30 mayo 2021

AGOTAMIENTO (DIARIO IDEAL, 30/5/2021)


Hay agotamiento. Los ciudadanos dan muestras de agotamiento en su comportamiento. También las Administraciones Públicas ofrecen lecturas nada disimuladas de agotamiento y se arrojan los trastos a la cabeza las unas a las otras. Las Comunidades Autónomas recriminan al Gobierno central que haya eliminado el toque de queda, dejándolas inermes; y los municipios critican a las Comunidades Autónomas por los cierres perimetrales, que consideran caprichosos. Todo el mundo ya está agotado y la poca luz que se ve al final del túnel provoca que el agotamiento se convierta en ansiedad.
Lo ves en las calles, en las terrazas, en las playas; lo deduces de los discursos de los políticos cuando un día afirman lo contrario de lo que afirmaron el anterior. Todo el mundo está agotado.
Y con ese agotamiento en el cuerpo y en el alma la gente se agarra a lo que puede, ya sea la vacunación o el alcohol. Porque los políticos están preocupados por el excesivo consumo de alcohol que beben los jóvenes, que beben y beben como si no hubiera un mañana. Porque eso es también síntoma de agotamiento. Y de desesperanza. No es nada nuevo, ya se decía en la antigua Roma.
Desesperanza en el futuro, que ya era oscuro antes del virus. Y eso también forma parte del agotamiento. Y si una sociedad da muestras de agotamiento no dispondrá de energía suficiente para afrontar el futuro.
Aunque es posible que el futuro, tal y como lo concebimos, ya no sea más que un producto de la imaginación. Eso ya lo advirtió Henry David Thoreau en su obra Walden al decir que «cuando un hombre reduzca un hecho de la imaginación a un hecho de su entendimiento, preveo que todos los hombres establecerán su vida sobre esa base».
Y es que la clave está en entender cómo saldrá de todo esto la sociedad, es decir, en qué situación quedará el mundo tras una pandemia universal; la primera pandemia universal moderna. Entender si seremos mejores seres humanos o, por el contrario, agotados y desesperados, mucho peores.
Cuando en los primeros compases del confinamiento se alzaron voces sobre lo necesario que era que el mundo se detuviera por un tiempo, mucha gente comenzó a albergar esperanza. No eran voces mesiánicas, sino contrastadas. De gente con discursos serios, con empleos serios, con libros escritos serios, con estudios serios. Gente solvente. Asimismo, los amigos del medio ambiente y de los animales se felicitaban por la vitalidad que estaba adquiriendo el planeta. Incluso las grandes agencias espaciales publicaron fotos con las pruebas de esa vitalidad de la tierra, que parecía sonreírnos desde esas fotos y decirnos: «seguid así, chicos, lo estáis haciendo bien». Animales salvajes se acercaban a los núcleos urbanos y a las costas, y especies que se presumían no existían comenzaron a pasear cerca de los humanos. Fue entonces cuando rebrotó la esperanza. Pero la esperanza no es más que un producto de la imaginación y no del entendimiento. De ahí que durara tan poco.
Porque el sistema no puede detenerse, dijeron los más interesados en que el sistema no se detuviera. No es el mejor sistema, pero es nuestro sistema, justificaron. Y la vorágine de los días, y el confinamiento que no terminaba y las restricciones que aumentaron y las mascarillas que afloraron y la desesperanza en general hicieron el resto.
Creo y creemos muchos que se perdió una gran oportunidad al no saber convertir la imaginación en entendimiento. 
El medio ambiente se ha vuelto más gris y los animales salvajes ya no pasean entre nosotros. 



2 comentarios:

  1. Estimado amigo, te felicito por tu gran artículo, de esos que son para recortar del periódico y guardarlo, cómo hacía antaño. Ése pensamiento de Thoreau se me ha pasado desapercibido, y es lo que ocurre con obras de esta magnitud, siempre vas descubriendo cosas o la leíste y pasó sin prestarle atención; es idóneo para el curso de tu artículo. Un fuerte abrazo gracias por compartirlo.

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  2. Una buena reflexión, tocayo, sobre cómo, según tu argumentos, el "hombre", nuestra sociedad, es víctima de un agotamiento de esta crisis, llamémosle "covidviana", de la cual le será difícil salir. Buena reflexión la que haces al referirte a que, cuando los animales pisaron espacios que les estaban prohibidos pisar por estar habitados por los "humanos", rebrotó la esperanza. Pero esta esperanza es fruto de la imaginación y no del entendimiento: lo cual fue causa de su corta vida.
    En tiempos de crisis; en el presente, con la "crisis sanitaria", debiéramos estar unidos. Y ser "todos" uno. Cuando te refieres al principio de tu artículo, a que las distintas Administraciones, en lugar de ayudarse se recriminan unas a otras las actuaciones que llevan a cabo, no sé realmente si será un síntoma más del agotamiento. Lo cierto, desde mi punto de vista, es que gran parte de los políticos se superan cada vez más en tiempos difíciles, en recriminarse unos a otros sus malas actuaciones; en lugar de tener una actuación consensuada de todas las Administraciones Públicas. En la actual "crisis sanitaria" da la sensación de que la mayoría de las comunidades autónomas quieren llegar a un consenso para "llegar a buen puerto", aunque el gobierno no termine de coger las riendas; pero dichas intenciones no se llegan a plasmar de esa forma en la práctica. Es posible que, como dices, se haya cumplido la advertencia de Thoureau, "cuando un hombre reduzca un hecho de la imaginación a un hecho de su entendimiento, preveo que todos los hombres establecerán su vida sobre esa base». Sigue haciéndonos reflexionar de esta forma tocayo. Un abrazo.

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Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

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