Pero decidí volver a centrarme en el blog de toda la vida, que nunca llegó a morir, y estoy muy satisfecho por ello.
Principalmente porque lo que escribí hace cuatro, cinco, diez o trece años o más aún perdura, y aún perduran los comentarios sensatos y trabajados de toda aquella gente que me siguió durante tantos años. Con algunos sigo en contacto, con otros no, pero seguirán ahí...
La gran importancia que tienen los blogs, tal y como hoy día están concebidos –que es como siempre lo han estado, eso no ha variado–, es que aún hay gente que lee lo que escribiste hace tantos años desde cualquier lugar del mundo. El buscador de Google y otros buscadores son así de generosos. Por tanto, aprovecho yo también para leer esas lecturas que aún se hacen de entradas de años atrás. Y con las lecturas de estas entradas vuelvo a vivir lo que creía ya olvidado. Aquello que yo escribía sobre tantos asuntos fueron plasmando mi ideario. Algunas de las cosas no las comparto ya, o no las comparto de la misma forma, pero en otras me ratifico y hasta añado. Leo comentarios de gente que siempre estuvo ahí y vuelvo a agradecer la enorme dedicación que muchos mostraron hasta el punto de que en opinión de muchos la bitácora se convirtió en una herramienta vital de comunicación y exposición de ideas y puntos de vista, ya se tratara sobre correr (que fue el origen), política, música, cine, literatura o reflexión pura y dura. Es mágico que todo eso aún esté ahí, un privilegio que las redes sociales, efímeras y pasajeras, no poseen. Y por eso, entre otras razones, decidí abandonarlas.
También es un privilegio poder exponer en el blog mi obra ya publicada o por publicar.
Como muchos autores, consideré que las redes sociales eran la única correa de transmisión entre mis obras y los lectores, pero resulta que no es así. Miro las estadísticas y datos de mis libros en Amazon cada tiempo y observo que lo poco o mucho que se puedan descargar mis libros, nada tiene que ver con una continua presencia de estos, y de yo mismo, en las redes sociales. Los libros siguen teniendo sus descargas (modestas en mis casos) y opiniones tanto en España como en otros países –sobre todo México, gran aliado de España en cuanto a permeabilidad literaria–, al margen de la promoción en redes, con la cual jamás me sentí cómodo. El resultado final es que ya no promociono nada, tan solo hablo de contenidos de mis libros en mi blog. Es suficiente para estar ahí, aunque sea mínimamente, comprobando que cada día va a más en cuanto a número de visitas. Es un nuevo trabajo de reconstrucción que asumo gustoso.
Sí, amigos, una gran decisión la que tomé a los pocos días de la terminación del Estado de Alarma; una decisión que necesitó su tiempo y su momento –que no son la misma cosa–. Pero el momento llegó cuando tuvo que llegar. Y, por cierto, refiriéndome al Estado de Alarma en España, de más de tres meses, el diario que he escrito cada día, desde el quince de marzo hasta el treinta de junio de 2020, será mi próxima publicación en Amazon, la cual estará colgada dentro de unos quince días, a disposición de cualquier lector interesado de cualquier parte del mundo.