05 junio 2014

LA MUY VERDADERA Y REAL HISTORIA DE LA ABDICACIÓN (HUMOR BORBÓNICO)

Seamos prácticos. Si ya está decidido; si no va ha haber proceso constituyente para iniciar la reforma de la Constitución; si ya el heredero le ha tomado apego al trono sin reinar aún; si ya sueña con más fama, poder y fortuna; si nadie de los que mandan de verdad está dispuesto a mover un dedo para que la cosa cambie, pues seamos prácticos y hagamos como los británicos (aunque estos si que llevan en los genes la monarquía, inseparable del nacimiento como nación; hasta los holligans la defienden, palabra): riámonos y contemos chascarrillos y chistes de esta tropa borbónica, que desde que se alzaron con la corona española -con no demasiadas interrupciones- allá en el año 1700 de la mano de Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y que se puso el nombre de Felipe V. Por tanto, ya tenían gana de que el V se convirtiera en VI. Soñaban con ello. 

Última portada de la revista 'El Jueves', censurada
por su grupo editor RBA. Este hecho ha
provocado la dimisión de varios de sus más 
prestigiosos humoristas. Primeras 'víctimas' del nuevo 
rey de todos los españoles, vascones, catalanes
 y demás pueblos patrios.  
Ya antes en la segunda mitad el siglo XVI los 
Borbones ya habían hecho sus pinitos en la Corona de Navarra, pero eso es otra historia. Aunqueo les sirvió bastante para posicionarse. Observaban cómo la Casa Austria se estaba desmoronando con los ineficaces Austrias Menores y aprovecharon bien la ocasión para ocupar el trono español. Listos y oportunistas como pocos. Y así siguen: aferrados al poder y a la riqueza, sin que haya necesidad que sean buenos estadistas, gente seria o ética. Es igual: esto es España. Qué más da. 
Pero no me enrollaré, porque lo yo quiero aquí hoy es contar la verdadera historia de la abdicación de Juan Carlos I. No fue como no lo contaron. Veamos. 

Resulta que estaban en Zarzuela dando una recepción, como un día cualquiera. En esta ocasión se recibía al presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, que son tipos muy importantes allí. 
Y este tipo, conocedor de la afición enóloga del rey, le trajo un excelente caldo californiano. Y el rey, no pudiendo esperar, mandó que lo descorcharán. Se sirvió y de forma espontánea -porque nuestro exrey es de sencillo que te cagas- exclamó con esa media lengua que dios le ha dado: '!Qué zdico..¡' Le gustó tanto el vino que no pudo evitar alabar su calidad. 
En la sala estaban los periodistas acreditados por Zarzuela para sus distintos medios. Pero ese día había un becario sustituyendo a uno de ellos que se encontraba mal, no se sabe de qué medio de comunicación. Y como becario que era, por aquello de los nervios y la falta de experiencia en estos menesteres regios, al escuchar esa exclamación del rey, no dudó un segundo en coger su smartphone y tuitear: 'El Rey acaba de decir: ¡Que abdico! Y claro, ya navegando el mensaje por la red a velocidad de vértigo y tratándose de un asunto de Estado, la noticia se extendió como la pólvora hasta acabar en los ordenadores centrales de los medios de comunicación de medio mundo. Y ya nada se pudo hacer.
Así que eso fue todo. Que de malentendidos está repleta la historia de la humanidad. 

     

04 junio 2014

CONCURSOS LITERARIOS

Advierto que esta entrada es de consumo propio, retroalimentada y específica, muy específica. Inicialmente de interés para quienes suelan frecuentar, conocer e interesarse por los certámenes literarios. O a lo mejor ni tan siquiera de interés para éstos. En todo caso, no la haré excesivamente larga porque me gustaría que todo el mundo la pudiera leer, propios y extraños. Al menos por aquello del interés general. A ver si consigo hacerla interesante.

Hay que decir que hay escritores consagrados que jamás se han presentado a ningún concurso literario. Y hay escritores totalmente desconocidos que suelen ganar muchos de estos certámenes. Leía el caso de un escritor totalmente desconocido para el gran público que llevaba ganados más de mil, creo. Por su parte -por ejemplo- Pérez-Reverte no suele frecuentarlos y todo el mundo sabe lo que vende. Arthur Conan Doyle, tampoco obtuvo nunca en vida ningún premio, a pesar de que su personaje Sherlock Holmes formaba ya parte del imaginario colectivo de Londres, Inglaterra y medio mundo.  Por tanto, no seré yo quien defina dónde está la calidad literaria. 
Los grandes certámenes, donde hay dinero y fama, están previstos para nombres conocidos y más que concursos son premios. Y, por tanto, suelen premiar una trayectoria o gente vinculada a la editorial que sustenta el certamen. Pero también es cierto que hay certámenes de mucha importancia que lo ganan gente hasta ese momento desconocida pero con mucho talento literario. Éstos certámenes suelen ser los más prestigiosos y auténticos y es importante que no se pierdan.   
Por su parte, los certámenes de ámbito más pequeño, generalmente local o regional, no están pensados para gente consagrada. Es posible que sea la rampa de lanzamiento, pero generalmente no. Por tanto, a este tipo de certámenes se presenta gente sin nombre, pero eso no significa que no posean talento literario. Hay de todo. Y también hay de todo en cuanto a la apreciación de los obras que se presentan. Más que nada porque esos jurados tampoco son profesionales. Por lo general, esos jurados están compuestos por gente interesada en la literatura y que como tales tienen sus gustos literarios concretos. De ahí que no siempre quien gana sea el que más talento literario aporta sino el que más gusta a esos lectores del jurado. O, incluso, es posible que gane quien más encaja en la forma de concebir la literatura que tienen los miembros de ese jurado (no profesional). Uno es lo que lee o ha leído durante toda su vida. 
Por lo general, este tipo de certámenes más de ámbito local y regional suelen ser de relato corto. Entre otras cosas porque no hay suficiente gente o tiempo para leer no sé cuántas novelas. El relato corto se lee más rápido y más rápidamente también se capta la esencia del texto. Hablo de relato corto libre, ya que los que se atreven a enviar un relato libre a un concurso con modalidad específica (terror o que la trama se tenga que desarrollar en el Valle de los Pedroches), no lo ganarán por bueno que sea el relato.

Pero hacer más gráfico todo esto, hablaré de mi corta experiencia personal que es la que más conozco. Por lo general, nunca me han interesado demasiado los concursos (será porque una vez formé parte de uno), pero comprendo que es una forma de extenderte públicamente. Y porque a quienes nos gusta escribir nos gusta publicar, aunque escribir -al menos para mí- sea lo más importante (pero, ojo, también publicar). Por tanto, midiéndolo mucho, desde hace algún tiempo, he optado a presentarme a alguno de relato corto -también lo hice en artículo periodístico, pero de éstos hay menos-.
Y no me puedo quejar. sabedor que es difícil ganarlos (por varios motivos que ahora no valoraré), me he sentido a gusto con un segundo premio o tercer premio o con formar parte de la publicación que se ha hecho para integrar a los finalistas. En ese sentido ha habido un porcentaje alto de acierto, pero en otros casos -hay  que decirlo- la respuesta ha sido el silencio. Nada que objetar. Se trata de un juego en el que se gana o se pierde, y si cuando un relato mío ha sido seleccionado o ha ganado algún premio he considerado que no es para tanto, tan sólo que ha gustado a un puñado de personas del jurado no profesional, también he pensado de similar forma cuando ha ocurrido al contrario. 
Sin embargo, dicho esto he de decir que también me he equivocado en alguna ocasión enviando algo a un concurso -cosa, ya digo, que no hago con mucha frecuencia, sólo cuando me apetece o tengo algo que enviar-. Y esa equivocación me ha pasado hace poco. No diré nombres ni lugares.
Envíe un relato de corte histórico muy vinculado a la localidad -que conozco bien- que convocaba el concurso y quedé satisfecho. Pero no reparé o no recordé que el jurado -que sé como funciona en ese caso concreto-, no iba a tener en cuenta la singularidad -no digo la calidad, que en eso no entro y es siempre subjetivo-, ya que se trata de un jurado al que le cuesta salir de un tipo de literatura en concreto, esa que utiliza muchas metáforas y tiene una impronta de prosa poética (el fervor de su mirada se encendió como si se tratará de un fuego fatuo, por ejemplo), de hecho todos los años suele ganar un relato de este tipo. Mucho 'poeta' en ese jurado, cosa que ya sabía. 
Así que nada más enviarlo me arrepentí, pero ya estaba hecho. Abrigué la posibilidad de que el jurado hubiera cambiado, pero no, no lo había hecho. No lo ha hecho en muchos años. Por tanto, todo el trabajo de documentación para el relato de siete páginas de nada sirvió. Todo esfuerzo por dejar entrever en el mismo una época importante por un hecho casual que aconteció en la localidad de nada sirvió. Y sí, eso sí me fastidio. No tanto que el  relato no hubiera sido seleccionado -lo cual siempre admito porque son las reglas del juego-, sino que no se hubiera sabido ver su singularidad. Allá ellos. No volverá a pasar. 
En todo caso, ya digo, lo importante es escribir. Lo demás es siempre añadido y secundario.                 

02 junio 2014

MICRORRELATO-FÁBULA: (CUCARACHA): LA MISIÓN

Lo único cierto es que Ramona había desaparecido. Nadie sabía qué había podido pasar. Cuando se supo hubo mucho revuelo en la comunidad. Todos sabían del riesgo que suponía llevar a cabo esa misión. Era algo que se aceptaba con entereza. Salieron para la misma veinte, las más preparadas, pero volvieron sólo diez. Otras nueve habían sido aplastadas por un enorme zapato humano, con una escoba o, incluso, envenenadas con algún líquido frío y viscoso que salía de un bote a través de un minúsculo orificio. Nada que objetar. La misión en ese archivo de antiguos libros y legajos era muy arriesgada, todas lo sabían. No se podía luchar contra el destino. Se sumaron las bajas y se recuperaron los cuerpos -o partes de ellos- de las nueve malogradas para homenajearlas y honrarlas por los ritos ancestrales, pero nada se supo de Ramona. Es más, era la primera vez que no se había recuperado un cuerpo o parte de él. Todo el mundo estaba de los nervios, hasta que un buen día llegó una carta. Era de la desaparecida. Se miraron unas a otras sin comprender hasta que, finalmente, Gertrudis, su amiga de alma, se decidió a leerla: 
'¿Cómo va todo por ahí, chicas? Sé que habéis llorado mi desaparición, pero no sufráis por mí. Sigo donde me dejasteis. No sé cómo ocurrió, pero lo cierto es que comencé a leer uno de esos viejos libros del archivo. Trataba de un humano que por la mañana al levantarse se había convertido en uno de los nuestros, ¡uno de los nuestros! ¡No os parece impresionante!. No creeríais lo importante que fue esa historia y su autor para sus congéneres. Y tras ese viejo libro leí otro y después otro. Desde entonces no he podido parar de leer. ¡Nuestra historia entre los humanos es tan interesante....¡            

01 junio 2014

SABER ESCUCHARSE

El pasado jueves estuve a punto de inscribirme en la prueba de Órgiva. Órgiva-Lanjarón-vuelta. Duro correctivo para las piernas, el corazón y los pulmones. Una prueba con vocación épica. Casi diecinueve kilómetros subiendo rampas y bajándolas. Siempre me ha gustado esta prueba y siempre he intentado correrla. De hecho, pocas veces he fallado.
Pero este año ha podido más la prudencia.
Me dije: tranqui, vas bien, pero tranqui. Y me hice caso. Recordé lo que sufrí hace dos sábados para terminar dieciocho kilómetros en llano, y volví a constatar este último sábado que a pesar de no sufrir tanto -porque hice dos kilómetros menos- también sufrí. Vale, es cierto que suelo salir a horas en las que el termómetro casi está en treinta grados (curiosamente el sábado, comenzó a ponerse tormentoso cuando acabé mi entrenamiento), pero eso no quita para saber de primera mano que no estás bien, lechón.
Por tanto, el pasado jueves hice lo correcto no inscribiéndome en esta prueba. Me veía llegando a las calles de Órgiva con la mirada perdida, con el estómago revuelto y comprobando cómo me adelantaban hasta los niños de teta y no quise hacerle ese daño a mi autoestima. Mejor déjala que vaya aumentando poco a poco, me dije. Y, ya digo, me hice caso por enésima vez.
Y es que hay que aprender a saber escucharse. No es fácil. Yo antes apenas lo hacía y me costó años hacerlo. Es más, pasé de no escuchar mi cuerpo a escucharlo con atención y solemnidad; y he pasado de no hacerme caso a hacerme el mayor caso posible, casi como su fuera una orden militar, si  yo supiera lo que significa eso.
Ahora sigo mi ritmo progresivo sin grandes aspavientos. Y gracias ese ritmo constante y progresivo me suelo llevar gratas sorpresas. Por ejemplo, la que me llevé el pasado jueves por la tarde.
El entorno del Torreón -al fondo- a la salida de Albolote.
Salí a hacer una ruta sin grandes pretensiones. Iba a ir a la Vega, pero como aún no había decidido no ir a Órgiva, opté por meter algo de cuestas. Así que me fui a la salida de Albolote, hacia esa bonita zona que te dirige hacia el Torreón, el Pantano del Cubillas o las inmediaciones de estos lugares ubicados en la  histórica zona del contorno de Sierra Elvira. 
Sabía que el circuito que había programado no era largo -9,200 kms.-, pero contaba con dos dificultades que debía superar. Llevaba sin subir cuestas bastante tiempo, desde antes de mi intervención, y me venía bien espabilar un poco. Lo sorprendente -y es lo mágico de este deporte- es que me vi subiendo la cuesta de la Residencia Entreálamos, una vez superado el extinto campo de golf del pelotazo de los años del ídem, con una facilidad desconocida. Se trata de una rampa de unos seiscientos metros que siempre notas en las piernas, pero en esta ocasión más que subir parecía que bajaba. Aún me estoy preguntando qué paso. Iguales sensaciones tuve en la minúscula carretera que une la carretera principal con el Torreón. Así da gusto correr, me dije. Gracias dije no sé a quién. Y con esas sensaciones llegué a casa. No es de extrañar, por tanto, que con esas endorfinas subidas estuviera a punto de inscribirme a la prueba de Órgiva. 
Dos días después, el sábado pasado, programé dieciséis kilómetros en llano por la Vega y me costó. Sobre todo a partir del trece. Por tanto, ahí está la clave: meter kilómetros progresivamente.
A las próximas pruebas del circuito es casi seguro que sí iré. Y es posible que a una bastante simpática y nueva, que le propondré a mi amigo Paco por si quiere acompañarme.  Estoy seguro que cuando sepa dónde es podría aceptar.      
       

28 mayo 2014

EL ROL DE LOS PERROS (O COSAS QUE OCURREN CUANDO CORRES)

'Perro semihundido'
(Pinturas negras de Goya)
En el mundo animal también existen jerarquías y roles. Y, dentro de este mundo, en el canino -quizá por ser uno de los más cercanos al ser humano- aún más. Quizá, porque adquieren por instinto hábitos de sus dueños -dicen que el perro acaba pareciéndose a su dueño con el paso del tiempo- o porque la cercanía hace a estos animales cada vez más humanos y menos caninos. Fuere por lo que fuere, interesado como estoy en el mundo del perro y por el especial cuidado que he de poner, dada la mala sintonía que existe entre este animal y los que solemos correr habitualmente por caminos, veredas y carreteras, por los motivos que fueren, decía, he aprendido a observar que en el mundo canino existe un comportamiento especial que seguramente no pasó desapercibido para el desaparecido etólogo y Nobel Konrad Lorenz. 
Quienes corremos tenemos asumido que no gustamos demasiado a estos animales. Seguramente, porque supone para ellos una amenaza ver a una persona corriendo, síntoma que su instinto probablemente traduzca como señal de alarma o peligro. Por tanto, esa acción de correr les pone agresivos e inquietos. De ahí, que todos los que corremos habitualmente hayamos tenido, en mayor o menor grado, alguna mala experiencia con alguno de ellos cuando hemos atravesado caminos, veredas y carreteras. 
            Particularmente, en alguna ocasión, la he tenido, sin que -por suerte- ninguna haya destacado por violenta o accidentada, pero a punto ha estado. Recuerdo aquel perro de apariencia inofensiva que en algún lugar de la Vega de Pinos Puente logró romper de un mordisco el calcetín de mi amigo Paco mientras corríamos (el mío intentó romperlo también pero ya no le dio abasto) o aquel pequeño y amenazante líder de una manada de perros abandonados en la población de Caparacena, que logró que hiciera mi mejor serie de quinientos metros, sin proponérmelo. 
Pero de entre todos, hay un caso muy curioso que experimento siempre que corro por un lugar muy próximo a la antigua arquería -hoy cortijo- árabe de Alitaje, en el término municipal de Pinos Puente, cuando me dirijo en dirección al término de Fuente Vaqueros, en un lugar conocido como Cortijo de Las Cruces. Es un cortijo habitado y está aislado en la mitad de la Vega, a mitad de camino entre ambos municipios. Por tanto, como modernos Cerberos, existen canes que  protegen de eventuales cacos, Suelen ladrar de manera amplificada y con corazón pero, por suerte, están atados. De lo contrario, sería imposible pasar por allí. Así que siempre que lo hago, confío en que sus dueños no se hayan descuidado en las ataduras.
En el canino grupo, casi siempre, hay uno suelto. Y lo está porque sus amos saben que no haría daño ni a una mosca, a pesar de que ladra de manera más apasionada que los atados y más fieros -por eso lo hace-. No sé exactamente de qué raza es, pero se trata de un perro minúsculo. Su altura apenas supera la altura de mis zapatillas y su, más que dudosa, capacidad de morder, si es que alguna vez lo consiguiera, apenas provocaría otra cosa que un pequeño rasguño, o incluso, ni tan siquiera eso, saliendo él mismo mucho más perjudicado dada su poca solidez dental. De ahí que sus dueños, con buen criterio, no teman que muerda a nadie, entre otras cosas, porque no le es posible funcionalmente.

 Pero el caso es que este can -podría ser un caniche o algo así- es avispado y asume bien su rol, que es lo que venía a exponer al principio. Se envalentona cuando los fieros ladran, mientras se retuercen para deshacerse de sus ataduras, y me persigue a lo largo de unos cincuenta metros hasta casi topar con mis zapatillas. Es tal su pasión por defender la propiedad y, de camino, exhibirse ante sus amigos mayores, que cuando me persigue alcanza tal velocidad que casi flota en el aire, ya que sus cuatro cortas patas no dan para más. Muy excitado, lleva a cabo esa acción unos pocos segundos e inmediatamente, exhausto, abandona la persecución en la misma proporción que cesa el ladrido de sus agresivos compañeros. Al principio, no me fiaba demasiado, a pesar de su pequeñez y nula fiereza, pero después de repetirse por enésima vez la misma escena y comprensivo sobre la ejecución de su rol y buen nombre de cara a sus mayores, sigo corriendo sin molestarlo a la espera de que se canse y dé media vuelta. Siempre ocurre lo mismo. De hecho, casi tenemos un pacto tácito: yo sigo mi camino sin azoramiento ni inquietud y él se retira ufano con la cabeza alta, convencido de haber quedado como un héroe ante sus congéneres, más fieros y peligrosos. 

26 mayo 2014

MICRORRELATO-FÁBULA (HIENA): EL MANUAL

La máxima preocupación de Clotilde, la joven hiena del Serengeti, era ocultar el voluminoso manual que le había llegado esa mañana, enviado por Amazon USA. Lo importante era que no lo viera nadie; pero menos que nadie, su madre Ofelia, la hiena que pasaba por ser la más insigne entre las damas de la ladera sur del vasto territorio. Descendiente del gran maestre de las hienas africanas, hacedoras de todas las virtudes que el gran creador les había otorgado. Ofelia, la hiena más capaz, la más dotada de sabiduría y destreza, heredera de todos los rasgos que han de conformar el carácter de la hiena como especie.
Que Clotilde fuera su hija mayor no era otra cosa que una maldad del destino, según se decía la joven hiena. Un alarde que no quería para ella, pero que por mor de la cuidada cuna le había tocado representar. La descendiente destinada a ocupar el lugar de la madre cuando ésta desapareciera y con ello perpetuar los rasgos universales e innatos del clan. 
De ahí que fuera tan importante que aquel voluminoso manual no cayera en manos de nadie. Un manual de título: 'Cómo ser una verdadera hiena', que la iluminaría con letra y gráficos sobre el arte ancestral de cómo desempeñar el papel de verdadera hiena líder, virtud de la que carecía. Esa que dictaba el camino perfecto para no amedrentarse ante las dentelladas de buitres y demás carroñeros de enorme potencial y carisma.



Leer los microrrelatos-fábula anteriores: 

SERPIENTE

ELEFANTE

LORO

LOBO

BUITRE

LEÓN



23 mayo 2014

POR QUÉ YA NO VOTO

   Yo anduve una época en política. Jamás estuve metido hasta el tuétano, es más, ni tan siquiera llegué a militar -palabro y hecho que nunca me ha gustado-. La lista en la que me integré, IU, permitía -no sé ahora- este tipo de integraciones de préstamo, a las que se llamaban 'independiente'. Así que sin pertenecer al PCE pude trabajar a gusto, gracias a compañeros que siendo del PCE la mayoría, fueron gente muy abierta y amiga. Eran momentos de ilusión y, como me moví sólo a nivel local, de buenas a primeras me convertí en concejal de varias cosas en mi pueblo, cosa bonita, por cierto. Luego, por malas artes de unos cuantos -incluidos gentes del propio PCE-, perdimos las elecciones locales y ya no me volví a presentar en puestos de arriba. Busqué el último lugar de la lista, más que nada para apoyar moralmente a compañeros que habían trabajado conmigo en el ayuntamiento de Pinos Puente y seguían ahí, en la brecha. Una especie de homenaje a la amistad.
  Posteriormente, comencé a desilusionarme con la política, hasta acabar por no votar a nadie. Bueno, miento, he votado en las últimas elecciones a las que se ha presentado al PACMA, que es un partido muy simpático con un ideario básico en favorecer los derechos de los animales que, por lo general, me gustan más que las personas. Pero ya ni a este voto. No porque ya no me resulté simpático y honesto, sino porque he pasado de desilusionarme con los partidos a desilusionarme con el sistema político e institucional.
   Así que ya no voto a nadie. En ningún tipo de elecciones. Y no lo hago porque de hacerlo siempre me quedará la terrible duda de sospechar que con mi voto -aunque sea al PACMA- acabaré por refrendar este régimen corrupto en que se  ha convertido España y Europa.
  Lo sé. Sé que no votando podría ser peor. Que podría acabar entrando un dictador, que podrían acabar desapareciendo las instituciones, incluso la democracia. Pero qué tipo de de instituciones y democracia tenemos para tener que lamentarnos que desaparezcan, me pregunto.  
  Mi terrible duda de que con mi voto voy a refrendar este sistema corrupto no la tuve de la noche a la mañana. Es más, tardó en instalarse. Pero al fin lo ha hecho. Y cuando lo hace, ¿cómo te la quitas de encima? Es como cuando pierdes la confianza en tu novia, en tu mujer o en tu mejor amigo. No sé.
  Me dio por pensar que votando -aunque fuera al PACMA- iba a acabar apoyando a toda esta manada de sinvergüenzas que pululan por la cosa pública. Que iba a acabar apoyando el latrocinio del Urdanga, la impunidad de la infanta, a seguir viéndole el careto al príncipe -camino ya de rey- a seguir echando la pota ante la falta de transparencia del Jefe del Estado y demás miembros de la casa-cosa, a seguir manteniendo el estomacante sueldo de la Maleni en el Banco Europeo de Inversiones, la impunidad de todos los ladrones de los ERES y de la Gürtel, las sueldos millonarios de todos los pájaros que pululan por las instituciones patria y europeas. Incluso acabe pensando que con mi voto iba a contribuir a seguir manteniendo todos los privilegios de toda la Casta. A seguir favoreciendo que viajen gratis, coman ídem y vivan como Dios. A que sigan favoreciéndose de esa inmunidad, que sirve tanto para robar como para mentir. A que acaben su retiro en grandes multinacionales tocándose los dídimos y ganando una pasta, es decir, a que utilicen el cargo para seguir forrándose. A que sigan con esa endogamia nauseabunda en la que tu colocas a mi hijo y yo coloco al tuyo. A que siga la Botella diciendo paridas cada vez más insoportables en los actos públicos. A que sigan solicitando declaraciones al Chaves, aunque sólo sea para que nos divirtamos un rato. A que sigan marcando el paso los bancos y las multinacionales y no las leyes.
   En fin que como acabé sospechando que con mi voto iba a seguir favoreciendo todo esto, pedí disculpas en mi mente al PACMA y opté por dejar de ir a ningún colegio electoral, a no ser que con mala suerte -que la suelo tener para estas cosas- me obliguen a integrar una de esas mesas electorales, por aquello del civismos ciudadano.   

21 mayo 2014

LIBRO: KAROO, DE STEVE TESICH

Para la crítica y para muchos lectores, 'Karoo' es una novela de humor. De humor literario, que no es igual. Pero yo la encuadraría como dentro de una hipotética literatura irónica. Divertida muchas veces, pero otras muchas trágica. O al menos, tragicocómica. Pero fuere como fuere y la encuadremos donde la encuadremos, estamos ante una enorme novela.
Una novela que cuenta, me temo, con muchos estratos autobiográficos, por aquello de la ocupación que tuvo en la vida real su autor Steve Tesich. Estratos autobiográficos que lógicamente siempre conectan más con la ficción que la realidad. Se parte de una base real y ya todo lo demás se desarrolla en el proceloso e inabarcable mundo de la ficción. Es una suposición. 
De todas formas lo que el lector se va a encontrar es mucha fina ironía. Y está claro que donde ésta hinca el diente el humor inteligente sale por doquier, desbordando a cada página todas las previsiones que el lector pueda hacerse a priori. 
Desde mi punto de vista, esta novela consta de dos partes muy diferenciadas. Una parte muy amplia en la que vamos a disfrutar con el desbarajuste de vida de este cincuentón reescritorzuelo, como él mismo se define, de guiones de Hollywood. Exitoso y buscado por los productores menos escrupulosos del orbe hollywoodiense, no se le caen los anillos cuando de guiones de obras maestras, supuestamente minoritarias, elabora guiones comerciales, introduciendo esos elementos que tanto gustan al público norteamericano (y mundial). Esa primera parte, bien la podríamos encajar dentro de lo tragicocómico.
Y otra gran parte que conecta con la tragedia más pura, por mucha lucidez irónica que destile. Para acabar de una manera harto curiosa: el guión  y la película que siempre ha querido escribir sobre Ulises, de lo cual habla durante toda la novela.
Una novela que se disfruta y con la que se aprende. Hay un claro paralelismo con 'La Conjura de los Necios' y no seré yo quien lo niegue, pero también diferencias inabordables.       

20 mayo 2014

FÚTBOL Y ELECCIONES (IDEAL, 20/5/2014)

De nuevo el fútbol ha protagonizado un artículo publicado en el diario Ideal. Y es que el fútbol me interesa cada día más a nivel sociológico en la misma medida que me interesa cada vez menos a nivel deportivo. Y no porque no sea un deporte. Lo es en los niveles más bajos y más alejados de la profesionalidad. Pero cuando entra en ésta, los argumentos son económicos y crematísticos. Unos intereses que, además, están casi siempre al margen de los regulados. Dinero negro, enjuagues, capitales desconocidos, evasión fiscal. Y por encima de todo el circo moderno que es capaz de aglutinar en torno a él todo el orbe mediático. Como bien digo en el propio artículo: que el circo entre en la propia casa del ciudadano. Y, para colmo, a los políticos les ha salido un grano en el culo el día antes de las elecciones más pequeñas y menos importantes para los ciudadanos, por mucha Europa que haya en juego: la final más mediática de Europa. Y como tal, todo el empuje mediático va a estar de parte de circo deportivo, con dos equipos -para colmo, también- españoles. De todo eso trato.
Por tanto, si no ha sido posible que lo pudierais leer en papel, algo que es normal cuando Ideal no alcanza límites geográfico que sí alcanza Internet, lo reproduzco aquí en el blog.
Espero que os diga algo.


FÚTBOL Y ELECCIONES

      
Dos enormes acontecimientos se darán cita en los últimos días de este mes. Y en ambos mucha gente se la juega, aunque por distintos motivos. Fútbol y elecciones, a nivel europeo.
               Una prueba evidente de que el español medio ya le habla de tú a Europa, a pesar del maltrato que ésta nos viene infligiendo por aquello de la crisis y no haber tenido los deberes económicos hechos a tiempo. Algo así como el colegial pésimo con las matemáticas pero virtuoso con el balón en los pies, que es tal vez como nos ven más allá de los Pirineos. Pero al menos nos ven, que en estos tiempos no es difícil desaparecer como país y como ciudadano cuando los credenciales consisten en tener los bolsillos vacíos y el futuro raquítico.
               Pero al menos queda nuestro fútbol, nos decimos, que no es otra cosa que un espejismo fabricado para dar contenido a los sueños. Pero como los sueños no están fabricados del mismo material que la realidad, no conocen ni de cifras ni de deudas. De hecho no debe ser otro el motivo por el que el fútbol aún no ha atravesado como es debido el desierto de la carencia y la ignominia que ya han sufrido todos los seres sintientes en este irreal país. Entre otras cosas, porque hay un marcado interés extradeportivo para que eso siga siendo así. Si ya lo hizo la poderosa Roma con sus afamados gladiadores en momentos de crisis imperial cuando aún no existían los poderes mediáticos, sería absurdo no hacerlo ahora con las múltiples posibilidades que hay para que el circo entre en la propia casa del ciudadano.
               Y ante tal acontecimiento universal que representa el fútbol, me temo que muy poco se podrá hacer para que el otro gran acontecimiento que representan las elecciones europeas ocupe algún lugar en la atención del ciudadano ese fin de semana cargado; si bien, si somos francos, el fútbol de forma aislada no puede ser juzgado por restar protagonismo a las urnas que decidirán en veintiocho países cómo nos lo montamos en Europa otros cuatro años. Ese mérito no puede ser más que imputado a quienes dirigen al cotarro, un ingente ejército de políticos muy bien pagados y burócratas que según opinión generalizada poco hacen por elevar el nivel de vida del ciudadano al que gobiernan. Y si esa ilusión no ha brotado en los últimos cuatro años, ni en los anteriores, ni en los anteriores a éstos, poco se puede hacer en pocos días que, además, llegan tan cargados de emociones futboleras, mucho sol y mucha playa. 

               Pero aún así, no dejaremos de escuchar cantos lastimeros de políticos patrios para evitar la alta abstención electoral que se espera. Habrá discursos pasionales sobre lo que nos jugamos los demócratas y encendidas diatribas acerca de lo mucho que está costando llevar a buen puerto el proyecto de la progresiva unión de los países europeos. Incluso, hasta es probable que algún que otro político más lanzado intente terribilizar con el discurso hegemónico y antieuropeo de Rusia, pero poco o nada de eso servirá para que el ciudadano español se ilusione ante unas elecciones que cada vez se perciben más lejanas. Y si es eso lo que se está cociendo en España, imaginemos lo que podrá estar considerando a estas alturas el ciudadano portugués y griego, los cuales con toda probabilidad estarán también más pendientes del espectáculo futbolero que del futuro de Europa. Los primeros por ser la sede de la gran cita futbolística y los segundos por aferrarse a cualquier divertimento que les haga olvidar su actual triste papel en el viejo continente. 

18 mayo 2014

REBOSANTES LAS PIERNAS

El viernes, a eso de las siete y cuarto de la tarde, cuando el calor aún estaba dando sus incómodos últimos coletazos, salía a correr casi trece kilómetros. No sabía cómo iban a ir las piernas porque en todo lo que llevamos de año no había tocado esa distancia. Pero era necesario ir probando.
No lo pensé demasiado. No iba a hacer ninguna enumeración mental de los inconvenientes físicos por los que había atravesado desde los últimos días del año anterior. Había que pasar página si quería crecer. 
Sabía que de nada iba a valer aferrarme a los recuerdos de épicas anteriores, cuando todo iba bien a nivel físico. Eso no ayuda ni a dar un paso. Todo lo más a afrontar con más confianza los nuevos entrenos con vocación colmado de kilómetros. Así que no había otra fórmula que comenzar con un paso y a continuación dar otro. 


Me introduje por viejos caminos conocidos. Esos que siempre han estado tan presentes en mis entrenamientos permanentes. Las vastas extensiones de cultivo de la vega, las alamedas atareadas con su rumor permanente, las acequias ora rumorosas ora calladas, el Cubillas poco caudaloso, pero siempre mostrando su generoso cauce, las aves retornadas de climas más cálidos luchando por ocupar de nuevo su espacio, todo dispuesto para que nada me fuera ajeno. Tan sólo era necesario no pensar en lesiones ni en la falta de forma. Alzar las piernas lo que permita la fuerza y el empuje y disfrutar, sólo disfrutar, que para eso corremos. No para otra cosa.
Pasaban los kilómetros y las piernas respondían. En ocasiones una brisa de aire fresco ayudaba y en otras su ausencia dificultaba. Y así hasta el kilómetro diez, muy cerca ya del lugar de destino. 
Una fuente de agua en el camino y las fuerzas cada vez más justas. Tienes que acabar los trece kilómetros, me decía. No te preocupes de ritmos. Es más no mires el crono.
Son momentos críticos porque sabes que acabando la totalidad del recorrido, te vuelves a reencontrar con tu yo anterior; por el contrario, si no lo consigues, debes de comenzar a reprogramar todo (menos kilómetros y más entreno. Y otra actitud).
Pero finalmente lo consigo. Con mejor diagnóstico de los esperado. Hay esperanza. Hay futuro. 

Y con esas perspectivas en el día de hoy -domingo, 18 de mayo- me dispongo a hacer entre diez y once kilómetros. Hace calor a la hora que comienzo el entrenamiento, pero no me importa. Me siento fuerte. Y confiado. Han vuelto las buenas sensaciones. He vuelto a creer en mí. Algo ha crecido.
Me sumerjo por extraños camino de la Vega. Caminos intuidos pero aún no explorados. Me digo que es probable que corredor alguno los haya atravesado. No sé bien por dónde voy pero hay psicología. Conecto con caminos principales ya conocidos y vuelvo a entrar en caminos secundarios no conocidos. A veces veo a lo lejos Pinos Puente como una brújula. En otras ocasiones no.  Pero las piernas van. Rebosantes las piernas. Rebosante el espíritu. Rebosante todo yo. Me he reencontrado. Me siento de nuevo corredor.

14 mayo 2014

SERIE DE TELEVISIÓN: DEADWOOD (USA, 2004-2006)

Cuando uno se cruza en su vida con una serie como Deadwood, algo te transforma por dentro. También me pasó con Breaking Bad. Es lo que tienen las series geniales. Me explico.
Conocí Deadwood a través de un casual comentario que hizo un compañero de trabajo. 'José Antonio, a ti que te gusta tanto el Western, ¿conoces Deadwood? No, no la conocía. Y si no hubiera sido por ese comentario casual, probablemente, hubiera seguido sin conocerla. Entre otras cosas porque pasó muy fugazmente por España y no se trata de una serie de masas, tipo 'Lost' o 'Los soprano'.
Pero es magnífica. Es increíble. Desde mi punto de vista, dada la puesta en escena y la forma de tratar el Western, una obra maestra que, lamentablemente, sólo tuvo tres temporadas. 
Pero no necesitaba más. Lo que se ha de contar sobre la historia real de la creación del pueblo de Deadwood en torno al año 1870, ubicado actualmente en Dakota del Sur, se cuenta de manera excelente a lo largo de 36 capítulos, los cuales absorbes con una delectación sin igual. Cada capítulo es una historia única, un mundo caótico en pleno proceso de creación, un juego arriesgado permanente. Y todo bajo el tapiz del Oeste como debió ser. Violencia, humillación, alcohol, prostitución sin tabúes, lucha de poderes, demencial falta de higiene y prevención sanitaria, pero también, mucha gente que lucha por un mundo mejor a pesar de las enormes dificultades y la falta de normas e, incluso, de moral y ética. Un mundo en constante nacimiento, formación y ebullición donde nada parecer ser cómo es. 
Un territorio ganado a los indios por el general Custer. Un territorio de frontera con el trasfondo de la fiebre del oro y la llegada de los primeros colonos, muchos europeos, pero también asiáticos. La mayoría con la intención de hacer fortuna y de vivir en paz, un lugar en el que asentarse; pero no todos tienen ese mismo propósito. Gente que busca el poder y la riqueza y que no está dispuesta a detenerse ante nada, sabedores de que se trata de una ciudad sin ley, al margen de pertenencia a ningún estado de la unión, en una primera instancia. Gente que busca el río revuelto para forrarse a toda costa.
Personajes que existieron en la vida real y que el paso del tiempo los ha ido mitificando, si bien muchos de ellos ya lo estaban en vida.  Gente mítica como Wil Bill Hickok, un curioso pistolero con alma de justiciero honrado, si es que eso es posible. O su amiga del alma, la controvertida y alcoholizada Calamity Jane. O el caso del conocido proxeneta  de la época Al Swearengen, magníficamente protagonizado por Ian MacShane, el Judas de la película 'Jesús de Nazareth' de Zeferelli. O el honrado y de carácter impredecible Seth Bullock, a la postre sherif de la ciudad y hombre admirado y odiado a partes iguales. 
Toda una galería de personajes provisto cada uno de ellos de sus propios anhelos, pasiones, esperanzas o ideas. Y todo bajo un mundo en constante movimiento, en el que cada día es un dilemas y la existencia una quimera.   
Acertó nuevamente HBO con esta serie. Con los magníficos diálogos, con la excelente fotografía, con la más que acertada banda sonora. Una serie que, además, contiene mucha pedagogía y nos muestra de manera muy objetiva y directa el origen de lo que conocemos como Western. Una serie para guardar y volver a ver porque en ella siempre se descubrirán nuevas facetas e historias paralelas que no dejan indiferente a nadie. En síntesis, como decía, una obra maestra.

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...