21 junio 2023
02 agosto 2022
15 marzo 2022
LA INVASIÓN DE UCRANIA POR RUSIA: UNA VISIÓN DESDE LA IGNORANCIA (VIII)
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UNA GUERRA ES UNA GUERRA
Lo que al principio nos hicieron creer los rusos nada tiene que ver con lo que está ocurriendo en Ucrania. Insinuaron más que afirmaron que buscaban una desmilitarización de Ucrania y la comunidad internacional pensó que se debía al contencioso que había entre estos dos países desde que se convirtieron en tales tras la caída del régimen comunista soviético; y sin embargo, en lo que se ha convertido no es en otra cosa que en una invasión cruenta con muchas víctimas civiles, muchos niños entre ellos, una invasión salvaje. Por tanto, los argumentos para juzgar a Putin y a sus generales como criminales de guerra ya es más que sólida, lo que hace imposible que el líder ruso sobreviva políticamente a esta invasión. Lo consecuente y coherente con el Derecho Internacional Penal es que acabe detenido, juzgado y encarcelado, pero jamás seguir dirigiendo a una de las mayores potencias de este desgraciado planeta. Ahora bien, hay que considerar que Putin no es Sadam Husein ni Muamad El Gadafi ni mucho menos Rusia es Irak o Libia. Y eso significa que habrá más víctimas inocentes y una probable guerra mundial si Rusia rebasa el territorio de Ucrania, algo que casi ya ha provocado, o cuenta con el apoyo de China, que se lo está pensando.
EL APOYO DE CHINA A RUSIA
China sigue jugando al escondite. Ni dice que sí ni dice que no y eso es muy desasosegante porque China, a pesar de no tener la potencia nuclear de Rusia ni de Estados Unidos, es una gran potencia militar y económica y también cuenta con cabezas nucleares. Por tanto, desde mi punto de vista, que como sabéis mira desde la ignorancia, la participación de China, ya sea omitiendo o afirmando, es un punto de inflexión muy importante en este conflicto. Particularmente, la participación de China de alguna forma u otra nos debe de parecer muy preocupante, sobre todo si considera que su economía comienza a debilitarse por las sanciones a Rusia, países amigos desde la época bolchevique. No olvidemos que el mundo actualmente es una aldea global en cuanto a la economía y China sabe muy bien que no puede relajar ni un ápice su influencia económica internacional que hoy por hoy es su gran divisa.
Se dice de China que es un país paciente, un país que ha conseguido a través su laboriosidad ser el referente mundial de gran parte de la industria y, sobre todo, del comercio. Occidente lleva ya años cometiendo el error, por aquello de ahorrar costes, de producir todos sus productos en este enorme país, hasta el punto de que en los momentos más duros de la pandemia todo el mundo dependía de ellos para tener un par de mascarillas en el bolsillo. No solo que China es por sí misma una gran maquinaria que produce todo tipo de productos, sino que la mayor parte de la grandes de empresas y corporaciones del mundo Occidental fabrica sus productos en este país. Todo eso convierte a China en un enemigo muy importante en una contienda militar y quien la tenga de su parte tiene mucho a su favor.
06 marzo 2022
LA INVASIÓN DE UCRANIA POR RUSIA: UNA VISIÓN DESDE LA IGNORANCIA (V)
LEE LA CUARTA PARTE PULSANDO AQUÍ
EL ÁNIMO INVASOR
Desde la noche de los tiempos ha existido la invasión de unas personas a otras, de una comunidad a otra, de un poblado a otro, de una ciudad a otra, de una nación a otra, de un país a otro...Pocas cosas han cambiado desde que el hombre comenzó a comprender que invadir a otro era rentable, además de una vía rápida para apoderarse de lo que el otro atesora, ya sea territorio, poder, objetos, medios de producción o, incluso, personas. Ni tan siquiera la cultura y las leyes han sido ajenas a la invasión.
No es fácil remontarse a cuándo comenzó todo, pero es posible que desde el ser humano era más homo sapiens que hombre.
Cuando Roma creció apoderándose de los territorios itálicos comprendió que debía seguir creciendo más allá de sus fronteras, así que pronto descubrió que si quería salir de sus estrechas fronteras debía de aniquilar a una potencia que ya dominaba el Mediterráneo: Cartago. Y ya no se detuvo hasta conquistar a los diversos pueblos de la península ibérica y los pueblos bárbaros del norte de Europa. Mucho más tarde, el Imperio español creció de manera desmesurada con la conquista de gran parte de los territorios americanos, en los que ya existían organizaciones nacionales, primarias, sí, pero organizaciones al fin y al cabo. Asimismo, los recientemente constituidos Estados Unidos de Norteamérica comprendieron que no podrían crecer si antes no sometían a las distintas naciones indias con el fin de ocupar su territorio. Y qué decir del ánimo expansionista fallido de Napoleón Bonaparte y mucho después del mismo Hitler o la impronta invasiva de esa nueva potencia emergente que surgió de la doctrina comunista tras la Revolución bolchevique, que había nacido tras la aniquilación de un sistema deshumanizado y oligárquico.
Todo ese proceso invasor se ha ido adaptando a los tiempos, pero no se ha detenido en absoluto. La prueba la tenemos en la actual invasión de Ucrania por parte Rusia en pleno siglo XXI, cuando ya creíamos que el mundo ya no sería territorio de invasiones de unas naciones por otras sino víctima de la invasión global y aparentemente invisible de Internet y la globalización económica.
ARGUMENTOS INVASIVOS VARIOS
Los argumentos que han dado los invasores a lo largo de la historia ha sido diversos, si bien todos confluyen en unas cuantas ideas comunes: mejorar lo invadido, o bien justificar la invasión para evitar males mayores. Cuando Roma invadía a otros pueblos argumentaba que lo hacía para civilizarlos, argumento muy similar al que dio el Imperio español cuando invadió los territorios americanos. En otras ocasiones, como ocurrió con la invasión de Irak por parte de Estados Unidos y sus aliados, se argumentó que se hacía para evitar que el país de Oriente Medio construyerá armas nucleares, que es como decir que se invadía para hacer un favor a la humanidad. Mucho me temo que ninguno de estos argumentos fueran nunca probados, es más, en algunas ocasiones, todo lo contrario. Incluso Putin ha llegado a afirmar que invade Ucrania para desnazinalizar el país, aunque esté utilizando para tal fin supuestas prácticas filonazis.
(Continuará)
13 agosto 2021
¡VAMOS A LA PLAYA!
29 julio 2021
MATADEROS DE CRISTAL
Por José Antonio Flores Vera
Hasta hace bien poco no solían programar en televisión imágenes de animales agónicos en mataderos y granjas industriales. Era, y sigue siendo en gran parte, un mundo cerrado en el que las prácticas abusivas y terribles a animales, que luego serán comida para las personas, son muy frecuentes, sino inherentes a la actividad. En la intimidad y nocturnidad (literalmente) más absoluta se perpetran horribles atrocidades propias de un campo de concentración a aves, cerdos, terneras, becerros, bueyes, toros (cuando no sirven para la lidia), conejos, corderos, chotos…la lista es tan amplia que da verdadera congoja, tan solo enumerando a los mamíferos vertebrados porque hay un sinfín de prácticas similares o más perniciosas a otras especies (por ejemplo a las cigalas y otro tipo de crustáceos se sumergen vivos en agua hirviendo o son asados aún con vida en planchas y barbacoas para poder ser servidos como alimento ante la vista de los comensales en muchos casos). Millones de estos animales y otros (porque hay culturas que también sacrifican otras especies que no suelen sacrificar otras, como el caso de los perros y gatos en algunos países orientales, práctica que ya va cesando) son sacrificados cada día en todo el mundo. Pero no se trata tan solo de que sean sacrificados, sino que son maltratados desde que nacen, en su inmensa mayoría, humillados, haciéndolos entrar por su propio pie en el matadero (es tan cínica la legislación, que si no entran por su propio pie en el matadero no son válidos para consumo humano), y lo hacen a empujones, sino agredidos, punzados, apaleados, para después, en muchos casos, ser encerrados en mínimas jaulas o chiqueras donde enferman muchos de ellos de estrés o de ansiedad, de miedo en definitiva, como la imagen que pude ver en televisión hace muy poco de un cerdo que casi desfallecía de ansiedad y de miedo dentro de una ínfima jaula e intentaba llamar la atención con una de sus patas al cámara que lo grababa. Todo eso lo sabemos porque algunos empleados con alma lo han confesado y porque muchos investigadores lo han podido grabar de manera furtiva con sus cámaras. Admiro mucho a esos investigadores porque se trata de gente adscrita a movimientos animalistas, gente que dedica parte de su vida a la defensa de los derechos de los animales y tragan sus nauseas, su rabia, su compasión y sus lágrimas para que el mundo pueda ver lo que ocurre tras esos gruesos y tristes muros. Gracias a esa labor mucha gente está abriendo los ojos y habrá gente, por supuesto, que no los abrirá jamás porque la humanidad es muy diversa en cuanto a sentimientos y pensamientos. Hay gente que piensa que estos animales nacen para nuestro consumo, pero no es cierto en absoluto.
Ha dicho el escritor sudafricano John Maxwell Coetzze, premio Nobel de Literatura en 2003 lo siguiente: «Si hubiera un matadero de cristal en medio de la ciudad, un matadero al que la gente pudiera acercarse a escuchar a los animales chillar, a ver cómo son masacrados sin piedad, quizá cambiarían de idea» (Conferencia del 30 de junio de 2016 en el Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid). Es una frase tremenda y sobrecogedora que ha repetido en sus conferencias por medio mundo; una frase que no muestra barroquismo alguno y nos da a entender que determinadas ramas industriales (la cárnica en este caso, pero tal vez más de las que pensamos) no mostrarán jamás qué ocurre puertas adentro porque en ese anonimato, en esa opacidad se encuentra la razón de ser de su negocio, a pesar de que existen inspecciones, rutinarias las más de las veces.
Lo que dice el escritor Nobel es algo que todo el mundo supone pero que le cuesta ver porque la imaginación o el pensamiento jamás tendrán la acción testimonial de la visión y como eso es conocido por quienes llevan a cabo esas prácticas, bien porque es su trabajo o bien porque es su negocio, la manera más directa de evitar que el mundo conozca nada de lo que ocurre es dejar que sigan imaginando sin llegar a ver. Sin embargo, como decía al principio, las cámaras de televisión y la irrupción de las redes sociales (que algo positivo han de tener) cada vez penetran con más facilidad en estos lugares y denuncian con imágenes lo que no basta denunciar con palabras. Y eso está generando cambios legislativos en muchos países (sobre todo los más avanzados), así como la forma de alimentarnos, sobre todo las generaciones más jóvenes, porque no está justificado ni es moral ni ético, muchos menos compasivo, que la gente no conozca, en realidad, qué ocurre cuando un filete llega a su mesa.
Y, por supuesto, aquí no estamos hablando del efecto invernadero que provoca la ganadería industrial intensiva, ni de sus perversos efectos para el medio ambiente, ni de su escasa sostenibilidad, nada de eso, porque eso habría que dejarlo para los especialistas, sino de algo tan elemental y común como es la humanidad y la compasión hacia otros seres vivos que por el mero hecho de que no hablen o no piensen (o al menos eso creemos) no merecen el castigo que se les infligen para poder servir de consumo humano, pudiendo (como podemos) comer otros alimentos más éticos y sostenibles como la ciencia nutricional más avanzada o la ONU o la FAO no cesan de aconsejar.
02 junio 2021
UNA SOCIEDAD CADA VEZ MÁS HEDONISTA
Cuando el virus se cebaba con todo el planeta o eso nos dijeron, llegué a considerar en serio que la humanidad iba a dar un importante vuelco hacia la sensatez, pero me asomo a mi terraza y veo la del bar de enfrente y concluyo que no, que nada ha servido para que el humano hiciera autocrítica. Veo a hordas de gente vociferante ansiosos de consumir, pugnando por encontrar una mesa y sentarse en mitad de la vulgar acera intentando imaginar paraísos que solo tiene en su imaginación. No hay más.
sería injusto si considerara que lo que veo desde mi terraza es el resumen del comportamiento de la humanidad. No en absoluto, porque de ser así estaríamos más que perdidos, aunque es un ejemplo bastante representativo, que se extiende a lo largo y ancho de cualquier punto geográfico, confirmándose que el hedonismo mal entendido ha cogido las riendas de la existencia de muchas personas. Por el contrario, hay gente muy decente que ha sabido tomar nota de la situación del planeta; que ha comprendido que el planeta, como órgano vivo necesita lo que le dimos en los primeros meses del confinamiento. La mala noticia es que esa clase de gente es poca en comparación con la que ha decidido hacer de este mundo una especie de uso tangible, sin importarles el medio ambiente, los animales o, sencillamente, el respeto a los demás.
Los vociferantes de la terraza de enfrente se complementan con los gritos de sus hijos a los cuales les han colocado unos parques infantiles la mar de cómodos junto a la terraza del bar. Y aquí habría que considerar también la ineficacia municipal, el no saber considerar que existen otras personas ajenas con derecho, sencillamente, al descanso o, simplemente, a no estar contaminado de ruído. Ayuntamientos que facilitan el caos.
Y es que la sociedad está a una letra de denominarse suciedad. Una suciedad que creamos los humanos por pensar que somos lo únicos dueños de la creación. Pero para crear hay que tener valores y reflexionar. No es posible ser responsable de nada sin valores y sin reflexión. Ese es uno de nuestros principales déficits.
Creer que el ser humano, por serlo ya es garante del orden y la preservación del planeta es el principal error (inducido, en mi opinión) que históricamente ha cometido la humanidad. Tras la pandemia o aún saliendo de ella, yo ya tengo claro que la humanidad ha dado un paso atrás, se ha vuelto aún más egoísta e inconsistente, ha interpretado que es posible que el futuro no exista y ha decidido arrojar a la alcantarilla lo poco que vislumbra de él. Lo creo firmemente por lo que observo a mi alrededor. Cada vez interesa menos la reflexión, la lectura, el arte, el silencio o sencillamente una vida consecuente con lo que nos rodea, principalmente, el medio ambiente y los animales. Sí, lo creo firmemente porque lo veo cada día. Pocas personas escapan a ese aciago futuro.
30 mayo 2021
AGOTAMIENTO (DIARIO IDEAL, 30/5/2021)
02 mayo 2021
22 marzo 2021
EL FRÍO GRIS DE LAS BALDOSAS (ARTÍCULO PUBLICADO EN EL DIARIO IDEAL DE GRANADA EL 22/3/2021)
El frío gris de las baldosas, es un artículo de reflexión de vocación poética publicado en el diario Ideal de Granada el 22 de marzo de 2021. Espero que te parezca interesante.
22 diciembre 2020
EL HÉROE DE LA NAVIDAD: UNA REFLEXIÓN AMENA SOBRE LA NAVIDAD DE LA PANDEMIA
EL HÉROE DE LA NAVIDAD
Uno tiene sus filias cinematográficas, a veces de vocación inconfesable, pero en esta ocasión he de confesarlo porque es el momento: me gusta el cine de género navideño; no es sinónimo de que me guste la Navidad o, al menos la que hemos montado entre todos a base de chequera (sería más contemporáneo decir tarjeta) y consumismo.
Llevo tiempo sospechando que me gusta este tipo de cine porque, quizá, encuentre en él otro tipo de Navidad, en el que el verdadero héroe (quítenle al cine de Hollywood el héroe y se queda en nada) no es el triunfador de Wall Strett ni el chico guapo y deportista del instituto, sino el que reivindica el espíritu navideño y lo va contagiando a los demás, a pesar de las dificultades, de la poca predisposición de los demás, del cenizo que no hace más que susurrarte al oído que para qué tanto esfuerzo, si al final todo va a salir mal; pese a la incomprensión de todo el universo. Sí, ese es el verdadero héroe de este tipo de cine, aseveración que confirmaría el mismísimo Christopher Vogler. Y es que hasta ahora lo hemos tenido fácil: llegaba la víspera de la Navidad, luego esta, y bastaba con salir a ver las luces de la ciudad, comprar, comer en un restaurante, adquirir un par de regalos para los más queridos, consumir en definitiva, y ya está. Claro, nadie se esperaba que un virus que comenzó a dar topetazos allá por marzo haya decidido quedarse el resto del año. No, nadie lo esperaba. Y como lo que no se espera está exento de planificación, nada hemos planificado. Por tanto, no queda otra que convertirnos en héroes, tanto quienes consumismo como quienes proveen para que lo hagamos. Todos tenemos que ser héroes. Como en esas películas navideñas, donde el protagonista, de la nada, sin planificarlo, sin pensar en ello ni tan siquiera, decide emprender un viaje (o las circunstancias hacen que lo emprenda) y le da un giro copernicano a su vida, dejando atrás todo aquello de lo que le parecía imposible prescindir: un buen trabajo, un sueldo con muchos ceros, un gran apartamento, un gran coche, varios viajes exóticos al año, una vida social rica de fiesta en fiesta… para acabar sus días de nuevo en la casa de sus padres, en aquel recóndito pueblecillo casi siempre nevado de donde salió por piernas porque aquello no era vida ni futuro para una persona tan joven y con hambre de mundo.
Pero vuelve al lugar que un día abandonó, precisamente, porque las circunstancias han cambiado o ha cambiado él y lo que le parecía cutre y poca cosa, ahora se convierte en lo más importante de todo; y lo que le parecía muy importante y sofisticado, ahora se convierte en algo liliputiense y exento de interés. Porque quizá sea tiempo de introspección, de disfrutar de un buen paseo al aire libre, de alejarse de grandes multitudes, de no hacer cola en la paquetería; tiempo de volver a lo ancestral, a aquella época en la que bastaba con un polvorón y una copa de anís junto a una chimenea cuyo rumor crepitante de los maderos quemados era la mejor canción. Tal vez, un momento para resetear, y como aquel héroe de la Navidad regresar de nuevo a aquello de lo que huimos, sin sospechar que huíamos de nosotros mismos.
08 noviembre 2020
ARTÍCULO PUBLICADO EN DIARIO IDEAL DE GRANADA: NADA NOS PERTENECE (6/11/2020)
NADA NOS PERTENECE
Por José Antonio Flores Vera
En momentos como los que ahora vivimos, las cosas más cotidianas y espontáneas se convierten en raras y complicadas. Comprar una barra de pan, comprar un diario o tomarse una cerveza en un bar, actos simples que ya formaban parte de nuestra idiosincrasia, casi de nuestros genes, son ahora asuntos más complicados. Acostumbrados como estábamos a creer que éramos dueños de nuestro destino o, al menos, de esos pequeños gestos cotidianos inherentes a nuestra libertad personal, no habíamos caído en la cuenta de que nada de eso nos pertenece, que todo es una especie de otorgamiento graciable de uso y disfrute y que nosotros no somos más que los usufructuarios con un derecho a goce, pero nada más. Un derecho a goce que puede ser arrebatado en el momento en el que el verdadero propietario disponga de la propiedad o bien ésta sea destruida o, sencillamente, desaparezca.
Todo de lo que no se es propietario nos puede ser arrebatado, pero incluso de lo que se es propietario. Tan solo variará la intensidad o las circunstancias. Es entonces cuando comprendemos que, en realidad, vivimos en una burbuja siempre presta a estallar, que todo pende de un hilo. Son necesarios tiempos difíciles para poder comprenderlo, porque se necesita la perspectiva suficiente. Y no ignorar que las burbujas siempre acaban estallando, esa es su verdadera vocación.
Por ejemplo, escuchaba decir a alguien hace unos días que no era posible que nos usurparan la Navidad. Me sorprendió escuchar eso porque tamaña aseveración solo puede llevar a equívocos. Podría interpretarse como que no era posible que nos prohibieran consumir y celebrar comidas navideñas, que es lo que entiende la mayoría por Navidad, pero eso no es más que una entelequia. Nada de eso es, en sí, un derecho propio, ni mucho menos personal. Nada es permanente ni estable. Y la prueba está en lo que está ocurriendo en el mundo desde marzo. Lo que habíamos entendido hasta el momento como derechos propios o personales no son más que ficciones, simulaciones de una supuesta realidad, que es posible que no exista más que en nuestra imaginación. Poder acudir a un concierto, a un restaurante, a un evento deportivo, celebrar la Navidad, la Semana Santa, poder viajar, pasar un día de playa o, sencillamente, poder pasear sin estar pendientes de límites municipales u otras limitaciones legales, no es más estable que un castillo de naipes, cosas que hacemos habitualmente porque unas reglas lo han permitido, pero que queda supeditado a otras más severas y trascendentes, que es lo que tiene vivir en sociedad.
Porque es posible que de todo lo sorprendente y novedoso que nos está ofreciendo esta pandemia la revelación de que nada nos pertenece, en realidad, sea lo más inquietante.
20 octubre 2020
25 agosto 2020
LOS ANIMALES, ASIGNATURA PENDIENTE (DIARIO IDEAL, 24 DE AGOSTO DE 2020)
No queda otro consuelo que considerar al perro vagabundo Timple como una especie de mártir que expíe la culpa de esta sociedad que abomina hasta de sus animales más cercanos. No creo que sea necesario recordar aquí cómo ha sido asesinado en Lanzarote este animal, que no es más que un triste titular anticipatorio de lo que ocurre con frecuencia en nuestro país con otros seres de su especie o de especies distintas, porque si vamos a hablar de derechos de los animales no podemos –ni debemos– excluir a ninguno, doméstico o salvaje. Y para hablar de derechos debemos de hablar de leyes, las cuales van entrando en el Código Penal español a través de un embudo estrechísimo, hasta el punto, las más de las veces, que se interrumpe el débil goteo y eso permite que dos individuos no solo hayan sacrificado sin motivo a este inocente animal, sino que lo hayan hecho, además, con premeditación, alevosía y usando una saña pocas veces vista, con grabación de imágenes incluida. Un martirio intolerable que tan solo podría servir para lo que decía más arriba: considerar a este perro vagabundo como una especie de mártir que al fin provoque un severo repaso legal de índole penal y un verdadero rechazo de la sociedad en general a este tipo de actos e individuos, que bien podríamos llamar monstruos sin temor a equivocarnos. El Código Penal español introduce el tipo penal en cuanto al maltrato de animales domésticos y amansados en el artículo 337, estableciendo un tipo básico y un tipo agravado. En mi opinión, la pena para ambos tipos, sobre todo para el agravado, es insuficiente. El agravado (artículo 337.3) prevé una pena de seis a dieciocho meses de prisión e inhabilitación especial de dos a cuatro años, pero hay que considerar que con esos periodos de pena tan mínimos, difícilmente, un maltratador va a ingresar en prisión, a no ser que se trate de un delincuente reincidente. Cuando se trata de maltrato a otros seres más débiles el legislador no puede ir tan atrás con respecto a lo que ocurre en la sociedad.
No puedo afirmar que, comparativamente, España sea un país especialmente violento con sus animales, pero sí que es uno de los pocos que disfruta torturándolos ya sea en una plaza redonda o en esas fiestas dantescas y medievales aderezadas con buenas dosis de ignorancia y de alcohol. También puedo afirmar que, en general, y no solo en España, nos comportamos de manera violenta con las demás especies, siempre más indefensas y vulnerables. Y lo hacemos desde el plato. No recuerdo si fue Ghandi quien dijo que la violencia contra los animales comenzaba en el tenedor, porque también es violencia legalizada y consentida todo ese crimen diario sordo e invisible infligida a los millones de seres vivos que pasan por los mataderos industriales para calmar nuestros apetitos, que no es más que un eufemismo. Creo que fue el Nobel de Literatura Coetzee quien aludía a la necesidad de mataderos de cristal, que haría visible los horrores que dentro ocurren para comprender por qué algo troceado que se vende en los supermercados y carnicerías no es más que la parte de un todo que un día tuvo vida y si hay vida hay felicidad, tristeza y miedo.
Desde hace miles de años el ser humano decidió que el animal no estaba ahí para otra cosa que para ser utilizado en cualquiera de las manifestaciones que le fuera posible aprovechar. Lo ha utilizado para trabajar, para vestirse, para divertirse, para comer, para desplazarse...Sin embargo, pocas veces le atribuyó un rol distinto a ésos. Apenas ha cambiado nada desde entonces; es más, en ciertos sectores la violencia se ha incrementado. Consiguió, en parte, cambiar esos roles el perro, pero aún en nuestros días este fiel animal sigue siendo utilizado para todos esos quehaceres que enumero, sin excluirse el de alimentar, algo común en algunos países asiáticos, si bien esa cercanía no ha evitado que el resto de los animales sigan adscritos a esos roles nada agradables que se le asignaron, porque el ser humano suele tener mucha capacidad para dejar de ver lo que es evidente. Y la evidencia actual no es otra que la humanidad aún sigue ejerciendo la violencia contra los animales, algo mitigada por las leyes y actitudes individuales personales de, todavía, pocas personas que han podido ver la realidad que está más allá de la presencia del animal entre nosotros.
Soy de la opinión que una sociedad evoluciona en la medida que va dejando atrás fórmulas anacrónicas y tradiciones arcaicas y violentas, y sobre todo protegiendo a sus seres más débiles, más susceptibles de ser aniquilados por el propio hombre, pero siempre será un fracaso de la sociedad que asesinatos como el que ha sufrido Timple sigan ocurriendo. Una sociedad que suele mirar hacia otro lado o sencillamente no mirar ante el sufrimiento del animal, que se autoengaña pensando que su paso por esos campos de concentración modernos que son los mataderos industriales es un tránsito sin sufrimiento ni tortura o que ha nacido para morir en una plaza, o cualquier otro espectáculo público, o para ser herramienta de carga o para utilizar su piel para vestirnos, en definitiva, para aprovechar todo lo que sea posible de él, porque para todo eso ha nacido. Pensar así es negar la vida, negar a un ser vivo, que en absoluto ha nacido para nada de eso. Pensar así –insisto– es un rotundo fracaso de la sociedad. Y este fracaso es de todos, de quienes no quieren mirar y conocer la realidad, y de quienes no quieren educar y legislar.
23 septiembre 2018
PERCEPCIÓN DEL FRACASO
10 abril 2018
¿Y TENIENDO YO MÁS VIDA, TENGO MENOS LIBERTAD?
¿Y teniendo yo más vida, tengo menos libertad?, se pregunta Segismundo en soliloquio de La vida es sueño de Calderón. Me vino esta frase a la cabeza porque, a pesar de estar escrita en 1636 parece repetirse en nuestras democracias occidentales. Esa 'más vida', debería ser la pauta, el elemento clave de nuestra libertad, pero todo parece conspirar para que tengamos menos libertad.
06 octubre 2017
ESTADO, NACIONALISMO Y “MARCA ESPAÑA”
26 agosto 2017
IDEAL: DE QUÉ HABLA MURAKAMI CUANDO HABLA DE ESCRIBIR (24/8/2017)
PORTADA Y SINOPSIS DE LA NOVELA LA CORRUPCIÓN NO ERA ESTO
Isaac Croser jamás imaginó que un simple encargo de investigación lo arrastraría hacia los secretos de su propio linaje y la historia que cr...
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