10 mayo 2010

RUTAS RECUPERADAS


Justo este vado por el que nos disponemos a pasar mi amigo Paco y yo suele estar inundado los meses de invierno y otoño.

Por fin, el sábado pude pasar por ese vado del río Velillos completamente inundado de agua durante la mayor parte de los meses de invierno y otoño. Las fuertes lluvias de finales de 2009 y principios de 2010 han traído mucha agua a los ríos y las obras del AVE también ha contribuido lo suyo.
No poder atravesar ese vado inundado por el río, significa ni más ni menos no poder completar dos de las rutas a las que les tengo particular apego. Una de quince kilómetros. La otra de trece.
Pero por fin el sábado la cosa ya volvía a su normalidad por completo, a pesar de que ya estaba mentalizado a atravesar el vado sumergiendo las zapatillas en el agua por completo. Agua limpia, exenta de barro, ya que se trata de un vado de cemento.
Por ello, cuando el sábado comenzaba a mentalizarme con ese refrescante baño (una de las virtudes que tiene la ropa y zapatillas técnicas es que se secan en seguida), no pude evitar una exclamación de alegría en medio del silencio de la Vega, en medio de la nada. Algo así como: "Coño, ya era hora", que de haber sido escuchado por algún agricultor de los pocos que acostumbran a estar por las hazas colindantes al río, hubiera podido interpretar sin lugar a dudas y con toda la razón del mundo que aquel tipo que iba corriendo había perdido el juicio. Y, en realidad, probablemente lo había perdido al comprobar que esas rutas, olvidadas durante los meses fríos y lluviosos, las volvía a recuperar.
En particular, la ruta de los trece kilómetros -que fue la que hice el sábado- me es especialmente grata y divertida. Penetra por los caminos más allá de Ánzola y regresa por la carretera local de Zujaira y Casanueva, de nuevo hasta Ánzola. Me gusta porque tiene los suficientes atributos que gustan al corredor: distancia adecuada, llano, algo de cuesta no demasiado dura y mucha naturaleza.
Es la que más frecuento en verano.

06 mayo 2010

NUEVA HISTORIA DE X: LA CHICA DEL CAMPUS


En los capítulos anteriores:

X, es un tipo descuidado, con sobrepeso y unos hábitos poco saludables. Su mundo giran en torno al trabajo y la barra del bar, en compañía de su amigo Luis.

Pero un buen día -quizá aconsejado por el frutero del barrio- decide correr. Decide cambiar.

Lo que, en teoría, debiera haber sido motivo de gozo de su mujer, Conchi, se va convirtiendo poco a poco en un problema. La razón: ella no ve con buenos ojos que X corra. Tampoco está convencido de ello su amigo Luis, principalmente, porque no quiere perder al amigo de barra.

La obsesión de X por correr llega a su punto más alto, cuando sin avisar se ausenta de la celebración de la boda del sobrino preferido de Conchi, renuncia a una completa noche de fiesta: tenía su primera prueba a la mañana siguiente.

La situación con Conchi cada vez es más tensa, cuando de pronto su amigo Luis cambia de registro y decide apoyarle en su propósito de correr. Es más, se ofrece para hablar con Conchi. Tras momentos de discusión tensa, estando ya cerca la Navidad, contra todo pronóstico X, Conchi y Luis hacen las paces y deciden pasar la Nochebuena juntos como antaño.

Sin embargo, las cosas aún están lejos de ir bien porque pronto se descubre que la aversión de Conchi a correr tiene relación con circunstancias oscuras del pasado. Precisamente ella era una gran corredora hasta que un día, de forma tajante, dejo de correr.

La historia completa se encuentra en la pestaña llamada X, a la derecha del blog.

Este es el nuevo capítulo:



LA CHICA DEL CAMPUS


Como sabemos, en casa de X y Conchi la convivencia se encontraba mermada en los últimos tiempos. Y lo más sorprendente es que la causa desencadenante no parecía tan nociva como posteriormente se demostró.

Correr. Algo tan aparentemente sencillo e intrascendente había provocado una amplia fisura en las vidas de ese aparente normal matrimonio. Sencillamente, un buen día, X, había decidido comenzar a correr y por lo que luego hemos ido sabiendo, esa sencilla acción significaba para la vida ambos mucho más de lo que inicialmente se pensaba.

X ya había comprendido. Tarde, pero por fin había comprendido. Y recordado.

Había comprendido que la acción de correr en esa casa significaba algo más que una mera actividad física. Y había comprendido que era incomprensible que hubiese olvidado todo aquello. Ese pensamiento le resultaba insoportable y se avergonzaba por ello. Y había recordado que como ocurría en la vida de todas las personas hubo un pasado. Un pasado, que en el caso de Conchi, tenía un contenido complejo. Un contenido que, además, tenía el correr como trasfondo. Eso lo supo X posteriormente, mucho después de conocer a aquella chica espigada y delgada que corría todos los días por el campus y que ahora atesoraba bastantes más kilos.

Sí, Conchi tenía toda la razón. Cuando se conocieron –principalmente, gracias al tesón de X-, Conchi corría. Conchi era corredora. Correr era su pasión. Su vida. Hasta que ocurrió aquello.

Pero para comprenderlo todo hemos de remontarnos diez años atrás.



Una chica alta y delgada pasa todas las mañanas corriendo por el Campus universitario. Tiene unas piernas largas y afiladas y su forma de correr es jovial y atlética.

Lo primero que sorprendió a X el primer día que la vio fue su saludable delgadez y su halo de mujer independiente y sofisticada. Totalmente inaccesible para él.

Quiso la casualidad o el destino que X y su amigo Luis recibieran el encargo de reformar el “hall” de entrada de la Facultad de Derecho. Para ellos fue su primera y única incursión en la Universidad.

Cuando acababan su jornada de mañana, a eso de las dos de la tarde, aprovechaban los buenos precios de la cafetería de la facultad y almorzaban el menú que ofrecían cada día, el mismo que tomaban los estudiantes. Posteriormente, salían a la terraza de la facultad a tomar un café, minutos antes de reemprender su faena que les tendrían ocupados hasta las cinco de la tarde. A una hora muy intempestiva para correr, un poco antes de las tres de la tarde, pasaba corriendo todos los días aquella chica espigada ante las miradas atentas de X y Luis.

Esta escena se repetía cada día de manera invariable y le hizo recordar a X una película que había visto hacía tiempo en la que aparecía una marmota y cuyo nombre no recordaba.

A los diez días de participar pasivamente en aquella escena repetitiva X y Luis ya sentían que conocían a aquella chica como si de una amiga se tratara. Pero X jamás, en su fuero interno, sentía esa amistad a la que se refería Luis (ya parece nuestra amiga, dijo Luis): sentía algo más. Sin embargo, ese sentimiento formaría parte de un secreto que jamás saldría al exterior, que es el material del que están fabricados los secretos. Pero un día no pudo guardar por más tiempo el secreto y se lo contó a Luis, que era una forma de seguir manteniendo el secreto ya que se trataba de su mejor amigo y confidente.

Cuando Luis supo que el sentimiento de X hacia aquella chica era más profundo no hizo aspavientos de sorpresa: ya lo sabía. Cómo que lo sabias. No hacía falta más que ver tu cara cuando la miras. A ti también te agrada y no por eso tendría yo que imaginar que tu sentimiento era más profundo. Es cierto X, pero te conozco demasiado. Ajá. Ahora bien, te aconsejo que te olvides, esa chica no es para ti.

Desde ese día X se encontraba como ensimismado. Su aspecto era melancólico y no daba palo al agua. De hecho, el “hall” de la Facultad se pudo terminar gracias a Luis.

05 mayo 2010

PANTORRILLERA MEDILAST



Supe de las pantorrilleras Medilast Sport y no dudé en adquirirlas.
Realmente siempre me he sentido muy cómodo con el calcetín largo de esta marca y he corrido con él en las últimas competiciones largas, incluida la Maratón de Sevilla, pero en mi opinión era defectuoso en cuanto a la escasa protección del pie, algo que está asegurado con calcetines técnicos. Principalmente utilizo la gama Kalenji Run 800 de Decathlon, que considero uno de los mejores calcetines técnicos que he probado, por lo que con estas pantorrilleras soluciono el problema, ya que cumple su misión fundamental: proteger los gemelos, sóleos y todos los músculos peronéos y dejar libre el pie para poder llevar calcetines técnicos como de costumbre.
Hay varios colores, pero opté por el rojo con la zona de protección posterior blanca.
Su precio en una ortopedia de Granada es bastante inferior al oficial que indica la marca en la página web y en los grandes almacenes.

03 mayo 2010

ELOGIO DE LA PRUDENCIA



No, no se trata de ningún libro de autoayuda filosófica debido a Baltasar Gracián, ni tan siquiera a Séneca. En absoluto. Se tata de mi propia prudencia como corredor.
Prudencia en los entrenamientos por unos claros síntomas de que algo no iba bien en algún lugar inclasificable entre el sóleo y los peronéos laterales. Nada de importancia, pero sí un claro aviso.
El primero fue hace dos domingos, en el kilómetro tres de un recorrido que pretendía ser de trece kilómetros. Me dí la vuelta con algo de dolor.
El segundo fue el pasado jueves, en el kilómetro tres y medio de un corrido que pretendía ser también de trece kilómetros -curiosamente el mismo recorrido-. Me dí la vuelta con algo de dolor.
Por tanto, he puesto a trabajar por primera ver al Compex con tres programas en días alternos: masaje, masaje regenerador y descontracturador.
El dolor por lo pronto ha desaparecido, incluso al tacto, pero aún no me arriesgo a dar un paso. No lo haré hasta el próximo jueves, para cuyo día ya habré completado dos masajes regeneradores con altas dosis de energía.
Probablemente no podré correr en la nueva prueba de Salobreña del próximo domingo, 9 de mayo, opción que barajaba como segura, pero eso no representará problema alguno.
Estoy seguro que las dos medias maratones, hechos en un intervalo de tres semanas, más alguno que otro entrenamiento con ciertas dosis de dureza han provocado esta pequeña lesión, que la atribuyo más al estrés muscular de esa zona muscular que a microrotura.
Pero me fastidia tener que haber roto la tradición de correr en el Día de la Cruz, fiesta de multitudinario golgorio en Granada.

29 abril 2010

EL MARATÓN: ¿UNA PRUEBA VENGATIVA?


Javi en el MAPOMA 2010

Javi, miembro activo de Las Verdes, hizo hace unos días el blog del grupo unas trágica crónica de su participación en el MAPOMA de este año. Quienes conocemos a Javi, sabemos que se expresó con la sinceridad que le caracteriza y, además, no lo hizo en caliente.
Y leyendo la crónica (pinchad en "crónica" para acceder a ella) nadie se puede quedar indiferente: ni quienes tengan la experiencia de los 42 kilómetros; ni quienes no la tengan.
Algo de tragedia también describí yo cuando participé en mi primera maratón en el MAPOMA de 2007 (pinchad "MAPOMA" si queréis consultarla), pero ésta de Javi tiene elementos más trágicos, tantos que asusta.
Quienes hemos corrido el maratón podríamos comprender ese sufrimiento, pero ¿y quienes no lo hayan hecho aún y tengan planificado pronto uno? ¿Desistirán de su empeño? ¿Se amedrentarán tras leer la crónica de Javi?
Vayamos por partes.
Que nadie que no haya hecho jamás un maratón piense que se va a enfrentar a algo similar a hacer dos medios maratones o cuatro carreras de diez kilómetros y medio. Nada de eso. El maratón es otra cosa.
Particularmente -lo he escrito y dicho en varias ocasiones- yo jamás quise saber nada del maratón. Cuando compraba la revista Runner`s o Corricolari y aparecían reportajes sobre planes para preparar maratón, instintivamente los rechazaba; me ocurría algo similar a cuando voy pasando hojas del periódico y me encuentro con las secciones de noticias rosa o toros (últimamente también me ocurre con las noticias políticas). Nada quería saber sobre la distancia de Filípides, pero me atraía sobremanera la media maratón.
Pero el mundo del correr y los mundos del corredor son imprevisibles y acabé corriendo el primer maratón en 2007 y el segundo en 2009 ¿ Y qué he de decir con respecto a ellos?
Ya escribí en su momento sobre ellos, y ahora con la perspectiva que ofrece el tiempo he de decir que, aunque el sufrimiento acaba por olvidarse pronto, no olvido que decidir correr esta prueba exige un periodo de maduración serio, un lanzarse al vacío y ya no mirar atrás una vez tomada la decisión. La gran decisión.
Quizá por eso haya tantos corredores habituales que le tengan tanto respeto a esta prueba y jamás encuentren el momento para comenzar.
No soy amigo de consejos pero os diré como encaré "aquéllo".
La participación en el primer maratón, en Madrid, la decidí de una manera más improvisada que en el segundo, movido por la decisión de Mario, que me temo tomó la decisión de manera más improvisada que yo. De esa manera nos embarcamos en aquella vorágine e hicimos juntos algunos de los entrenamientos más largos preceptivos, aunque no demasiados.
Por tanto, no tuve jamás la sensación de estar entrenando para algo tan grande, en parte porque no sabía a qué me enfrentaba por mucha que ya hubiera leído sobre la épica de esta prueba.
Y sufrí. Mucho. Principalmente a partir del kilómetro treinta y cinco. Esos últimos kilómetros los recuerdo como desesperantes, cargados de calambres, dolores y horribles sensaciones. Ahora sé que me faltó entrenamiento y acabé gracias a que la mente no falló, a pesar de que nos encontrábamos en el terrible maratón de Madrid -siempre repleto de rampas- y el día fue también muy caluroso.
A pesar de todo, cuando volvía de Madrid ya estaba pensando en un segundo maratón.


Tras finalizar el maratón de Sevilla. Nunca he sabido con seguridad si el gesto era de sufrimiento o de satisfacción.

El segundo, el año pasado en Sevilla, fue otra historia. Advertido ya por la experiencia del primero, los entrenamientos fueron más consecuentes y la mentalidad más cuidada (ver pestaña: bitácora de maratón). Y hoy puedo contar que ese segundo maratón lo acabé con sensación de que tenía que haber expuesto más. No sufrí tanto como en Madrid, pero en el kilómetro cuarenta - no sé por qué resortes psicológicos- quise detenerme. Sabía que en ese kilómetro el gran monstruo me había mirada a la cara. A todos nos ocurre.
Pero lo más importante que puede decir sobre cómo encaré este segundo maratón es que entrené. No de forma obsesiva, pero sí acumulé los suficientes kilómetros para poder encarar esa distancia mítica. Realmente fui muy constante. Mucho.
Entrené con lluvia, con frío, con nieve y lo único que me diferenció con los profesionales aquellos meses previos es que ellos luchan para ganar y yo para acabar de la mejor forma posible. Por lo demás, era uno de ellos. Y gracias a esto vencí sin demasiados problemas la distancia.
Personalmente creo -lo he dicho en varias ocasiones- que el maratón es una prueba que puede hacer la práctica totalidad de los corredores que se lo propongan. Lo que quizá no tenga tan claro es que todos los corredores estén dispuesto a asumir el sacrificio que supone prepararlo, con la constancia necesaria que permita no sucumbir. Y sin esa preparación concienzuda, nadie debería de correr un maratón.
Y aún con la suficiente preparación, con la suficiente mentalidad, aún así, puedes sucumbir. De hecho Javi, es un corredor suficientemente dotado y se ha preparado con solvencia, pero siempre hay que considerar que ante esta distancia mítica no hay fórmulas exactas. Algo puede fallar ese día.
Si esta prueba no tuviera estas características imprevisibles, vengativas y egoístas no estaríamos hablando del temible maratón.

28 abril 2010

LAS VÍAS DE LA CORRUPCIÓN (IDEAL 28/04/2010)


Ya había escrito sobre la corrupción en un artículo anterior, pero me apetecía volver a hacerlo. Así que en la edición papel de Ideal de hoy publico un artículo sobre algunas de las posibles vías de que pueden nutrirse algunas de las formas corruptas que asolan nuestro país.
Si no habéis tenido oportunidad de leerlo -y mucho no podréis si tenéis vuestra residencia en otra provincia- os lo dejo aquí para vuestra consideración.
Me ha gustado el simbolismo que ha dibujado Ferrero en mi artículo: una manzana podrida con gusano. Así que emulo el mismo símbolo, en versión propia.


LAS VÍAS DE LA CORRUPCIÓN

Pongamos que un cargo público es invitado por un tipo desconocido a tomar un café. Ese tipo, muy amable, bien vestido y con mucho trabajo zalamero a sus espaldas, se presenta como representante de cual o tal empresa que se dedica a cual o tal cosa y le dice que le gustaría poder trabajar para ese ayuntamiento, para esa comunidad, para ese ministerio. Consecuentemente el cargo público debería indicarle el procedimiento legal a seguir acerca de las licitaciones abiertas pero no lo hace, por lo que ese tipo sabedor de esas debilidades le comenta distraídamente a ese representante público que conoce tal o cual restaurante que ponen un solomillo ibérico a la brasa que no hay manera de resistirse a su sabor. Ese cargo público justo en ese momento debería tomar una decisión porque aunque no lo sepa –pero si lo sospecha- aceptando esa invitación está aceptando o al menos no está rechazando un previsible futuro compuesto de cientos de corruptelas por venir que continuarán con regalos para él y sus seres queridos y culminará con dinero, mucho dinero para él y probablemente también para su partido.
Y cargo público no valorará como ilegal la aceptación de todas esas prebendas porque no existe o no conoce ninguna norma que le impida recibir regalos de un tercero y porque esos regalos -así se lo ha dicho ese tipo- son puras liberalidades, que "nada tienen que ver con que yo pueda trabajar con vosotros o no", resultando que a estas alturas -lo habrá advertido el atento lector- ya le habla de tú.
Pero curiosa, misteriosa o legalmente la empresa de ese tipo acaba adjudicándose una parte importante de los contratos públicos que licita ese ayuntamiento, esa comunidad, ese ministerio. Y nadie duda que -en principio- esos contratos estén adjudicados con criterios legales escrupulosos cumpliendo cada uno de los artículos de la farragosa Ley de Contratos del Sector Público, por lo que ahora es el momento adecuado de hacerse unas cuantas preguntas: ¿si la empresa de ese tipo estaba dispuesta a cumplir al pie de la letra la legalidad vigente, a qué vienen esos regalos? Respuesta probable: porque podría entenderse como probable que fallara el mecanismo legal. Otra pregunta: ¿sabía ese tipo que existen contratos que prácticamente pueden ser adjudicados a dedo si no superan determinada cantidad de gasto? Respuesta probable: sí, lo sabía perfectamente, por lo que el asunto de los regalos en esos casos tenían mucho más sentido.
Se produzca una opción u otra la acción consistente en la liberalidad de regalar siempre será un apoyo. Y está claro que este tipo de cosas siempre han sido y así serán si nuevas normas no lo remedian. Pero pocas normas podrán remediar que un cargo público acepte una invitación de otra persona, circunstancia ésta que sin otras adherencias podría no significar nada.
Lo que arriba se describe es una hipotética vía que puede conducir peligrosamente hacía la corrupción pero no es la única, por supuesto. Quizá ésta sea la más sutil, la menos aparentemente perniciosa en su origen, mientras que las otras vías conllevan otros mecanismos más sofisticados y cuentan con muchos elementos que, como si de un rompecabezas se tratará, acaban encajando porque están diseñados para que encajen.
Esas otras vías van desde la creación de empresas específicas aledañas a círculos del poder dotadas de unos mecanismos sofisticados que posibilitan corromper al cargo público sin apenas error, porque existe toda una ingeniería financiera, toda un miríada de mecanismos y vacíos legales que nuestro imperfecto sistema jurídico no detecta a tiempo o sencillamente no puede detectar, hasta mecanismos que no responden a un esquema fijo pero que tienen como fin último sacar provecho de la administración y comprar voluntades y decisiones, constituyéndose empresas ficticias que al margen de las relaciones con las administraciones públicas no tienen actividad empresarial conocida.
En la otra cara de esa moneda traidora están los políticos -pieza fundamental en el mapa de la corrupción- y todo ese mecanismo del que disponen los partidos para elegirlos. Aquéllos antes de ser políticos son ciudadanos corrientes, gente de la calle que a lo largo de su existencia ha ido formándose una idea de una sociedad culturalmente instalada en la corrupción, muy activa en pequeñas prebendas que van desde las básicas ilegalidades que todos los ciudadanos cometemos a diario hasta la permanente obsesión por engañar como finalidad vital única. Pequeñas corruptelas que comienzan en la más inocente infancia desde el mismo momento que el individuo le arrebata la comida a su hermano pequeño o miente con pequeños engaños a sus padres. Luego ese individuo en la escuela procura seguir engañando por lo que se las ingenia para copiarse en los exámenes y de ese modo asegurarse el éxito y evitar el esfuerzo y una vez acabada su formación abriga la posibilidad de obtener una plaza pública a través de la intervención de algún conocido poderoso. Probablemente, intentará comprar un piso pagando la mayor parte posible de la cantidad total en dinero negro para después revenderlo por el doble de lo que costó al margen del fisco y una vez elegido presidente de su comunidad de propietarios buscará acuerdos y realizará actuaciones que esconderán siempre un interés particular y no colectivo. De manera que cuando ese individuo sea elegido para concejal, para consejero, para ministro o para otro cargo ya habrá andado la mayor parte del camino hacia la corrupción. Y probablemente desde el mismo momento que acepta ese café de ese tipo desconocido bien vestido, desde ese mismo momento ya barrunta que se presenta una gran oportunidad.

27 abril 2010

UN FISIO DE BOLSILLO




Harto de escuchar excelsas opiniones documentadas sobre este aparato y curioso como soy con todo este tipo de artilugios, me dije que mi latente tendinitis aquilea y mis contracturados gemelos podrían verse beneficiados con este aparato, que es como un fisio de bolsillo.
Un Compex dotado de unas prestaciones exorbitantes con el que nos estamos familiarizando en casa a marchas forzadas.
Correr y estar en las mejores condiciones posibles es algo impagable.


26 abril 2010

SOBRE PESO Y ALIMENTOS


Lo hablaba el otro día con Abel y Antonio: cuesta mucho perder peso y poco ganarlo.
Que los corredores hablemos de estos temas es común, pero mucho me temo que podríamos estar hablando de cosas distintas a como lo trata gente que no corre.
Quien no corre, por lo general quiere -necesita- adelgazar, principalmente cuando la primavera está en su cenit y ya se vislumbra el verano. Las ropas delatan, hay más vida en el exterior, hay más luz. Y, por lo general, es la época en la que hay lista de espera en los gimnasios y los sempiternos caminos del invierno, tan solitarios y taciturnos, ahora rebosan de personas que andan rápido y corren, convirtiéndose en las bien denominadas rutas del colesterol.
Pero hablar de perder peso entre corredores es otra cosa. Por lo general, quienes corremos mantenemos la grasa en niveles mínimos y nuestro lenguaje sobre perder peso no tiene mucho que ver con el lenguaje del ciudadano que desea estilizar su figura y perder esos kilos acumulados durante el invierno, por lo general, debido a una vida sedentaria.
Los corredores queremos perder peso por otros motivos, siendo el principal el anhelo de poder llevar menos lastre en nuestros entrenamientos y carreras, si bien en ocasiones no reparamos en que lo importante no es que la báscula marque unos kilos de menos sino que podamos cerciorarnos que nuestros niveles de grasa estén bajo mínimos mientras que nuestro sistema muscular (el de las piernas, pies y abdomen, principalmente) esté lo suficientemente desarrollado para poder llevar a cabo nuestra función. Y eso, inevitablemente, conlleva pesar algo más porque según los expertos pesa más el músculo que la grasa.
Otra cosa distinta es ser consciente de que hay que eliminar ciertos alimentos y bebidas de nuestro régimen alimenticio diario, algo que a todos nos cuesta. A mí el primero.

En mi caso particular, desde que acabó 2009 y comenzó 2010 no he podido evitar incrementar un par de kilos más, a pesar de que el entrenamiento -y por tanto, la musculatura no es la culpable- no era intenso. Ese par de kilos -en mi caso- es debido al régimen alimenticio, principalmente al pan y la cerveza, alimentos que integro a diario prácticamente en mis costumbres culinarias.
Podrá ocurrir que entrene a partir de ahora con más potencia y esos dos kilos los siga conservando pero la sensación será de más delgadez. En ese caso, la explicación es fácil: hay más músculo, sobre todo en las piernas. O bien, no incrementar ese entrenamiento y suprimir esos alimentos y bebida como costumbre diaria e inmediatamente la balanza volverá a esos menos dos kilos antiguos.
Por otra parte, nuestro régimen alimenticio de corredores no puede ser el erial nutritivo y vitamínico en que se convierte la dieta de personas que se obsesionan con las dietas milagro. Sencillamente porque nuestro esfuerzo diario necesita un alimento contundente que contenga los suficiente hidratos, grasas saludables y proteínas que nos permitan mantener ese ritmo explosivo que supone acabar la semana por encima de los cuarenta kilómetros. De ahí que quienes corremos no debamos estar obsesionados con la delgadez sino con la eliminación de la grasa innecesaria y la consiguiente estimulación de la estructura muscular que evitar lesiones y otros problemas indeseados.
¿ Cómo lo veis ?

23 abril 2010

UN PASEO POR LA FERIA DEL LIBRO


Nunca falto a esta cita anual con los libros.
Presentes como están a lo largo de todo el año, nunca me pierdo esta efemérides que suele celebrar el día en el que murieron tanto Cervantes como Shakespheare, aunque últimas investigaciones demuestran que no es cierto y que la datación de la muerte de ambos genios se debe a una afirmación no contrastada que hizo Victor Hugo, genio de las letras galas.

Los dos libros que he adquirido este año son los siguientes:


Un ameno ensayo de Manuel Pimentel denominado "El libro de la escritura vital", bajo el subtítulo de: "Como escribir la novela de tu vida". Leí una entrevista que le hicieron al autor acerca del libro (presentó el libro en Granada pero me fue imposible acudir) y tras ojear el índice no he dudado en hacerme con él (mi amigo Jesús Lens también lo tiene en el margen derecho de su blog. Por cierto, el sábado a las 19,00 horas nuestro amigo presenta su libro en Centro Cultural de Cajagranada, justo a lado de la Feria del libro).
Con una preciosa encuadernación, en este libro el autor nos advierte que la vida es novela y la novela vida, algo que ya uno barruntaba desde siempre y que seguramente aseveraremos tras la lectura del libro de este reflexivo autor cordobés.


El otro libro no podía ser otro que el último de Haruki Murakami "De qué hablo cuando hablo de correr", ideas y vivencias de un escritor corredor o viceversa.
Reconozco que no he leído muchos libros -los primeros- de este autor, y que debería leer tal y como me aconsejó en su día Alfredo, pero es imposible mantenerse al margen de la lectura de su último libro si somos corredores y nos gusta la literatura. A ver qué nos cuenta el maestro japonés, que ya ha obtenido buenas críticas por su obra.
Por cierto, a partir de esta entrada dejo abierta la opción de comentar, que supongo nos place a todos y que es una ingrediente importantísimo de los blog. Otra cosa es averiguar de dónde sacaré el tiempo para comentar a su vez el mayor número de comentarios posible, sin necesidad de estar poseído por Internet como le pasa a mi admirado Enjuto Mojamuto.

20 abril 2010

CALOR Y CAFÉ O EL CONCEPTO DE LA SOLIDARIDAD





Un agrio asunto planea sobre mi barrio. Un barrio de esos de nueva factura, repleto de urbanizaciones modernas y pistas de pádel. Lo suficientemente alejado del centro de la ciudad como para no participar de ese caos urbano, pero al mismo tiempo lo suficientemente cerca como para poder tener la sensación de vivir junto al centro neurálgico.
Un barrio de avenidas amplias y mucha posibilidad de completarse con equipamiento deportivo, educativo y social. De ahí que haya sido elegido por el Ayuntamiento de la ciudad para hincar sus fauces en él y alejar del centro asuntos indeseables.
Y es ahí donde estriba ese asunto agrio al que me refería.
La nueva normativa urbanística prevé que en cada nuevo plan parcial urbano se reserve determinado terreno, entre otras cosas, para instalaciones de tipo social. De hecho, los ayuntamientos han visto en estas medidas una magnífica oportunidad de desviar sus políticas públicas sociales hacia organizaciones de todo tipo, sin apenas control. Muchas de éstas están en casi todos los barrios de Granada y son claramente aceptadas por los vecinos: asociaciones favorecedoras del Síndrome de Down, asociaciones favorecedoras de la tercera edad, de niños autistas, de mujeres maltratadas, de onegés favorecedoras del tercer mundo...La mayoría de las asociaciones, onegés, colectivos u otros colectivos humanitarios ocupan y se dedican al espacio social en el que los ayuntamientos no pueden o no quieren invertir. Y la futura instalación de una asociación autodenominada humanitaria es ese asunto que ha puesto al barrio en pie de guerra, ya que uno de esos solares ha sido cedido a una onegé denominada "Calor y café", dedicada -según dicen ellos mismos- a dar cobijo a personas sin techo. Una asociación que ahora cumple su cometido en el centro de la ciudad y, al parecer, nadie quiere tenerla como vecina. Y menos que nadie el propio Ayuntamiento de Granada.
Han intentado cederle solares con anterioridad en dos barrios similares a éste, pero los vecinos, también en pie de guerra han conseguido que el consistorio desista. Ahora han probado en un tercero y, al parecer, lo han conseguido ante la ausencia de información directa a los vecinos.
Dicho esto, podríamos ya tener material suficiente para hablar de la tan prostituida palabra que de forma irreflexiva en la mayoría de las ocasiones se encuentra en la mente de todos: solidaridad. O bien su versión negada: insolidaridad. Por tanto, podría ser ahora un buen momento para redefinir ese concepto tan traído y tan llevado.
Se sabe por documentos gráficos que un importante número de usuarios de los servicios que ofrece esta onegé -Calor y café- juegan a los dados con su vida y la de los demás. Es frecuente verles por el centro de la ciudad con sus escasas pertenencias, desaliñados, sucios, beodos o bajo los efectos de alguna droga deambulando de un lugar a otro. Normalmente tras su rastro van uno o varios perros. Se les ha visto pelearse a cuchillo entre ellos. Se les ha visto amenazar a transeúntes. Se les ha visto defecar en plena calle. Se les ha visto en situaciones poco decorosas e insalubres. En definitiva, se les ha visto mostrando ante el ciudadano su evidente anormalidad humana. Usuarios que hacen un flaco favor a otros que buscan lo necesario para vivir: algo de comida y un techo.
En frente de ellos, el ciudadano que, por lo general, intenta comprender que ha de convivir con una sociedad imperfecta, sabedor que nada de lo que le rodea es equiparable al paraíso. Un ciudadano que paga impuestos y se traga marrones de vulgares políticos y pícaros burócratas. Un ciudadano que tiene prohibido pronunciar un término: insolidaridad.
Por su parte, habiendo tenido este asunto mucha repercusión mediática en la ciudad, la progresía que escribe o habla en los medios de comunicación -quién iba a dudar de ello- ha usado el látigo contra los vecinos de este barrio. Han dicho que esos vecinos son insolidarios, que mucha solidaridad de boquilla pero que nadie quiere a este gente cerca de su casa, que si fachas, que si egoístas. Y, claro, esa progresía jamás ha pronunciado la verdadera frase que les consagre como verdaderos solidarios: tráigamenlos a mi barrio. Opinan casi siempre sin documentarse y quedan como dios ante sus lectores o antes sus oyentes. Pero hablan para la galería y se exhiben sin pudor.
Mientras tanto esos vecinos siguen su lucha y ofrecen razones objetivas para hacer ver a las autoridades que el ayuntamiento con su decisión está introduciendo en sus vidas un elemento inquietante: personas que por sus condiciones psíquicas o relacionadas con el consumo de drogas no son dueñas de sí mismas. De esa manera esos vecinos ponen sobre la mesa con valentía y sin máscaras una nueva redefinición del concepto solidaridad negando que ésta consista en poner en peligro su propia existencia o acarrear con aquello que los poderes públicos reniegan.
Estamos en un país fariseo e hipócrita. Un país en el que es más importante la acción de aparentar que la de ser; un país en el que la progresía y lo políticamente correcto acuña términos que ser convierten en verdaderos arietes de dictaduras basadas en el pensamiento único; un país que ha asumido sin rechistar lo que los poderes ideológicos han querido que asuma; un país que ha hecho de sus ciudadanos depositarios de sus peligros y miserias; un país que denomina insolidario a quien tan sólo pretende defender su existencia y su vida.
Y si un país se ha formado con esos materiales, ya nadie podrá escapar ante tanta estulticia.

18 abril 2010

LA IMPORTANCIA DE SER POPULAR


O aficionado, como a mí me gusta denominar al corredor que corre por mera afición, por mejorar la salud, por alejarse de malos hábitos no saludables, por perder peso, por sentirse distinto, no sé, por un sin fin de motivos, tantos como corredores aficionados poblamos los caminos, las carreteras y las calles (no olvidemos las rotondas).
Es en lo que pensaba esta mañana nublada de domingo cuando tras desistir de poder correr la simpática carrera en memoria del Padre Marcelino al llegar tarde (me temo que no te va a dar tiempo, me decía un joven de la organización mientras cerraba el sillín de la moto). No obstante, siendo ya inevitable mi no participación decidí disfrutar de aquello que siempre me planteo antes de iniciar una carrera y nunca cumplo: pasear por las vacías calles de la ciudad -de Granada, en este caso-, comprar la prensa y esperar a que vayan llegando los primeros corredores.
Me sorprendió comprobar que la cabeza de la carrera la protagonizaban dos corredores kenianos. Por los altavoces de ambiente afirmaban que la carrera era cosa de estos dos corredores y que en diez o doce minutos llegarían a meta. Por tanto, me situé en un lugar despejado en la acera, unos metros antes de la línea de llegada y decidí saborear lo que nunca me es posible hacer cuando participo.
A lo lejos, por el Camino de las Vacas, ya se veían los coches de la organización y se escuchaban las sirenas de la policía local, apareciendo a los pocos segundos el que sería el ganador de la prueba. Un atleta negro, pequeño, y exento de grasa alguna que como una gacela se acercaba a la meta a un ritmo inferior a los tres minutos el kilómetro. Ver correr a este tipo de corredores es todo un placer para quienes disfrutamos del atletismo.
Dos o tres segundos por atrás avanzaba hasta la meta otro corredor de idénticas características, que a pesar de su esfuerzo no pudo alcanzar a su compatriota. Posteriormente tuve la ocasión de felicitar a ambos corredores cuando salían del pabellón adyacente con la bolsa del corredor en la mano.
Que ambos corredores corran esta prueba, tal y como hacen en los grandes circuitos de carreras que pululan por todo el país, no significa otra cosa que la organización de este evento anual se toma muy en serio esta prueba y la dota muy bien económicamente.
Tras estos dos corredores el vacío.
Al cabo de, aproximadamente, un minuto o minuto y medio aparece un corredor marroquí, y a partir de éste comienzan a llegar otros atletas marroquíes, algunos de ellos conocidos por todos los que participamos en el circuito. El primer español aparece mezclado entre estos últimos me pareció comprobar, probablemente en sexta o séptima posición.
Tras este selecto grupo de diez o doce corredores otro vacío, abortado pasados otros tres o cuatro minutos por atletas -casi todos locales- de gran nivel que oscilan entre los treinta y cinco y los treinta y ocho minutos. A partir de este punto, comienzan a aparecer con cada vez menor intervalo de tiempo, al principio, escasas gotas de corredores, que tres o cuatro minutos más tarde comienza a convertirse en una lluvia más intensa, si bien aún existen muchos huecos y aún no existe una masa amorfa de corredores. Hablamos de los que están entre los treinta y ocho minutos y los cuarenta y cuatro aproximadamente. Hablo con mi interior y concluyo que al final de ese grupo podría haber llegado hoy.
Mientras pienso en todo esto abandono la zona de meta y comienzo a serpentear por calles adyacentes asistiendo a otro espectáculo mayúsculo que supera en plasticidad al anterior: me topo con los verdaderos protagonistas de la prueba, de todas las pruebas. Transitan fatigados, a falta de unos cuántos kilómetros un gran volumen de corredores y no puedo dejar de maravillarme de la puesta en escena de todos estos héroes anónimos. Corredores que llegarán a la meta con un crono superior a la hora. Esos son mis favoritos verdaderamente. Me detengo en la acera, los observo, los ánimo y ellos lo agradecen. Son altos, bajos, gruesos (no hay gente obesa en las pruebas), delgados, mayores, jóvenes, hombres, mujeres, gente de todo tipo y de todas las profesiones. Entre ellos reconozco a algunos que me saludan (¿ Ya has llegado ? No, no he corrido). Entre ellos hay estudiantes, abogados, dependientes, funcionarios, jueces, mecánicos, camareros, amas de casa...un inagotable número de personas y profesiones. Verles me alegra. Ellos son los verdaderos hacedores de las pruebas populares. Me dirijo a mi moto, abro el sillín y cojo el casco mientras esbozo una amplia sonrisa y pienso que estoy orgulloso de pertenecer a ese gran grupo.
No haber corrido hoy ha tenido ese aspecto positivo que no sueles saborear como testigo de excepción cuando participas en las pruebas. Pero también ha habido otro efecto colateral positivo: haber podido hacer posteriormente casi diecisiete kilómetros por la Vega disfrutando de algunas de las mejores sensaciones que jamás he sentido en mis años de corredor. Sin pretensión alguna, bajo un cielo plomizo pero exento de lluvia, a través de una Vega de luz nítida y precisa he podido completar dieciséis kilómetros y seiscientos metros a un ritmo alegre de 4,44 el kilómetro sin apenas sensación de esfuerzo, percibiendo a cada paso que la reflexión de esta mañana y las sensaciones experimentadas posteriormente son de las cosas que hacen de este deporte algo grande.
Y no pude evitar pensar que lo percibido esta mañana haya podido haber generado esos beneficios horas más tarde.

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...