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13 julio 2012

AHUYENTAD A LA BESTIA


A lo largo de esta mañana, con ocasión de los diversos comentarios y debate en el mundillo de la función pública, en torno a mi artículo ' El Intrusismo en la función pública' publicado en Ideal, pero al mismo reproducido en diversos blogs -entre ellos el mio propio- del sector; esta mañana, decía, comentaba a varios compañeros y a un par de dirigentes de un sindicato sectorial de la función pública, que los recortes que estamos sufriendo los empleados públicos no es más que una excusa para buscar nuestra lapidación, como testigos incómodos que somos y que, por tanto, lo que hay que iniciar ya en España -principalmente, por parte de los garantes de la función pública, es decir, los funcionarios de carrera repartidos en los diversos sectores de actividad pública- no es otra cosa que una lucha frontal contra la casta política, que desde que comenzó la crisis está virando hacía el corporativismo y la autoprotección de sus intereses y prebendas. Hay que defender el Estado de Derecho porque los políticos ya no lo harán. Siempre las han tenido -las prebendas y los intereses-, pero en esta etapa de bestial crisis -principalmente provocada por ellos mismos- están siendo denunciadas y puestas al descubierto, lo que está provocando que la casta se haga un ovillo -como hacen los escarabajos peloteros ante la amenaza y el peligro- para no perder su estatus. De ahí que castiguen a los empleados públicos, ya que éstos se transforman en sus mayores enemigos al compartir un espacio público común, a pesar de que cada uno ocupe su lugar: los políticos, la dirección política; los empleados públicos: la gestión profesional de la administración. Si comprendemos ésto, también comprenderemos el por qué de la creación de las enormes administraciones paralelas al servicio de su clientelismo político, que es lo que que vengo a explicar en este artículo, si bien de manera más diplomática y técnica. Por tanto, si el sector privado económico y la ciudadanía misma sigue picando el anzuelo y cayendo en la red que éstos están diseñando para demonizar a la función pública, es porque no están informados, o bien, no les interesa estarlo. 
Hay que decirlo claro: la casta política está movida por unos hilos que nada tienen que ver con los intereses del pueblo -algún día me extenderé en esto- y su profesión consiste en mantenerse en el poder a toda costa y, lógicamente, a costa de los impuestos sumisamente pagados por el ciudadano, principalmente las clases medias, al que le venden la burra que todo es por su bien. Es una antigua mentira que, normalmente, es menos nociva en determinados países de mayor impronta democrática y sentido público, pero en España eso es una burda mentira, como lo es en Italia u otros países alejados del modelo de bienestar social puro de los prósperos países de la Europa del norte, donde esa mentira, ya digo, no es tan nociva. A ver, ¿que alguien me diga que sector de poder en España -desde monarquía hasta Poder Judicial- no está corrupto y podrido? ¿No ha sido esa corrupción la que ha llevado a Italia a ser dirigida por tecnócratas y no por políticos? Eso confirma mi tesis.  
Por su parte los globos sonda lanzados por la patronal hacia la función pública es diáfana: hay que acabar con la función pública, que es una estrategia muy bien diseñada para que los servicios públicos se conviertan en privados y ellos acaben haciendo caja y explotando al personal con jornadas maratonianas y sueldos míseros. De hecho, ya le han hecho a su medida una magnífica reforma laboral.   
Decía también a varios compañeros que ahora ocurre algo similar a lo que siempre ocurrió en la Edad Media: los señores feudales estaban todo el tiempo a garrotazo limpio entre ellos, pero se unían cuando el pueblo, los simples, la gleba, se alzaba contra su injusto poder. El derecho de pernada o  "la prima notte" un buen día dejó de ejercerse porque alguien se alzó en armas y, seguramente, perdió su vida por ello; de lo contrario, aún seguiría estando vigente y la monarquía absoluta acabó cediendo porque surgió la Revolución Francesa y antes de ésta las escaramuzas revolucionarias inglesas, de lo contrario los actuales monarcas -los borbones más que ningunos- seguirían usando sus privilegios sin cargo de conciencia o pudor. Siempre ha sido así. 
Por tanto, es necesario que los empleados públicos, como garantes del Estado de Derecho que somos, alcemos la voz y encendamos las antorchas metafóricas, esas que conseguían ahuyentar a la bestia en aquellas excelentes películas de terror en blanco y negro de los años 30 y 40. Pero es necesario el apoyo de la sociedad civil, esa que paga impuestos y no participa de decisión alguna (porque votar ya no es un ejercicio democrático como nos cuentan, sino  apoyar a quien te acabará liquidando. Una especie de medida higiénica que se da el propio sistema pretendidamente llamado democrático).
Soy consciente que estoy hablando de una especie de nueva revolución pero -creedme- sé de lo que hablo y sé lo que se nos viene encima porque está claro que estamos al final de un ciclo económico y social en el cual los Estados ya no se sostienen con los tributos al tiempo que se siguen favoreciendo los paraísos físcales y el negocio turbio y mafioso porque supone sobre un 25% del PIB mundial, según algunos expertos. Eso es una mezcla explosiva, inconciliable. Al mismo tiempo, los países llamados ricos ya no pueden detener la invasión de los países del tercer mundo porque los habitantes de estos países consideran que esa prosperidad también les pertenece y ya no pueden esperar más represión y pobreza y, lógicamente, todo se hace insostenible. Ante esta situación sumamente compleja y peligrosa, la casta política -élite dirigente mundial, monarquías y grandes corporaciones comerciales y económicas- buscan su refugio y dejan a la ciudadanía a su pairo hasta que se concrete un nuevo orden mundial. Ese nuevo orden mundial hasta el siglo XX lo establecían las guerras mundiales, pero ahora en plena etapa nuclear eso no es posible. Por tanto, las armas que se utilizan son las económicas. De hecho, ¿cómo se explica que el Presidente del Banco Central Europeo, sea Mario Draghi, Vicepresidente de Golmand Sachs en Europa entre los años 2002 y 2006 -años en que se estaba gestando el batacazo financiero- cuarto banco financiero y uno de los artífices de la crisis mundial de 2008; que el Secretario del Tesoro norteamericano en ese año fuera Henry Merritt Paulson  el Presidente de Golmand Sachs un año antes (dicen que se retiró con cincuenta y tantos millones de dólares) del estallido financiero; o el que el mismísimo Ministro de Economía y Competitividad español, Luis de Guindos, fuera poco tiempo antes, Presidente Ejecutivo de Lehman Brothers -una de las Corporaciones que tuvieron una responsabilidad activa en la crisis financiera mundial- para España y Portugal. Muchas casualidades ¿no?.    
¿Una teoría de la conspiración? ¿Una simple y modesta opinión? Es probable, pero tendríamos que detenernos a reflexionar sobre ello antes de que comiencen las Olimpiadas de Londres y la Liga Española de Fútbol.            

03 julio 2012

A VUELTAS CON LA GESTA DE LA SELECCIÓN, LA SITUACIÓN DEL PAÍS Y OTRAS CUITAS


No quiero aguar la fiesta a nadie ni mucho menos restar importancia a lo que ha hecho la selección de fútbol. Lo conseguido por este grupo de talentosos jugadores, englobados en un par de generaciones irrepetibles, es de un mérito mucho más elevado de lo que ahora se aprecia. Nada de eso cuestiono. Pero sí todo lo demás. Como vino a decir el incisivo Jorge Valdano, el fútbol es lo más importante de las cosas que no tienen importancia.
Que yo decidiera de manera unilateral -como ya escribí- no ver el partido y en su lugar hacer 12 inolvidables kilómetros (por las sensaciones, por la soledad), mitad trail, mitad running, es una opción personal, como respuesta hacia un estado español caduco, trasnochado, corrupto -en todas las instituciones y seguramente en una gran parte de la sociedad-. Lo que ahora me gustaría es contar con la sapiencia, la habilidad lingüística suficiente y la mínima claridad de ideas para exponerlo. Veamos.
Yo pienso que es un todo. Que nada que represente a España está concebido en comportamientos estancos. Que la selección española de fútbol representa al fútbol español, pero que también representa al Estado y es esa la versión que considero tóxica, principalmente, por lo que representa el Estado en sí, en estos momentos, es decir, lo que representa la marca España, tan plagada de corruptelas y deterioro institucional, paro y deuda económica. Al mismo tiempo, igualmente, me parece totalmente erróneo nuestro concepto de las cosas. Con mucha razón hay quién dirá que nada tiene que ver una cosa con la otra; que nada tiene que ver el fútbol con lo que está ocurriendo en nuestro país, y es posible que no le falte razón, o al menos, no le falta razón en un sentido estricto, pero sí en un sentido amplio porque, insisto, nada que represente a España puede ser ajeno al concepto global de Estado. De hecho, ¿por qué, si no, se rompen el culo políticos y miembros de la monarquía por estar presentes en estos eventos? Ese es el argumento principal para defender que el deporte a nivel de selección y el Estado van de la mano. Y eso es lo que me parece nocivo. 
El pasado domingo, 1 de julio, fue un día histórico para España, como lo fue el verano de hace dos años (mundial de Sudáfrica) o el de hace cuatro (Europeo de fútbol de 2008) y en un sentido estricto es motivo de celebración, pero me pregunto ¿hay algo que celebrar?; seré más preciso: ¿hay algo que celebrar estando el país como está y lo que nos está cayendo a los ciudadanos y lo que espera que nos caiga en los próximos meses o años? Curiosamente - y eso me parece triste-, el grueso de los celebradores es gente joven que apenas tienen futuro y ahí estaban desgañitándose, dando gritos de "soy español, español, español" y adorando a unos jóvenes, como ellos, que son multimillonarios -aunque no les culpo: tienen un talento y lo explotan- y viven en una gran burbuja económica y social, favorecidos por un amplio espectro de especuladores y corruptos a su alrededor -y eso es lo podrido, lo criticable-, que así se puede denominar el mundo del fútbol y el dinero que mueve que, además, por las últimas noticias conocidas, no es cumplidor ni con Hacienda ni con la Seguridad Social. Para colmo, los padres de la patria - y lo digo de forma peyorativa - apoyan con su presencia -a cargo de los presupuestos del Estado, eso sí y para su beneficio personal, claro está- este mundo, en vez de estar haciendo los deberes para evitar lo que se nos viene encima, que para eso los elegimos o los colocó la mano sagrada y hereditaria de la institución monárquica. Disculpadme, pero todo eso me parece muy pestilente. Y en respuesta a eso yo, que he sido futbolista muchos años y amante del deporte, decidí no apuntarme a este circo y jurar en arameo para que este país se hunda de una puñetera vez y caiga todo el aparato -metafóricamente hablando, claro, que me empapelan- sobre esta monarquía, cubierta de escándalos financieros y toda esa clase política, judicial e institucional que con sus privilegios y prebendas está hundiendo y pudriendo a este país. Pero, he de admitir que, a excepción de alguna columna de opinión u opinión sin más, mis consideraciones no tuvieron ni tendrán el más mínimo éxito aunque, eso sí, por higiene mental, fuí coherente conmigo mismo -tan incoherente en otras cosas- que es lo que perseguía realmente. 
Por tanto, pasados ya los fastos, que han tenido a este país anestesiado -igual le hacía falta- durante casi un mes, como venía a escribir hoy Lorenzo Silva, pongámonos a ello. Que vienen muchas curvas en el camino por andar y  muchas son mortales, añadiría yo.     

10 abril 2012

DEUDA, RECORTES Y OTROS MONSTRUOS DE ESTE TIEMPO


Cuando el Partido Popular sabía que tenía a su favor la simpatía y el voto de casi todo el mundo para entrar en el gobierno de la nación -en la misma proporción que perdía simpatía y voto el inefable ZP-, a través de su pequeña dama de hierro dijo entonces que tenía el secreto para sacar a España de la crisis. Eso fue creíble por aquello que siempre se ha considerado a la derecha como más atenta y eficaz con los números ajenos y es posible que hasta con los propios. Ganó por goleada como se barruntaba y comenzó a hacer las cuentas.
Hoy las tiene hechas y el secreto no aflora, porque descubre que la deuda se eleva casi a los cinco billones de las antiguas pesetas y que a pesar de los muchos recortes, gestos y guiños a la dama teutona y a especuladores del mundo entero la prima de riesgo -que es algo así como la diferencia porcentual de intereses que pagamos por nuestra deuda con relación a los que paga Alemania por la suya, que es el patrón que se sigue-, sigue subiendo y escalando posiciones de forma suicida, hasta el punto que casi todo el mundo parece ya olvidarse de la portuguesa, que ya ni se considera de lo abultada que es, ni de la griega, que ya no es ni tan siquiera prima de riesgo sino bancarrota total. Por tanto, ya tenemos una evidencia sobre la mesa: está llegando la griegalización de España y poco importa ya a los especuladores que recortemos, como si queremos tirarnos todos juntos por el tajo de Ronda. Lo que quieren ya lo piden a gritos: la quiebra del país con todas sus jodidas autonomías, ayuntamientos derrochadores, corruptos de todo pelaje, hasta dentro de la Casa Real, políticos cínicos y usurpadores, alcaldes depredadores, en síntesis, quieren nuestra cabeza.
Y si ya quieren nuestra cabeza y han olisqueado la sangre, como buenos monstruos que son, nada les va a detener. En primer lugar por una razón: a mayor prima de riesgo, mayores intereses hemos de pagar (¿en qué banco depositaríamos nuestros ahorros? ¿En el que da menos intereses?). Y como resulta que nuestros preclaros padres de la patria perjuraron por medio de una reforma constitucional que lo primero que hay que pagar es la deuda -con anterioridad a pagar sanidad, educación o sueldos de funcionarios- pues a mayores intereses mejor. Mayor beneficio para engrandecer los paraísos físcales. 
Por tanto, es eso lo que hay. Podrá el PSOE -¡vaya ejemplo de gestión!- poner el grito en el cielo. Podrán los sindicatos mayoritarios -¡vaya representantes de los trabajadores!- hacer seudohuelgas generales. Podrá ponerse el Alcalde de Alcafrán en huelga de hambre. Podrán salir los ciudadanos a la calle y hacerse el harakiri  en las plazas públicas. Podrá pasar de todo eso, pero nadie podrá detener a lo que nos viene encima. La suerte ya está echada. 
Yo de economía -como casi todos- sé lo justo, pero el sentido común nos dice a gritos dos cosas elementales: una, que España apenas produce ni vende y no podemos sostener este tipo de estado y ese nivel de gasto tan bestial; dos, que habría que ir prensando -junto a Portugal, Irlanda, Grecia e, incluso, Italia- ir abandonando la moneda única. Y que se la coman con sopas los alemanes y los franceses. Total, son los que mandan.      

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...