Actual composición de Judas Priest
Corría 1995 cuando circunstancias casuales me introdujeron en un género de música que hasta ese momento apenas conocía. Se trata del rock más duro, el llamdo Heavy. Quien me conoce podría sufrir un ataque de risa si le dijeran que mi aspecto es Heavy, es decir al estilo de tener pelo cubriendo la espalda y vestimenta raída rigurosamente negra, además de todo un rosario de cadenas, chinchetas y demás parafernalia que acompaña a los amantes de este género musical. Para colmo, ni frecuento chiringuitos irrespirables, ni trasnocho habitualmente, ni fumo, ni bebo, y para colmo corro. Podría tener algún punto de conexión con estas tribus en cuanto al amor a la cerveza, pero poco más en lo que se refiere a exteriorización de hábitos, costumbres o vestimenta. Sin embargo, mi espíritu si está muy cerca de esa concepción de la vida, pues me gustan los ritmos duros, la puesta en escena de grupos adscritos a este género musical, y muchos conceptos e ideas que tengo sobre el mundo en el que vivimos están muy cerca de la concepción del mundo que tienen quienes disfrutan con estos ritmos, que para nada consisten en solamente ruido. De hecho, a mí el ruido no me gusta. Es más me irrita.
No es una música que en absoluto me aburra, es más, me suele acompañar en el Ipod cuando voy en autobús o, incluso, cuando corro, o en este justo momento en el que tecleo esta entrada.
Esa afición, decía, viene de 1995. Por entonces yo era el recién nombrado Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Pinos Puente y como responsables de las fiestas de la localidad, para escapar algo de la "moñiquería" de los tópicos y típicos eventos de cualquier fiesta de pueblo, fijé mi concentración en todo ese vasto grupo de ciudadanos que no participan de la programación en estos días. Había aptos múltiples para mayores, para niños o para deportistas, pero un minoritario sector de población apenas tenía dónde acudir. Así que con la valiosa colaboración de jóvenes de la localidad, amantes del Heavy Metal, montamos lo que años más tarde fue conocido internacionalmente como el Piorno Rock. En aquella primera ocasión no estaba muy definida la linea musical de todos los grupos que actuaron en el Campo de Fútbol, pero sí me aseguré que asistiera uno de los míticos grupos españoles del género: Ñu. Y todo fue un éxito, de manera que cada año organizábamos el evento, definiendo cada vez más el estilo. Pasaron por Pinos Puente, Barón Rojo, Saratoga, Obus, un aún poco conocido Mago de Oz, Tierra Santa, Avalanch, Porretas, Hamtlet...es decir, lo más importante que existía en ese momento en el Estado. Años después el festival obtuvo la colaboración de una importante agencia del género y comenzaron a desfilar por el pueblo los mejores grupos europeos y algún otro del otro lado del charco : After Forever, Stratovarius, Gamma Ray, Children of Bodom, In Extremo, Kreator...lo mejor de lo mejor. Y cada año mi acervo musical era más elevado hasta el punto que por mi cuenta buscaba la música y la información sobre estos grupos y otros. Y así ha sido hasta hoy.
Reconozco que cuando dispongo de tiempo, una de mis pasiones consiste en buscar el sonido de nuevos grupos e información sobre ellos. Por ejemplo, hace unos días, con la ayuda inestimable de Internet comprobaba a través de Youtube grupos de subgéneros como el Folkmetal o el Trahs Metal, sin descartar introducirme en el Black Metal, que me interesa menos, o el Power Metal, por poner unos cuantos ejemplos. De esa labor investigadora descubrí muchos grupos nórdicos, muy dados a ritmos metálicos fuertes claramente mezclados con tradiciones folclóricas de sus sinuosas tierras, casos de Moonsorrow, Falkenbach, Turisas, Ensiferum, Storm, Mithodym, o la derivación de metal de raíces celtas a cargo de Cruachan, Aesdana, Eluveltie, Heol Telwen o los italianos Folkstone. Y, como siempre, vuelvo a la fuerza y la pureza del Thrash Metal de la mano de Metalica -principalmente su Master of Puppets- o al Power Metal de la mano de Iron Maiden, del que siempre que puedo escucho su mítica Fear of the Dark. Curiosamente en esa búsqueda no había reparado mucho en la carrera musical de Judas Priest, hasta que cayó en mis manos su doble "Nostradamus", que es un delicioso trabajo, liderado de nuevo por su vocalista Rob Halford.