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14 febrero 2018

LA ABERRACIÓN DE MATAR ANIMALES PARA EL CONSUMO HUMANO.

  No cabe ninguna duda de que el programa de Jordi Évole "Salvados" ha clavado una pica en Flandes en lo referente al maltrato continuado de animales destinados al consumo humano en mataderos y granjas. Sobre todo porque se trata de un asunto que todo el mundo sospecha, pero que poca gente quiere ver. Ver la carne en un plato bien cocinado o, incluso, en la carnicería, no es sinónimo a ver el sufrimiento del animal en esos grises mataderos industriales, por no hablar de su desdichada vida desde que nacen. Por tanto, podríamos hablar de un hito jamás visto en televisión, al menos en la televisión española, siempre tan dada a esconder lo políticamente incorrecto, a no ser que venda. Pero esto no vende. Todo lo contrario. 
 
      Los gobiernos, como es sabido, intentan que este tipo de cosas no se vean en televisión y sería ovbio decir que tampoco lo quiere la industria cárnica. Pero, es más, la mayoría de los consumidores tampoco lo desean, por aquello que es más fácil seguir ignorando que conocer la realidad. Porque de realidad -incluso hiperrrealidad- se trata. Una realidad que por muy escondida esté en la sociedad en esas cuatro frías paredes de los mataderos y las granjas no significa que no exista. Y ningún medio mejor que la televisión para evidenciar que existe y de qué manera. Porque no se ha denunciado tan solo el estado en el que están los cerdos como los de la foto sino la triste realidad de sus días y sus triste final.
       Muchos no hemos necesitado ver estas imágenes para ganar conciencia, de hecho, la mayoría de la gente que es sensible con los animales, vegetariana, vegana o, de alguna manera, muy empática con ellos, no ha querido ver estas terribles imágenes porque suponen un sufrimiento excesivo para ellos, que están concienzados con esa realidad y desean que acabe cuanto antes, pero sí ha habido mucha gente que, tal vez, con menor sensibilidad hacia los animales y empatía, la ha conocido de primera mano. Por tanto, es a esa gente a la que, en realidad, iba dirigido el programa.
        En un mundo cínico y con grandes dosis de monstruosidad como el nuestro no es extraño que exista esta realidad, la cual está muy bien maquillada tanto por la industria cárnica como por la terrible publicad engañosa y los gobiernos. Se trata de un tema económico y solo la economía hará que acabe todo esto. Por su parte, a muchos nos interesa que acabe no por cuestiones económicas sino por cuestiones éticas y morales, porque no es admisible que en un mundo pretendidamente civilizado sigan existiendo estos atentados contra los animales, que deberían ser nuestros compañeros en este viaje que es la vida y no nuestra comida. 
      Años atrás, la nutrición sostenía que la carne era imprescindible para el humano, que sin ella no era posible mantener los órganos vitales ni la vida misma, pero eso siempre ha sido una entelequia que hoy ya está superada. De hecho, muchos que ya somos vegetarianos o veganos seguimos vivos y coleando en este y con los órganos vitales en perfecto estado, a pesar de que nuestra alimentación no se base en productos de origen animal. Lo importante es estar bien informado y saber que todos los nutrientes que necesitamos están en la alimentación de origen vegetal; es más, mucho mejor proporcionada, mejor contenida y de mayor calidad, lo que redundará en una salud más saludable. De todas formas, los tiempos están cambiando y cada vez es menos sostenible el mantenimiento de las granjas industriales, tanto por los perversos efectos para el medio ambiente como por la inviabilidad económica. 
      La solución no sabemos cuándo ni cómo llegará, pero ya está en marcha la llamada carne limpia, elaborada en laboratorios a partir de células madre de los animales que hasta ahora se utilizan como alimento. Es decir, carne de mejor calidad y producción controlada sin necesidad de pasar por la aberración de maltratar de manera continúa y, finalmente, matar de la manera más vomitiva posible a los animales que, no olvidemos, sufren y sienten como nosotros aunque no lo puedan manifestar. 

04 diciembre 2017

NUESTROS AMIGOS LOS ANIMALES.

Resultado de imagen de GRABADOS ANIMALESEs posible que, a nivel particular, haya llegado a cierto estado de percepción del que antes carecía (o, tal vez, no carecía sino que no priorizaba al ser uno hijo de su tiempo y circunstancias concretas). Ese estado me hace ser cada vez más sensible con el maltrato a todos los animales. Tras documentarme bastante llego a la conclusión de que esa sensibilidad es evolución. Los animales son especies distintas a la humana que conviven con nosotros, no son ni mejores ni peores, solo distintas. A nosotros, los humanos, la evolución nos otorgó una mente para pensar y razonar, así como establecer códigos éticos y reglas morales. A ellos los dotó de más olfato, más oído, más vista o más agilidad. Pero otorgar no confiere ningún privilegio sino utilizamos esas virtudes para mejorarnos a nosotros mismos y a los seres vivos que nos rodean. El hombre no utiliza bien esas virtudes, sin embargo, los animales, al basar su conducta en la intuición y el instinto de supervivencia, suelen exprimir sus virtudes al máximo. Los humanos hemos errado bastante.  Nos autodesignamos la especie dominante, la que tiene derecho a destruir a las demás, pero eso no es más que otro error cultural histórico. Un error que se nos inculca al nacer: come carne, bebe leche, come pescado, dale una patada al perro si ladra, el toro nace para morir en una plaza, del cerdo hasta los andares, pisa a los insectos, mata de una pedrada a la serpiente, cazar es un deporte, los caracoles y cigalas como hay que cocinarlos es vivos en agua hirviendo...En fin, las frases hechas, los refranes y las aseveraciones relacionadas con el maltrato animal sin lugar a réplica son infinitas. Todo eso nos convierte en seres muy violentos, desde niños.
     Intento reconstruir y reinterpretar todos los mensajes que llegan de la sociedad y de los hábitos de consumo y no logro conseguir nada. Por ejemplo, en estas fechas navideñas que llegan, las celebraciones no suelen ser apenas nada si no hay de por medio un animal sacrificado, ya sea de la especie terrestre, avícola o marina. Es casi imposible concebir una celebración que no disponga de un plato de un animal previamente maltratado y finalmente exterminado, que bien aderezado hace las delicias de nuestros paladales, a pesar de que no es ético ni conviene casi nunca a nuestra salud. No importa ese dolor, esos ojos que suplican camino al matadero, todo ese miedo y chillidos espeluznantes antes de ser sacrificados. Solo importa nuestra ambición y bienestar.
     Leonardo Da Vinci dijo hace más de quinientos años que llegaría el día en el que se considere un crimen matar animales con el objeto de alimentarnos, pero es tan infinita nuestra obstinación que no han bastado quinientos años para que se cumpla lo que el genio italiano solía aventurar como algo que en el futuro se iba a realizar. Un genio que no falló en casi nada de lo que aventuró, falló en esto. Harán falta otros quinientos años o tal vez más.
     Pero nuestra violencia no solo está en el tenedor como venía a decir Ghandi, también lo está en nuestro comportamiento diario para con los animales. Es así porque los consideramos inferiores y si es eso lo que sentimos y pensamos, nada nos impedirá maltratarlos o matarlos. Sin embargo, existe -existimos- personas que un buen día nos replanteamos todo y reparamos en la mirada de nuestros animales, nos hemos compadecido de ellos, con indiferencia de su especie y forma, hemos conectado a nivel de empatía y cósmico con ellos; y sí eso ya ha ocurrido no hay vuelta atrás. Ojalá esa empatía se extienda como un reguero de pólvora por toda la raza humana. Es posible que ya haya comenzado el proceso de transformación. No lo sabremos, quizá, hasta que pasen otros quinientos años.    

20 agosto 2017

CINE: "OKJA" (Corea del Sur, 2017)


Me gusta el cine oriental. Casi nunca me desilusiona. Cuenta con una frescura y una forma de contar las historias que siempre me impresiona. Hay verdaderos talentos que dirigen un cine increíble, magnífico casi siempre. Y de esta parte del globo llega esta película "Okja", si bien no está centrada como otras de estos lares en su territorio, sino que introduce elementos y actores y actrices que habitualmente trabajan en Estados Unidos, ya sea en Hollywood o en esa enorme factoría amorfa de cine indie. 

Me hablaron de Okja como una película de corte infantil, pero no lo es en absoluto. Podría parecer que está dirigida a ese sector de edad, pero nada más lejos, ya que su temática es dura y adulta, si bien yo aconsejaría que se viera en todas las escuelas del mundo, porque de esa manera muchos niños y niñas del planeta optarían por una alimentación vegetariana y se alejarían de esa psicopatía que representa la industria cárnica, aunque mucho me temo que sus papis no lo permitirían. Comemos carne, pero no conocemos -o no queremos conocer- todo ese proceso, todo ese dolor. Y a pesar de "Okja" es una cerda gigante diseñada digitalmente, que sepamos hoy día inexistente, lo que nos quiere transmitir su director y guionista  Bong Joon-ho es tremendo y real, como lo es la realidad y el día a día de los mataderos. Quiso el destino que ese mismo día viera otra película de corte animalista, una película húngara muy digna titulada en España como "Dios blanco" en la que los perros se revelan contra sus maltratadores y eso me hizo pensar en que está surgiendo una tendencia en el mundo más cercana y empática con los animales. Ojalá eso sea cierto.
     De "Okja" me ha gustado todo. Una historia que es original en la medida que pocas películas muestran la realidad de esta industria, pero investida de un road movie que ya no es familiar, pero que rodado bajo las ordenes del buen director surcoreano adquiere otro sentido, a pesar de que son evidentes las muchas horas de trabajo de ordenador, muy necesarias para contar esta historia de una animal que no existe en la vida real -aún- pero sí su hermano pequeño, los pobres cerdos y cerdas de este cruel mundo, arrinconados al único rol que se les ha otorgado: alimentarnos, rol que comparten con todos los animales que nos metemos entre pecho y espalda.  
    Lógicamente, en la película hay malos muy malos como son los regentes de esta industrial asesina, pero también los hay malos por necesidad, compromiso y lucha, esa Frente de Liberación Animal cuyos miembros tan bien me han caído y que con tanta ironía y tragedia llevan su lucha en el film. Ni que decir tiene, también existe la heroína (no, no estoy hablando de droga), la joven Mija, muy bien interpretada por la surcoreana An Seo Hyun, dispuesta a dar la vida por "Okja". Y qué decir de la fantástica interpretación del cada vez más genial y camaleónico Jake Gyllenhall, en el papel de famoso zoólogo televisivo  (una especie de Frank Cuesta, a pesar de que éste no es zoólogo)  vendido a la industria, un actor que en su vida real despotrica siempre que puede del maltrato animal, sobre todo de la tauromaquia. 
     Se comenta que esta película está haciendo que mucha gente se esté convirtiendo en vegetariana y vegana. En mi opinión, no creo que sea del todo cierto, pero sí lo es que ha instalado en la mente de muchas personas que la han visto una nueva conciencia que puede acabar con el rechazo hacia la carne de mucha gente dada su forma de producción tan atroz. De hecho, el director Bong Joon-ho no ha dudado en introducir escenas inspiradas en la realidad del sacrifico en el matadero y simular una especie de campo de concentración de los supercerdos que esperan su turno, común a todos los animales que lo esperan. En ese sentido, conmovedora la escena de esa pareja de supercerdos que rompen la valla parar liberar a su pequeño lechón con el fin de que pueda ser llevado por Mija y Okja a las altas montañas surcoreanas, donde le espera un destino mejor, una escena que nos ha recordado a tantas vistas de los campos de concentración nazi. 
Por tanto, una película que verán seguramente todos los vegetarianos y veganos de todo el mundo -que no la necesitan- para reforzar su idea y a la que se asomarán quienes ya estén abrazando la idea de eliminar la carne de su dieta pero no encuentran el camino. La película les ayudará seguramente y si no es así, al menos nos informará sobre la atrocidad de la industria cárnica y los mataderos industriales en los que los animales comestibles sufren todo un crimen con el fin de que podamos consumirlos bien disimulados en sus bandejas de plástico.                   

09 junio 2017

COMIDA ANIMAL VERSUS COMIDA VEGETARIANA-VEGANA

Resultado de imagen de comida animal, comida vegetarianaResultado de imagen de comida animal, comida vegetariana     Cuando en mayo de 2015 decidí no comer más animales muertos -que es en definitiva lo que supone ser vegetariano o vegano- me hice la siguiente pregunta: ¿cuántas de las personas que deciden dar ese paso lo hacen por ética animal y cuántas por motivos de salud u otras? No he accedido a estadísticas que lo aseveren, si es que las hay, aunque sí lo tuve claro en mi caso: mi opción era la primera, aprovechándome también la segunda, porque conocía que no todo alimento animal es bueno para la salud. Y cuando dí ese paso, sabía que no bastaría con él sino que tendría que dar otros muchos más difíciles que la mera decisión, que en definitiva no es nada sino viene apoyada por una acción coherente con la decisión misma. 
     Porque somos resultado de una cultura. Vivimos imbuidos en ella, hasta el punto que es muy difícil discernir qué es lo correcto de lo que no lo es. Comer carne en nuestra sociedad occidental está casi en nuestros genes (no tanto en otras) y ese ha sido el factor principal que generación tras generación pocos se cuestionen si es legítimo alimentarse de animales que son sacrificados -brutalmente, en muchos casos-, para ese fin. La sociedad, la industria, el gobierno o nosotros mismos, siempre han sabido "ocultar" todo ese sufrimiento y centrar el objetivo tan solo en ese plato condimentado de carne. De hecho, a mucha gente que come carne de manera habitual le produce rechazo ver un animal muerto colgado en un matadero o una carnicería y aún así lo come  con fruición cuando sale del horno sin dudarlo.
     Yo era una de esas personas. Una de los que creía pensar -más que pensaba- que era horrible que mataran animales para que yo me los coma, pero que no era otra cosa que un mal necesario para poder alimentarme, dando por sentado que no podría hacerlo sino era así. Es el primer error y la primera puerta que se cierra cuando decidimos salir de esa dinámica. Pero hay salida, si bien no todo el mundo la interpreta de igual forma. Todo dependerá de qué signifiquen para nosotros los animales; de qué nivel de sensibilidad tengamos. Como en todo, hay personas que cuentan con un nivel de sensibilidad muy alto y otras que tienen ese nivel por los suelos. A estos últimos les será muy difícil 'abrir los ojos' y, por lo general, tampoco serán críticos con las corridas de toros, la caza o los festejos en los que se maltratan a animales de todo tipo. No obstante, es posible que los veas cuidando a su perro como si se tratara de uno de los miembros más importantes de su familia. Sin embargo, los que están en el grupo de "altamente sensibles" acabarán, tarde o temprano, por adoptar una alimentación lo menos dañina posible contra los animales y muchos de ellos acabarán haciéndose vegetarianos o veganos. Puedo afirmar casi con total seguridad que me hallo en ese grupo, a pesar de que mi cultura y educación desde niño -como nos ocurre a la mayoría- no me haya ofrecido oportunidades apenas discernir.
     No obstante, la gran batalla -por llamarle de alguna manera- está en esas personas sensibles 'a secas' con los animales. Esas personas que gustan de todos, más allá de su mascota. Es quizá en ellos en los que radique una esperanza futura para que acaben por apartar de su dieta animales. Viven en un difícil equilibrio y les falta ese empujón, que hoy día vienen dando Internet y las Redes Sociales, con información a raudales sobre ese maltrato y la alternativa de la comida vegetariana. Pero por encima de todo esto, está la educación, esos mataderos de cristal que deberían de existir en palabras del Nobel de Literatura Coetze que permita conocer a las personas cómo sacrifican a los animales que luego irán troceados a su mesa. Estoy convencido de que si existieran, tres cuartas partes de la humanidad abrazaría en serio la posibilidad de apartar animales muertos de su plato. Y lo que considero definitivo es que exista esa opción en los primeros ciclos educativos, desde la más tierna infancia, pero mucho me temo que los gobiernos, la potente industria cárnica y la sociedad misma no lo van a permitir jamás porque hay otros intereses en juego.    

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...