El pasado sábado, a eso de las 18,30 comencé una ruta que me llevó a lo largo de 17 kilómetros por distintos lugares de la Vega, a un ritmo cómodo de 4'50'' el mil, que no me dejaron maltrecho.
Y el domingo, por la mañana -mucho antes de que transcurrieran las 24 horas de descanso- hice una ruta de 9 kilómetros a un ritmo mucho más pausado de 5' el mil, pero por una ruta mucho más difícil.
Se trataron de dos entrenamientos estratégicos: el primero para meter unos kilómetros prudentes y necesarios para encarar la próxima media maratón; y el segundo para exponer esos músculos aún no recuperados, dando ocasión, además, a sufrir el fuerte calor que hacía a esa hora, a pesar de estar ya en pleno otoño.
¿Son prudentes este tipo de entrenamientos? Se trata casi de una sesión doble, ya que la separación entre ambas era de unas 15 horas, que no es un tiempo lo suficientemente amplio para recuperar.
Pensé lo siguiente para convencerme que no era imprudente esta doble sesión: si entrenamos para maratón y hacemos una tirada larga de unos 30 o 32 kilómetros, hacemos muchos más kilómetros que la suma de estas dos sesiones. Por tanto, si lo primero es factible, lo segundo no tiene por qué no serlo.
Confieso que la segunda sesión me fue mucho más dura, pero eso lo justifico por el terreno y por el fuerte calor. La realidad es que hoy, al día siguiente, siento mis piernas descansadas y ligeras, a pesar de que he decidido no rodar. Por tanto, podría ser interesante este tipo de entrenamiento. E, incluso, beneficioso. El tiempo lo dirá.
Yo los veo prudentes y grandes entrenamientos
ResponderEliminarGracias. Lo intuía.
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