantera. Además, como comentó Abel, habrá que ir poco a poco ajustando la altura del sillín y manillar hasta ir completamente cómodo.
La vuelta la ejecuté a través de la Vega, siguiendo el curso inverso del Río Genil. Con entrada desde el camino que comienza a espaldas de la Cruz de Granada. Desde allí hasta Pedro Ruíz, cercanías de Santa Fé y Vegas del Genil y finalmente entrada a Granada a través de la zona de PULEVA. Una ida algo más larga que la vuelta y algo más tortuosa: por el calor, por el cansancio, por los baches del camino, un poco por todo. En total, entre 45 y 50 kilómetros, quizá demasiados para un debút.

LAS CAÍDAS



He caído. En tres ocasiones. Caídas todas ellas cuando estaba detenido. Caídas debidas a la poca pericia o poca regulación de los pedales automáticos.
La primera caída y más aparatosa que ha costado una fabulosa rozadura en el codo izquierdo fue en mi propia calle, a los dos minutos de coger la bicicleta. Me detuve y no tuve tiempo para sacar ambas piernas. Fue casi una caída en cámara lenta. Y como en la novela de García Márquez, "Crónica de una muerte anunciada", segundos antes ya sabía que iba a caer. Luchaba agónicamente por sacar ambos pies pero no hubo tiempo. Caí por el costado derecho y le serví de colchón a la bicicleta. Incluso en el suelo aún seguía con la pierna derecha introducida en el pedal automático. Sin duda, hay que regular esos pedales.
No hubo numerosos testigos a esa hora. Tan sólo un operario de mudanzas. La caprichosa fortuna quiso que esa empresa de mudanzas fuera "Mudanzas Cariño" (una conocida empresa granadina, en concreto de mi pueblo: Pinos Puente). Y digo caprichosa fortuna porque mi maillot refleja el nombre de esa marca. Probablemente el operario hubiera sentido alguna forma de orgullo cuando me vió pasar bien ataviado haciendo publicidad de su empresa. Orgullo que seguramente se tornó desdén ante esa ridícula caída. Así de dual y cambiante es la realidad.
La segunda caída fue ya en Pinos Puente, cuando enfilaba en dirección al camino que está justo a espaldas del Restaurante de Granada, fue la más espectacular y la que más público congregó. En mi fuero interior no tenía previsto ofrecer dos sesiones el mismo día -aún me quedaría otra-, pero la realidad se impuso.
He de decir en mi descargo que una furgoneta de Seur -ya me quejé ante Emilio que allí trabaja- tuvo parte de culpa: en la rotonda de salida a la carretera nacional de Córdoba, la furgoneta se cruzó delante de mí y tuve que frenar en seco y, claro, no me dió tiempo de sacar los pies de los pedales y caí, con el saldo a mi favor, en esta ocasión, de la rodilla derecha desollada.
En ese momento cuatro o cinco vehículos esperaban su turno para salir a la carretera y enfrente está el Restaurante La Cruz de Granada; de manera que esta segunda actuación sí tuvo numeroso público.
Cuando caes de esta forma tan ridícula, lógicamente el sentimiento es ridículo e inmediatamente piensas en lo que pensarán los demás. Gracias a que ayer hubo una caída en masa en la Vuelta Ciclista a España (sin desgracias que lamentar, por suerte) y probablemente todos mis espectadores en ese momento pensaran que son gajes de la bicicleta. Así que se guardo un respetuoso silencio, excepto en un caso. Un hombre que iba de copiloto en un coche al llegar a mi altura preguntó si me había pasado. No, le contesté.
"¿Te ha pasado algo?" preguntó, creyendo yo descubrir en el tono de su pregunta una aseveración en el sentido de que esa caida formaba parte de mi afición. Eso me satisfizo.
Aún quedaba otra caída. Ésta fue unos quince minutos más tarde. En el anejo santaferino de Pedro Ruiz, justo antes de enfilar el camino del río Genil que me conduciría casi en línea recta hasta Granada, como recordarán algunosa amigos de Las Verdes.
Eran más de las 12,30 y necesitaba algún líquido. Así que pasé por un bar de esta pequeña localidad y me detuve en seco. De nuevo no reparé en que tenía que haber sacado antes los pies y volví a caer justo en la puerta del bar.
Esta acción ya se estaba convirtiendo en repetitiva y me acordé de la excelente película "Atrapado en el tiempo".
Curiosamente en esta ocasión no me lastimé porque ya había ensayado a lo largo de la mañana. Es más, fue una caída elegante, casi un amago.
Una caída, ni por asomo tan espectacular como la anterior. De hecho, dos operarios que estaban muy cerca ni siquiera se percataron. Me alegré de ir quedándome sin público.
Pudo haber una cuarta ya en Granada, pero ya iba prevenido. Prevenido y porque pude asirme a una señal de Stop, justo en el momento en que conseguía despegar los pies de los pedales. Lógicamente, hasta llegar a casa, todo fueron precauciones y opté por no dejar que el mecanismo atrapada la zapatilla. Un pedaleo mucho más incómodo pero más seguro.
Con tres funciones ya había cumplido sobremanera.
Lógicamente, habrá que regular esos pedales porque cuando caes es aconsejable levantarse con más fuerza.
Y, por supuesto, acepto con deportividad estos inconvenientes: nada es tan inherente al deporte como cierto riesgo. Esto está en "nuestra nómina".

01 septiembre 2009

TODO PREPARADO



Como todos sabemos, el correr me ha dado la espalda por ahora. Y, claro, no podía quedarme a la espera de que se congraciara conmigo como si se tratara de un dios griego ante la desesperación de Ulises -Odiseo- por volver a casa. Así que ya está el equipo dispuesto y preparado.
Habrá que velar armas esta noche como hiciera D. Quijote, en la noche oscura ante el negro pozo de la venta (en la que hidalgo castellano veía todo un señorial castillo), para lograr ser armado caballero.
En esta ocasión el caballo (si es que al escuálido y abnegado Rocinante se le podía llamar de forma tan generosa) será "la burra" como diría Paco. La misma que soportará mañana mis torpes maniobras por los caminos de la Vega.
El reto es llegar a Pinos Puente, pero todo está en el aire.
La bicicleta ya la conocéis, si bien ahora tenéis en la imagen la original, recién traída de la tienda; además también conocéis la modesta equipación, por lo que ahora en este nueva foto os presento lo que serán mis zapatas técnicas de marca Gaerne, de tan nostálgicos recuerdos de sus primas hermanas y el casco, de marca Catlike, necesario para montar en MTB.
Tal vez demasiada equipación para tan modesto aprendiz de ciclista.

28 agosto 2009

UN NUEVO SENDERO


Esta es la MTB (idéntica incluso en color) por la que me he decantado,
MARCA: Specialized
Modelo: Hardroc P-2 All Mountain
Una bici que para comenzar a pedalear es impresionante.

Correr es mi pasión. Siempre lo será. Es mi máxima prioridad. Pero todo eso está en el sendero de los sentimientos.
Por eso hay que estar abierto a nuevos senderos.
El río desde que lo observó Heráclito, nunca es el mismo. Y el río al que se refería el filosofo presocrático no podía ser otro que la vida. Y esta cambia, es variable. No siempre lo que deseamos está en consonancia con la realidad de lo que es.
Por eso he decidido abrir un nuevo sendero y ese sendero se se simboliza en un nombre: Specialized, una solvente marca norteamericana dedicada a hacer bicicletas de calidad.
Un sendero que se torna ilusionante (no en vano yo comencé en el ciclismo de carretera) y retador.
Por mi forma de pensar siempre aplico el dicho chino de "no llorar sobre la leche derramada". Intento ser positivo, buscar nuevas puertas si se han cerrado otras. Mantenerme siempre activo mentalmente y físicamente porque mantenerse inactivo crea un mal hábito en nosotros.
Cuando hice mi último entrenamiento y el antepenúltimo pude casi vislumbrar que la tendinitis en el Aquiles iba en serio. Que no se trataba en absoluto de una pasajera microrotura en el soleo o en el gemelo de las muchas que he tenido, sino que se trataba, en cambio, del deterioro de uno de los músculos más poderoso que poseemos. Y si se resiente es que está realmente fastidiado. Todo eso lo comprendí de golpe.
Había que buscar un deporte alternativo y menos agresivo para los miembros inferiores, y en ese aspecto gana por goleada la bicicleta a la que -en el fondo- siempre he deseado volver.
A las tiendas que he ido a preguntar siempre he ido con la siguiente etiqueta de presentación: "busco una bici de montaña para descargarme de mi entrenamiento primordial, que es correr". Y en función de esas características me aconsejaban los vendedores de marcas, características y demás circunstancias.
Pero dicho esto, ha de quedar claro que mi prioridad elemental sigue siendo correr. Lo intentaré hasta la última esencia, pero por si el experimento no fuera bien, ahí se encuentra ya la bicicleta, que en ese caso ya pasaría a ocupar el entrenamiento prioritario.
Por lo pronto -en la línea de todo lo que emprendo- ya estoy profundizando en el mundo MTB a través de revistas especializadas y testimonios directos y digitales, además de vuestra siempre inestimable ayuda de los que ya sois expertos en la materia, que ya estoy recibiendo.
Pero todo esto no son más que palabras. Lo importante es que pueda compaginar ambos deportes, siendo siempre prioritario correr. Espero que así sea.

NUEVOS PROYECTOS LITERARIOS YA CONSOLIDADOS

  Me refiero a nuevos proyectos literarios ya consolidados, porque por su propia naturaleza un proyecto no es otra cosa que una intención qu...