09 marzo 2018

SERIE: EXPEDIENTE X -USA- (1993-2001 Y 2016- )

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      Cuando la serie Expediente X comenzó allá por 1993, yo fui uno de sus seguidores más acérrimos. No tuve que esperar muchos episodios para entrar en conexión con esa pareja de lunáticos, Fox Mulder y Dan Scully (interpretados por los actores David Duchovny y Gillian Anderson). Para un servidor, cada capítulo era un acontecimiento. No sabría decir qué fue, en realidad, lo que me atrapo de esta serie. Porque no se trataba tan solo de la temática, casi toda fantástica e improbable, sino más bien el ambiente dado a la misma y el particular trabajo de los dos raros y extraños agentes del FBI. 
      No obstante, he de matizar lo de lunáticos, raros y extraños. En puridad esos adjetivos, que cuentan con cierto aire peyorativo, podrían ser atribuibles al agente Mulder, ese extraño y brillante agente del FBI que pudiendo haber tenido una carrera meritoria dentro del máximo de investigación criminal de Estados Unidos, decide tirarlo todo por la borda y dedicarse a algo que provoca hilaridad en el resto de sus respetables y respetados compañeros. Tan es así que se le asigna como pareja una mente científica para que contraste y, de camino, vigile sus extravagantes pasos por la senda del misterio. Es ahí cuando aparece la agente Scully. Pero ocurre que Mulder tiene un pasado extraño. Por lo pronto, un padre que también pertenecía al gremio investigador y una hermana que, al parecer, fue abducida por una raza alienígena con supuestos contactos con el gobierno de Estados Unidos o, al menos, con sus militares y eso lo marcó sobremanera, hasta el punto que su vinculación con estos temas era de carácter doméstico. Y, claro, metidos en harina, la sucesión de casos, de carácter extraterrestre o terrestre inexplicables, acaban por hacer dudar a esa mente científica de Scully que observa que todo lo que deriva de la imaginación de su atractivo compañero puede ser algo más que real. Hasta ahí el esqueleto de la trama. 
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     Lo portentoso, lo realmente grande, deriva de la imaginación de un genio como es Chris Carter, el creador de la serie. Todo un torrente de imaginación perfectamente captado por todos los actores que van apareciendo por la serie. Ésta llegó a la novena temporada de forma ininterrumpida, con unas cifras de audiencia que pocas series han logrado captar ni aquí ni en Estados Unidos, el país de origen. De por medio hubo algunas películas que siguieron el mismo esquema. Se podría decir que eran como episodios alargados de la serie. También contó con episodios independientes. Así que cuando acabó todo, algunos nos sentimos un poco huérfanos. 
     Estos actores no han proliferado demasiado en el cine con posterioridad y si lo han hecho ha sido interpretando papeles muy diferentes. A Gillian Anderson no la he visto demasiado, pero sí a David Duchovny, el cual se atrevió a producir e interpretar una de las series más fascinantes que he visto en los últimos años y que llegó a contar con siete temporadas (ignoro si habrá más en el futuro): Californication. En ella, con su mismo humor y espíritu raro y polémico, interpretó a un autor de culto que llegó lejos con su primer libro, pero que luego no supo que más escribir y se dedicaba a follar con la primera mujer que caía rendida en sus brazos musculosos y varoniles, creando a su alrededor todo un mundo caótico en el que cae todo el que se acerca o está en su círculo: su pareja, su hija, su representante y la mujer de ésta. Un mosaico de personajes dislocados en la dislocada sociedad rica y libertina de la costa de Los Ángeles, en la que confluyen escritores, artistas, productores de cine, directores, actores y bandas de rock, y  toda una pléyade de desquiciados personajes, todos ellos con un factor común: un enorme problema mental y muchos medios económicos y materiales para dar rienda suelta a sus manías, fobias y obsesiones. 

      Así que cuando en 2016 se reanudó la mítica serie de los agentes del FBI que perseguían cosas extrañas, yo dije: hay dios. Por tanto, ni tan siquiera tengo que explicar que estoy enganchado con la temporada 10, en la que se sigue con la misma mecánica y ambiente (y eso es complicado conseguirlo después de un parón de quince años) a lo que hay que sumar un ejercicio de cínica autocrítica sana y humorística acerca del trabajo de ambos agentes en el pasado, introduciéndose, eso, mucho humor y algo de drama consistente en la desaparición (de nuevo el problema extraterrestre) de ese hijo común que tuvieron ambos agentes. Por ejemplo, el capítulo sexto de esta décima temporada nos obsequia con unas escenas para guardar en las que Mulder, alterado por la influencia de hongos sicotrópicos penetra en un estado de tal vitalidad que le hace sumergirse por los ambientes más juergistas y nocturnos de la también dislocada ciudad de Texas, sin que se pueda evitar ver en estas escenas un claro homenaje a Resacón en las Vegas, una de las películas de esta saga tan apreciadas por éste que escribe. La imagen del bueno de Fox Mulder deslumbrando con un bien coordinado baile de Country es de premio. Y a pesar de ese humor y sana autocrítica la serie sigue descubriendo enigmas sin perder un ápice de interés, como el capítulo dedicado a la tecnología utilizada por el complejo militar norteamericano de origen extraterreste, con una clara referencia al suceso de Roswell. 
      Todo un disfrute que no esperaba tener tras quince años de espera.  

04 marzo 2018

SEVEN SECONDS (ESTADOS UNIDOS, 2018)

Seven Seconds (Serie de TV)
    Cuando acabé de ver la primera temporada de Seven Seconds, me fuí directo a Google Earth y observé con detalle el Liberty Park de Jersey City con formidables vistas al río Hudson, a la Estatua de la Libertad y la ciudad de Nueva York, a Manhattan, más concretamente.  Porque es en ese lugar donde comienza y acaba todo en esta primera temporada de la reciente serie norteamericana que, en la línea de The Killing, va desmenuzando los pormenores de un crimen que se muestra sin tapujos en la primeras escena. Una técnica últimamente bastante utilizada en series y películas y que servirá para ir desmontando estructuras y capas hasta llegar a una averiguación final, haciendo, de camino, protagonista al espectador de esa ardua investigación sin que se pierda un ápice de interés o, incluso, de emoción a lo largo de los diez capítulos, que son los que integran la temporada.

     Me gustan las series. Y me gustan que estén ubicadas en lugares reales. Si ya me ocurrió con The Killing o Bron, la versión original sueca o su versión norteamericana The Bridge (aunque mucho mejor la sueca), ahora con Seven Seconds me ha vuelto a ocurrir, y aunque no diré que ésta última esté a la altura de Bron, aunque sí a la de The Bridge, en mi opinión, sí que cuenta con sus propias características que la hacen distinta y especial.
     New Jersey y su capital Jersey City no es Nueva York ni por asomo. Un poco como si fuera una categoría más ínfima; una categoría de ciudadanos que no pudiendo vivir en la segunda, más rica y mediática, lo hace como puede en la primera. Pero, ojo, nos estamos refiriendo a Estados Unidos, megapaís en el que la riqueza y la pobreza abunda por todas partes, de manera mezclada en muchos casos, sin que exista un patrón determinado, más allá de barrios concretos y no tanto de ciudades concretas. Por lo que será en Jersey City donde "habitaremos" a lo largo de diez capítulos para conocer su policía, corrupta o no, sus investigadores, sus fiscales, megaestrellas o no, su sistema judicial, sus familias, honradas o no, su mucha población negra y, por ende, sus estratos de racismo, y de por medio, un crimen en el Liberty Park, bajo un manto de nieve, que presidiría gran parte de la serie. Siete segundos que podremos contar al final de manera muy sutil. Sí, interesante propuesta.     
      

28 febrero 2018

BOLONIA (EBOOK RELATOS Y ARTÍCULOS DE VIAJES)


Bolonia



           El viajero decidió acudir a Bolonia en una fecha poco convencional y turística, como poco turística es en sí esta ciudad del norte de Italia (como aquella mítica abadía a la que se dirigía Guillermo de Baskerville en El nombre de la Rosa), capital de la provincia de Emilia-Romaña, que lleva a gala ser una de las ciudades europeas con el casco histórico de trazado medieval más extenso y mejor conservado, algo que comprobará fehacientemente el viajero.
            Decía que acudió en fecha poco convencional porque se trataba de principios del siempre frío enero, mucho más si consideramos que Bolonia está cerca de los Apeninos. Por tanto, no sabía qué podía encontrarse allí. No contaba con demasiadas referencias y tampoco —como ya ha dicho— aparece en las mejores guías como ciudad turística, si bien cualquier rincón de Italia merece ser visitado.
            Cuando llegó, aún se encontró en todo su esplendor la decoración y luces navideñas que alegraban las atiborradas y angostas calles repletas de comercios. Eso fue del gusto del viajero ya que, no sabe bien por qué, tiene querencia por las luces y el ambiente navideño, por mucho que pueda despotricar sobre esa fecha consumista y artificiosa hoy en día. Pero veamos la impresión que tuvo de Bolonia.
            Se trata de una ciudad no demasiado grande, es decir, una ciudad que es fácil contemplar paseando, sobre todo porque todo lo importante se encuentra en su centro histórico medieval. Por tanto, ni que decir tiene, es una ciudad idónea para olvidar el transporte público, que se reduce a las siempre presentes líneas de autobús. Ese dato es idóneo para que se pueda visitar en pocos días, que era los que tenía el viajero, toda vez que debería compartir su estancia con Florencia, no demasiado lejos de allí.
            Sin embargo, a pesar de que manifestara que no es una ciudad de las más turísticas de Italia, el lector no debe interpretar de que se trate de una ciudad carente de encantos, monumentos y obras de arte. Todo lo contrario. Además, para el viajero que esté vinculado con la educación universitaria encontrará en esta ciudad un referente mundial sin precedentes ya que, se afirma, cuenta con la universidad más antigua del mundo occidental, fundada en el año 1088 y que ha tenido el prestigioso honor de tener entre sus alumnos a intelectuales de la talla de Dante Alighieri, Erasmo, Copérnico o Petrarca, por poner tan solo unos pocos ejemplos, además de ser la sede del prestigioso Real Colegio de España que abrió sus puertas en 1369 y que ha contado con alumnos de la talla de Antonio de Lebrija, por poner un solo ejemplo conocido. Por tanto, el viajero se encuentra en la cuna de la intelectualidad occidental, elemento éste que estará presente a lo largo de su estancia breve en la ciudad y que a tenor de su diseño y trazado tiene la sensación de que aún podría encontrarse por sus bellas calles y plazas con alguno de estos intelectuales. No negará el viajero que tiene querencia por este tipo de ciudades tan conectadas con el ámbito intelectual, al tiempo que tan poco agobiadas por el turismo de masas. Con esas premisas, la visita a Bolonia se iba a quedar grabada para siempre en su mente y la recordará como una de las más agradables, placenteras y aprovechadas que ha hecho.
            Bolonia, al poco de entrar en su casco histórico, recibe al viajero de manera abierta gracias a la magnitud de su Piazza Maggiore que le recuerda en todo momento a un remoto medievo italiano que ha podido ver en películas históricas sobre este país. Y a poco que el viajero observe contemplará en la misma plaza una iglesia enorme con hechuras de catedral. Se trata de San Petronio erigida a lo largo de los siglos XV, XVI y XVII. Justo enfrente de esta magna iglesia se encuentra el precioso Palacio de la Podestá, sede del Ayuntamiento de Bolonia, y que data del siglo XIII. Pero si algo le resultará curioso es la portentosa irrupción en el centro de la ciudad de Due Torri (Dos Torres) de distinto tamaño y fecha de construcción. La más alta, la Torre de los Asinelli tiene una altura de casi noventa y ocho metros, mientras que su compañera, más baja, cuenta con cuarenta y ocho. Sin embargo, esta última se construyó un siglo antes, en el XI. Le cuentan al viajero, minutos antes de subir a la más alta, la de los Asinelli, que las grandes familias adineradas pugnaban por construir la torre más alta de la ciudad. No sabe el viajero si será verdad o leyenda, pero tiene claro que la subida hasta arriba es angosta y difícil, pero las vistas de Bolonia, así como los verdes campos de alrededor, son realmente estupendas.
            Allí en todo lo alto, contemplando esos viejos y oscuros tejados de una de las ciudades más antiguas de Italia, el viajero se dice que haber tomado la decisión de visitar Bolonia no ha sido en absoluto desacertada, admitiendo que es uno de esos breves viajes que siempre dejan poso en la memoria.





24 febrero 2018

CINE: ADICTO (EEUU, 2011)

Adicto     La apariencia de leyenda urbana del egoísmo y control de la industria farmacéutica norteamericana no es tal. O, al menos, no lo es en esta película que comento, por una sencilla razón: es fidedigna a lo que verdaderamente ocurrió. En este caso, de finales de los noventa, una enorme corporación farmacéutica tenía el monopolio de la distribución de jeringuillas reutilizables en los hospitales de Estados Unidos y eso provocaba cada año que miles de trabajadores de la sanidad se pincharan y acabaran contagiándose de Hepatitis C, Sida y demás enfermedades contagiosas, muchas de ellas mortales. Pero nadie movía un dedo, hasta que lo hizo una enfermera y un amigo de ésta que era ingeniero, que acabó patentando unas jeringuillas con un sofisticado sistema que evitaba el pinchazo al manipularla. Además no reutilizable. Como era de esperar en las buenas causas, no las quería comprar nadie. Las primeras, además, provocaban cada vez más casos de contagio de Sida y Hepatitis C en África, sobre todo, por su reutilización. Hasta ahí la sinopsis que podría servir para ver esta película. Todo lo demás en ella tienen como base un trhiller judicial de esos que enganchan a tanta gente, desde que Atticus Finch nos deleitara con su ética y honestidad, si bien no hay demasiados planos de vistas ante los solemnes y honorables jueces norteamericanos. Pero un trhiller judicial con elementos distintos, sobre todo el principal que, además, se deduce del título de la película: Adicto. Como adicto es uno de los abogados defensores, ese que lucha desde un pequeño despacho contra la gran corporación y su propia adicción a las drogas.
       En suma, gente idealista contra gente corrupta y ambiciosa. Un poco la historia de siempre. Una historia que no es solo cine, sino una realidad muy palpable en un mundo capitalista sin piedad y en el que como postuló Hobbes "Homo homini lupus". Porque la industria farmacéutica, más allá, de lo que cuente la película no es más que un negocio. Empresas que investigan y obtienen unos resultados que venden al mejor postor, siendo ese mejor casi siempre algún gobierno que pueda pagarlo, quedándose los que no con los residuos o lo que realmente no sirve. Y es ahí cuando uno se pregunta si no sería justo que existiera una norma que obligara a esa industria a ceder su producto a los gobiernos a cambio de un precio justo; o mejor, que fueran los propios gobiernos los que se hicieran cargo de esa industria. Son dudas que surgen cuando se ven películas como Adicto y que me temo no tienen respuesta.   
       Aconsejable su visionado.
        

22 febrero 2018

EL CUENTO DE LA CRIADA (NOVELA Y SERIE)

Margaret Atwood Eden Mills Writers Festival 2006.jpg
Hay un mar de series. Todas distintas y algunas de ellas de calidad, de mucha calidad. Desde que Hollywood decidió no pagar bien a los guionistas más brillantes, éstos buscaron su nicho en las series y fue ahí donde se encontraron a gusto y creativos. Los hay muchos y magníficos. En ocasiones son ideas originales, pero en otras son guiones de libros con temática diferenciada. Uno de esos libros diferenciados y distintos es el que ha generado esta inquietante serie de la que ahora esbozaré algunas líneas asépticas y alejadas de espoileo malvado. 
    Se trata de la novela The Handmaid's Tale de la autora canadiense Margaret Atwood, que no es ninguna desconocida; de hecho, es Príncipe de Asturias de las Letras. Un libro que fue escrito en 1985 y que ha servido para hacer una de las mejores series actuales. Como decía, una serie inquietante que, como el libro, retrata una sociedad distópica que gira en torno al tratamiento cruel hacia la mujer por parte de un grupo de fanáticos políticos y religiosos que consiguen impone su credo en Estados Unidos tras acabar con el poder constituyente. 

El cuento de la criada (The Handmaid's Tale) (Serie de TV)
     Cuando comencé a ver esta serie, me dije que era posible que no pasara del primer capítulo. No lograría creer lo que me contaban, pero siempre -por experiencia y hábito- doy margen para ver uno o dos capítulos más. Y, sí, ahí estaba la clave y el enganche; el mecanismo por el cual una serie es distinta a otras. Me ocurrió algo parecido con Lost, la famosa serie de los perdidos en una isla remota e incomunicada. No podía creer a priori que eso pudiera ocurrir en los tiempos actuales, en los cuáles es casi imposible que nadie se pueda perder, a no ser que desee perderse o no deseen encontrarlo. Pero en seguida comprendí que esa incomunicación y esa isla robinsoncrusoeiana no era más que una excusa para poner en escena cosas muchas más hondas que tenían que ver con la psicología, la sociología, la antropología, las relaciones personales y de poder, y un largo etcétera. Al final, la serie la cagó en sus últimas temporadas y el polémico final fue horrible a mi entender, pero eso ya es otra historia. 

Y aludo a Lost porque con El cuento de la criada ha estado a punto de ocurrirme lo mismo. Por suerte di margen a ese segundo capítulo y luego al tercero, cuarto...y en poco devoré toda la primera temporada que es la que se ha emitido en España a la espera de una segunda. Comprendí que toda esa parafernalia distópica en la que la se retrata a la mujer con menos derechos que en la época de las cavernas nos estaba comunicando algo más hondo y preocupante: el fundamentalismo ideológico y religioso al que se puede llegar si la mujer deja de procrear o, bien, tan solo unas pocas pueden y esa teórica virtud se convierte en su propia tumba. O bien, que nos descuidemos todos y acaben arrebatándonos los derechos que tanto ha costado conseguir, camino que ya se ha iniciado hace tiempo. El telón de fondo de la serie es tremendo. Sin embargo, ese argumento, por muy hondo, distópico y preocupante que sea no queda ahí ya que hay toda ingeniería argumental detrás, utilizándose la técnica del desarrollo parcial de los principales personajes con un atrás y adelante verdaderamente meritorio. El resultado final de toda esa técnica por la que transita el argumento de manera rigurosa convierten a la serie en magnífica, a lo que ayuda sobremanera las enormes interpretaciones, con Elisabeth Moss a la cabeza, como protagonista principal, y que tanto prometía ya en su papel de secretaria y después publicista en la muy machista Mad Men, otra de las mejores series que servidor ha visto en los últimos años junto a la intocable Breaking Bad. 
         

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...