(Lamentablemente he cometido un error técnico -una nueva opción en el blog que no conocía- y he borrado accidentalmente la entrada, que volveré a reproducir aquí usando la memoria, ya que no suelo hacer copia de lo que escribo. No será la misma entrada, pero intentaré que se parezca en lo esencial. Os pido disculpas.)
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El Partido Popular ha ganado las elecciones autonómicas andaluzas. Pero ha perdido. Porque no ganando por mayoría absoluta, su destino es no gobernar.
Las causas que han podido provocar que el PP no haya podido obtener una mayoría holgada para gobernar son muchas, pero se pueden resumir básicamente en los duros ajustes y recortes que está llevando a cabo desde Madrid.
Que la cúpula del PP de Madrid, tan poblado como está de madrileños, gallegos y pucelanos como está, no conozca Andalucía es grave, pero lo más grave es que el propio PP andaluz no conozca de que está confeccionado el tejido social andaluz, máxime cuando su lider, Javier Arenas, es un andaluz nacido en Olvera, en el corazón de los Pueblos Blancos, zonas de interior donde el PSOE suele pescar la mayoría de los votos.
El PP en el gobierno central ha entrado con la tijera, pero esa tijera no deja títere con cabeza. Hace daño y cambia opiniones. No otra cosa es lo que ha podido ocurrir para que casi 500.000 votantes hayan decidido dar la espalda al PP entre el mes de noviembre pasado. Ni siquiera cuatro meses han sido necesarios para que muchas huestes populares, que prestan el voto al PP, desierten y decidan votar a otros o, sencillamente, abstenerse. Está claro que no han contado con ese efecto en la sede de la calle Génova.
El PSOE en cambio, a pesar de caer estrepitosamente en campo propio no se ha hundido como se barruntaba y ha sabido sacar petróleo de los feudos en los que ha ido forzando la maquinaria a base de dinero público y subvenciones. Poco han importando los ERE's en lugares en los que se entienden que es una buena forma de salir de situaciones de crisis.
Hay que entender que en determinados lugares de Andalucía, lo grave no es que un ERE sea fraudulento sino no poder estar inmerso en él de la forma que sea. Esa es la triste realidad de ciertas zonas de Andalucía, que a la postre sirven para aupar a un partido que ya debería de haber sido despedido de los palacios del poder.
Izquierda Unida, por su parte, ha jugado su baza. Ha ido pescando los residuos que el PSOE le ha ido dejando y obtiene votos también del descontento y la movilización ciudadana. Otra cosa muy distinta será ver hasta qué punto será capaz de gobernar con un partido salpicado de escándalos, denunciados mil veces por la misma coalición.
Ese complicado papel, lo intentaremos analizar en la entrada siguiente.