13 agosto 2021

¡VAMOS A LA PLAYA!


Sí, estar unos días en la playa está muy bien. Tiene su encanto. Sobre todo poder mirar al mar de noche y descubrir su misterio. Pero todo eso lo afea la masificación. La abundante gente con sus ruidos, su suciedad, sus soeces varias, su vulgaridad. No todo el mundo tiene esos atributos, pero sí demasiada y todos a la vez en gran cantidad. Además, existe un esnobismo social de acudir a la playa que se palpa en lugares de interior, como si quisieran decir los esnob que quien no lo consigue aunque sea durmiendo en una pensión de media muerte o hacinado y por la cara en un piso de un pariente, que se convierte en patera en estas fechas, se trata inmediatamente en un apestado social. Luego llegó el boom de la segunda residencia y todo el mundo quiso tener su pisito o apartamento en la playa porque pasar julio y agosto en la ciudad, en el piso en el que resides todo el año no es más que pertenecer a esa clase desclasada de ciudadanos que no ha sabido sacar unos euros aunque sea arruinándose en una nueva hipoteca para poder comprar un trozo de habitáculo que permita escapar de la calina que emite el alquitrán de las ciudades que no disponen de mar. ¡Ay, las apariencias de riqueza y burguesía! Hay que huir como de la peste de estas ciudades, que tan solo son útiles para vivir el resto del año. Lo glamuroso, lo realmente chulo es irte a tu apartamento de la costa y contar tan solo lo bueno de ello (que lo hay, por supuesto) pero no lo negativo, lo desagradable: las enormes colas en tiendas y restaurantes, normalmente concebidos para una población más normalizada y no masificada, la imposibilidad de plantar la sombrilla en primera línea de playa a no ser que reserves el lugar a las siete de la madrugada y, digo yo, si estás de vacaciones para levantarte a las siete de la mañana qué tipo de vacaciones son estas, suponiendo que el fin de uno sea tostarse en la playa, que es el caso (eso sí, me gusta leer en la playa a partir de las ocho de la tarde, cuando esta se suele quedar quieta y exenta de masificación, que no siempre es así ni a esas horas vespertinas. Además, hay otros muchos inconvenientes que pocos nos cuentan como pueda ser, por ejemplo, las fiestas en pisos aledaños al tuyo, que has pagado no ya con los ahorros sino con otra hipoteca, en ocasiones coetánea a la principal del piso en el que resides. Y si no hay fiestas, que las habrá porque para eso estamos de vacaciones (dicen muchos) y cada vez se respeta menos al prójimo, encontrarás que te pisa en el piso de arriba familias muy numerosas y alborotadoras y las que vienen a visitar parientes descarados cargados también con familias inmensas y alboratadoras, por lo que ese adorado apartamento que te compraste con tus esforzados ahorros se convierte en un verdadero suplicio y que ni tan siquiera está en primera línea de playa porque los que están en primera línea de playa se construyeron en los años setenta y los nuevos ya van por la quinta línea y nos ves ni un centímetro de mar. Comprarte un piso en la playa y no ver un centímetro de mar es, quizá, lo más dramático de todo.
Sí, claro que me gusta el mar, nada es tan estimulante para la mirada y la imaginación, pero está ocupada, sí, totalmente ocupada por la zafiedad y el mal gusto. No quedan apenas paraísos porque los han ocupado las hordas.
Al hilo de lo que decía sobre la opinión que se suele tener de los que nos solemos quedar en las ciudades en julio y agosto, esgrimiré en mi defensa, que pocas cosas más agradables de ver que una ciudad totalmente vacía, sobre todo en la mayoría de los días de agosto. Una ciudad para ti en la que las terrazas de los bares no invaden ni hacen ruido porque, en muchos casos, son inexistentes, donde no hay apenas ruido de niños chillones ni de gente vulgar que da voces o ensucia, donde no hay ruido apenas de vehículos porque, sencillamente,  casi son inexistentes. Sí, podría decir que es el aspecto que más me gusta de la playa, que se pueble de gente para que los pringados, esos que no acuden a la playa por decisión propia casi siempre puedan disfrutar de la ciudad como no es posible hacerlo el resto del año. 



4 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo tocayo en la totalidad de esta tu publicación. Cómo no va a ser el "hombre" un ser "sociable" por naturaleza. La playa es un ejemplo de ello... Todo el mundo quiere ir a la playa en vacaciones para disfrutar de ella. Pero yo diría que le gusta en primer lugar por "vivir en sociedad". Vivir en esa "sociedad vacacional" que es la playa. Para vivir en esos minúsculos apartamentos que, parece ley de vida, que todo ser viviente de nuestra "sociedad" se compre. O se auto invite a pasar unos días en la casa.Tostarse al sol, entre chapuzoncito y chapuzoncito en el agua, es el oficio de un sin fin de los "veraneantes playeros". Para seguir, por supuesto, por una buena comilona en un chiringuito. En mi opinión, ir a la playa de "veraneo" no significa más que la excusa de salir. Y supongo que la playa es el objetivo de esas salidas, porque es un lugar de los más recurrentes a la hora de salir. O esa es la causa que se me ocurre a mí del por qué esa superpoblación en verano en lugares de costa. Como bien dices, tocayo, la ciudad se queda vacía en verano. Al leerte esto, me he acordado de Madrid. "Preciosa" para mí. Cuanto más en estas fechas, en las que la ciudad se queda casi sin un alma. Pero ya que nos gusta "hacinarnos", supongo que seguiremos haciéndolo, tocayo.. Sigue haciéndonos reflexionar con tus publicaciones, tocayo. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Tú lo has dicho muy bien tocayo: ir a la playa de "veraneo" no significa más que la excusa de salir". Ese terror a no salir, a que parezca que somos unos seres apestados, pobres como ratas. Y como éstas preferimos hacinarnos antes de queda en la soledad de la ciudad y estar expuestos a parecer un apestado. En fin...una más de las deficiencias del ser humano, muy necesitado de pensamiento crítica. Gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar
  3. Estimado amigo
    Si te digo que la playa la tengo a 9 km de donde vivo. No cojo un semáforo y hacia 7 años que no pisaba una....bueno en invierno con Miky. Ha sido a primero de  agosto que he ido tres tardes de 19 a 20 hora, por lo mismo que fuimos hace siete años, la visita de un fin de semana de mis cuñados, ellos dos. Ya a esa hora todo bastante tranquilo y se podía disfrutar de pocas gentes. Pero ya estaban los pescadores de caña cogiendo sitio y poniendo mala cara....y es lo que pasa, pagas 8 euros al año y se creen dueño de la playa; cuando además hasta las 21 horas no pueden poner ningún artilugio. Pero es lo que hay amigo, la bazofia pululan hasta debajo de las piedras.  Buen artículo mi amigo. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y que lo digas tú amigo Paco, voz cualificada porque es casi como si hubieras nacido en ella. Supongo que gente de costa como tu veréis con verdadera tristeza en lo que se ha convertido el milagro de la naturaleza que es una playa. Un fuerte abrazo.

      Eliminar

Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...