03 octubre 2012

ESCENA DE FAMILIA CON CONVERSACIÓN DE FONDO

Cuando el ya ajado padre llega a casa, como suele ser habitual en cualquier familia de bien, saluda a la esposa y pregunta por los hijos, ya crecidos e independientes. Con las dos hijas sólo puede hablar por teléfono porque viven fuera, pero con el hijo puede hablar a diario porque a éste le han construido una casita en una terreno colindante, a dos minutos andando de la casa familiar: es el hijo predilecto.  
El padre llega cansado porque viene de un largo viaje y la esposa ya lleva tiempo en casa, a pesar de que ha tenido una mañana muy ajetreada de museo en museo y de inauguración en inauguración, porque es una mujer social y culturalmente muy activa.
El padre y esposo, intercambia unas palabras con su mujer, pero se aprecia cierto distanciamiento entre ambos; o, quizá, se trata del hastío que crece inevitablemente en un matrimonio de muchos años de recorrido: poco tienen que contarse y lo poco que tienen, no se lo pueden contar. Por eso el padre decide visitar al hijo, a ver si está en su casita. 
-Hijo, ¿estás en casa? -pregunta cariñoso a través de la ventana entreabierta junto a la puerta de entrada de la casa-.
Pero contesta la nuera, una chica que fue periodista y por la que perdió la cabeza el hijo a pesar de que en la familia querían otra esposa de más lustre: 'pase usted, acabamos de llegar y acabamos de acostar a las niñas', dice ella. 
Una vez sentado el padre junto a su hijo, que es una imagen muy común y muy familiar, comienzan una distendida y relajada conversación. Más que nada para interesarse ambos de cómo les ha ido el día. 
-¿Y tú, padre, dónde has estado hoy? 
-He ido a New York que, como sabes, es una ciudad que me gusta y que puedes patear sin que te incomode la gente. He ido a hablar con la gente esa del periódico que sale mucho en las películas, ¿Cómo se llama...?
-¿El New York Times?
-Sí, ése. He ido más que nada para que hablen bien de mí, ya que estos americanos al no conocer nuestra tradición, creen que no servimos para nada y que vivimos del cuento. 
-¿Y qué le has contado? 
-Bueno, les he hablado de cómo va el país y que somos un país fuerte y trabajador y bla,bla,....ya sabes el rollo ese que contamos cuando salimos por ahí. La idea es que mañana saquen un artículo apoyando al país y, por lo tanto, a nosotros. Ha sido una idea genial. De camino, me han llevado a comer a un sitio con gente muy refinada. Se comía bien, pero no como por aquí. ¿Y tú, vosotros, que habéis hecho? 
-Pues nada, el rollo de casi todos los días: hemos inaugurado un congreso de oftalmólogos en Barcelona, que ha sido un coñazo, pero ya sabes cómo está el asunto en Cataluña y había que ir.
-Si, algo he leído en el avión. No podemos permitir que éstos se independicen porque nos rompen el chiringuito. Luego querrán hacerlo los vascos y a lo mejor hasta los gallegos y eso acabaría con nuestro negociete, jeje.
-Ya me doy cuenta y por eso les digo a mi equipo que me lleven por esos sitios y no a tanto a Andalucía y lugares así que no son peligrosos y allí arrasamos. Pero ocurre...-el hijo, se queda pensativo unos segundos-.
-¿Que ocurre, hijo?
-Pues nada, que ya nada parece ser como antes. Siempre hay gente que vocifera y hasta nos insulta. Ya sé que todo esto lo hacemos por nuestra franquicia, como tu le llamas, pero cada vez es más incómodo. Además, sacan una bandera parecida a la nuestra pero con una franja de color lila o algo así.
-Bueno, eso pasa cuando hay crisis. La gente en cuanto tenga el estómago lleno vuelve a sus cosas y nos dejan en paz. Así se comporta siempre el vulgo, como decía tu bisabuelo.
-Ya, pero está lo de la niña y el marido. 
-Sí, eso es más complicado. De todas formas, no te preocupes porque ya he hablado con el que lleva estos asuntos, ¿cómo se llama ese que era Alcalde de Madrid, que nunca me acuerdo?
-Ruíz Gallardón. 
-A sí, que no me acordaba. Ya he hablado con él porque le han dado ahora los asuntos de la justicia y me ha dicho que me tranquilice que va todo bien. 
-Bueno, pues siendo así...¿has cenado ya? 
-Sí, lo he hecho en el avión de camino para España.
-Pues entonces te voy a poner un coñac que me han dado en una licorería de Barcelona y hablamos de nuestras cuentas un rato, ¿te parece?
-¿De las cuentas del rescate y todo eso que dicen por ahí?
-No, de las nuestras, que es lo que importa. 
-¡Ah!,vale ¿Tienes por ahí un puro ahora que no está tu madre?
-¡Pero, papá...!      

3 comentarios:

  1. de que me sonara a mi esta familia

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  2. El problema es que después llegaron estos, y sus cosas no han cambiado, café, copa y puro y al pueblo...

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  3. Siempre me digo que clase política y monarquía son dos caras de la misma moneda.
    Saludos.

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Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

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