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14 agosto 2015

NUEVAS REFLEXIONES EN TORNO A ILURCO Y LOS RESTOS ROMANOS DE LA VEGA DE PINOS PUENTE

Cuando entreno por la Vega, en todo momento tengo a la vista el Cerro de los Infantes e intento mirar con los ojos de hace más de dos mil años. Y cada vez que lo observo más convencido estoy que es un 'Oppidum' perfecto para los esquemas de los antiguos 'bastetani', que poblaron el mismo. El 'Oppidum' es un término latino que designa un lugar elevado, una colina o meseta, que habitualmente cuenta con defensas naturales, pero también con las que aporta la mano del hombre. Un lugar desde el que se puede controlar los cultivos y la corriente fluvial, así como lugar de vigilancias de incursiones enemigas. Además, solían contar con una corona plana, tipo meseta. 
De acuerdo con estas características, el Cerro de los Infantes, cumple con todos esos requisitos. Un vasto dominio sobre los cultivos de la vega que explotaban y a sus faldas un río, que por entonces, debió ser mucho más amplio y más dotado de fauna acuífera. 
Lógicamente, el acceso al 'Oppidum' no era nada fácil para los hipotéticos enemigos. No muchos, hasta la llegada de Roma. 

Un ejemplo de 'Oppidum'
Los pueblos que vivían en Iberia, por lo general, circunscribían su actuación a su propio territorio. Actuaban como ciudades-estado se podría decir, y a pesar de que se caracterizaban por ser buenos guerreros, raras veces invadían fronteras de los otros. Es más, de lo poco que se conoce sobre el 'modus vivendi' de estos pueblos, toda vez que no solían dejar nada escrito sobre su existencia, se sabe que solían nacer y morir en su propio poblado y pocas noticias tenían de sus pueblos hermanos, por cerca que estuvieran. Las pocas noticias que tenían, casi siempre eran portadas por comerciantes griegos y fenicios que se aventuraran a penetrar en el interior, ya que por lo general eran pueblos que solían comerciar sus mercancías en las ciudades de la costa, mucho más importantes, caso de Gádir, Abdera, Malaka o Sexi. No obstante, había ciudades importantes en el interior -no sabemos si lo era Ilurco-, tales como Orisia, cuyas ruinas se han encontrado cerca de la población de Vílchez, en la provincia de Jaén, o bien Cástulo, cerca de Linares y Obulco, la actual Porcuna, también en Jaén, entre algunas otras. También se podría considerar una ciudad importante -más que nada por la impronta que tuvo esta ciudad para pueblos posteriores-, Iliberis, cerca de Atarfe, pero también con parte en el término municipal de Pinos Puente. Sobre el pasado ibérico de esta ciudad hay dos versiones. Gómez Moreno la ubicó inicialmente en Atarfe, pero posteriormente rectificó y afirmó que era el origen de la actual Granada, en la zona del Albaicín.
Pero volviendo a Ilurco, decía al principio que ese 'oppidum' es perfecto, de libro. Y así debió ser como lo vieron los primeros invasores romanos. 
Con ocasión de la aparición de los restos romanos junto al puente de Alitaje, a un kilómetro de Pinos Puente -y sobre los que escribí aquí hace poco-, he reflexionado sobre la impronta de Roma en esta zona. 
Restos hallados junto al Puente de Alitaje, en la Vega de
Pinos Puente (Foto de J.A. Flores)
 Estos restos, junto a los hallados hace años a tres kilómetros, en Ánzola, demuestra que Roma perpetró su mecanismo habitual desde que decidió venir a Hispania -como le llamaron- para ver qué podían sacar por aquí. Y su mecanismo habitual no era otro que 'civilizar' a su forma las ciudades prerromanas que fueran encontrando a su paso. Lo tuvieron más o menos fácil en toda la península, pero no tanto en la cordillera cantábrica, tierra de astures, cántabros y vascones. Esta zona del norte les costó algo más.
Sin embargo, hay que decir que las formas con las que intentaban conquistar eran más o menos educadas. Eso era así si había aquiescencia del pueblo candidato a conquistar. De lo contrario, no dudaban entrar a cuchillo e invadir por la fuerza. Ese fue el caso de Numancia, a cinco kilómetros de Soría, poblado arévaco que tardaron en conquistar quince años y cuando lo consiguieron se encontraron a un pueblo que se había lapidado, autodestruido, antes de verse conquistado. También fue el caso de Astapa -la actual Estepa- y Calagurris -la actual Calahorra-, si bien estas dos ciudades en menor número de años que la primera.
Por tanto, se supone, que por aquí, por el sur, como era habitual. tanto en la turdetania como en la bastetania, e incluso la oretania, la conquista era rápida. Si había acuerdo con los reyerzuelos locales -a cambio de prebendas, claro está- y si la ciudad era importante, no dudaban en darles el apelativo jurídico de 'municipium'. Es eso lo que pasó con Ilurco al que denominaron 'Municipium Ilurconense'. Por tanto, superado ya ese fácil trámite, no pensemos que Roma se asentó en el 'Oppidum', es decir, en el Cerro de los Infantes. 
Es posible que dentro del 'Oppidum', residieran la mayor parte de los antiguos pobladores de Ilurco, aunque, en mi opinión, también debía de haber casas desperdigadas en torno al Cerro. Sin embargo, el pueblo romano no tenía necesidad de vivir en lugares de difícil acceso, por la sencilla razón de que no tenían enemigos. Sí, existía una potencia amenazante, Cartago, pero ésta ya fue liquidada en la Segunda Guerra Púnica (218-201 antes de la era cristiana). Por tanto, su lugar ideal para vivir es en zona llana a la que gracias a su ingeniería avanzada llevaban agua y mercancias, dada su buena red de calzadas.  De hecho, pensemos en las grandes ciudades españolas sedes de su Imperio: Córdoba (Córduba), Santiponce (Itálica), Emérita Augusta (Mérida), Tarraco (Tarragona), Cesaraugusta (Zaragoza),...todas ellas en lugares llanos, sin necesidad subir grandes cuestas o caminos inaccesibles. 
Eso nos lleva a la posibilidad más que real que tras tomar Ilurco buscaran construir sus casas y palacios en el entorno de la Vega más cercana al Cerro de los Infantes. 
Si el observador curioso pasea por la zona de la Vega cercana a Pinos Puente verá como la franja que hay entre Ánzola y el lugar en el que han aparecido los últimos restos está en línea recta y siempre se tiene a la vista el Cerro de los Infantes. Eso nos puede llevara a la conclusión -y estoy seguro que los arqueológicos lo saben- que en esa franja de tres kilómetros aproximados de longitud se encuentren aún bajos los campos fértiles muchas y más importantes ruinas romanas. De hecho, siempre han aparecido trozos de tejas -que bien podrían ser tégulas romanas- cuando se araban esos campos.
Claro, es tan sólo una opinión, basada en la observación, contrastándola con lo que se conoce sobre las costumbres de estos pueblos.  

Por José Antonio Flores Vera

25 julio 2015

EL CASTILLO DE BELILLOS -O VELILLOS- DE PINOS PUENTE



            El Cerro de los Infantes ha sido a lo largo de la historia un crisol de culturas, restos arqueológicos, hechos y acontecimientos importantes. Al margen de su procedencia -que deriva de la Edad del Cobre y llega hasta la época medieval, pasando por el periódico pre-ibérico, ibérico y Romano Imperial-, cuenta con un hecho histórico, quizá el más conocido, y que fue el que dio  nombre al Cerro. Está constatado que el 25 de junio de 1319 se produjo el hecho conocido como Desastre de la Vega, en el que murieron los Infantes Juan y Pedro, ambos de Castilla, en su guerrear contra las tropas del potente ejército del rey nazarí Ismail I. Estos Infantes pertenecían a la élite de la familia real castellana; de hecho eran los tutores de Alfonso XI, bisnieto del poderoso rey Alfonso X, conocido como El Sabio, por sus muchas contribuciones a la ciencia, literatura y traducción. De manera que muy importante debió ser esta batalla para que el ejército castellano estuviera capitaneado por estas dos altas autoridades en persona. No obstante, las hostilidades castellanas no cesaron, pero hubieron de transcurrir otros 173 años para que Granada fuera tomada por la descendiente de aquellos antiguos reyes castellanos, Isabel, Reina de Castilla, unida en matrimonio con Fernando, heredero del Reino de Aragón, que por aquel entonces pasaba por ser uno de los reinos más potentes de la península ibérica, con importantes posesiones territoriales tanto en España como en Italia.
            Volviendo al Cerro, hay que decir que existe datación arqueológica e histórica de restos de lienzos de muralla que se han datado como del Bronce Pleno, aunque en tiempos de íberos y romanos se yuxtapusieron construcciones, descubriéndose éstas sobre todo en el entorno de la Corona del Cerro. Incluso, en la Corona, se puede observar como una especie de foso, que al parecer podría ser una cisterna, o bien un horno para cocer cerámica. La cerámica no era un aspecto fuerte en la civilización íbera, por lo que debió de haber existido influencia probablemente griega que, al parecer, se movieron por el interior del  territorio andaluz. 
            Pero, quizá, uno los episodios más desconocidos es la existencia de un fastuoso castillo construido a finales del siglo XI, casi tres siglos antes de la muerte de esos dos Infantes castellanos.





            Y es que gracias a sus memorias, escritas (un manuscrito denominado Al-Tibyan) en su destierro por Abd Allah, último rey ziri de la taifa de Granada que reinó entre los años 1073-1090, se pudo conocer de la existencia del Castillo de Belillos -o Velillos, como le llamamos ahora-. El término antiguo Ballilus, según varios expertos, proviene del latino vallis, valle, pero más propiamente de su diminutivo, en plural, velillox, o bien, vallecillos (ese vallecillo no podía ser otra cosa que la amplia Vega, la cual se domina de manera extraordinaria desde lo alto del Cerro). La razón de la construcción de este Castillo, que estuvo ubicado en el Cerro de los Infantes y del que no hay apenas vestigios -se especula que fuera organizadamente desmontado unos siglos más tarde- es la negativa del rey granadino de pagar tributos a Alfonso VI de Castilla. Esto propició una alianza entre el rey cristiano y el rey de Sevilla Al-Mu'tamid de Sevilla, enemigo del rey granadino (pensemos que las taifas eran como países independientes entre ellos, aunque compartieran religión y procedencia). La idea no era otra que acercarse a la capital granadina para ejercer su control y apoderarse de sus muchos tesoros. Alfonso VI y Al-Mu'tamid acordaron edificar el Castillo de Belillos en el año 1073, justo el año en el que se erigió rey de Granada, Abdallah, si bien las hostilidades ya derivaban de los tiempos de reinado de su abuelo Badis, al que sucedió Abdallah.
            El propio Abdallah escribe textualmente: 'Estuvieron conformes en que había que edificar contra Granada un castillo, que la pusiera en aprieto, en tanto caía en sus manos....'; 'Él mismo -Adhá rey de Sevilla- fue quien, con este objeto, les indicó el lugar donde edificar el castillo de Belillos'. Más adelante, continúa escribiendo el rey granadino: 'Para reforzar la fábrica de este castillo alquiló Ibn'Ammar los servicios de un ejército de Alfonso y aprestó grandes sumas de dinero..(...). El mismo Al-Mu'tamid vino en persona para vigilar cómo iban los trabajos y, durante todo el tiempo que estuvo allí, hizo continuos desfiles militares por las cercanías de Granada, con la esperanza de que los habitantes de la ciudad se sublevarían en su favor ', continúa diciendo. Finalmente, reconoce Abd Allah, que acaba por prometer a Alfonso el pago de las sumas que antes le había pedido para evitar que la guarnición de Belillos -que debía ser bastante salvaje, como es común en los mercenarios- siguiera devastando y hostigando la Vega de Granada.

            Como decía, el Castillo desapareció, pero quedaron restos de muros, tal y como podemos ver en las fotografías del Cortijo de los Ángeles (cualquiera puede ir hasta allí y observar los restos), en la que se incluye un dibujo de lo quedaba del Castillo, tal y como lo presenció y dibujo F. Heylán, un viajero extranjero, hacía el año 1614. (Clickear en las imágenes para ver mejor). En ese sentido, quedé impresionado por la semejanza de estos muros-contrafuertes con los dibujados por Heylán.
            Muy  importante sería profundizar y explotar en favor de Pinos este hecho histórico y, como dije en la presentación de mi libro, destacar la presencia en el Cerro de los Infantes de Pinos Puente -tal y como sostiene en sus memorias Abd Allah-  de unos de los reyes musulmanes más importante de la España musulmán, el rey  de Sevilla, gran gobernante según las crónicas y enorme poeta, Al-Mu'tamid.

            Hay mucho más material sobre este asunto, pero como sabemos no es este el sitio más adecuado para extenderse. 

22 abril 2013

UNA VISITA A LOS RESTOS ARQUEOLÓGICOS DE 'EL CERRO DE LOS INFANTES' -PINOS PUENTE-


La visita a las muy escasas ruinas de lo que se documenta como  necrópois y -posteriormente- municipium 'ibero-romano' de Ilurco se ha hecho esperar, pero al final se ha producido. 
Era una 'excursión' que le tenía prometida al profesor y escritor granadino José Luis Serrano -autor de Zawí- y que por fin tras diversos aplazamientos hemos podido llevar a cabo este domingo pasado. 
Poca gente que haya nacido en Pinos Puente no conoce, física o a través de testimonio indirecto, lo que guarda el conocido como 'Cerro de los Infantes' (ver mi entrada sobre esta zona), y son muchas las personas que han encontrado monedas, restos de cerámica e incluso algún exvoto íbero que otro. Pero era necesario visitar la zona con cierto conocimiento de lo que podríamos encontrarnos allí, de acuerdo con las prospecciones arqueológicas -pocas e incompletas- que han llevado a cabo arqueólogos en épocas pasadas. 
Probablemente no era la mejor época, porque ha llovido mucho este pasado invierno y en el comienzo de la primavera, de manera que el follaje era inmenso, pero aún así, ambos hemos conseguido ascender a lo conocido como 'corona', lugar en el que se estima podía estar construida la fortaleza militar, el 'oppidum' ibérico, el cual pudo servir para que Roma pusiera allí su impronta en forma de fortaleza  y posteriormente la civilización islámica en forma de alcazaba. Que se sepa, nunca fue fortaleza cristiana. 



Hemos podido ver tenues restos de murallas y unos escalones bien construidos sobre los restos en roca de la misma, que según las inscripciones (1937) debieron ser utilizados por los soldados de la zona republicana durante la Guerra Civil española.



Ya en la meseta que conforma la 'corona' -con unas impresionantes vistas a la Vega y a los Montes Orientales- hemos podido ver lo que se estima una poza grande utilizada para tintar tejidos de posible estructura fenicia, según los expertos. 
En la zona de bajada, en una especie de valle pequeño es posible ver restos de muralla (de posible procedencia íbera), la cual ha sido prácticamente destruida por una antigua construcción vulgar de una vivienda de una sola planta. 


Como comentábamos José Luis y yo, seguramente habría mucho por descubrir si existiera la voluntad de iniciar nuevas prospecciones arqueológicas, algo que es factible que se haga en cualquier momento gracias a que la zona está legalmente protegida y reconocida. 


Desde lo alto de la 'corona' es fácil otear todo el horizonte en un ángulo de 360 grados sin problema alguno, que es el fin que se pretendía cuando se construyó el 'oppidum'. Incluso, sería posible visualizar la probable fortaleza en alto que seguramente presidía la probable antigua ciudad de Ilibiris, junto a la población de Atarfe, dato que podría ser nada relevante para los poblados íberos, ya que éstos extendían su 'soberanía' tan sólo a su población. No había concepto de Estado. 
En los momentos en el que follaje nos llegaba hasta la cintura, no pude evitar pensar en la presencia de la víbora hocicuda, comunes en esta zona (en toda España, excepto en el norte) según los testimonios que siempre he escuchado y que ambos hemos comentado. Además, en primavera comienzan su ciclo de celo y es cuando se ciernen más peligrosas, a pesar de que su veneno, al parecer, no es tan tóxico como el del resto de las víboras. Por suerte no nos hemos topado con ninguna. He preferido alejar ese pensamiento y centrarme en los restos, como es fácil deducir.    

31 marzo 2013

A VECES LA HISTORIA...

Pinos Puente desde el Cerro de Los Infantes -El pico del Piorno al fondo-. Foto de José A. Flores 
A veces la historia está junto a nosotros. Pero no lo sabemos ver. Lo que ha existido podrá ser importante o no serlo. Podrá haber tenido su impronta o no haberla tenido; pero ha existido y eso es lo importante. 
Siempre me ha interesado la historia. Saber lo que otros antes que nosotros han pensado, construido, dispuesto, creado, creado, pintado, compuesto. O simplemente, saber cómo han vivido. 
Sin embargo, pocas veces nos lo han sabido contar. Como mucho, hemos tenido que aprender largos nombres de reyes o de hechos históricos, nombres vacíos, sin alma. Pero si consigues tocar algún trozo de esa historia o si consigues que un libro o un lugar te penetre en la infrahistoria, alejada de las grandes fechas y datos, las cosas son muy distintas. 
Vienen a cuento estas reflexiones, a raíz de de la lectura de varios artículos sobre los restos arqueológicos protegidos del Cerro de los Infantes, en las inmediaciones de Pinos Puente. Ahora son rocas y tan sólo los expertos o los muy avezados logran encontrar restos íberos y romanos en su solar, pero eso no debe hacer ignorar que es una zona que tuvo una impronta importante en la historia antigua y en épocas posteriores. 
En una visita al Museo Arqueológico de Granada es posible encontrar inscripciones lapidarias aludiendo a familias insignes de la antigua ciudad de Ilurco situada -según numerosos estudios- en el Cerro de los Infantes y que pudo funcionar como 'Oppidum' ibérico; también conocemos que Roma concedió el título de 'Municipium' a esa antigua ciudad íbera, algo que no era común, a no ser que se tratara de una ciudad -además de leal a Roma- con cierta importancia. Está claro que el tiempo lo borra todo y que las piedras del ayer y de hoy se confunden fácilmente. Además, todos los estudiosos coinciden que existe una neblina documental sobre el periodo ibérico, que tan sólo hemos conseguido conocer gracias a escritos de historiadores y geógrafos griegos como son el caso de Polibio -historiador- y Estrabón -geográfo-, principalmente; o historiadores romanos, como es el caso de Tito Livio.
Dibujo del viajero holandés Heylan en el siglo XVII, que puede referirse a una fortificación musulmana, sobre la base de un edificio de origen romano. Fotos del estado actual.

No obstante, no se detuvo ahí la historia, ya que el nombre 'Cerro de los Infantes', que es como se conoce en la zona a este cerro, se debe a los sucesos ocurridos con motivo de lo que se denominó 'El desastre de la Vega de Granada', ya que en este lugar, en el año 1319 y en plena acometida de los Reinos cristianos del norte contra el Reíno Nazarí de Granada, los Infantes Juan de Castilla -hijo de Alfonso X El Sabio- y Pedro de Castilla -hijo de Sancho IV El Bravo-, perdieron la vida a manos del ejército del sultán granadino Ismail I. 

'La historia está en las piedras y en los libros', pensé cuando hace unos días paseaba por esta zona, atento a las piedras por si éstas proferían algunas palabras.             

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...