25 octubre 2014

TUITERATURA

Cuando existen iniciativas originales no todo está perdido. Y si esas iniciativas apuntan hacia la creatividad, al crear por crear; y asocian las redes sociales y la literatura;, cuando ocurre todo esto, decía, hemos de estar enhorabuena e, insisto, no todo está perdido en un mundo en el que cada vez se valora más el tener que el ser, lo efímero por lo perdurable, lo material por lo inmaterial. 
Y una de esas iniciativas es 'Tuiteratura', la sección que dirige Jesús Lens, dentro del programa de Jesús Vigorra, El Público de Canal Sur Radio. 
A mi me gustan estos retos, me gusta crear, probarme, jugar con las palabras, contar pequeñas historias y más si esas pequeñas historias, ocurrencias, frases, etc....vienen acotadas por el espacio como ocurre en Twitter. 
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Porque es a través de esta mediática red social cómo se participa. Cada semana la última palabra del tuit ganador de esa semana da pie al nuevo concurso, que ha de introducir obligatoriamente esa palabra. Divertido ¿no? Hay toda una semana para enviar tuits con esa palabra desde cualquier parte del mundo -porque ya sabemos que Twitter es universal-. Yo he participado en varias ocasiones y he llegado a la final en tres. Y esta semana me ha tocado ganar, con la palabra 'cuatrillizos'. 

Este ha sido el tuit ganador que envíe: 

'A pesar de que nacieron cuatrillizos, ella siempre insistió que aquella noche no fueron más que cuatro gatillazos'. 

Una microhistoria sencilla, pero curiosa...Satisfecho por haber ganado, pero sobre todo por haber participado.         

21 octubre 2014

JAMÁS DERRAMÉ UNA LÁGRIMA AL ACABAR UN MARATÓN Y OTRAS EMOCIONES


Como sabe todo el que pasa por aquí de manera asidua u ocasional, me encanta correr. Es más este blog, que es el que ha ido recogiendo las cenizas de los dos anteriores, tuvo su origen en todo lo relacionado con las sensaciones, experiencias y aventuras personales que me inspiran este noble deporte. Pero jamás he llorado o me he emocionado de manera singular cuando he cruzado la meta de una de esas pruebas que exigen sacrificio, voluntad de hierro y una condición física más o menos adecuada, tipo maratón, carrera de montaña -tipo Huella del Búho- o la mismísima Subida al Veleta.
Todo lo más, me he sentido satisfecho, contento, fiel a mi mismo por haber cumplido lo que me propuse, pero jamás he derramado una lágrima como sí dicen que derraman muchos, cosa que yo he visto con mis propios ojos. 
Seguramente que todo dependerá de la forma de ser de cada uno y, también, de todos los remolinos sentimentales que haya arrastrado el gesto épico; todo lo que ha conllevado el entrenamiento, el abandono de la familia, de los amigos, de muchas obligaciones, la negación de otros placeres o, simplemente, la cantidad de tiempo empleado en entrenamientos, bajo el sol, la lluvia o la nieve. Sí, dependerá de todo eso. Pero, como todo hijo de vecino, también servidor ha pasado por esto cuando me he propuesto participar en una prueba, y jamás he derramado lágrima alguna.
Eso sí, cuando he acabado alguna de estas pruebas, la satisfacción por haberlo hecho me ha ofrecido mucho bienestar y el placer de saber que voy a saborear todo eso en los siguientes días. En mi caso, también ha habido un incentivo, poder contarlo aquí, como he hecho con casi todas las pruebas en las que he participado.
Pero veamos, por partes y a grandes rasgos, lo que he ido experimentando tras cruzar la meta de las grandes citas en las que he participado, que tampoco han sido demasiadas.

Mi primer maratón 

Fue el de Madrid y me inscribí sin apenas pensarlo y gracias a mi paisano Mario. Es curioso: en todas las pruebas duras e importantes me inscrito sin pensarlo demasiado. Y por eso me he inscrito.
Cuando me vi corriendo por las calles de Madrid -ciudad que me encanta- me sentí muy bien. Pero no tanto cuando las piernas se negaban a ir más allá del kilómetro treinta y ocho. Sin embargo, a pesar de todas esas circunstancias encontradas, cuando llegué a la meta en el Retiro, no me emocioné. Tan sólo escuché decir a Mario: no sé si sentarme o tirarme al suelo. 

Mi segundo maratón 

Fue el de Sevilla y fuimos unos cuantos integrantes del antiguo grupo de Las Verdes. 
Casi todo el mundo decía que era emocionante salir y llegar del Estadio Olímpico de La Cartuja, y a pesar de que a mí pareció interesante y visualmente atractivo, tampoco sentí una emoción especial cuando salía o llegaba. No negaré que en este maratón experimenté también la satisfacción de saber que llegaba muy entero y que lo había acabado. Enseguida me reproche no haber sido más ambicioso. 

Primera Media Maratón de Montaña de la Ragua

Destaco esta prueba porque es también bastante especial. La hice en dos ocasiones. En la primera me sentí mísero por no haber sido capaz -más a nivel psicológico que físico- de llegar corriendo. En la segunda me propuse llegar corriendo hasta meta y eso me hizo sentir muy bien. Era la primera vez que hacía algo duro en altura y esas sensaciones fueron nuevas, distintas. Pero tampoco se me derramó lágrima alguna. Tan sólo tenía ojos para abalanzarme hacia el puesto de sandías que había nada más llegar a meta. 

Subida al Veleta 

No diré -ni creo que nadie me lo iba a permitir- que llegar hasta allí arriba no fue algo especial. Pero de ahí a derramar lágrima alguna hay un abismo. Y eso que contemplé con mis propios ojos que la mayoría de los que llegaban lo hacían. Incluso hubo quien daba gritos de alegría y emoción o se arrodillaba besando las altas piedras. De hecho, un conocido corredor que había llegado un poco antes, me esperaba con emoción y nos acabamos abrazando. Lo hice más por cortesía que por emoción.  
En cambio, yo sentí un sabor agridulce. Muy contento por llegar, pero al mismo tiempo algo cariacontecido por no haber podido correr más tiempo por mor de los abductores. No obstante, sí tengo que admitir que fue algo especial, principalmente porque sabes que llegar hasta allí no es nada fácil y que muchos corredores ni tan siquiera lo intentan. Yo fui osado y estoy satisfecho por ello. 

Mi primer trail 

El de Fonelas de hace un año. En realidad, no se trata de un trail en estado pudo y eso lo he podido comprobar este año tras correr 'La Huella del Búho'. Aún así, me pareció algo especial porque era la primera vez que corría por este terreno. Tampoco derramé lágrima alguna, por supuesto. 

Mi primer trail verdadero: 'La Huella del Búho' de Colomera 

Como muchos sabéis el treinta del pasado agosto corrí este trail de treinta kilómetros y seminocturno. Y no, tampoco derramé una lágrima. Pero llegar a las calles de Colomera en noche cerrada, sabiendo todo lo que había sufrido en la prueba me produjo una sensación especial. A los pocos minutos vomité y me sentí confuso, pero esa noche, en la que no podía conciliar el sueño -no por la emoción sino por el cansancio- comencé a comprender que había sido algo muy distinto y especial. Con el paso de los días, me sentí muy bien por haber corrido una prueba de este tipo por primera vez y esa en particular y me dije a mí mismo que tenía que repetir. Pero no sé si lo haré.  

Sin embargo, es curioso cómo en pruebas de las denominadas normales, sin nada especial que destacar en ellas, he llegado a meta con sensaciones muy parecidas a emociones sinceras de felicidad, aunque, lógicamente, tampoco haya derramado lágrima alguna.
Cosas del alma humana. 

                 

19 octubre 2014

UN MEDIO MARATÓN PARA OLVIDAR

La pregunta que me hago ahora no es sobre el por qué de mi peor media maratón desde que compito, sino de cómo he podido llegar a meta en el estado físico en que me encontraba.
No haber ido a correr a Motril, en modo alguno puede ser la respuesta. Sabía que iba en mal estado porque no me había recuperado de la gastroenteritis o lo que fuera acechara a mi estómago el día anterior -sábado-. 
Pero comprendí la misma mañana de la prueba que no era normal haber perdido casi un kilo y medio en un día sin actividad alguna y que siendo la cara el espejo del alma, como dicen, algo no funcionaba.
Pero aún así me encontraba animoso por correr esta prueba como afirmé con arrojo en un tuit. 
En el transcurso de una prueba pueden pasar muchas cosas. A más larga es la prueba, por el mero juego de las probabilidades, más cosas pueden pasar. Un esguince, una microrrotura fibrilar, una pájara..pero de todo, lo que peor llevo es una afección estomacal. La sufrí en una edición de la prueba de las Dos Colinas en Granada y ha ocurrido ahora en Motril. En aquella ocasión decidí aguantar porque la prueba era más corta, pero en esta ocasión, decidí sufrir lo mínimo. No era necesario. 
Retirarse no es la opción porque es muy incómodo a nivel logístico. Lo sé por experiencia porque me pasó en la Media Maratón de Los Palacios, hace ya algunos años. Aquello fue una microrrotura y no había otra opción que esperar el coche escoba, que resultó ser un autobús. Pero en esta ocasión, podía continuar, tan sólo bastaba con alternar el correr con el andar. Era la única vía posible para llegar a meta, corriendo si era posible. 
Cuando allá por el kilómetro dieciocho comprendí que ya no podía correr más, decidí ponerme a andar. Antes había intentado orinar en dos ocasiones. La primera no lo conseguí, pero la fuerte ventosidad sobrevenida me calmó algo (por eso siempre es importante alejarse de la ruta, por si acaso. Que lo escatológico siempre es mejor en soledad); en la segunda, después de esperar más de dos minutos, lo conseguí. Llevo muy mal orinar en ruta. No me concentro, me agobio. Estábamos ya en el kilómetro quince más o menos. Pero tras volver a ruta y con más tiempo perdido, ya sabía que no podría continuar corriendo a lo largo de los seis kilómetros que restaban. A esas alturas ya no me importaba nada el tiempo, pero sí mi estado físico. 
Sin fuerzas, mucha debilidad y con extrañas sensaciones en la zona del estómago es muy difícil correr en una media maratón de estas características, en la que ha hecho un fuerte calor, a pesar de estar casi en el mes de noviembre. Eso nos ha desarmado a todos, desde el primero hasta el último. 
Lo curioso es que hasta el kilómetro once me encontré bastante bien. Con molestias y debilidad, sí, pero controlando bien el ritmo medio, cómodo. En esos primeros once kilómetros rodé a una media que podía llevar sin problema alguno: entre 4'37'' y 4,40'' el mil. Pero sabía que ése no iba a ser el ritmo medio con el que iba a acabar como así fue. Los problemas serios comenzaron cuando decidí detenerme por primera vez a orinar. Se produjo el efecto contrario. Ya no era el mismo. Además coincide con el tramo menos vistoso: el de las rotondas y las urbanizaciones. 
A la vuelta, la suave brisa del mar y algunas zonas con más arboleda fueron un buen elixir, pero eso sólo iba a servir para mantenerme. Además, como ya había vaticinado, el ritmo medio ya se había ido a 4'46''-4'48'' el mil. Pero también sabía que tampoco iba a poder continuar a ese ritmo porque los problemas estomacales iban en aumento, el calor cada vez más intenso y la debilidad -ya en en todo el organismo- mucho más perceptible. Cuando me detuve a orinar por segunda vez, cerca de la playa, sabía que podía pasar lo peor o lo mejor. Así que tenía que intentarlo. Pasó lo peor: ya no cogí ritmo. Éste se fue a 5' minutos el mil y cada vez fue cayendo más y más.  Así, hasta llegar a los 5'19'' con los que he atravesado la meta. La peor media maratón de mi vida como corredor. Peor, incluso, que la primera que hice en 2006, la Media de Granada de aquel año. Con razón titulé mi anterior entrada como: Mi primera media maratón. 
Posteriormente vino la alternancia entre andar y correr y eso ya rompe por completo todo tiempo predecible. Ahora lo importante era llegar, así que no me importó en absoluto esa alternancia. Básicamente porque me sentaba bien. Eso era lo importante en esos momentos. Mejor eso que no llegar.

No obstante, sabía a lo que iba. Iba a correr mi primera media maratón de este año, y a pesar de que los últimos entrenamientos han sido buenos, no podía contar con esa anomalía física de última hora. 
No importa en absoluto. Ahora lo importante es seguir creciendo. Olvidar esta prueba (aunque sí atesorar lo que ha enseñado) y concentrarse en la Media Maratón de Jaén,  la que presumiblemente correré, como he hecho en los últimos años. 
Pero de todo, celebro haber compartido el viaje de ida con mi ámigo y Álter, Jesús Lens, compartiendo miles de temas, a pesar de que siempre nos falta tiempo para abordarlos todos. Él también ha sufrido por mor de un gemelo.

14 octubre 2014

MI PRIMERA MEDIA MARATÓN...

Llevo ya días entrenando con las distintas camisetas que tengo de las distintas ediciones de la Media Maratón de Motril en las que he participado. No es broma, sino una forma de pensamiento positivo para crear mentalmente la disposición a correr mi primera media maratón.., la primera de este año. 
Y es que la tengo programada y me estoy preparando para ello. 
A nivel mental, sé que no tendré problema alguno. He corrido muchas medias maratones y la conciencia de algo se nutre siempre de experiencias pasadas, pero sí he tenido mis dudas a nivel físico, a pesar de que he superado pruebas mucho más duras en los últimos meses.
Pero resulta que este año apenas he competido y he rodado menos que otros. Si por lo general, he hecho entre tres y cuatro -a veces cinco- medias maratones por año, este año, como decía, no he hecho ninguna y eso siempre genera dudas y desconfianza.
No dudas ni desconfianza por no terminarla en un tiempo concreto, sino de no acabarla con el promedio que quisiera. Sé que no podré acabar ahora mismo ninguna con los promedios -válidos para mí- del año pasado, pero de ahí a acabarla con los promedios de mis comienzos va un abismo.
Por eso me esfuerzo en estas semanas previas.
Este año llevo corriendo con regularidad desde mediados de abril y no creo haber superado los cuarenta y dos kilómetros semanales, siendo desleal a mi máxima del maratón semanal, que siempre he considerado la distancia mínima para no perder la forma de manera apoteósica. Pero no he podido cumplir por unas razones u otras. Todo lo más me he quedado colgado en los cuarenta kilómetros. Excepto esta semana pasada, previa a la Media Motril, en la que, por fin, he podido superar con creces ese maratón semanal. Cuarenta y siete kilómetros han sido los kilómetros hechos en cuatro sesiones.
Con anterioridad, casi siempre superaba esa distancia semanal, en parte gracias a la competición. Si durante la semana hacía entre veinticinco y treinta -que es una distancia muy asumible de lunes a vienes- la prueba del domingo convertía esos kilómetros mínimos en más de cuarenta y dos, teniendo en cuenta que la mayoría de las pruebas tienen más de diez kilómetros. 
Pero es que tampoco he competido apenas este año. Tan sólo lo he hecho cuatro veces y ya llevamos casi diez meses de año. Lo normal es que a estas alturas ya llevara más de quince pruebas. Por tanto, ahí estriba la diferencia de criterio y de forma.
Las cuatro pruebas que he hecho este año son las siguiente: Padre Marcelino en abril; Trail de Fonelas y Trail La Huella del Búho, en agosto; y la pequeña prueba del sábado previo a la Media Maratón de Granada. 
En la primera, se trataba tan sólo de comenzar a rodar, casi como un entrenamiento más. Sin embargo, en los dos trail hubo más gramos de osadía y locura que convicción. El primero, el de Fonelas, porque el año pasado lo hice y me gustó sobremanera; el segundo, una auténtica trail de montaña de treinta kilómetros, que corrí porque me enamoré de él a primera vista. El caso de la pequeña prueba de cinco mil seiscientos metros del sábado previo al Medio Maratón de Granada, es otra historia, pero, sin embargo, es la que me ha servido para averiguar de primera mano que mi estado de forma no está tan mal como creía. Corrí "off the record", pero llegué en sexto lugar, a una media de 4,15'' el mil. Es cierto, que el nivel de los más de ciento cincuenta participantes no era muy alto, pero eso no quita un gramo de convicción hacia mí propio estado de forma y la confianza que me infundió el promedio registrado, que en absoluto esperaba registrar. Y ahí se acaba la historia en cuanto a competición, porque si hacemos abstracción de la mecánica distinta de los trail, apenas he competido en ruta. Y de esa manera me presentaré el próximo domingo en Motril si todo va como hasta ahora.
No fijaré promedio alguno porque no voy a esta prueba con ese fin, pero me parecería fenomenal poder rodar a la media con la que he rodado en los diez kilómetros de este último domingo en una tarde lluviosa pero límpida:: 4'50'' el mil, lo que supondría hacer la prueba en una hora y cuarenta y dos minutos. Lo intentaré, aunque no las tengo todas conmigo.  
          

09 octubre 2014

HALLADA LA EXPLICACIÓN DE LA CONTINUIDAD DE LAS MONARQUÍAS

Es paradójico. La distraída lectura de un folleto sobre las bondades de la jalea real me dio la clave de cómo funciona el mundo. O al menos, cómo funcionan las relaciones de poder y de explotación, tan antiguas como la existencia de la mismísima humanidad.
Y me dio una explicación mucho más acertada que los libros que he leído y estudiado acerca de la teoría política y del estado. Pero sobre todo, este folleto me explicó con claridad y sencillez la existencia y continuidad de las monarquías. Veamos.  
'La jalea real -rezaba el folleto- es una sustancia natural producida por las abejas obreras y destinada a alimentar a sus larvas y a la abeja reina, que se alimenta únicamente de ésta durante toda su vida. Pese al desgaste de poner unos 3000 huevos al día, la abeja reina tiene una vida media de 5 años, mientras que las abejas obreras sólo viven unos 45 días'. 
Al leer esto, me dije: He ahí la explicación de la existencia de las monarquías (la abeja reina); y he ahí la razón fundamental de la perviviencia y continuidad de éstas a costa de la explotación del pueblo obrero, sus súbditos. (las abejas obreras). 
Todo encajaba. Parecía que el tratado teórico monárquico estaba sacado literalmente de la vida de estos insectos. Para más coincidencia, la abeja reina pone al día 3000 huevos, asegurando así la continuidad de sus privilegios y perpetración de su especie hasta el final de los tiempos. Está claro que una princesa o una reina pertenecientes al género humano no tiene 3000 hijos al día -porque no pueden-, pero sí que se esmeran en tener la máxima descendencia para asegurar el privilegio, la especie y la explotación. Total, si las larvas las alimentan las abejas obreras, ¿qué le cuesta?  
Y para colmo, la que se adjudica la fama y el mérito de la producción de la jalea real es la abeja reina, ignorándose en todo momento que esa sustancia nutricionalmente tan potente se debe al arduo trabajo de las abeja obreras, que debido a ese desgaste y explotación tan descomunal sobreviven tan sólo 45 días, sin calidad de vida alguna, mientras que la noble jefa lo hace tan ricamente a lo largo y ancho de 1825. Y con una calidad de vida que te cagas.          
¿Nos es familiar ésto?

Por José Antonio Flores Vera.



08 octubre 2014

LIBROS: 'EN LA ORILLA' DE RAFAEL CHIRBES (NUEVO PREMIO NACIONAL DE NARRATIVA)


Pocas veces se acierta en un premio tanto como ha ocurrido con el vigente Premio Nacional de Narrativa -incluso aunque lo haya dado el gobierno del PP-. Y es que si alguna novela y autor lo merecían en esta estepa creativa actual es el bueno de Rafael Chirbes. Hice una reseña de la novela, que me pareció excelente, allá por el mes de junio, por lo que merece la pena volver a reproducirla. Tiene sentido.



'En la orilla' es una novela imprescindible de la narrativa actual, no sólo porque está escrita con un estilo literario muy depurado y ambicioso sino por centrarse en los años posteriores a la lacra del dinero fácil y el pelotazo que ha protagonizado la España de los últimos lustros a.d.C (antes de la crisis). Tras escribir 'Crematorio', que fue perfectamente llevada a la pequeña pantalla, se comenta que este sería el segundo libro de la trilogía que tiene preparada el autor valenciano Rafael Chirbes, dedicada a esa época y sus posteriores consecuencias. 

Una novela larga (440 páginas), labrada a base de elementos psicológicos de sus personajes, todos ellos contados a través de una persona, Esteban, que en el ocaso de su vida se confiesa -de alguna manera u otra- protagonista y testigo de esos años de furor, ladrillo, putas caras, alcohol y coca. 
Lógicamente, nos indignamos con lo que leemos porque de una manera u otra todos hemos sito testigos, pero al mismo tiempo celebramos que una pluma literaria lúcida desmenuce con calidad literaria y crítica brillantez toda esa orgía de despilfarro y descontrol que se apoderó de España. Y lo hace con el trasfondo de un par de ciudades ficticias -las cuales tienen claro parangón- de la Comunidad Autónoma de Valencia, quizá, una de las zonas donde ha estado más arraigado el ladrillo, el pelotazo y la corrupción pública y privada si tiramos de hemeroteca y observamos su situación política y económica actual. Zona que él conoce bien, porque no en vano es su tierra. 
Leer 'En la orilla' inspira al lector interesado una enorme gratitud hacia su autor, porque de esa manera te congratulas que, a pesar de todo,  exista gente que ofrezca su talento para desmenuzar y criticar toda esta época de despelote y abundancia vergonzosa. Sin embargo, no pensemos que en la novela de Rafael Chirbes vayamos a encontrar una historia objetiva que posea una trama cerrada, nada de eso. Lo que hace no es otra cosa que dejarse llevar por la psicología de los personajes para ir enhebrando con la delicadeza del cirujano una época concreta. Y lo hace con la elegancia del que sabe escribir bien y es capaz de ser contundente con sus palabras sin necesidad de crear historias épicas más o menos creíbles. Lo que lees en su texto no es otra cosa que lo que una persona conocedora y de pronto sensata y sincera piensa y cree de todos estos años falsos y excesivos. Una persona que comprende en el cenit de su vida que ha sido víctima y protagonista al mismo tiempo y que por eso necesita ajustar  cuentas con su pasado.
Sin embargo, es sorprendente comprobar cómo el personaje que crea el autor no ha formado parte de esos excesos ni ha sido protagonista con mayúsculas. Si lo han sido algunos de sus amigos y conocidos y ese dato es más que suficiente para que el mismo pueda ir desgranando y expirando culpa, aunque sean las ajenas. 
Una novela que necesita digestión, como si se tratara de una febril comida. Una lectura que no es fácil ya que hablamos de literatura en estado puro, dotada de una estructura bastante compleja. La típica novela que no se seleccionaría para un 'best-seller', ni falta que le hace. Literatura contemporánea cada vez más olvidada. Algo así como un clásico actual, que nace de un escritor de raza, muy desconocido para el gran público, aunque cada vez más conocido, sobre todo, por la proyección televisiva que tuvo su anterior novela 'Crematorio'. 
Hay que leerla. 

05 octubre 2014

MOMENTOS MÁGICOS

El pasado sábado a eso de las nueve de la noche competí en Granada, pero en realidad no lo hice. Es fácil de entender, pero también difícil, como bien saben testigos presenciales -Paco, Paquillo, Meli, María...- y como también saben testigos no presenciales -Luís Alberto-. 
El caso es que, como si hubiera sido teletransportado (tendré que dejar de ver películas de ciencia-ficción), me ubiqué corriendo en calles señeras de Granada para hacer un total de 5600 metros en un tiempo de 23 minutos y 47 segundos, a una media de 4'15'' el mil, datos que no me parecieron nada mal y que están mucho en consonancia con los mejores tiempos, a pesar de que este año -aunque se está remontando- no es ni de lejos mi mejor año deportivo.
Pero lo importante fue que ese yo teletransportado (¿o imaginado?) lo pasó muy bien gracias a varios factores: la ciudad nocturna, el buen tiempo, el deporte favorito..., pero sobre todo el disfrute de la buena compañía. Todo a pedir de boca. Una noche de esas extraordinarias, de las que entran pocas en un kilo, como se podría decir en lenguaje más coloquial y castizo. 
La noche antes, a una hora aproximada y a pocos kilómetros de allí, mis piernas reales se encontraban corriendo bajo el manto oscuro de la Vega granadina con frontal en la frente y eso también resultó mágico. Está claro que esto de correr por la noche se está convirtiendo en algo adictivo. Seguramente porque te reconcilia con el ser más ancestral que está agazapado en lo más hondo de todos nosotros; ese que, en algún momento, salió por primera vez de una caverna y se topó con el azulado reflejo de la luna en un río poco profundo y eso provocó su primera emoción inolvidable. 
Son momentos mágicos, decía. Esos momentos que otros aspectos menos interesantes de la vida nos impiden ver. Esos momentos que alguna gente jamás lleva a vivir; es más, que jamás llegan a imaginar que puedan existir. 
Momentos sencillos y que están ahí a nuestro alcance, pero que una venda oscura y sólida nos impide ver. Una venda que está fabricada por los más perniciosos enemigos que nos roban el tiempo, el alma, el espíritu y la felicidad y que nos hacen pensar que están ahí para adornarnos la vida, pero lo único que hacen es arrebatárnosla. Esos enemigos adquieren muchas formas y por eso es tan difícil de advertirlos. En ocasiones se visten de cosas materiales, ya sean grandes coches lujosos, grandes objetos carísimos, que en realidad sólo sirven para hacernos más desventurados y apartarnos de lo que realmente importa, y en otras ocasiones no son más que supuestos entretenimientos que salen de la caja tonta o de compañías nocivas que con el propósito -dicen- de entretenernos lo único que hacen es alienarnos y apartarnos de lo más vital e importante. 
Por eso, esos mágicos y sencillos momentos adquieren tanta importancia. 

04 octubre 2014

MÚSICA: CREMATORY (ALEMANIA, 1991-ACTUALIDAD)

Crematory es una banda alemana que surgió en 1991 y que se mantiene hasta nuestros días, con una pequeña interrupción en 2001 de apenas un par de años. 
Cultiva Death melódico básicamente, con algunos elementos de Gothic, pero siendo siempre el metal su razón principal, ya que se trata del clásico grupo metalero apegado a sus orígenes como pocos; fiel a su estilo y formas de hacer y crear música. 
Intercambia dos vocalistas de registros muy variados. Uno de ellos, Matthias Hechler, con una voz mucho más limpia y de reminiscencias más góticas; y el otro, Gerhard 'Felix' Stass, con una marcada voz gutural, más Death. El primero también toca la guitarra principal; el segundo sólo voz, y por eso su protagonismo con el micro es mayor. Me parece muy interesante ese juego de voces, algo que no se da demasiado en el panorama metálico. Además, hay una guitarra bajo, una batería y un teclado de registros sonoros muy originales accionado por una chica. Incluyen sonidos de percusión muy bien avenidos con las guitarras, la batería, el teclado o las voces.
Es una banda magnífica, que se deja escuchar de maravilla, ya que sus sonidos, sus voces y sus ritmos están perfectamente compenetrados y hacen que el Death melódico que, básicamente, interpretan se convierta en todo un carrusel de sonidos agradables para el oído. Muy francos y honestos en la concepción del sonido y muy fieles al sonido que gustan interpretar.      
Todo ese conjunto hace que sean muy demandados para actuar en directo y pocos son los grandes festivales mundiales a donde no acuden. 
Os inserto aquí uno de los vídeos 'lives' que, en mi opinión, mejor suena. Se trata de su actuación completa en la edición del Wacken de 2008. 


01 octubre 2014

TÉCNICAS PARA ALEJAR LA RUTINA Y OTRAS COSAS DEL CORRER

   El último entrenamiento del mes de septiembre ha servido para volver a coger el frontal, además de para hacer diez kilómetros y medio excelentes. En pocas ocasiones había encontrado tan plácida la Vega: el sol poniéndose, nada de calor, nada de frío, nada de aire, casi nadie de gente, ni de vehículos. Mirabas para atrás y veías el largo camino solitario y ya casi oscuro, levemente regado aún de la lluvia caída los días anteriores. E intentabas imaginarte a ti mismo corriendo (a esa retroalimentación llegamos a veces los corredores), incluso a vista de pájaro y las plácidas sensaciones eran más especiales.
   Devorando kilómetros con facilidad. Adentrándome en caminos estrechos que provocaban que la visión cambiara. Si el camino viraba al norte, el sur lo veías frente a ti; pero si el camino viraba al este, perdías de vista el sur de manera momentánea. Ha sido gozoso. Y nuevo. 
 
Cruce Carretera de Tiena-Olivares. Al fondo, el histórico Cerro de
Los Infantes. Comienzo de ruta de entreno del sábado (Foto de J.A. Flores)  
 Últimamente utilizo con frecuencia una técnica, que no es nueva. Resulta que a estas alturas casi conozco todos los tramos de un área concreta, pero si esos tramos los altero, los uno de forma distinta, el resultado es un recorrido nuevo. En ocasiones, incluso, dejo el coche en un lugar determinado de la ruta y la recorro a la inversa o recorro un trozo y lo uno con otro. Por ejemplo, el pasado sábado corrí por una ruta que en un momento volvía a pasar de nuevo por el sitio donde estaba aparcado el coche. Y esos cambios que parecen insignificantes, en realidad no lo son. Te alejan de la rutina, que es la esencia de la persistencia, esa que acaba por devorarlo todo. Cuando sueles correr solo, has de utilizar estas técnicas, ya que la mente necesita cambios y novedades. 
Por tanto, hay que vencer a la rutina tanto en la vida diaria y en las relaciones personales, como en asuntos tan aparentemente alejados de éstas como es correr. Esos pequeños cambios nos van a posibilitar seguir corriendo durante mucho tiempo, porque nada hay más tedioso que repetir siempre la misma ruta -o, no sé, cepillarse con el mismo cepillo los dientes-, a pesar de que nos ofrezca ciertas ventajas en cuanto al conocimiento milimétrico del terreno.   

CON EL FRONTAL EN LA MOCHILA

Decía que hoy he vuelto al frontal. El sol se pone cada vez antes y es fácil que nos coja el manto de la noche en mitad de una ruta si corres por la tarde. Por eso, desde que compré este aparato para el Trail de 'La Huella del Búho', siempre va en la mochila, junto a las gafas, los apósitos de ampollas, el protector solar, la crema calentadora...Ya forma parte de esa pequeña colección, porque nunca sabes cuando vas a tener que utilizarlo, principalmente, ya digo, en estos meses que se avecinan en los que la noche ya gana al día. 
   Para llevarlo encima, y no estorbe para correr, he encontrado una solución perfecta:  lo coloco en la frente y, simplemente, le doy la vuelta. Es decir, el foco va en la nuca y la cinta me sirve como elemento válido para que absorba el sudor de la frente y no llegue hasta los ojos. Actúa como cinta de tenista. De manera que cuando lo necesito conectar, basta con darle la vuelta. Otra opción es llevarlo en el cuello, como si fuera un collar. No es molesto porque apenas pesa unos cientos de gramos.
   Y eso es lo que he tenido que hacer hoy: darle la vuelta en los últimos dos kilómetros, básicamente, para no entrar en los charcos del camino, que aún estaban repletos de agua por la lluvia de los últimos días. De esa manera, el frontal ya es un amigo más, como el GPS, las gafas, la ropa técnica, las zapas...   

29 septiembre 2014

SER TORO EN ESPAÑA (UNA REFLEXIÓN ANTIAURINA)

Soy antitaurino y seré tajante desde el principio: las corridas de toros me parecen una abominación y una involución humana. Algo vergonzoso.
Lo digo con tanta convicción que no me retractaría ni aunque me encontrara en la situación del tío del grabado. Para mí tengo que este espectáculo de violencia y sangre es una de las asignaturas pendientes más escandalosas de la supuesta civilización humana.
            Ajusticiar a un animal me parece una salvajada, pero hacerlo en público ante vítores y aplausos me parece demencial, algo que ya no encaja –si es que alguna vez ha encajado- en los tiempos actuales. En ese caso no sé bien si me preocupa más el asesinato del toro o el jolgorio por ese motivo.   
            Puedo admitir, por ejemplo, –aunque no comprenda ni comparta- que el personal sufra esa especie de síndrome de Stendhal ante un paso de Semana Santa, pero jamás podré comprender ni compartir que ese síndrome se produzca ante la condena gratuita a la que se somete al animal.
            Estoy convencido que la desecha  España no dejará de ser lo que siempre ha sido si siguen existiendo las corridas de toros que, además, se están quedando cada vez más aisladas tras el casi total rechazo y erradicación de esas fiestas salvajes de pueblo que consisten en hacer sufrir infinitamente o asesinar a un animal, ya sea una cabra, un gallo o un toro. No en vano el asesinato anual de toros en Tordesillas ya va camino de convertirse en un debate nacional e, incluso, internacional. Ese es el camino.
            De ahí que, en su día, viera con muy buenos ojos la iniciativa que tuvo hace unos años el Parlamento de Cataluña de eliminar las corridas de toros de su territorio por mucho que quieran los taurinos hacernos creer que lo que se quiere conseguir con esa iniciativa es rechazar sutilmente la pertenencia de Cataluña a España, dando a entender que España es lo que es gracias a que existe la fiesta taurina, algo inconsistente, perverso y manipulado. Pero aunque así fuera, el fin justifica los medios en este caso.
            En España somos muchos (y se nos escucha poco) los que consideramos que por encima de la tradición y la fiesta está el derecho del animal y tarde o temprano será la fuerza emergente de las nuevas leyes la que eliminará esta aberración de nuestras vidas. No puede ser de otra forma. No debe ser de otra forma. No es posible promulgar cada vez más normas (algunas de ellas penales) contrarias al maltrato animal –doméstico o salvaje- y mantener como legal ese maltrato institucional del que participa y gusta tanto mandatario público, que con su apoyo y presencia oficializa algo que cada vez menos personas admitimos. Además –y eso resulta escandaloso- se destina dinero público, dinero recaudado con los tributos, para apoyar y fomentar esa orgía de sangre en que se convierten las plazas de toros.     
            Estamos sin duda ante una hipocresía de magnitud histórica. Una sociedad que lanza mensajes de protección animal y buen rollito ecológico pero que machaca y fomenta la violencia extrema contra los toros y por añadidura contra los caballos que también reciben su parte en este desquiciado espectáculo. Y esa forma de actuar no puede ser otra cosa que producto de una esquizofrenia preocupante.
            Pero tampoco vale afirmar que las corridas de toros son tradición cultural porque ésta no puede sostenerse si se alimenta de una práctica denigrante. La tradición puede ser cultura, sabiduría, arte o buenas costumbres, es decir, todo aquello que sublima y enriquece el alma humana pero no la aniquilación de animales, porque si cometemos el error de apoyarnos en esa pretendida tradición, aún a día de hoy podríamos asistir a aquellos vergonzosos Autos de Fe -como ya he mantenido en otros artículos- que se sintetizaban con el ajusticiamiento público de seres humanos cada fin de semana de hace algunos siglos en las plazas más céntricas de las ciudades ante la algarabía del pueblo, que seguramente contaba con un sector discretamente crítico.
            En nuestra era moderna, otras tipos de plazas siguen siendo las protagonistas de estos nuevos Autos de Fe. Incluso se ofrece el perdón al animal, ahora más conocido como indulto. Sólo falta que el animal haga penitencia.

                 

28 septiembre 2014

CINE: A PROPÓSITO DE LLEWYN DAVIS (USA, 2013)


Una nueva película de los Hermanos Coen siempre es una buena noticia. Otra cosa muy distinta es que estos enormes cineasta -guionistas, directores, productores..-, de talento repartido, acierten siempre. Aunque en justicia hay que decir que un 'Fargo' y un 'El gran Lebowski' no sale todos los años, ni tan siquiera cada cinco años. Pero siempre hacen películas especiales, muy originales en cuanto al guión, dirección y temática elegida. 

Disfruté mucho con la anterior, el remake de 'Valor de ley' de igual título, hasta el punto de inclinarme más por el remake que por la original. En ese sentido algo tuvo que ver que el protagonista fuera uno de mis actores predilectos: Jeff Bridges; igualmente me cautivó la anterior a ésta: 'Quemar después de leer', pero siempre me quedaré con una de mis películas predilectas, tanto de los Coen como del cine en general: 'El gran Lebowski'. Pero aún no me he atrevido a ver 'Crueldad intolerable', que según dicen, es una de las cagadas de los hermanos. 
Esta última: 'A propósito de Llewyn Davis', también se apunta al grupo de películas interesantes de los hermanos de Minnesota, o al menos a mí me lo parece. 
Desigual en su ritmo, es una película con momentos muy brillantes y contada como 'road movie', siendo la canción folk norteamericana la que sirva de tapiz; una canción, que bien podría compararse con la canción de cantautor en nuestro contexto cultural español. Una película sobre perdedores que intentan sobrevivir en un mundo musical despiadado a principios de los años 60. 
Proverbial la actuación de su protagonista, el guatamalteco Oscar Isaac, actor que a mi me gustó -y así lo manifesté en su día- en 'Ágora', el filme de Amenábar. Un actor no demasiado conocido ni demasiado llamado a interpretar papeles importantes -tal vez por su origen, no lo sé-, pero que actual con mucha convicción. Los Coen, que es gente de cine con olfato, no han dudado en llamarle para contar la historia de un músico de canción folk, ya que en la vida real, Isaac, es también músico y, lógicamente, eso evita el engorro de actuar en 'playback', que es algo que por bien que se haga siempre resulta algo artificioso (que se lo digan a Penélope -perdón, Pen-, Cruz imitando cantar con la voz de la granadina Estrella Morente en 'Volver', de Almodovar). 
En fin. Comentaba sobre la última película de los Coen que contaba con un ritmo desigual. O al menos, a mí me lo ha parecido. Proverbial en su primera media hora, pierde algo de interés posteriormente, para volver a interesar hacia el final. Pero es tan sólo una apreciación personal. No obstante esa apreciación, nada le quita mérito a esta buena película en la que los gatos -ya lo verán- tienen bastante protagonismo. Que no sólo el escrito Murakami está obsesionado con estos felinos.
Por tanto, si os convence el cine de los Coen, no podéis perderos su última película.  

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...