Mostrando entradas con la etiqueta RELATOS. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta RELATOS. Mostrar todas las entradas

22 septiembre 2013

RELATO: EL INDIVIDUO DEL CEMENTERIO

Soy corredor y una de mis inquietudes como tal es buscar rutas nuevas, alternativas, distintas. Así que de tanto buscar y calibrar, tengo toda una colección de trayectos de todo tipo: en llano, en cuesta, terrenos serpenteantes, rompepiernas..., pero nunca había hecho la ruta que decidí hacer la otra tarde; o al menos, no idéntica ruta.  
Las tardes cada vez son más cortas, así que decidí comenzar el entrenamiento en una zona cercana a casa. Haría nueve o diez kilómetros, la distancia justa para que la luz del día diera paso a la arrebatadora luz de la noche. El sitio elegido fue a la salida del pueblo de Albolote, cerca de Granada. Dejaría el coche justo en la puerta del cementerio de la localidad que, curiosamente, se encuentra al final de la calle principal de la población y desde allí iniciaría mi ruta. El cementerio es el último inmueble -por llamarle de alguna forma- de la calle y de la población y tiene vecindad directa con las últimas casas del pueblo. Inmediatamente me adentraría en la carretera que conduce al Torreón y en un momento concreto, cuando el GPS reflejara una distancia aproximada de cuatro kilómetros y medio, me daría la vuelta. Sí, haría nueve en total.
El calculo fue correcto y el final de la ruta, como preveía, me sorprende casi anocheciendo en el puente anterior al cementerio, desde cuya posición alta existe una diáfana vista al mismo. El claroscuro azulado que proyecta la luna nueva, que emerge bellísima tras las estribaciones más altas de Sierra Nevada, mancha las lápidas de blanco mármol y dibuja un espectáculo magnífico que disfruto con delectación toda vez que ya estoy llegando a mi destino y he tenido unas sensaciones magníficas. Se trata de uno de esos momentos de dicha que solemos tener los corredores cuando estamos acabando un entrenamiento agradable.
Cuando llego al coche, la calle, quizá por respeto al vecino cementerio, se encuentra en completo silencio interrumpido tan sólo por algún que otro vehículo que accede a la población. El negro manto de la noche me sorprende cambiándome las zapatillas técnicas por las de descanso y estirando, mientras saboreo una manzana. Percibo que ya es completamente de noche gracias a la presencia cada vez más notoria de la mortecina luz de las farolas adosadas junto a la tapia del cementerio. Miro al mismo y observo cómo los negruzcos cipreses recortan sus inquietantes formas en el cielo, que posee un extraño color azul cada vez más oscuro. La luna ya se ha apoderado de los astros de la noche y el sol ya se ha ido hacia otras latitudes. Estoy inmerso en esos pensamientos y no percibo que a pocos metros de donde estoy estirando se encuentra una persona que me mira fijamente. Se trata de un hombre de mediana edad, de estatura media y complexión delgada. Me sorprende la blancura de su tez y sus ojos cóncavos. Viste ropa ajada y sus movimientos son lentos. Me mira con fijeza y con cierta curiosidad, pero es algo a lo que estoy acostumbrado porque a mucha gente le resulta curioso ver a un tipo en paños menores cambiándose junto al maletero de su coche. Entonces, de pronto, el individuo comienza a hablar conmigo. En un primer momento no comprendo lo que me dice porque posee una pronunciación algo extraña, pero estoy muy acostumbrado a hablar con gente desconocida cuando corro e inmediatamente atiendo a lo que quiera que me esté diciendo. ¿Cuántos kilómetros has hecho? me pregunta, como si me conociera de toda la vida. No me sorprendo, porque esa pregunta también me la hacen con frecuencia. Pero ocurre que ya me he acostumbrado a contestar de una manera u otra si quien pregunta es corredor o no lo es. Creo que éste no lo es y le contesto que he hecho nueve, un buen trote, añado, para no mostrar prepotencia. 'No me parece mucho', dice ante mi sorpresa, y añade enseguida: 'yo fui corredor en otro tiempo, pero no pude seguir corriendo porque tuve un grave accidente'. Yo seguía cambiándome y estirando, pero me interesó lo que decía y alcé la vista para decirle que lamentaba que no pudiera seguir corriendo. Pero el individuo ya no estaba allí. Me extrañó mucho que desapareciera de golpe; es más, me pareció una falta de consideración, toda vez que fue él el que inició la conversación. Rodeé el coche y llegué hasta la misma puerta del cementerio, pero no lo vi por ninguna parte. Eso me pareció irreal, incomprensible, pero intenté no darle más importancia. 
Acabé de cambiarme y me dispuse a entrar en el coche para marcharme a casa. El negro manto de la noche ya había caído por completo, por lo que los faros del coche son la única luz que me permite ver la cerrada y ajada cancela negra de hierro que da acceso al cementerio. Al maniobrar para dar la vuelta al coche y enfilar en dirección contraria a donde estaba aparcado, el halo de luz del faro derecho penetró directamente en el interior del cementerio, pudiendo observar con nitidez las primeras cruces y tumbas; y fue entonces cuando vi de nuevo a aquel individuo que había hablado conmigo minutos antes junto a una de esas primeras tumbas. No comprendía cómo había entrado dentro sin que yo lo hubiera advertido. Se encontraba de pie, quieto como una estatua y con la tez aún más lívida e inexpresiva, mirándome fijamente como había hecho minutos antes. Incluso, a pesar del desagravio anterior, alcé la mano para despedirme pero no devolvió el saludo.
Y aunque en ningún momento le vi portar herramienta alguna, decidí considerar que debía tratarse de un operario municipal haciendo algún trabajo urgente que no podía esperar, a pesar de las horas tan intempestivas.            

18 septiembre 2013

RELATO: NO DES LA ESPALDA A LAS SOMBRAS

L, paseaba a su perro como cada noche cerca del descampado sempiterno frente a su casa. Ya no hacía calor, pero tampoco frío. El otoño ya había entrado y eso era visible por las primeras hojas caídas de los árboles del parque, pero aún había regusto a verano. Pero ya era tarde y las calles ya habían perdido la alegría de unas semanas antes, todo el mundo había vuelto a sus obligaciones y por las ventanas se observaba el reflejo de los aparatos de televisión o algún flexo encendido por los estudiantes más previsores. 
L., pensaba en todo eso mientras que el perro iba olisqueando para hallar su lugar favorito en el que comenzaría su letanía diaria de decesos y orina, pero esta noche el animal, de natural pacífico, se encontraba algo más inquieto. Miraba constantemente a izquierda y derecha al mismo tiempo que estiraba las orejas como queriendo agudizar el oído. Pero todo estaba silencioso alrededor; tan sólo el animal podía escuchar lo que fuere que escuchara. 
Fue en ese momento cuando L., percibió una leve sombra y no le dio al hecho la menor importancia. Es cierto que por allí no pasaba nadie en ese momento y tampoco había ningún otro animal suelto, por lo que, con toda seguridad, se trataría de alguna nube o un pájaro que volara a rasante bajo. Pero el perro estaba cada vez más inquieto. Percibió otra sombra, más cercana en esta ocasión. Se podría decir que si la sombra hubiera sido corpórea le habría rozado. No obstante, siguió andando con su perro dándole la espalda a lo que fuera aquello. Intentó no darle importancia, aunque sintió un extraño escalofrío en la zona de la médula ósea. En ese momento no lo sabía -no lo podía saber-, pero al dar la espalda a la sombra estaba alimentándola y ésta no hacia más que aumentar. No quiso mirar atrás, a pesar de que el perro ya no dejaba de ladrar e intentar furiosamente desatarse de la correa que su dueño llevaba fuertemente asida a su mano izquierda. Pero a pesar de no volver la cabeza, pudo comprobar a ambos lados de su cuerpo cómo por mor de la luz mortecina de la farola de la calle se reflejaban en el suelo unas sombras de lo que parecían ser unas garras de felino muy desarrolladas. Instintivamente aceleró el paso cada vez con más miedo, pero eso tan sólo servía para que esa sombra fuera en aumento. Entonces fue cuando la sombra pronunció una palabra en forma de orden que le dejó helado: ¡Mírame! No se trataba de una voz humana en absoluto. Una voz que tan sólo había escuchado en algunas películas, amplificada y distorsionada por algún medio de reproducción acústica, pero en esta ocasión esa voz la tenía justo detrás de él y surgía de una sombra cada vez más gigantesca, amorfa e inabarcable. Obviamente, no se atrevió a mirar en ningún momento haciendo caso omiso a esa voz que tan sólo sonó en una ocasión. 
A día de hoy naufraga sin salida en una sombra inmensa que no deja de crecer. 

29 agosto 2013

RELATOS DE VERANO: EL BARRENDERO QUE LEÍA A KANT

En mis veintitrés años que llevo ejerciendo la abogacía jamás me había entrado un asunto tan complicado; o mejor dicho: tan curioso. Y, la verdad, desde que Adela, mi secretaria, lo pusiera encima de la mesa de mi despacho a primera hora de la mañana no he parado de darle vueltas. Tomen nota. 
Juan Francisco Rodríguez González, de 45 años de edad y con una antigüedad de veinticinco años en el Servicio Municipal de Recogida de Residuos Sólidos Urbanos, ha sido súbitamente despedido después de atesorar una impecable hoja de servicios. O, al menos, eso es lo que indica el dossier que me dejó Adela esta mañana en la mesa.
A priori, no parece un caso muy distinto a los muchos que entran en mi despacho de abogado laboralista, pero si les dijera la causa del despido, seguramente, comprenderán mi inquietud: Juan Francisco Rodríguez ha sido despedido por leer a Kant durante el horario de trabajo. En realidad, no está claro si ha sido despedido por leer a Kant o, sencillamente, por leer en plena jornada laboral, pero el caso es que, Juan Francisco, barrendero de varias de las calles más céntricas de la ciudad, solía quedarse horas y horas ensimismado leyendo a Kant. Se apoyaba en su enorme escobón y ajeno a las miradas de todo el mundo, abría su ajado libro y se absorbía en la lectura del filósofo alemán nacido en el siglo XVIII. 
He de reconocer que estoy muy perdido y no sé cómo plantear la defensa. Para colmo, el asunto se ha convertido en mediático por inusual y ha saltado a las primeras páginas de los periódicos de la ciudad e, incluso, ha saltado a la prensa regional y nacional, circunstancia ésta que suele arruinar los casos judiciales. Pero lejos de parar ahí la cosa, como era de suponer, se ha complicado aún más, ya que amplios sectores sociales y culturales de la ciudad y del país están tomando partido; unos -los menos- a favor de Juan Francisco Rodríguez y otros -los más- en contra. 
En contra, lógicamente, está la empresa, la cual ha enviado a mi despacho la fotocopia de la somera comunicación de despido. La transcribo para mejor entendimiento: "A fecha de hoy la empresa concesionaria del Servicio Municipal de Recogida de Residuos Sólidos Urbanos "ALIMPIAR" ha decidido rescindir el contrato de forma irrevocable al operario Juan Francisco Rodríguez González por incumplimiento de sus funcioness como barrendero al descuidar las tareas encomendadas, dedicándose durante la jornada de trabajo a la lectura de Camps (es así como lo escribe textualmente la empresa, deduciéndose su origen valenciano)". Por su parte, el Comité de Empresa ha emitido un comunicado harto confuso, dejando entrever el fuerte debate interno que ha debido surgir en torno al despido de Juan Francisco. Trascribo el comunicado para mejor entendimiento: "El Comité de Empresa de la Empresa concesionaria del Servicio Municipal de Recogida de Residuos Sólidos Urbanos 'ALIMPIAR" entiende que el despido de nuestro compañero Juan Francisco Rodríguez González forma parte de una estrategia de la empresa para reducir la plantilla y, de esa manera, aumentar los magros beneficios como concesionaria del Servicio Municipal indicado, el cuál se financia en exclusiva con las altas tasas tributarias que abonan los ciudadanos...". Como se puede comprobar, el Comité de Empresa -algo que suele ser habitual- ha pasado de puntillas por la verdadera causa del despido, con el que está de acuerdo parte del comité según me han informado mis fidedignas fuentes, principalmente, porque consideran una agravio para la clase obrera que un miembro de la misma se dedique a leer las chorradas que escribe el chorizo de Camps. 
Pero no acaba ahí la cosa, porque a los pocos días de publicarse la noticia en prensa, el Instituto Nacional de Estudios Kantianos (INNAESKANT) ha decidido inmiscuirse en el anuncio tomando partido a favor de Juan Francisco. Transcribo el mensaje que han enviado a todos los medios de comunicación de la ciudad para mejor entendimiento: " La Junta Directiva y la Asamblea de socios de INNAESKANT en reunión extraordinaria de 4 de agosto, conocida la situación de nuestro asociado Juan Francisco Rodríguez González, hace el siguiente comunicado: conocida la decisión de la empresa "ALIMPIAR" de despedir a Juan Francisco por leer a Kant (omite que lo hacía en horario de trabajo), nuestra asociación rechaza rotundamente tal despido ya que con el mismo se demuestra un profundo desprecio por la obra de uno de los mayores pensadores mundiales. Por tanto, en defensa de este desagravio la asociación INNAESKANT ha decidido personarse en el procedimiento iniciado ante la jurisdicción laboral, reservándose el derecho de querellarse penalmente contra 'ALIMPIAR". 
Como es fácil deducir, la opinión pública de la ciudad está dividida, siendo mayoría la que considera que debe ser despedido por descuidar sus tareas encomendadas.
Y yo, en medio de todas las miradas, estoy sopesando abandonar el caso. Es más, en mis años de instituto se me atragantó 'Crítica de la razón pura".

            

23 agosto 2013

'CONVERSACIÓN EN LA TABERNA', EN EL CONCURSO DE RELATOS DE VERANO DEL DIARIO IDEAL

El relato 'Conversación en la taberna' -revistado para la ocasión y que ya había publicado aquí en mi blog y del que se habían hecho eco muchos lugares de internet- sigue su camino de aceptación y una muestra más es la publicación del mismo en el concurso de Relatos de Verano que organiza el Diario Ideal.  Una relato cada día a lo largo del mes de agosto, que luego serán recopilados en un libro. Hoy día 23 ha sido el mío el seleccionado, algo que me alegró cuando abría las páginas de este periódico esta mañana mientras tomaba un café en la calle San Juan de Dios de Granada . Ahí va: 

CONVERSACIÓN EN LA TABERNA  


-¿Qué vas a tomar?
-Una Alhambra especial.
-Por favor, dos Alhambras especiales.
-Oye, ¡cuánto tiempo sin vernos!
-Sí, ya era hora que echáramos unas cervezas y charláramos.
-¿Cómo te va?
-No me puedo quejar. Sigo aún con el taller en el pueblo. ¿Y tú?
-Bueno, pasé por el tribunal médico y me dieron la invalidez gracias a Juan Sola, el abogado del pueblo, pero sigo atendiendo el negocio con mi mujer aquí en la capital.
-Has hecho bien porque está muy jodida la situación. Yo tenía a tres trabajadores contratados en el taller, pero hablé con ellos y llegamos a un acuerdo de despido, pero siguen trabajando.
-¿Están despedidos y siguen trabajando?
-Sí. Nos viene bien a todos: yo me ahorro los seguros sociales, que son altísimos y ellos cobran el paro y el sueldo, pero claro les pago menos que cuando tenían contrato. Todos contentos: Ellos ganan más y yo también.
-¿Y si te enganchan?
-¿Quién va a pasar por el pueblo? Además, los tres talleres del pueblo hacemos lo mismo y no nos vamos a denunciar unos a otros porque nos perjudicaríamos. 
-!Ah¡ vale. A nosotros, en el negocio, un día nos visitó un inspector de trabajo y, por suerte, yo me encontraba en la puerta del local, fumando un cigarrillo.
-¿Pero estaría tu mujer?
-¡No, que va! El negocio en realidad lo llevo yo, pero les dije que lo regentaba mi mujer, que es la que aparece en los papeles, y que yo estaba allí ocasionalmente porque ella había salido un minuto a un asunto urgente. Suerte que al 'panchito' que tengo allí sin contrato estaba ese día en el médico..
-¿Y se lo tragó?
-Al parecer sí. De hecho se fue y no ha vuelto más. Pero sí, me acojoné un poco ya que si el inspector no se traga aquello nos multa y a lo mejor hubiera perdido yo la paga. Al menos eso me dijo Juan Sola.
-La verdad, es que estos inspectores son unos crédulos o a lo mejor es que están desmotivados porque ganan menos. Total, para lo que hacen, mucho ganan aún. Hablando de inspecciones, mi hija pequeña estuvo a punto de perder la beca porque alguien fue por ahí contando que el taller no estaba declarado y nos daba muchos ingresos y tal. Desde ese día le he prohibido que vaya con su BMW A3 y su iPhone 5 a clase.
-¿Y qué pasó?
-No nada, no se pudo demostrar lo que decía el cabrón anónimo ya que lo tengo bien atado. La niña sigue cobrando todos los años la beca máxima, unos 5000 euros, que son para ella solita.
(Irrumpe un tono de teléfono móvil: ¡¡Por mi hija maaaaato!!)
-Tío, que me he llevado un repullo con ese tono de la tipa esa de la tele ¿cómo se llama...?
-Sí, la Esteban, esa sí que es lista, jeje, perdona, que es un proveedor. ¡Oye, que significa esa factura con IVA del otro día! ¿Cómo? Nada de eso. Me la emites de nuevo sin IVA o no cobras...sí, hasta las seis estoy allí. Hasta luego.
-¿Te quieren meter el IVA?
-Sí, se lo he dicho al tío de las pizzas mil veces  y sigue dale que te pego con el IVA de los....,y para colmo ahora que lo han subido los chorizos estos del gobierno. 
-Sí, vaya mierda de país, con tantos impuestos.
-Por cierto, sabes que me he comprado un Audi.
-¿Sí ¿Cuál?
-El Q7
-Joder ¡el que llevan los futbolistas!, que pedazo máquina...te habrá costado un pastón.
-Sí, es caro, pero me he ahorrado una pasta. Si quieres te digo cómo.
-Dime, dime...
-¿Tienes a algún minusválido en tu familia o  a alguien de confianza que lo sea?
-Pues no sé, tendría que verlo...
-Yo lo he puesto a nombre de mi padre que, como sabes, tiene una gran minusvalía. Me he ahorrado el Impuesto de Matriculación, me han hecho una rebaja en el concesionario, no pagaré jamás el Impuesto de Vehículos al Ayuntamiento y, para colmo, aparcaré donde me salga, en cualquier plaza de aparcamiento reservada para minusválidos ¿Por qué te crees que hay tanto coche de gran cilindrada con el cartel de minusválido en las calles?
-Estás en todo, macho, pero ¿se tragarán que tu padre conducirá eso con 80 años siendo  minusválido?
-Éstos del Ayuntamiento se lo tragan todo. Por cierto, hablando del Ayuntamiento ¿te has enterado lo del alcalde del pueblo? ¡Qué cabrón! ¡Qué bien amañado lo tenía todo! ¡Qué poca ética! A mí me extrañaba que la recogida de basura siempre la ganara la misma empresa.
-Sí, ¡qué cantidad de corruptos nos gobiernan! Y para colmo hay que sostenerlos a todos. ¿Y los asuntos esos de los ERES y la Gürtel?...¡qué caterva de corruptos! ¡vaya mierda de país!
-Ni que lo digas, vaya país de sinvergüenzas y corruptos nos gobiernan. No hay que votar a ninguno, que son todos iguales. Van a lo que van.
-Oye, quieres otra cerveza.

-Sí, sí, vale. Pero disculpa un segundo, que voy a asomarme a ver el coche, que está en segunda fila. 

08 agosto 2013

RELATOS BREVES DE VERANO

LA TESIS


Ayer por la mañana, contra todo pronóstico, decidí enfilar para la costa. Yo mismo me quedé sorprendido por esa inédita decisión, pero cuando quise darme cuenta ya estaba a la altura de Padul y decidí continuar. Algo me decía que me toparía con algo extraordinario.
Ya puestos -me dije- iré al municipio con la playa más concurrida. Y como si se tratara de una teletransportación en el tiempo, en el término aproximado de una hora me vi viendo el mar azul desde la carretera nacional -futura autovía cuando mande la providencia- que conduce a la playa de Velilla en el término de Almuñecar.
Me costó aparcar, algo que ya sabía, pero una vez estacionado el vehículo me dirigí con paso firme hacía la famosa playa que -ya podía verlo- estaría a reventar de gente ansiosa de agua y de sol. 
Pero cuando ya estaba a pocos metros no podía dar crédito a lo que mis ojos iban procesando: la playa estaba practicamente vacía a excepción de tres o cuatro bañistas que leían ávidamente un libro en papel, o bien, un libro electrónico. Comprobé que se podían escuchar nítidamente las olas a las 12 de la mañana de un día de agosto porque el silencio era casi escandaloso. No podía ser. Miré para un sitio y para otro pensando que tal vez se tratara de una de esas bromas televisivas o, probablemente, se estaría grabando alguna película o un anuncio, pero al no ver nada extraño a mi alrededor, me dirigí a una de las pocas personas que estaba plácidamente leyendo un libro en la playa para preguntarle sobre qué estaba ocurriendo para que la playa se encontrara vacía a esas horas.
- Ocurrir no ocurre nada, pero los tres o cuatro que aquí estamos leyendo frente al mar consideramos la idea de correr el rumor de que el Real Madrid acababa de llegar al Ayuntamiento de Almuñecar a ver qué ocurría. Somos doctorandos y estamos elaborando una tesis sobre psicología de masas en la Universidad de Granada. 

31 julio 2013

RELATOS DE VERANO

EL ESPECTRO DE A.M.


A.M. era sacristán de la iglesia de mi pueblo. Una de esas personas que poseen una marcada fe religiosa pero que por las circunstancias que fueran jamás pudieron ser curas. Así que era sacristán. Además, era soltero y dicen las lenguas viperinas que afeminado. Pero es muy probable que eso no fuera cierto, porque hasta no hace mucho en los pueblos -más en los pequeños- ser soltero y no andar con hembra era sinónimo de ser afeminado.    
Además, su fe cristiana o lo que fuere le inspiraba más buenas obras. Una de ellas era ayudar a las familias más humildes con la mortaja del finado. Así que se podría decir que era un buen hombre.
Le recuerdo alto, algo desgarbado y muy vital. Andaba a pasos grandes y verlo atravesar raudo la plaza de la iglesia en dirección a la iglesia, en dirección a la sacristía, era una imagen muy cotidiana en el pueblo. Al parecer todo el mundo le apreciaba, pero un buen día los vecinos de la localidad se levantaron con la noticia de que A.M  se había tirado desde el campanario de la torre de la iglesia y se había matado. Lógicamente, todo el mundo pensó que se había suicidado porque otro misterio no cabía. No estamos hablando de la novela de Umberto Eco y, posterior proverbial película cuyo protagonista no era otro que un tal Guillermo de Ockhan. 
Como es lógico, ese hecho luctuoso consternó a medio pueblo, pero otro medio comentó que su suicidio se debió a la murmuración de la población gitana sobre su condición sexual. 
No se sabe cómo, pero a los pocos días, cuando comenzaba a anochecer en el otoño recién llegado, época de castañas y braseros, aparecía por la zona del Puente de la Virgen un 'marimanta'. Así era denominada la figura que en las calles oscuras andaba con parsimonia cuando anochecía y que muchos perjuraban haber visto; una especie de espectro de la noche que aterrorizaba a la población gitana, que es la que vivía por esa zona, generalmente. 
Nadie sabe cómo ni por qué, pero el terror se apoderó de esta etnia y era palpable la escasa presencia de miembros de ésta en la calle cuando el cielo comenzaba a cubrirse con el oscuro manto. Se dice que era el espectro de A.M. que venía de ultratumba para vengarse de aquellos que provocaron en él tal confusión y depresión que le condujeron al suicidio. 
Nadie supo realmente qué era o quién era aquella marimanta que tuvo al pueblo en vilo durante unas semanas y que, al parecer, se aparecía de manera alternativa en varias calles de la zona, pero cuentan que en alguna conversación furtiva de taberna algunos amigos del finado reían de sus probables bien conseguidas fechorías.

21 marzo 2013

RELATO: CUANDO LAS PALABRAS SON HUECAS




Escribía hace unos días una entrada que denominé 'Una mujer guay'. Era el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y yo me encontraba en un bar tomándome una 'milnoh' (que es como le decimos en Granada a la muy sabrosa Alhambra 1925 Reserva). En fin, que prometí continuar con lo observado en aquel bar y surgió un relato, que como sabéis, siempre juega con la realidad y la ficción, intercambiando ambas. 

CUANDO LAS PALABRAS SON HUECAS

Era viernes, ocho de marzo, y yo me encontraba tomando una 'milnoh' en una bar del centro mientras leía Ideal. Al fondo del amplio local la televisión, de forma atronadora, como queriendo llamar la atención de los clientes, no cesaba de dar noticias sobre los papeles de Bárcenas y  el caso Nóos, en fin, toda esa cantinela informativa con la que nos afean el día  y de la que quieren que coparticipemos todos para ver si es posible que tengamos de una vez por todas conciencia de pueblo unido contra la corrupción política.
               En algún momento de las noticias salió hablando una tipa de un partido político -no importa cuál a estas alturas- informalmente vestida, pero muy bien vestida, bien maquillada y luciendo su nutrida melena que se agitaba con disimulado desorden cada vez que giraba ufana su cabeza para atender a las formales preguntas de los periodistas. Se trataba de una declaración oficial de esas que los partidos acostumbran a dar cuando se celebra algo que consideran importante. Se le veía cómoda y hablaba con mucho aplomo porque era el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y ella estaba hablando de la mujer trabajadora y sus derechos. Cómodamente sentada y sintiéndose importante, con gesto adusto y solemne se refería a las conquistas sociales conseguidas en torno a la mujer trabajadora y que tan sólo su partido había conseguido hacer efectivas en este país, mientras que determinados partidos -decía- lo único que han hecho es poner obstáculos a los derechos de la mujer trabajadora. Yo ya estaba comenzando a cansarme porque la escuchaba más a ella que a mí propio pensamiento interior, que intentaba ordenar la información que leía en el periódico.
               Por un momento estuve a punto de decirle a la chica joven que atendía la barra y las mesas ella sólita que bajara el volumen, pero observando el agobio que tenía ésta, atendiendo a los clientes de la barra, a los de las mesas, preparando tapas en una plancha, poniendo el lavaplatos, cobrando, y un largo etcétera, me pareció violento e inmoral interrumpirla. Además, era  el día de la Mujer Trabajadora, su día. Por tanto, lejos de decirle que bajara el volumen, alcé mi mirada del periódico y me puse a observar cómo aquella chica se multiplicaba haciendo todas esas cosas al mismo tiempo y pensé que probablemente no cobrara más de 500 € al mes, si es que los cobraba, tras muchas horas de trabajo. También pude advertir que de cuando en cuando, en los pocos segundos de asueto que conseguía arañar de su endiablada tarea,  miraba de soslayo a la tele con gesto de hastío o de indignación, que eso no lo pude advertir con claridad. Posteriormente dirigí de nuevo mi mirada a la política que aún seguía hablando en la televisión cada vez con mayor seguridad,  verborrea y solemnidad sobre la mujer trabajadora y sus derechos. Cuando acabara su intervención le esperaría su coche oficial y, seguramente, se iría a celebrar con sus compas de partido lo bien que había hablado. Por su parte -pensé- a la chica del bar, con un poco de suerte, tal vez, estando ya la noche cerrada, vendría a buscarla su novio en una desvencijada moto y, probablemente, pocas fuerzas le iban a quedar para celebrar nada, entre otras cosas, porque nada había que celebrar.
               Y entonces es cuando estuve a punto de arrojar el platillo de la tapa a la pantalla del televisor, pero no lo hice porque con toda seguridad ese daño se lo hubieran imputado a la camarera y tan sólo le hubiera faltado eso para completar el día, su día.  


ACTUALIZACIÓN: ARTÍCULO -RELATO PUBLICADO EN IDEAL EL DÍA 26/3/2013

27 febrero 2013

RELATOS DE INVIERNO


CORREDORES ANÓNIMOS


Tras meditarlo detenidamente, optó por reunir a la familia y a los amigos más íntimos y entre todos decidieron que lo mejor para él sería entrar en ese grupo de terapia. Corredores anónimos, se llamaba.
            Así que con el nerviosismo propio del novato, se dirigió a la sede del grupo que se encontraba en un edificio de nueva construcción a las afueras de la ciudad. Enseguida comprendió que su caso no era único; de hecho había un nutrido grupo de personas que charlaban entre ellos alrededor de unas sillas perfectamente ubicadas y que formaban un perfecto círculo. Sin duda, mucha gente también necesitaba ayuda.
            Todos los allí presentes eran tipos y tipas espigados y delgados. Aparentaban un aspecto saludable y no se les veía ni una mínima protuberancia en la tripa; gente que, antes que él, también habían solicitado integrarse en el grupo.
            Le atendió un tipo alto y delgado con aspecto juvenil que vestía un vistoso chándal compuesto de pantalón negro y chaqueta lima marca JOMA. El chándal era técnico, confeccionado con tejido de poliamida, que era el último grito en cuanto a tejido transpirable; sus colores y diseño entraba por los ojos. Me tengo que hacer con uno de esos, se dijo. Por su aspecto y su vestimenta, debía de tratarse del jefe de grupo. Así era. Éste se presentó y le animó a integrarse en el grupo sin reservas. ‘Ya verá cómo sale de aquí reconfortado’, le dijo mientras le acompañaba con delicadeza al círculo que acababan de formar los veinte miembros del grupo.

          -Queridos amigos y amigas, volvemos a encontrarnos aquí de nuevo para continuar con nuestra terapia que tanto bien nos está haciendo. Pero antes quiero presentaros a un nuevo miembro; o mejor que se presente él mismo:
          -Hola, me llamo Esteban y soy corredor –dijo tímidamente-
          -Hola Esteban, bienvenido –dijeron todos al unísono-
 -Esteban –dijo el jefe del grupo-, cuéntanos tu caso sin reservas.
 -Bueno...yo –intentó decir con pronunciación titubeante- comencé a correr sin ningún propósito concreto...ahora..., perdonad....
-Tranquilo Esteban, comprendemos tu nerviosismo, pero piensa que te encuentras ante un grupo de amigos y  todos nosotros también hemos pasado por lo mismo. Puedes expresarte sin tapujos.
-Yo...comencé a correr sin ningún propósito concreto. Corría dos, tres...a lo sumo cuatro kilómetros, pero en poco tiempo ya quería correr diez. Contacte con gente que también corría y ellos me sugirieron que cambiara de zapatillas porque podía lesionarme, y así lo hice. Luego vinieron los pantalones técnicos, la camiseta técnica, la malla técnica....no sé cómo, pero poco a poco me sorprendí a mi mismo  preparándome para correr mi primera media maratón. Dejé de salir de copas con mis amigos. A partir de ahí todo cambió...mi pareja, mis amigos, mi familia, nadie me entiende.
-Comprendemos por lo que estás pasando Esteban.  Te vendría bien escuchar otros testimonios. Permíteme que te tutee.
Inmediatamente varios miembros del grupo alzaron la mano para exponer su caso y el jefe del grupo moderó señalando a uno de ellos.
-Hola, me llamo Jaime y soy corredor –dijo éste de manera resulta-
-Hola Jaime, -dijeron todos al unísono-
-Yo corrí mi primer medio maratón hace un año y ahora estoy entrenando para correr un maratón. Y, sí, también algo está cambiando en mí. Soy consciente que mi cambio de rumbo no es aceptado por personas de mi entorno más íntimo, pero yo no quiero cambiar mi nueva vida.
-Hola me llamo Carmen y soy corredora –dijo otra integrante del grupo cuando fue señalada por el moderador-
-Hola Carmen –dijeron todos al unísono-
-El mío es un caso preocupante. Tengo un  buen trabajo ejecutivo en una multinacional que me obligaba a comer todos los días fuera de casa y, en ocasiones, a tener que alternar con los clientes. La báscula era mi peor enemiga; para colmo fumaba compulsivamente como consecuencia del estrés. El mes pasado me tuvieron que ingresar en el hospital a causa de una afección cardíaca y en el hospital un fisioterapeuta me indicó que me vendría bien correr y le hice caso; ahora estoy a punto de correr mi segundo maratón. No fumo nada y la báscula ya es mi amiga, pero en la empresa comienzan a mirarme mal cuando evito las comidas de empresa y el tiempo para alternar con potenciales buenos clientes lo dedico a entrenar. Mis rendimiento comercial ha bajado y temo que peligre mi trabajo. 
-Hola, me llamo Luis y soy corredor –dijo el siguiente-
-Hola Luis –dijeron todos al unísono-
-Yo comencé a correr con la ropa que buenamente encontré en mi armario, pero al poco tiempo comencé a comprarme tejidos técnicos y zapatillas técnicas, circunstancia ésta que provocó un cisma en mi matrimonio. Mi mujer me acusaba de gastarme demasiado en ‘esas ropas’ como las llama ella. Desde entonces me siento un incomprendido y temo llegar a casa con un nuevo tejido o zapatillas; de hecho las introduzco a hurtadillas, como si estuviera cometiendo un delito.
-Hola, me llamo Adolfo y soy corredor -dijo un hombre ya entrado en edad-. Yo fui bastante infeliz hasta los 50 años de edad. Mi vida no tenía mucho sentido. Del trabajo a casa y de casa al trabajo. Las tardes las pasaba jugando al dominó en un sórdido bar con un grupo de vecinos del barrio. Me sentía un jubilado a los 50 y mi cuerpo y mi mente estaban oxidados. Pero un día, un vecino joven -quizá compadeciéndose de mi aspecto, cada vez más triste y envejecido- me invitó a que corriera con él. Al principio lo tomé a broma, pero al día siguiente me puse un viejo chándal que tenía de la época de la mili y me fui a trotar con él a un parque cercano a mi domicilio. No fueron más de dos kilómetros, pero sentí que rejuvenecía. Progresivamente dejé de ir al bar con los amigos y el año pasado me atreví a correr mi primer medio maratón. Ahora soy otra persona, pero me entristece que mis antiguos compañeros de dominó ni siquiera me saluden por el barrio y hagan comentarios entre ellos cuando paso corriendo por el bar. 
-Hola, me llamo Santiago y soy corredor.
-Hola Santiago, -dijeron todos al unisono- 
-He sido una persona obesa hasta el año pasado, que fue cuando comencé a correr en serio. Mi problema es que en mi familia me consideran un bicho raro. Mis padres y mis hermanos, obesos desde siempre, no comprenden que no coma los alimentos que ellos suelen comer habitualmente. Mi madre se pone histérica cuando rechazó sus grasientos guisos y sus diversos fritos. De hecho, se echa a llorar.  Cada vez me siento más extraño entre mi propia familia y la situación es cada vez más insostenible. 

Cuando acabó la sesión, la cabeza de Esteban le daba vueltas. Sentía que había estado en otra dimensión. Aquellas confesiones la habían hecho comprender que no era el único que tenía problemas desde que se dedicó a correr en serio. Sin embargo, salió del local con ánimo reconfortado. Comprendió que a partir de aquel día todo sería distinto en su vida y que todo lo que le esperaba en el exterior no era más que una sombra dañina de su nueva trayectoria. Sin duda, seguiría asistiendo al grupo de terapia cada tarde.      

19 febrero 2013

RELATOS DE INVIERNO

ORÍGENES

Hace poco tuve la suerte de encontrarme con un tipo de lo más especial. Resulta que mi compañero de oficina Luis es aficionado a la historia y está metido de lleno en la investigación y estudio del origen de sus ancestros. 
Para ese fin ha considerado que la mejor opción es estudiar el Catastro de Ensenada porque en éste aparecen los propietarios que han tenido las tierras de su pueblo de origen  en periodos históricos diversos y través de éstos ir conociendo, con la ayuda de la heráldica, hasta donde se remonta su apellido. Una tarea que le fue facilitada por el tipo con el que tuve la suerte de encontrarme gracias a él. Resulta que éste había elaborado un método basado en la historiografía, la heráldica y la genética para determinar nuestra procedencia y me invitó a ofrecerme voluntario. Y como curioso que soy y apasionado por la historia y nuestros orígenes no lo pensé ni un momento. Sus herramientas son completísimas bases de datos historiográficas, herádicas y genéticas, que a través de un software muy complejo van intercalando los datos hasta mostrar muestras casi perfectas.  
Tras un breve estudio de los apellidos paternos y maternos sobre 'los que suele haber mucho falseamiento histórico', me dijo, acabó por extraerme unas muestras sanguíneas para determinar el ADN, no sin antes advertirme que tendría que aceptar sin paliativos y con objetividad cuales eran mis orígenes ya que se trata de un método muy sofisticado y prácticamente infalible. Me hizo firmar un documento de asentimiento.
Para tal fin, dijo, lo mejor es anclarse en un apellido que pudiera tener más visos de autenticidad. Y fue así como ancló el apellido de Gallego, que es el segundo de mi madre. Y he aquí el informe literal: 

1. Los primeros apellidados 'Gallego' llegaron a estas tierras sobre 1510 con motivo de la repoblación tras la expulsión de moros y judíos.
2. Esos gallegos descienden de la antigua Castilla imperial, la que tenía salida al mar (la zona oeste de la actual Galicia; de ahí el apellido. Desde el siglo XII se puede concluir que no hubo cruce de razas, de acuerdo con la lectura genética y los rasgos actuales del caso estudiado (o sea yo). 
3. Los apellidados Gallegos, lógicamente, no siempre tuvieron ese apellido. Un exhaustivo estudio concluye que, con anterioridad, no contaban con apellido alguno sino que como solía ser habitual entre la plebe, solían nominarse como hijos de.. (por ejemplo, Pero hijo de Jimeno), que era lo habitual. El apellido gallego se adquiere cuando engrosan la lista para repoblar las nuevas zonas ocupadas, como método para distinguir de donde procedía cada contingente de personas. 

4. De acuerdo con la genética mostrada, con anterioridad los antepasados del estudiado se enmarcan dentro del pueblo Visigodo; pero hay que indicar que aquí sí existen mezclas de sangre, dándose casos muy curiosos. Hay datos genéticos que evidencian orígenes Visigodos pero también una fuerte presencia de genes propios de individuos pertenecientes al pueblo celta que tenían mucha presencia en la zona indicada y que rechazaron la invasión romana con más éxito que otros pueblos de la antigua Iberia como es el caso de turdetanos o carpetanos que habitaban en la zona sur y centro, respectivamente. 

5. Anclando la rama Celta, se evidencia que hay rasgos vacceos, pueblo celtíbero que venía a ocupar lo que podría ser la zona que hoy día identificamos como Castilla-León (Palencia, Zamora, Valladoilid, León...), aproximádamente. Asimismo, se denotan cruces con otros pueblos de origen celtíbero, algo muy común por entonces; en ese sentido se evidencian rasgos arévacos, cuya capital-fortín, como sabemos, era Numancia. 
6. Por tanto, cabe concluir que el estudiado presenta rasgos genéticos propios de pueblos íberos (Vacceos, Arévacos), muchos de los cuales son de procedencia Indoeuropea y Visigoda -ramificación del pueblo Godo de origen Centroeuropeo-, descartándose genética de origen romana o árabe, por referirnos a las civilizaciones más persistentes en la actual España. 


02 febrero 2013

UNA 'BONITA' HISTORIA FICTICIA O REAL -QUE BIEN PODRÍA SER UN TROZO DE LA HISTORIA RECIENTE DE NUESTRO DECADENTE PAÍS-

Manuel C. es un joven que no sabe qué hacer con su vida. Tiene ambiciones, lo presiente, pero se siente encerrado en su pueblo. Hijo de padres pertenecientes a la clase medía más básica, sus sueños le trasladan a lugares que sabe no podrá alcanzar si no estudia, trabaja o se esfuerza sobremanera. 
El régimen franquísta está dando sus últimas bocanadas y se presume que el caudillo también; y su amigo Alfonso, que es algunos años mayor que él y muy avispado le insiste que en España pronto va a haber cambios importantes, pero no acierta a decirle qué tipo de cambios se avecinan. En realidad nadie lo sabe, porque el heredero político de Franco es el Príncipe Juan Carlos y se presume que éste seguirá más o menos el régimen de su padre político. Pero puede que no se así, según algunos expertos. 
Pero, ¡oh, sorpresa!, ya hay quien especula con la posibilidad de que se monte una democracia de corte europeo. Es una noticia que le llega por una vía muy fiable. 
Así que animado con esa noticia, entiende que lo mejor es matricularse en la Facultad de Derecho, porque considera que es el lugar idóneo para partir de una posición sólida si, efectivamente, comienzan las libertades políticas. 
Cuando aún no han llegado los exámenes del primer semestre en la facultad, comienza a haber cambios en el país. Se especula con la posibilidad de una transición que transite desde la dictadura hacia la democracia y, efectivamente, muerto el caudillo y tras tímidos intentos de perpetuar su régimen, comienzan conversaciones con gentes que está en el exilio y en el país. Lógicamente, Manolo que no ha sentido jamás la necesidad de irse fuera porque no posee demasiada convicción política ni tiene demasiadas inquietudes intelectuales, se interesa por el nuevo asunto. Y el nuevo asunto consiste ni más ni menos que en la legalización del PSOE en primer lugar; y con el tiempo, tal vez la legalización del PCE. Pero Manolo tiene ambiciones, considera oportuno pasarse por el local que ha montado el PSOE en el centro de la ciudad, cuando salga de clase del Derecho Político I. Y así lo hace.
Allí, tan sólo hay dos o tres personas. Gente barbuda y vestida de manera informal, casi proletaria. Para su sorpresa, se encuentra con su amigo Alfonso que en ese momento está hablando con un amigo que se encuentra en el exilio, en Francia, de nombre Felipe, cree escuchar. Alfonso, le saluda con la mano y le dice que se acerque, entregándole al mismo tiempo una ficha. Cuando Alfonso cuelga, le dice que rellene la ficha cuanto antes, que no sea tonto. Manolo, que no es muy avispado, pero sí ambicioso, la rellena y orgulloso se va a su casa. Ya pertenece al PSOE embrionario. 
Los acontecimientos se suceden de forma muy rápida y en pocos meses se impulsa una Constitución de corte europeo y se celebran las primeras elecciones generales. Y, claro, como hay poca gente aún en las filas del partido, Manolo opta a un puesto importante por su ciudad. Le dicen que por pocos votos que saquen él sale seguro. Y así es. 
En casa, sus padres y hermanos se muestran orgullosos de su gesta. Saben que su hijo y hermano apenas tiene mérito alguno y que no es una persona muy lista, pero ya es diputado nacional, con la carrera recién terminada además. Ya es un padre de la patria. 
Todos se extrañan de que esté situado donde está, pero son las oportunidades de la nueva democracia y Manolo a pesar de ser torpe no ignora que su futuro y el de su familia ya está solucionado. El negocio de la democracia ya ha comenzado para él. 

                                                          Por José Antonio Flores Vera


30 diciembre 2012

RELATOS BREVES DE INVIERNO

LA COLA DEL INEM

En una rutinaria mañana, a eso de las 12 horas y en plenas Navidades, el antiguo empresario de la construcción Fernando Colmenerejo se encuentra en la cola del INEM de su localidad. Justo tres personas detrás, se encuentra el que fuera su oficial jefe de albañilería, Rafael García, que fue durante diez años su encargado y persona de mayor confianza. 
Fernando Colmenerejo mira para atrás de manera distraída mientras espera su turno para que le sellen la revisión para seguir poder cobrando el desempleo y reconoce enseguida el rostro de su antiguo oficial de albañilería, el cual hojea o parece que hojea un periódico gratuito que le acaban de entregar en la entrada de las oficinas. 
Es una situación violenta, porque parece que ambos se han visto, pero aquellos que durante tantos años compartieron tantas cosas, tanto profesional como personalmente, no parecen tener el más mínimo interés en saludarse, después de cómo acabaron las cosas entre ellos. Uno se refugia en la lectura del periódico y al otro le basta con no volver a mirar atrás, ya que al no poseer la nuca ojos, no existe peligro de ver.  
Sin embargo, de pronto, se produce una situación violenta. Ninguno dos la esperaba, pero en un pis pas, las dos personas de la cola, que se interponían entre ambos, se retiran de la misma y se dirigen a otra ventanilla. De esta manera, entre ambos ya no hay nadie y aunque la nuca del antiguo empresario de la construcción sigue sin tener ojos, la situación del antiguo oficial jefe de albañilería, es mucho más complicada: ya no es posible mantener los ojos clavados en el escuálido periódico, imitando leer por enésima vez la efímera prensa gratuita.
Así que violentado, el antiguo oficial jefe decide retirarse de la cola y de esa manera, perder el derecho a cobrar el desempleo ese mes, toda vez que es el último día para la revisión y la ventanilla está a punto de cerrar.
Sale de la cola con enérgico enfado, diciéndose para sí mismo que ese tipejo le iba a estar puteando toda su vida.

27 diciembre 2012

RELATOS BREVES DE INVIERNO (EN DOS ACTOS)


¡QUÉ BELLO ES VIVIR! (O CENA DE NOCHEBUENA EN DOS ACTOS BREVES)

Primer Acto

           Nada más asomar la cabeza en el hall de la casa, ya se apreciaba ese agradable olor que vaticina una cocina a pleno rendimiento; incluso, la temperatura es alta en toda la vivienda debido a los elevados grados de los fogones. El calor va en aumento por la cada vez mayor presencia de miembros de la familia que  para celebrar la Nochebuena se reunirán,  al menos, una vez al año. Curiosamente muchos de los hermanos, cuñados, sobrinos y primos no se han visto apenas a lo largo de los trescientos sesenta y cinco días y, lógicamente, tienen pocas cosas en común, pero la tradición es la tradición. Al menos, mientras vivan los progenitores.  Lo haremos por ellos, es la frase más utilizada por todos.
        Preparadas las viandas, comienza la cena para aproximadamente 13 personas, entre adultos y niños; y con ella comienzan las primeras conversaciones, que parecieran forzadas, según observaría un testigo imparcial. 

  Segundo Acto

        Rompe el hielo la madre y abuela; la progenitora y dueña de la casa. Mujer de bastante edad, la experiencia le ha enseñado que es ante una buena mesa cuando pueden ocurrir las mejores y las peores cosas. Consciente de ello comienza a hablar nada más sentarse todos a la mesa:
        -Bueno, ¿qué tal vuestras vacaciones? -hace la pregunta genéricamente a grandes y pequeños-
      Los niños son los primeros en contestar: ¡ya no tenemos cole hasta enero! es la frase más utilizada; pero los adultos siguen guardando silencio. Así que la madre y abuela cambia la estrategia, consciente de que muchos de sus descendientes y parejas apenas se han saludado.
       -¿Y qué tal el trabajo? -pregunta dirigiéndose en concreto a los adultos?
      -¿Qué trabajo mamá? ¿No sabes que lo perdí hace nueve meses? -contesta secamente el hijo mayor ante la inquisitiva mirada de su esposa-.
     -Pero los demás sí lo conservamos. Siempre piensas que las preguntas solo van dirigidas a ti -le reprende con dureza el segundo de los hermanos-.
     -Sí, claro que lo conservas. No todos pudimos disfrutar de tus privilegios -se defiende el hermano mayor-.
      -¿A qué privilegios te refieres? -le pregunta molesta a la esposa del segundo de los hermanos-.
     -Nadie ignora en esta casa que mientras yo me tuve que quedar cuidando el pequeño negocio familiar al enfermar mi padre, tu esposo querido pudo acabar la carrera de Veterinaria en Córdoba -contraataca el mayor de los hermanos-.
     -Sí, claro. Yo no tuve que joderme, quedándome en casa a cuidar de papá cuando tuvo la trombosis cerebral -intervino la hermana pequeña-. Por si no os acordáis tuve que dejar la carrera de Derecho en segundo, ya que el hermanito cerebro tenía que acabar Veterinaria.
   -Que yo tenga más inteligencia que vosotros dos juntos, no es culpa mía -dijo con malicia y mordacidad el veterinario-.Jamás pudisteis aceptar eso. 
    -Siempre has sido un miserable, un creído y un mal educado -terció el hermano mayor-.
  -No te permito ese tono....-dijo el segundo de los hermanos, haciendo ademán de levantarse de la silla-.
    -¿Vas a agredirle, en vez de estarle agradecido? -le preguntó amenazante la esposa del hermano mayor-.
     -Te dije que era mejor que no viniéramos a comer esta noche -le reprendió el joven esposo a su esposa, la hermana menor de la familia-.
     -No hubiera sido mala idea, de todas formas nadie te hubiera echado en falta -dijo con intencionada maldad la esposa del segundo hermano, que jamás tragó al joven esposo de su cuñada-.     
    El padre que no podía articular palabra desde la trombosis cerebral, comenzó a hacer grandes aspavientos con las manos, hasta el punto de tirar la sopera. Tal era su enfado ante el espectáculo que estaba presenciando, impotente y dolido. Mientras tanto, la madre, que con tanta ilusión había preparado la cena para la reunión familiar de Nochebuena, no pudo evitar dejar la mesa llorando, dejando caer la silla al suelo al levantarse enérgicamente.
    Mientras tanto, en la Primera, el aspirante a ángel de primera clase, Clarence, saltaba desde el nevado puente a las frías y turbulentas aguas del río, emulándole inmediatamente un atormentado George Bailey.
     No ajenos a la situación, los niños perdieron progresivamente el interés por el juego y la sopa dejó de elevar al aire sus anárquicos hilos de vapor que presagiaban un sabroso y cremoso sabor.    


(ESTE RELATO ES PURA FICCIÓN, PERO QUIÉN SABE SI, EN OCASIONES, LA FICCIÓN NO ES MÁS QUE UNA TORPE IMITACIÓN DE LA REALIDAD).  

Por José Antonio Flores Vera

25 diciembre 2012

RELATOS BREVES DE INVIERNO

Bueno, pues a pesar de que el día se ha levantado levantisco -valga la redundancia- por el sur, no hay que olvidar que seguimos en Navidad, y nada mejor que un pequeño relativo que funcione como Cuento de Navidad.  



LAS LUCES DE LA CIUDAD



Cuando llegó el día anunciado y el mayor y más conocido centro comercial de la ciudad no encendió sus luces navideñas, casi todo el mundo sintió indiferencia. No hubiera sido así en años anteriores, pero ese año que ya se iba evaporando no había sido en absoluto el mejor de todos. De hecho, la mayoría de la gente, una vez diagnosticada su situación, la de su familia y mejores amigos, prefería que las cosas que le rodeaban no tuvieran un brillo especial y mucho menos que ese centro comercial se dedicara a repartir destellos a lo largo y ancho de su enorme y bien situado edificio en el centro de la ciudad. Mucho mejor así, se dijeron unos a otros.
  Sin embargo, un grupo más pequeño de ciudadanos aguardaron gran parte de la tarde para convencerse que el tardío y anunciado encendido de las luces navideñas no se había llegado a cumplir por mor de alguna avería sin importancia. Eso produjo expectación y bromas, creando en el ambiente cierta algarabía y cierto aire festivo a mitad de camino entre la incredulidad y el desconcierto. Todo el mundo en esos momentos apostaría todo lo que llevara en sus bolsillos a que en un par de horas todo estaría solucionado y ese centro comercial, el más famoso de la ciudad, acabaría por conectar toda su luminaria. Pero eso no ocurrió, ni esa tarde ni en las siguientes.
  Por su parte los munícipes, encerrados en sus despachos hacían comentarios entre jocosos y nerviosos, toda vez que la iluminación de ese centro comercial significaba la única esperanza de que hubiera algún alumbrado navideño en la ciudad, ya que el presupuesto no había permitido ni tan siquiera poner una mínima bombilla.
  El grupo de los escépticos, los que habían mostrado total indiferencia ante la falta de iluminación del establecimiento comercial, casi se regocijaban y consideraban justo que no hubiera más iluminación que la de ordinario hay el resto del año. Sin duda, su pensamiento estaba amordazado por su estado de ánimo, el cual se había ido ennegreciendo a medida que iba transcurriendo aquel año horrible. Se asomaban curiosos y divertidos a las puertas del centro comercial y disfrutaban que éste siguiera sin dar señales de luz alguna.
  Entonces, los periódicos de la ciudad centraron sus críticas en el ayuntamiento, acusando a los munícipes de irresponsabilidad ante la falta de luces festivas en la ciudad en fechas tan señaladas. Ese asunto provocó un agrio debate entre los que consideraban que no habría que gastar dinero en algo tan fatuo y los que consideraban que era necesario gastar dinero para significar esas fechas tan señaladas.
  Pasaron los días y la ciudad seguía sin contar con una bombilla festiva, así que una comitiva de ciudadanos celebérrimos se dirigieron a la dirección del centro comercial amenazando con no hacer gasto alguno si no encendían las luces como todos los años. La dirección alegó que por solidaridad y ante el oscuro estado de ánimo de gran parte de los ciudadanos de la ciudad habían decidido ser consecuentes, pero esa argumento no convenció a nadie. Ni tan siquiera a los escépticos que a esas alturas, comprobando que ya pasaban demasiados días y que su frustración no era tampoco de tan largo alcance -y mucho menos en fechas tan señaladas- comenzaron a echar de menos esas luces navideñas, muchos de ellos presionados por sus propia familia y amigos.
  Ante la sorpresa de todos, tanto un grupo como el otro -el de los celebérrimos y el de los escépticos- decidieron unir sus fuerzas y organizarse; unos irían a visitar a la dirección del centro comercial y otros al ayuntamiento. Ante esa tesitura ni el centro comercial ni el ayuntamiento supieron que contestar, confundidos por esa reacción unívoca.
  -Mucho tiempo llevo en la vida pública y sigo sin conocer a los ciudadanos que intento gobernar -dijo el alcalde al director del centro comercial en la reunión urgente que convocaron -.
  -Yo estoy aún más confundido, alcalde, ya que tras muchos años dedicado al comercio, este año he comprendido que hay cosas que no están en venta.
Lógicamente, ante el cariz que habían tomado las circunstancias y con una semana de retraso, tanto el ayuntamiento como el centro comercial llenaron de luces la ciudad.    

04 diciembre 2012

RELATOS BREVES DE OTOÑO

SOLILOQUIO DE UN ALCALDE ARREPENTIDO

Preludio 

Nada me podrá hacer disfrutar de estas fiestas venideras tan entrañables. Y aún estoy sorprendido de lo rápido que se ha sucedido todo. Porque parece mentira que haya pasado tan sólo un año desde que yo era razonablemente feliz. 
Conseguí mi sueño. Ser alcalde de mi ciudad; de la ciudad en la que nací y crecí; de la ciudad de mis antepasados. Desde siempre quise ser el Alcalde como ya lo fue mi bisabuelo hace más de un siglo. 

Parte Primera


No paro de preguntarme cómo no he podido evitar todo esto. ¿Por qué no supe ver lo que se estaba tejiendo a mi alrededor? Todas aquellas francachelas excesivas. Esas amistades peligrosas. Esos regalos admitidos, que nunca debieron serlo. Esas adulaciones gratuitas. 

Parte Segunda 

Debí decir no desde el principio al constructor Ramirez. Total, ya todos lo conocíamos en el pueblo. Sus relaciones con el anterior alcalde, mi antecesor, y la caída fulminante de aquél, debieron ser mi mejor lección aprendida. 
Así me lo ha insinuado esta misma mañana el secretario general de la agrupación local de mi partido, el mismo que apostó por mí para sustituir al alcalde dimitido. Pero los hombres jamás aprendemos. Y mucho menos los políticos, que solemos dejarnos embriagar por el elixir del poder y la gloria. Es la vanidad. 

Parte Tercera 

En principio, nada malo había en aceptar aquella invitación a cenar de Ramírez. En realidad, son muchas las cenas a las que voy. Va en el cargo, pero aquella fue la más indigesta. Tampoco interpreté negativamente que viniera a la misma mi concejal de urbanismo, un chico joven bien formado y de mi confianza, que había comenzado trabajando para el constructor como arquitecto técnico. No supe ver la red que me estaban tejiendo. Pero tras la cena vino el viaje con todos los gastos pagados a Estados Unidos para mi mujer y para mí; y después el coche y... esa cuenta, que ha resultado ser mi ruina. Qué paradoja. Me sentía el amo del universo y creí de veras que nada de eso jamás se sabría. Y en mi seguridad acartonada, no me molesté en comprobar que el solar recalificado para construir el centro comercial contenía unos humedales protegidos ¿Cómo pude ser tan idiota, conociendo aquella zona como la palma de mi mano? ¿No era allí dónde me bañaba de niño? ¿No era allí donde crié mi primera cerceta pardilla? ¿Por qué no fui advertido por la Comisión Provincial de Urbanismo? ¿Por qué ignoré el dictamen desfavorable de la arquitecta municipal? ¿Por qué traicioné a mis vecinos, traicionándome yo de camino? Ya no tengo respuestas a esas preguntas.

Desenlace 

El Juez de Instrucción acaba de leerme los cargos, pero el sargento de la policía local me ha tranquilizado. Es un buen hombre. Mañana mismo, sin demora, convocaré el pleno de mi dimisión. He de llamar a la familia. Y al abogado del partido.     


Autor: José Antonio Flores Vera

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...