12 octubre 2012

MOMENTOS QUE PERMANECEN EN EL RECUERDO


La tarde-noche, víspera de este fin de semana largo y festivo de octubre, se compuso de esos momentos que permanecen muy gratamente en el recuerdo, en una Granada aderezada ya con los primeros indicios del otoño que llega retozón este año, si bien desplegará todo su encanto sin fisuras ni aviso en breve, como suele ocurrir siempre en esta ciudad, tan acostumbrada a suprimir por el arte del birlibirloque estaciones meteorológicas.        
De esa guisa y con ese cuadro de fondo, asistí a la esperada presentación de la novela negra ambientada en la Granada de finales de los sesenta -ganadora del  VI  premio Internacional de Novela Negra de la Ciudad de Carmona-, que se celebró en el Teatro de CajaGranada -o lo que sea ya esta vieja institución financiera granadina-. Con el autor, mi buen amigo César Girón, varios conocidos, escritores y periodistas granadinos, y el editor, el siempre polifacético y activo exministro de Trabajo Manuel Pimentel.  
La presentación de un libro siempre tiene varias lecturas y en él hay lugares comunes. Lógicamente, mucho agradecimiento, muchos panegírico, pero también elementos de calidad y verdadero interés. Y de estos últimos hubo muchos en la presentación de 'Caso Cerrado', porque el autor, enorme conocedor de la historia de Granada, así como de cada uno de sus miles de rincones (doy fe que andar con César Girón por las calles de Granada y es mirar la ciudad con otros ojos), nos supo desgranar con maestría esa especie de 'Making of' de la novela, mitad realidad, mitad ficción, como suelen ser las cosas en esta curiosa y misteriosa ciudad, de la que Pimentel afirmó que es la menos provinciana de las ciudades provincianas. A lo mejor tiene razón.
Y de todo eso, y de todo lo divino y de todo lo humano, tuvimos mucho tiempo de hablar mi buen amigo y Alter, Jesús Lens y yo, sentados ambos frente a frente en torno al calor de un buen bar, acabando una tras otra Alhambras especiales fresquísimas, hasta casi llegada la medianoche. Pudimos estar la madrugada entera, porque ha habido demasiada dilatación en nuestros encuentros -cosa que hay que remediar-,  pero comprobamos que las persianas del bar ya comenzaban a bajarse y tocaba retirada. 
Mucha conversación sobre proyectos, sobre literatura, sobre correr, sobre la difícil época que estamos pasando en este país, sobre escribir....Son momentos éstos en los que te reencuentras con lo verdaderamente esencial en la vida, que no son otra cosa que dos atributos en principio simples pero a la vez complejos: la buena conversación y la amistad, aderezado todo con un excepcional tapiz de libros y cultura de fondo.   

1 comentario:

  1. Jornadas doblemente memorables, Álter. Es cierto que coincidimos demasiadas pocas veces. A eso hay que ponerle remedio. Me gustan las etiquetas de esta entrada :-D

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Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

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