Me preguntaba inquieto en la anterior entrada acerca del enigma de ese "miura" que parecía dispuesto a empitonarme, como si de un encierro de un día de S. Fermín se tratara, tal y como acertó a comentar mi amigo Paco. Pero el enigma se resolvió a media mañana porque el verbo se hizo carne y apareció el susodicho, que no era otro que nuestro buen amigo Rafa Bootello, al que adelanté casi cadáver en la subida a Dílar pero, como una suerte de "Ave Fénix" resurgió de sus cenizas y se lanzó a tumba abierta por esa larga y calurosa carretera que nos conduciría a Otura, mientras que yo -con fuerzas he de reconocer-, no gustándome en demasía las bajadas y teniendo tendencia a frenarme en ellas, me dediqué a disfrutar de las buenas sensaciones de la subida y a contemplar las amapolas ya casi secas del arcén de la carretera, totalmente ajeno a lo que se estaba fraguando detrás de mí; ausente a ese resoplido tauromaquio que surgía de un excelente y abnegado corredor, el cual me pasó -como ya adelantaba en la entrada anterior- unos metros antes de la meta como alma que huye del diablo, como una especie de ciclón humano que sólo había contemplado en algunas películas de cómics de superhéroes; como una especie de minero asturiano ante la oposición de las fuerzas antidisturbios; como una fiera salvaje que pareciera acabará de abrírsele su jaula y no quisiera ni perder un segundo para recuperar su libertad.
Rafa Bootello. Un gran tipo, siempre dispuesto a entablar una conversación amena de cualquier asunto o crítica con el poder establecido. Granadino de raza del Zaidín, granadinista hasta la médula, en proporción similar a su vocación de corredor. Presente en todas las pruebas de fondo y ajado en maratones y subidas al Veleta. Estoy convencido que si a algún aficionado a esto del correr hubiera que darle el título de la profesionalidad y la dedicación, el candidato principal sería Rafa Bootello.
Pero volviendo a su grandiosa entrada en la meta de Otura. Pruebas gráficas hay del estupor que causó su puesta en escena en meta, su energía, su decisión, su sprint final, algo que ya se barruntaba en las fotos anteriores, gentilmente hechas por Paqui. Pero qué mejor unas imágenes que mil palabras. Vean, vean: