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12 noviembre 2011

CUÉNTAME Y LA IMAGEN DE ANDALUCÍA



El último capítulo de Cuéntame, una de las mejores series españolas de todos los tiempos, que lleva en "prime time" trece años, se adentró en lo que luego se demostraría que sería el negocio de las autonomías. Y, precisamente, uno de los más suculentos ha sido desde siempre el de la Autonomía andaluza. Pues bien, el capítulo ha suscitado ciertas críticas en Andalucía.
El asunto iba de banderas, una excusa perfecta para retratar con veracidad, según mi opinión, todo el tejemaneje y urdidos negocios que muchos personajes vivales montaron para enriquecerse con esto de las autonomías y la recién entrenada democracia.
Lamento que muchos andaluces hayan el puesto el grito en el cielo por entender que existe una imagen negativa y tergiversada de Andalucía, pero yo creo que la imagen que se da es real. No se trata de una imagen que refleje globalmente el carácter y el ser andaluz -porque no es eso lo que pretenden los guionistas-, pero sí refleja muy bien todo el negociete de los amiguetes del PSOE -principalmente- en un asunto que olfatearon como lucrativo como si se tratara de los modernos bandoleros que siempre ha habido de Despeñaperros para abajo.
Y de aquellos barros, estos lados llamados González -el más cara dura, probablemente, del PSOE andalú; un individuo que se ha forrado en la política y que ahora nos da consejos morales ya en su senectud y con la vida más que resulta-, el inefable Chaves y su testa prominente -del que algún día se sabrá el daño que ha hecho a esta tierra, pero no a su familia, según los asuntos denunciados-, el incendiario Guerra y sus hermanos -que a pesar de protagonizar uno de los más sonoros escándalos de la democracia ahí sigue-, el rasputín Zarrías -un personaje sobre el que no me apetece opinar nada, porque está todo opinado-...en fin, que les voy a contar que no sepan.
Resultado: una región empobrecida - no me refiero a ellos, lógicamente- una capacidad industrial nula, una población educativa en la cola de Europa según el informa Pisa y, eso sí, un enorme Rocío, desafiando el equilibrio medioambiental de la mayor zona húmeda de Europa y una Feria de Sevilla, que es la madre de todas las ferias, que en Andalucía es mucho decir.
Y es que lo que cuenta Cuéntame no es otra cosa que un claro estereotipo del ideal sevillano, que no es trasladable, lógicamente, a toda Andalucía: una sevillana rica del PSOE, dinero a mansalva para poner en marcha la autonomía que llega, mucha tapita y frescaíto frito y mucha manzanilla de Sánlucar, una casa solariega de señorito andaluz -aunque señorita en este caso y afiliada al PSOE, algo que se ha demostrado muy congruente por estos lares- y mucha sevillana cantada y bailada y mucha alegría.
¿Falta algo más para rizar el rizo?

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...