19 marzo 2017

IDEAL: SU LEAL AMIGO (19/3/2017)

SU LEAL AMIGO

                                                                       Por José Antonio Flores Vera

Resultado de imagen de PERROS Y VAGABUNDOSVoy por la calle y observo en las aceras a mendigos con sus perros.  Siempre he sentido debilidad por quienes no pudiendo apenas hacerse cargo de su vida, lo hacen de la de sus animales. El perro fiel que, aterido de frío, se enrosca en su dueño y duerme plácidamente como si no hubiera mañana. No distingue de la poca dicha y escasa fortuna de quien lo alimenta y sostiene. Y eso me parece hermoso. El perro fiel, puede ser feliz junto a su dueño de igual manera en una fría acera que en la mansión más fastuosa del mundo. No advertiría la diferencia, por lo que hemos de sostener que en ese aspecto nos sacan varios cuerpos de ventaja. No hay egoísmo ni interés material alguno. El mendigo, ahora transformado en rico, cómodamente asentado en su mansión obtendría todos los parabienes inimaginables de sus aduladores, pero estando en la acera tan solo está cerca de él su perro. Son escenas que vemos a diario, a las que estamos acostumbrados a ver, pero eso no significa que sean escenas vulgares, todo lo contrario.    
            Pero también me pregunto por la perspectiva de su dueño. ¿Tendrá en su perro fiel a su único y leal amigo? ¿Se agarrará a esa lealtad sin fisuras ante la negativa visión del mundo que le ha ofrecido el mundo y el hombre? Cabe la posibilidad de que sea así, porque es opinión unánime de quienes siempre han convivido con un perro que éste desconoce la deslealtad, atributo que en absoluto es aplicable al hombre.   

            Porque el sentido de las cosas no se agota en la percepción humana. Cosas abstractas como la amistad, la lealtad o la sinceridad, de alguna manera, también están presentes en la conciencia de muchos animales, sobre todo en la de los más cercanos a nosotros, porque no es justo que la conciencia sea exclusivo patrimonio de las personas, y sería admisible sostener que el animal como ser vivo sintiente está junto a nosotros para algo más que para que hagamos uso de su carne, su piel, ser objeto de nuestra diversión o aprovechar su fuerza para trabajar. Pienso en ello cuando observo a los mendigos y a sus perros. Y pienso también en toda esa distancia que hemos recorrido juntos a lo largo de los siglos para apenas avanzar nada. De ahí que esa imagen que observo en las aceras me parezca casi de otros tiempos; aquellos en los que el hombre y el animal vivían en mejor armonía, a pesar de las mayores dificultades. Tiempos en los que la tierra, el hombre y el animal eran una unidad, juntos en las dificultades y, también, en las escasas alegrías. Que ahora poseamos cuidadas mascotas no significa que hayamos avanzado demasiado en cuanto a una mayor conexión con el animal, tan solo el argumento que demuestra que es la única vía que nos impide desconectar casi por completo del reino animal. De hecho, pensemos en las posibilidades que tiene hoy día un niño de la ciudad -o incluso un adulto- de poder estar cerca de un animal que no sea su mascota, si es que la posee. Es algo que nos debería hacer reflexionar. 

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