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11 mayo 2014

¿VOTAR EN EUROPA?

En esta ficción que nos hemos dado los ciudadanos del mundo (iba a escribir primer mundo, pero, ¿qué significa eso?) más o menos rico, optamos por crearnos para nosotros mismos todo un cúmulo de instituciones, organizaciones, entidades, organismos, entes, fundaciones, y no sé yo qué cosas más, con la única y básica idea de crear un armazón que por sí sólo sostenga esta llamada democracia, que es algo que van imitando poco a poco esos países que cada vez son menos pobres para integrar con paso firme la nómina de los más ricos (curiosamente, a más rico es un país más democrático parece, a excepción de China, claro está). Ya llegará su turno -se dicen a sí mismos los padres de todo- para los países emergentes, esos que hacen los deberes y cumplen con las normas de la riqueza y el libre mercado. De los pobres de solemnidad ni hablamos. Total -se dicen-, si sus ciudadanos ya están cruzando nuestras fronteras, ¿qué sentido tiene que fomentemos la riqueza en sus propios países?. 
Y todo ese armazón lo intentamos estructurar a lo largo y ancho de los cinco continentes, con la particularidad de que ni todos somos igual de ricos, ni existe una riqueza homogénea dentro de cada continente. Por tanto, el resultado que va a salir de todo eso siempre será un tira y afloja. Es decir, tirarán y exigirán los ricos y aflojarán y se dejan arrastrar los pobres, que es algo que pone mucho a la Merkel en Europa y seguramente que a otros líderes en otros continentes.
Pues bien, toda esa ficción que nos hemos montado se va a renovar ahora en Europa, el día veinticinco de este mes sin ir más lejos. Y, claro, los políticos de toda esta Europa de los veintiocho están de los nervios. En primer lugar, porque saben que el ciudadano medio europeo, ese que paga todo ese armazón, está cada vez más desanimado. Entre otras cosas, porque por muy poco atento que esté y por poco que esté pendiente de las noticias que se arrojan desde esos lugares tan untuosos y enmoquetados, entre otras cosas , decía, sabe que algo no es cómo le cuentan. Observa que es cada vez más pobre, mientras que otros cada vez son más ricos. No lo digo sólo por Grecia, Portugal o España, también lo digo por la totalidad de las clases medias de cada uno de los veintiocho países. 
Y, entonces, ese ciudadano medio europeo se pregunta: ¿yo quiero seguir así? ¿Yo quiero seguir fomentando con mi voto cada cuatro años que sea cada vez más pobre, mientras otros son cada vez más rico? ¿Yo puedo detener esta sangría económica con mi voto? 
Y, claro, cuando se hace esa pregunta, las privilegiadas castas que integran todo ese armazón comienzan a acojonarse y a la vez se preguntan: ¿se estará preguntando el ciudadano medio para qué sirve su voto? ¿Habrá advertido que con su voto está contribuyendo a que yo tenga el estatus que tengo? Es lo que tiene preguntarse mucho.

Que cunde el desánimo a la hora de votar es evidente. El pasado sábado veía por televisión el festival de Eurovisión, no porque me interese el tipo de música que ahí se interpreta, a pesar de que a veces sale gente que canta muy bien (la música me la busco yo por mi cuenta), sino porque me divierte y me aclara mucho lo que se maneja ahí a la hora de votarse unos países a otros, y de esa manera comprender hacía dónde van las lealtades y las deslealtades entre países, toda vez que quien vota es el ciudadano medio desde su casa.
Y desde que llevo a cabo ese ejercicio, compruebo que los países del antiguo bloque del Este son una piña, los del norte, por lo general también, pero los fundadores de la actual UE y ubicados más en la zona central y escorados al oeste, van por libre. Es más, observas como los demás ni los miran apenas, (salvando siempre la calidad artística del algún ganador que otro, como el caso de este año con la mujer barbuda, que en realidad es un señor barbudo, como tantos). Lógicamente, no se trata de un análisis que nos vaya a dar todas las claves de hacía donde va Europa, pero sí ayuda bastante. Para muestre fíjense siempre en qué lugares se quedan los países más potentes de la vieja Europa, caso de Gran Bretaña, Alemanía, Francia o Italia.

Así que, reflexionando sobre todo eso, y volviendo al hecho de preguntarnos sobre qué es lo que votamos cada cuatro años, al ciudadano europeo le asaltan infinidad de dudas acerca de sí merece la pena o no sostener todo ese armazón al que me refería.
O pongamos el caso de España. ¿Hemos ganado o no los ciudadanos desde que estamos en la UE? ¿Hemos ganado con la moneda única, con la libertad de prestación de servicios y trabajo, con la homogeneización de normas básicas en materia económica y laboral? Es la hora de preguntárnoslo.
Lógicamente, los políticos patrios de la mayoría de los partidos afirman que sí. Igual que afirma que sí el tendero cuando se le pregunta sobre la calidad de los productos que vende. Sin embargo, lo importante no es que lo digan los políticos, sino que lo digamos nosotros, los ciudadanos. Que digamos, por ejemplo, si lo que se gana es calidad de vida en nuestros respectivos países o si por el contrario lo que se gana no es otra cosa que la preservación de la cantidad de parásitos que viven a nuestra costa, que viajan gratis total por toda Europa, que se someten dócilmente a los intereses de las grandes multinacionales, que se autoimponen por ello enormes sueldos sin el más mínimo rubor (por ejemplo, la imputada por el saqueo de los ERES andaluces, Magdalena Álvarez, cobra cada mes  27.000 -sin contar dietas- € como vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones, que no olvidemos se trata de un Banco que sostenemos con nuestros impuestos todos los ciudadanos europeos. Por su parte un eurodiputado cobra al mes 8020,53 euros brutos más 4.299 euros de dietas, sin contar los viajes gratis y otras prebendas). 
Sí, la idea de una Europa unida es muy atractiva. Yo siempre he apostado por esa unión. Y estoy convencido de que los grandes teóricos posteriores a la Segunda Guerra mundial se hilvanaron los sesos para construir algo sólido y positivo. Pero no esta Europa que se está construyendo, que en realidad no es otra cosa que un vasto enjuague burocrático montado de espaldas a los ciudadanos. Una prueba evidente es que la Constitución hizo aguas y está ahí, apalancada.
Por tanto, ya doy las claves hacía qué deriva cogerá mi derecho al voto el próximo día veinticinco. 

15 abril 2014

LA SEMANA SANTA: UNA REFLEXIÓN HETERODOXA.

Fotograma de la película 'Nadie conoce a nadie', basada
 en la novela de Juan Bonilla de igual título.
Lo que ocurre en estas fechas es siempre lo mismo. Mires por donde mires pulula por todas partes la denominada Semana Santa. Y eso se convierte casi en insoportable par quienes no participamos de ella ni entendemos esta manifestación que, con raras excepciones, me parece harto hipócrita. Todo un desfile de lujo, ostentación, avaricia y no se sabe más qué es lo que yo veo en los desfiles procesionales -a los que no asisto, pero que inevitablemente veo en imágenes y fotografías-. Vivo en Andalucía. Respeto a quien manifiesta un sincero sentimiento religioso pero no tanto a los que se escudan en él.
Porque, me pregunto, qué tendrá que ver todo aquel supuesto episodio que comenzó con la detención del tal Jesús hace 2014 años y que le llevó hasta la crucifixión por las huestes romanas, por iniciativa de las judías, con todo este montaje que se lleva a cabo en muchos lugares de España -principalmente en Andalucía-. Yo conozco esa historia del Nuevo Testamento. La he leído, la he visto recreada en películas y considero que es una historia interesante. La redención de un hombre o un hombre-dios o un hombre-iluminado, que acaba removiendo las cimientos de dos civilizaciones en juego: la judía y la imperial Roma, así como iniciando el proceso de otra civilización, digamos, mesiánica y que a la larga se convirtió en la base de la civilización occidental, además de ser puntal básico en la guerra de religiones medievales.
Pues bien, todo eso podríamos considerarlo como algo vital en la historia de la humanidad. Una mentira muy bien contada o una verdad desconocida, no sé qué definición sería la más adecuada. Y como tal no podemos ignorarla. Sirvió para fomentar países, destruir a otros, enervar a reyes y a próceres de la nueva iglesia e, incluso, para hacer fortuna. Pero de ahí a haberse convertido en lo que se ha convertido hay un abismo. Simplificar todo eso en este espectáculo que se monta cada abril me parece verdaderamente triste. Sobre todo si consideramos que muchos de los que participan en este supuesta recreación anual de esa historia de aquel hombre-dios o lo que fuera no se han parado a reflexionar en todo lo que supone todo eso. Se conforman, supongo, con simplificarlo en estos días llamados de 'pasión'. En montar un espectáculo que nada tiene que ver con el sentimiento religioso. 
Lógicamente, no se me escapa que la Semana Santa a estas alturas es más que todo eso. Es una forma de incrementar el turismo, de llenar hoteles y bares, de hacer caja en definitiva. Además, es una forma genial que se han inventado los políticos para rastrear el voto. Lo venía a decir el otro día en un periódico local un dirigente de las cofradías de Granada. Es más, yo en determinada época de mi vida pública como concejal de mi pueblo apoyé, sin participar, que los vecinos de la localidad pudieran llevar a cabo su afición, sentimiento o lo que sea. Y aunque no me crean, jamás pensé que con ello me iba a embolsar votos algunos, entre otras cosas, porque tenía decidido que no iba a hacer de la política carrera profesional alguna. Como así fue. Me movía solamente un afán de servicio público, que tal era mi misión (incluso, de las pocas felicitaciones que recibí -la vida municipal es muy perra- una de ellas fue por ese apoyo desinteresado. Pero eso es otra historia).  
Pero claro, a quienes ni nos va ni nos viene todo eso, no tenemos más remedio que enclaustrarnos en casa, cosa que no viene mal de vez en cuando. Es un enclaustramiento voluntario, claro, y parcial. Sobre todo si lo que pretendes es pasarte por el centro de la ciudad -cualquier ciudad- para pasear, tomar algo o ir cine. Si no participas de este ritual folclórico más vale que te vayas olvidando de ello. Mucho mejor salir al exterior: al campo o yo que sé...a algún lugar donde no se les haya ocurrido sacar alguna procesión, suponiendo que exista. Es la dictadura de las masas. Supongo.
Porque le pasó a un amigo. Iba por el centro de Granada en busca de su vehículo, intentando sortear a gente y pasos. De pronto, intentó cruzar una calle y comprobó cómo un hermano mayor o algo parecido, rigurosamente vestido de traje y corbata negra y gomina le detuvo en su intento.'No puede pasar. Va a pasar dentro de un rato un paso', le dijo. Mi amigo miró a un lado y otro de la calle y no vio paso alguno. Así que hizo caso omiso y deshaciéndose del tipo, el cual ya le había cogido del brazo, le dijo que se metiera la figura de yeso donde le cupiera. Que él tenía que pasar esa calle porque es un lugar público. Algo muy similar a lo que le decía el hermano mayor de una cofradía de Triana al policía que intentaba solucionar un atraco a una entidad bancaria en esa imaginativa película sevillana de 2012, de cuyo título ahora no me acuerdo. Lo pondré cuando me venga a la memoria (si alguien se acuerda, que me lo indique, porfa)*.  
Quizá se trate de una anécdota excesiva la de mi amigo. Pero resulta que éste a los pocos días -quizá como castigo de Dios- resbaló en una calle céntrica con su moto a causa de la cera. Probablemente, la misma cera del paso que decidió no respetar.  

*Me acabo de acordar: 'El mundo es nuestro' (España, 2012)   

10 diciembre 2013

ENJUAGUE DE LA MEMORIA

     Todo permanece, pero todo cambia.
     No sé por qué me asaltó esa frase mientras corría por las ignotas tierras que conducen a la comarca granadina de los Montes Orientales, en la que los ríos de cauce amplio y pobre caudal rompen los campos de olivos y pedregales. 
   Conozco esa zona. Conozco esos pueblos, en los que parece que el tiempo se haya detenido. Es tan franca la presencia inmemorial de esas tierras que perturban los sentidos.        Algo que no parece cambiar no puede ser otra cosa que extraño.
    Porque raro te sientes corriendo por allí, a pesar de la moderada frecuencia.  Porque, ya digo, extraño es el terreno. Solitario y como perdido en un lugar remoto. 
    Al pasar por una cabecera del río Velillos, en el lugar en el que se construyó hace mucho tiempo una media luna, recordé que no lejos, hace ya mucho tiempo, enterré a mi perro. Era mi amigo fiel y quise que sus restos acabaran en un lugar en el que él parecía corretear a gusto. Y recordé también que allí siempre hubo un olivo. Actualmente no sé si éste está ya o no, porque no recuerdo el sitio exacto, pero nada parece haber cambiado. 
    Recuerdo también que el capricho del destino dispusiera que cuando me disponía a cavar, torpemente, un hoyo con una ajada pala que me prestó un vecino, aparecieron por aquellos lares -venían de correr- mi amigo Paco y su hermano Antonio, a los cuales les extrañó ver por allí mi coche, aparcado en el borde de la carretera. Reconozco que aquello me supuso un alivio, no sólo por la ayuda física que ambos dispensaron sino también por la espiritual (enterrar a un amigo siempre es duro).
     Un poco más adelante, está el Cortijo de las Dos Hermanas (¿O las Tres Hermanas?). Es un cortijo que siempre me ha gustado. Posee un amplio espacio de terreno y una bonita casa, en la que se celebraban retiradas Nochebuenas, según siempre me ha contado mi amigo Manolo 'El Lobo'. Nunca fui a ninguna, pero siempre quise ir. Pero ya es tarde para ello porque he perdido el contacto con quien sí las frecuentaba, y quizá aún frecuente.
    Un poco más adelante está Búcor, de recuerdo familiar tan próximo. Fue allí donde mi amigo Emilio y yo disfrutamos de una plácida noche de romería, en pleno agosto, sumergidos en abrevadero de mulos, imaginándonos nosotros que se trataba de una piscina. Tuvo culpa el alcohol, pero también nuestra inestables jóvenes cabezas. Una aventura casi nos mete en un problema legal, pero eso es otra historia. Y ya, en breve, aparecerá el famoso Cortijo de Enmedio, famoso por los experimentos de explotación agraria que allí se llevaron a cabo. 
   A partir de ese momento, ya en pleno municipio de Moclín, a lo lejos y misteriosos aparecerán dos pequeños pueblos: Tiena y Olivares. El primero no es fácil atisbarlo porque se encuentra refugiado en la falda de una hermosa sierra y hay que acceder a él a través de una pronunciada cuesta. Pero el segundo es visible ya en algunas curvas. Anclado y misterioso en un lugar de nadie, tiene un aspecto coqueto. Partido en dos por el río Velillos y coronado por la sierra, en cuya altura se asienta el pueblo de Moclín, que da nombre al municipio. Pueblos históricos y remotos, de gran atractivo para distintas civilizaciones, que en ellos dejaron su impronta. No en vano, el Castillo de Moclín, es junto a la Alhambra y el Castillo de la Mota de Alcalá la Real, una de las fortalezas nazaríes más importantes de aquel fastuoso Reino de Granada.
    No son más de diez kilómetros los recorridos, pero pareciera que son el doble. Toca volver. Beber agua en la generosa fuente de Olivares y volver por la misma carretera. 
    Un enjuague de la memoria muy conveniente el vivido el pasado sábado, durante una deportiva mediodía otoñal dotada de una luz clarísima.                   

26 noviembre 2013

LA MELANCOLÍA DEL OTOÑO

Esta tarde-noche, mientras paseaba por el centro de Granada, me he acordado de la melancolía portuguesa. Siempre consideré que una buena forma de morir en la nostalgia es pasear por una calle de Lisboa en otoño y a una hora tardía. Nada hay más melancólico que eso. 
Y si, durante tu andar solitario, consigues ver pasar un decrépito tranvía vacío que refleje su luz mortecina de pobre neón en la acera, ya conseguirás tener el plano perfecto para que la melancolía rebase tu piel y se extienda como una hiedra por tu cuerpo hasta que consiga acabar contigo súbitamente. Sin duda, es una buena forma de dejar este mundo. Al menos, es una buena forma poética.
Pero no ocurre de ese modo en el sur de España, aunque el otoño es melancólico en cualquier lugar del mundo. De hecho, las hojas caídas que alfombran las calles y  plazas muestran un tapiz de por sí melancólico y deja una leve sensación de sueños pretéritos. Pero en absoluto es Granada una ciudad melancólica. Todo lo contrario: es una ciudad de luz, la cual rebosa, incluso en las noches oscuras. Pero el frío, los escaparates clausurados, los bares semivacios y los pasos lentos hacen que cualquier ciudad lo sea.
Por eso me ha venido Lisboa al pensamiento. Una ciudad seria y de impronta británica, en la que todo es silencio, tanto como el sordo rumor de sus tranvías y en la que la luz del Tajo es insuficiente para eliminar su melancolía. Es más, una de las pocas ciudades en la que llegó a quebrar  un Macdonal. 
Como lo es Évora, la capital del Alentejo y ciudad más importante de la antigua Lusitania romana y en la que descubrí, no sin estupor de los sentidos, que una primorosa primavera puede ser un triste otoño. 
Pero, insisto, Granada no es así. La luz se quedó para siempre desde que fuera iluminada por esforzadas antorchas de su pasado nazarí. Una ciudad que no necesita un gran río que la ilumine. Basta con el blanco lumínico de la Sierra.
Pero la melancolía es un atributo del otoño y por eso me ha venido Lisboa a la mente esta tarde, mientras paseaba -paseábamos- por una hermosa Granada.

25 noviembre 2013

CINCO REFLEXIONES PRENAVIDEÑAS

I
   La Navidad, esa entelequia. Esa frase corta me asaltó cuando presencié las voluminosas y cegadoras luces de Navidad en el Corte Inglés del centro de Granada. Un espectáculo visual, sin duda, que incita al consumo.  Supongo que debe ser así, me dije. Porque la ilusión vende. La de los niños, por supuesto, esa que hace que los padres se arrasquen el bolsillo; pero también la de los mayores que, al menos, se retrotraen en el tiempo y se ven niños.  
   Luces solitarias, que a estas alturas de noviembre aún no vienen acompañadas por las públicas, las propias del ayuntamiento. Éste las conectará dos semanas más tarde. En tiempos de crisis unos necesitan que la luz propicie mayor consume y otros necesitan que la factura de la luz sea menor.     En realidad es triste suponer que las luces van a cambiar algo la perspectiva de la gente en tiempo de crisis. O, al menos, de la mayoría de la gente, la que padece los estragos violentos de recortes de nóminas o la sencilla eliminación de ésta. Sin embargo, otros siguen paseándose en su suntuoso coche por el centro de la ciudad, dejando que las abrasadoras luces se reflejen en los impolutos brillos del capó, como si se tratara de un fiel espejo. Es así como funciona el mundo. Supongo. 

II

    Sin embargo, hubo un tiempo -hace pocos años- en el que todo era distinto: nadie se sentía víctima de crisis alguna. La ciudad poblada de grúas y las hormigoneras móviles sin detenerse durante las veinticuatro horas. Caras rebosantes de felicidad fatua y pieles de zorro o de visón en los nada elegantes cuellos de señoras de mediana edad, no hechos para estos menesteres. Grandes puros, grandes y suntuosos coches, grandes barrigas repletas de codillo, grandes de todo. Era otro tiempo. Pero ya pasó. 
    Recuerdo aquellos años con inquietud. Me asfixiaba en la calle ante tanta estulticia, ante tanta exhibición vacua. Había algo que no comprendía, pero años después lo comprendí -todos lo comprendimos- cuando se desmontaron esas grúas y se detuvieron esas hormigoneras móviles.

III

   ¿Dónde está ese dinero? ¿A dónde se fue? Pareciera que haya desaparecido por el arte de birlibirloque, como eliminado por un fuerte ácido sulfúrico altamente corrosivo, mucho más fuerte que el utilizado por Walter White en Breaking Bad. 
    Debió irse hacia alguna parte. Al parecer, los bancos no lo tienen o lo tienen y lo han desviado a otros lugares emergentes; tampoco, los constructores -o al menos eso mantienen-; tampoco, el gobierno. Parafraseando a lo que dijera Guillermo de Baskerville (¿Dónde están los libros? ): ¿Dónde está el dinero? 

IV

    El Corte Inglés tiene clara nostalgia de esa época de gasto descontrolado. El paradigma de las clases medias y medias altas tiene nostalgia. Es lógico. Y, quizá, por eso conecta sus luces, fiel y puntual, como siempre. Para que parezca que nada ocurre, que todo sigue igual. Pero nada sigue igual. 

V

Cuando llegó el día anunciado y el mayor y más conocido centro comercial de la ciudad no encendió sus luces navideñas, casi todo el mundo sintió indiferencia. No hubiera sido así en años anteriores, pero ese año que ya se iba evaporando no había sido en absoluto el mejor de todos".
Así es como comienza un cuento de Navidad que escribí. Un presagio de lo que podría pasar pero que, finalmente, no ha pasado. Quizá, por suerte.
  

20 noviembre 2013

IMAGINAOS QUE NOS OFRECEN IRNOS A UN PAÍS QUE.....

Imaginemos que somos apátridas y nos ofrecen irnos a un país que tiene estos 'nimios' inconvenientes:

-Una monarquía en continúa sospecha, con miembros imputados o a punto de estarlo (y si no lo están ya es por son quienes son y no hay güevos), mientras que la clase política, la judicial y la prensa los siguen protegiendo contra viento y marea.   
-Una clase política dotada de enormes privilegios y exenta de control. 
-Una clase empresarial que, por lo general, cuenta con una caja b más grande que la a.
-Unos partidos políticos que ajenos al artículo 6 de la Constitución se pasan la democracia interna por el forro.
-Unos sindicatos mayoritarios que ajenos al artículo 7 de la Constitución ni se molestan en defender los defender los intereses económicos y sociales que le son propios (los de los trabajadores) y viven instalados en las subvenciones gubernamentales.   
-17 Comunidades Autónomas y 2 ciudades autónomas que, no sólo van a su bola, sino que cada vez necesitan más financiación para seguir protegiendo sus intereses particulares (las de sus gobernantes, claro está), y cuyos casos de corrupción institucional no está ni en los manuales de Ciencia Política. 
-Un Poder Legislativo inexistente y entregado al Ejecutivo.
-Un Poder Judicial cada vez menos independiente.
-Una Fiscalía General que manda en todos los fiscales de carrera del país y cuyo Fiscal General es nombrado por el Gobierno.
-Un Tribunal Constitucional que es cada vez más político y cada vez menos intérprete de la Constitución.
-Una Constitución obsoleta y retrógrada, que nadie parece tener interés en reformar.
-Un sistema electoral pensado para que sólo favorezca a los dos partidos que se alternan en el poder y que, lógicamente, ninguno de ellos está interesado en reforma.
-Un Tribunal Supremo que cada vez dicta resoluciones judiciales más incomprensibles.
-Un gobierno y un legislativo que no dictan normas para evitar que tribunales exógenos puedan meternos los dedos en la nariz.
-Una tasa de empleo galopante que va camino de cargarse -si no lo ha hecho ya- a las clases medias y está provocando que los jóvenes más preparados tengan que emigrar cada vez más a Europa, Asia y América.
-Unas eléctricas que se comen con sus recibos la mitad de la nómina de los españoles ante la inactividad del gobierno que, eso sí, es donde se jubilan sus miembros con enormes emolumentos.
-Unos ayuntamientos que cada vez imponen más tasas a los ciudadanos porque alegan que el gobierno y las comunidades autónomas (que por lo general gobiernan sus propios partidos) no les envían el suficiente dinero para asumir sus competencias.  
-Un país al que llegan cada año miles emigrantes para ser favorecidos por los despojos del sistema de bienestar social que una vez parece ser que hubo y que danzan a sus anchas sin control. 
-Un país en el que el sistema educativo público cada vez es más privado, a pesar de que cuesta un pico mantenerlo.
-Uno de los países con más carga impositiva de Europa, pero con menos servicios públicos. 
-Un país con nacionalistas que se levantan cada mañana con la amenaza de convocar un referéndum ídem pero que jamás lo hacen porque lo que pretenden es más pasta para alimentar a sus burguesías rampantes. 
-Un país cuyo gobierno rescata a la banca pero no a los ciudadanos.
-Un país que permite que la banca rescatada eché a la gente de sus casas y que además le siga pagando una deuda que ellos mismos inflaron. 
-Un país en el que más ganan los futbolistas de todo el mundo, a pesar de que a los clubes no se les mete en cintura en cuanto a deudas con la Hacienda Pública y la Seguridad Social.
-Un país en el que la función pública cada es más denostada, cuando debería ser la garante del servicio público.
-Un país cuya ciudadanía, en gran parte, parece estar cómoda con la corrupción.  
-En definitiva, un país que una vez creyó ser rico y que se desangra por los cuatro costados por mor de la bestial deuda galopante.

Y a cambio nos ofrecen: 

-Sol.
-Playas.
-Tapas y paella. 
-Una selección de fútbol que te cagas.

¿Te irías a ese país? 

10 noviembre 2013

UN DILEMA SOCIAL

Hace unos días acudí a una farmacia de mi barrio y una observación me planteó un dilema social. Veamos. 
Una cliente, una chica que aún no llegaba a la mediana edad sacaba varias recetas e iba solicitando al farmacéutico distintos medicamentos. Se le veía segura y conocedora de lo que pedía porque iba recitándolos al mismo tiempo que el farmacéutico los leía. Cuando los tenía todos en el mostrador y conoció de primera mano el precio de cada uno de ellos, comenzó a objetar y a mostrar desacuerdo con dichos precios. De unos comentaba que habían subido un montón, de otros que el copago se había disparado y de otros más que, sencillamente, habían salido del sistema de receta. Con estos últimos mostró especial indignación. No obstante, no dejó ninguno sobre el mostrador y los pago todos. Pero se marchó con el gesto contrariado. Mi compra era muy modesta -¡ojalá siempre lo sea en las farmacias!- y la casualidad quiso que yo me montará en mi moto al mismo tiempo que ella se montaba en su coche. Se trataba de un vehículo enorme, de esos de gran cilindrada y luces led por todas partes y reluciente de blanco, cuya modelo se me escapa (siempre se me escapa). Creo que era un BMW. 
Y fue ahí cuando surgió el dilema, en el cual pensaba mientras conducía mi moto mecánicamente. Pensé: esta persona se ha quejado enormemente en la farmacia por la birria del sistema de salud que tenemos, cada vez más caro, pero conduce un coche que seguramente estará muy cerca de las seis cifras. Me dije posteriormente: me parece una actitud egoísta dado su evidente poder adquisitivo. Pero también pensé: es probable que tenga todo el derecho a quejarse porque, a lo mejor, paga muchos más impuestos que la mayoría, sencillamente, porque tiene talento, trabaja muchas horas y, por lo tanto, gana tanto dinero que por ello ha de pagar mucho a Hacienda y, además, puede permitirse comprar ese coche y, de camino, quejarse del sistema de salud porque contribuye poderosamente a que este se mantenga. Es una hipótesis válida. Luego, ¿es admisible que tenga más derecho a quejarse que quien paga menos impuestos a la Hacienda pública o, sencillamente, no paga impuestos? Puede que sí; o puede que no. Pero también es probable -pensé- que esa persona gane mucho dinero, de acuerdo con la muestra de poder económico de su coche, pero que todo sea en negro y que no aporte casi nada al erario público. Luego, en ese caso ¿qué derecho tiene a quejarse? ¿Hay, entonces, una actitud clara egoísta e insolidaria? Al menos, si ese fuera el caso, podría tener la decencia de no quejarse, me dije.
O pongámonos en el caso contrario: el emigrante sin papeles que llega a una farmacia y se le dispensa el medicamento de forma gratuita por ser una persona desahuciada. ¿Tiene éste más derecho o menos? Es decir, suponiendo que la del coche potente pagara sus impuestos de acuerdo a su enorme capacidad económica ¿tiene más derecho que el emigrante a obtenerlos gratuitos, toda vez que ella contribuye al erario público y el emigrante no?  ¿O tendrá menos derecho, toda vez que el emigrante no tiene nada? En fin, ya digo, un dilema que no quería dejar la ocasión de comentar aquí. Por si queréis dar vuestra opinión.   

16 octubre 2013

LA TRADICIÓN ORAL (O EL ARTE DE CONTAR HISTORIAS)

La tradición oral es anterior a la escritura. El hombre aprendió a hablar antes que a escribir, por lo que la literatura no es más que la plasmación de la tradición oral, de la buena tradición oral; esa que tiene como esencia el arte de contar historias, que es un arte bello como otro cualquiera y que en su día fue uno de los pocos conocidos junto a la pintura. Porque el hombre también aprendió a pintar antes que a escribir y la prueba está en las diversas pinturas encontradas en las cavernas rupestres a lo largo y ancho de todo el mundo. 
Particularmente, siempre me ha interesado la tradición oral, el arte de contar historias, el cual se ha ido perdiendo de generación en generación por culpa de la irrupción de las nuevas formas de comunicación.  
La televisión tomó el relevo de la radio e Internet y los medios de difusión digital e informática han ido desplazando a la televisión progresivamente, a pesar de que aún coexisten en una difícil convivencia radio, televisión, Internet  y las últimas tecnologías que están irrumpiendo con fuerza. Pero a excepción de la radio, ninguno favorece la tradición oral. La televisión, en sus orígenes, es posible que sí la favoreciera, pero los contenidos se han ido vulgarizando de tal forma que ya no es posible que sirva para tal fin, excepto en honradas ocasiones. 
Sin embargo, la literatura sí que es heredera directa de la tradición oral. Podríamos considerarla como la plasmación de ésta. De hecho, grandes obras de la literatura mundial han tenido su antesala en la tradición oral y de todos es sabido que en la antigua Grecia había filósofos, como es el caso de Platón, que jamás escribieron una línea y sus enseñanzas eran totalmente orales. 
Viene toda esta reflexión a cuento de la publicación en este blog de dos cuentos -valga la repetición-. Dos cuentos que insertaré la próxima semana y que tienen su origen en la tradición oral. 
Mi abuela paterna, persona muy inteligente que aprendió a leer y escribir por su cuenta, era una persona que dominaba la tradición oral. Era una excelente contadora de historias y sucesos que ella había vivido o había escuchado. Fueron muchas las horas en las que yo me deleitaba oyéndola contar historias. Y, entre éstas, aunque ella no lo supiera, había muchas historias góticas y de terror. En particular, dos se me quedaron en la memoria; dos historias góticas pero que, según contaba ella, habían sucedido en el pueblo en el que ella nació. Dos historias reales.
Esas dos historias serán dos cuentos breves que publicaré la semana que viene. Obviamente serán enriquecidas con detalles y palabras, así como novedosas descripciones, pero conservarán su esencia. Dos historias de terror que sucedieron en un lugar concreto y un día concreto y que pudieron ser explicadas como ocurre con la mayoría de las historias de terror que a priori no parecen tener explicación. La primera historia que publicaré se denomina: 'Una visita a medianoche'; y la segunda:  'La apuesta'       

24 septiembre 2013

EL ALCALDE DE GRANADA (UNA CRÍTICA)

Tenía ganas de criticar al alcalde de mi ciudad -Granada- y no sabía cómo hacerlo. No quería desperdiciar un artículo en Ideal en ese asunto (cada vez toco menos los asuntos políticos) y he pensado: pues utilizo mi blog, que para eso lo tengo, a pesar de que tampoco quiero enmierdarlo con asuntos políticos de poca monta. Pero en fin, tan negativo es lo mucho como lo poco.  
Lógicamente, no criticaré cómo es o no es a nivel personal porque no le conozco (hablé una vez con él una ocasión cuando yo era concejal y no me pareció mal tipo. Al menos, no le vi esa arrogancia que observaba en dirigentillos socialistas), pero sí lo haré en cuanto a la forma de entender la ciudad. Tampoco se trata de señalarlo como el más malo, porque en ese aspecto ha tenido serios rivales, que incluso le superan. Éste, al menos, tiene aspecto de bonachón.    
Sin ir más lejos este alcalde al que critico, hace unos días, hubo de desdecirse de una obsesión que tenía en mente y que le puso en contra de toda la ciudad, incluso, de miembros de su propio partido, el pepé. Tenía la desfachatada idea de montar la estación del futuro AVE, ése que jamás será AVE, o al menos no lo será cómo lo es el de Málaga, Madrid, Sevilla u otras ciudades más ricas y/o privilegiadas; tenía la desfachatada idea, decía, de abandonar la estación de tren que lleva situada desde siempre en un sitio magnífico y muy bien comunicado de la ciudad, en la Avenida de Andaluces, para hacer una de nueva planta en un barrio de las afueras -el mío precisamente-, por la simple razón de que uno de los ramales del tren entra por esa zona y porque es más barato. Lógicamente, ni propios ni extraños veían la estación dónde él decía. Mirabas los terrenos -yo hice ese ejercicio- y no había forma de imaginarse ahí la estación. 
Pero el buen hombre lo que quería era no contradecir a su partido, pero ni su propio partido había dicho nada sobre la ubicación de la estación; es más, el proyecto inicial de sus colegas del gobierno central lo pensaron para la actual. Lo que el hombre quería era ahorrarle dinero a sus colegas del gobierno de Madrid y, de camino, seguir haciendo amigos para seguir de alcalde o, quién sabe, aspirar a algo más. 
Pero ha sido tan enorme la respuesta de todos los sectores sociales, económicos y políticos de la ciudad que al final el propio gobierno -sus colegas del gobierno- han dicho que se deje de monsergas y que piense en reformar y ampliar la estación original. Incluso hubo de venir la ministra del ramo para garantizar que la estación del AVE -o lo que sea- sería la actual. Pero, en fin, al menos hay que destacar que el político-alcalde rectificó, algo que no es muy habitual en este país, dónde la prepotencia y la arrogancia de los políticos llega a cimas surrealistas. Para colmo de contradicción, él mismo propuso que las sempiternas obras del metro se adentraran -un obrón que tiene la zona de La Caleta hecha unos zorros- cerca de la estación, lo cual tiene su lógica. Luego, ¿si había propuesto ese obrón, a qué venía eso de que la estación se construyera en las afueras? 
Y es que, además, este alcalde cuenta con una obsesión que no le deja dormir: sacar todo lo que moleste del centro de la ciudad; ubicar todo lo que moleste en los barrios.  Y dejar el centro tan sólo para los turistas, la gente bien y la Semana Santa (no ha dudado en gastarse un pastón en arreglar una de las calles más simbólicas y céntricas de la ciudad y hacerla a  imagen y semejanza de los tronos semanasanteros que la abarrotan cada año. Me refiero a la calle Ganivet), que en ésta sí que pone el hombre interés y energía. Él y su equipo de gobierno. Yo los he visto emocionarse a todos cuando presentan el cartel oficial cada año. Y en el pregón observas cómo sus rostros se iluminan y sus ojos se convierten en húmedas piezas vítreas. 

15 septiembre 2013

¿NOS MERECÍAMOS LOS JUEGOS DEL 2020?

Debo dejar claro desde un primer momento una cosa como aficionado al deporte: que otorguen a un país la organización y celebración de unos juegos olímpicos siempre es una buena cosa. No voy a entrar en dicotomías sobre los puestos de trabajo y todos esos ganchos que esgrimen políticos sin escrúpulos para justificar algo que va a suponer mucho gasto público. Es más, ni tan siquiera me voy a referir al vergonzoso papel de la postiza alcaldesa de Madrid porque, sinceramente, creo que esta persona no merece ni tan siquiera un par de líneas. En lo que voy a entrar es la importancia que ha tenido la situación de este país y la lamentable imagen de la situación política tan salpicada de corrupción (¿O es que pensamos acaso que desde fuera no están asistiendo a nuestro espectáculo?). 
Y es que en realidad, la visión que han tenido los acomodados miembros del COI de nuestra situación global no es desacertada. Porque si España, y dentro de ella Madrid, es un país con infraestructuras suficientes para organizar un evento de estas características como ya demostró en Barcelona'92; infraestructuras que funcionan razonablemente bien como son los aeropuertos (¡será por aeropuertos!), los puertos, las vías ferroviarias, las autovías, las comunicaciones digitales, las plazas hoteleras, las instalaciones deportivas y un largo etcétera, por qué motivo los prebostes del COI nos han dejado tirados como a perros. 
Lo venía a decir al principio: porque nos han calado. Han detectado que nada que tenga que ver por aquí con el dinero público es fiable y que dejar cuantiosas sumas (también el COI aporta pasta) en manos de esta clase política corrupta (que se salve quien pueda o quien lo demuestre) es un acto deleznable. Es más, dejar el dinero en manos de una señora que tiene por señor a un señor de la guerra y que tienen en casa a un yerno de oscuros negocios (se retiró o le retiraron de la política para administradlos desde London) no se ha visto como la mejor solución. Para colmo, también era miembro del COE y seguro candidato a serlo del COI el vivales yerno del rey y ya sabemos lo que ha salido de todas estas amistades peligrosas. De ahí que ese miembro agudo del COI justificara que España necesitaba centrarse en su situación. Creo recordar que dijo 'situación', sin más, término que deja más que una más que velada acusación, a la vez que justificación, sobre los motivos de no otorgarnos los juegos. 
Cuando conocí la noticia -el lunes, 9 de septiembre-, quiso la casualidad que me encontrara en Madrid y puedo jurar que no vi a nadie por las calles quemándose a lo bonzo por la noticia, lo que demuestra que la desazón ha sido mayúscula entre la clase dirigente, política, deportiva y económica, preocupados tal vez por no haber podido arañar más poder político y económico, pero ha pasado desapercibida para el pueblo llano, que bastante tiene con pagar el recibo de la luz cada mes. Y observando en las caras de los madrileños que esa noticia no les había hecho rasgarse las vestiduras comprendí que el pueblo -que en muchas ocasiones es sabio- ha conectado con el espíritu y las razones del COI. Como escuché en un bar donde tomaba café en el centro de la capital del Estado: 'menos comisiones que se chupan estos pájaros que nos dirigen'.          

11 septiembre 2013

¿DÓNDE RADICA LA FRONTERA ENTRE LA EDUCACIÓN Y LA ZAFIEDAD?

¿Dónde radica la frontera entre la buena y la mala educación? ¿Y la que hay entre la mala educación y la zafiedad?
Son las preguntas que me he hecho varias veces este verano, momento del año en el que las calles están más pobladas de personas. Lógicamente, no entro en el resbaladizo tema de la educación en otros lugares: en los domicilios o en el trabajo o en el cine, no nada de eso, en esta ocasión me quiero referir a la educación a cielo abierto, que parece menos palpable. En las calles, en las plazas, en las terrazas de los bares. Y me circunscribo al verano porque, precisamente, en estos meses todos salimos a los espacios abiertos como animales heridos, como si hubiéramos estado presos durante el resto de los meses del año, como si la calle, el espacio abierto, fuera el jardín prometido en el que podemos hacer lo que nos plazca, gritar lo que nos plazca, ensuciar lo que nos plazca, vestir como nos plazca.  Como dijo aquella infame ministra refiriéndose al dinero público: los fondos públicos no son de nadie.  
En España -por poner el ejemplo que tenemos más cercano- y, principalmente, en determinadas zonas de España, siempre se ha considerado la calle como el lugar en el que nos está permitido hacer lo que no queremos o no podemos hacer en los espacios cerrados -a pesar de que hay mucha gente que no distingue una cosa de la otra-, porque esos espacios no son de nadie. Es algo que está en nuestra mentalidad y que va a más, ahora que la crisis nos arroja aún más a la calle por la sencilla razón que es lo poco gratis que aún queda. 
Llevo observando varios veranos -igual es que me estoy haciendo mayor- que cada vez se guardan menos las formas en los espacios abiertos. No hay terraza, plaza, calle o parque infantil en los que no esté todo el mundo gritando y hablando con la mayor energía pulmonar que le es permitida, con independencia de la hora del día. Es más -y eso es lo más preocupante- observas que es una acción que se lleva a cabo de manera espontánea y que iguala a grandes y pequeños e, incluso, a diferentes condiciones culturales y sociales. 
Es factible llamar la atención a un vecino si hace ruido e, incluso, en el cine es posible -cada vez menos- amonestar a alguien que está hablando alto o contando la película a su acompañante, pero ¿quién se atreve a asomarse por el balcón y requerir a unos padres para que sus hijos no den gritos en un parque infantil? ¿O acercarse educadamente a una terraza de un bar y sugerir a los clientes y al propietario que, por favor, hablen todos más bajo, que total, están a pocos centímetros unos de otros? ¿O recriminar a alguien por dar gritos en la calle? Es más, estas sugerencias podrían ser lógicas, sobre todo a ciertas horas y considerando que junto a parques infantiles o terrazas de verano, o en las mismas calles, hay edificios en los que vive gente. 
Al parecer en España ese asunto no preocupa en absoluto y mucho menos en el sur de la piel de toro. Me cuentan -y yo mismo he comprobado- que en otros países de nuestro entorno, mucho más mentalizados y educados en el respeto a las otras personas, estas cosas no son así. En ese sentido -por poner un sólo ejemplo- aún se me cristalizan los ojos cuando pienso en aquella enorme terraza de Berlín a la que fuimos mi pareja y yo a tomarnos una cerveza nocturna y descubrimos que a pesar del gentío que la poblaba no se escuchaba una mosca...hasta que llegó un grupo de estudiantes italianos o españoles, que da igual. Obviamente, en esos países no so mudos, pero existe toda una mentalidad labrada desde la tierna infancia que consiste en comprender y admitir que respetando lo público nos respetamos más todos. Sin embargo, es curioso observar cómo esta gente suele adoptar nuestras costumbres ruidosas cuando llevan un tiempo entre nosotros. Por aquí no parece que hayamos aprobado esa asignatura. Al menos, todavía.  Y no lo hacemos porque, además de lo expuesto en cuanto a la mentalidad ciudadana, a las autoridades no les parece un asunto que deba ocupar su agenda de forma prioritaria, es más, son ellas mismas las que en ocasiones fomentan este tipo de ruido público cuando autorizan u organizan actividades ruidosas hasta altas horas en lugares plagados de edificios y, por tanto, de personas que, en muchos casos, necesitan descansar para trabajar a la mañana siguiente y seguir pagando impuestos a las arcas públicas.  En ese sentido sería conveniente que nos preguntáramos si la actitud más respetuosa en otros países, además de la mentalidad, también pueda ser debida a la existencia de normas más tajantes contrarias al ruido.       
Y de ahí que sea tan difícil responder a esas dos preguntas que me hacía al principio.  

05 septiembre 2013

UN PERIÓDICO YA NO DA NI PARA LO QUE SE TARDA EN TOMAR UN CAFÉ

El otro día mientras tomaba un café a media mañana y leía la prensa en una cafetería del centro (algo que siempre ha formado parte de mi vida) observé algo que me inquietó: ya había acabado de leer el periódico y aún me quedaba medio café. Eso, hasta hace poco, solía ser al revés y me fastidiaba comprobar que ya sin café aún me quedaba medio periódico por leer. 
Pero esta situación era completamente nueva. Nueva y desconcertante, a la vez que decepcionante. Pero, ¿a qué se debe que eso sea así? Las causas pueden ser varias. Es probable que la realidad que retrata la prensa cada vez sea menos interesante o que los periódicos en su afán de no perder lectores cada vez dediquen más secciones a temas irrelevantes (porque entienden que es lo que el lector medio demanda), muchos de ellos relacionados con la prensa rosa y la idílica vida de los ricos y famosos. Además, unido a ello, las páginas de actualidad política -que son demasiadas- cada vez interesan menos al ciudadano, harto ya de tanta corrupción y de tan pocas consecuencias jurídicas para los protagonistas de ese inmenso mar de baboso en que se ha convertido en España. Un marear la perdiz que ya no interesa a nadie. 
Como casi todo el mundo, yo siempre he leído los titulares de los periódicos como antesala de la noticia. Si estos titulares son interesantes, suelo adentrarme en el segundo nivel del titular y si ese segundo nivel sigue pareciéndome de interés, suelo leer las columnas completas, pero observo que ya no me detengo ni tan siquiera en los titulares de dos secciones cada vez más mayoritarias: la actualidad política nacional -y cada vez menos, la internacional-  y la prensa rosa. A eso hay que unir que jamás me he detenido en la sección dedicada a la fiesta nacional ni a la del horóscopo, anuncios y cosas así, luego ¿qué va quedando por leer? En realidad muy poco, cada vez menos. 
Dedico algún tiempo a las columnas de opinión (no a todas) y cartas al director y siempre leo todos los titulares de deportes (excepto carreras de motos, que no me interesan en absoluto), pero observo que en esta última sección cada vez paso más rápidamente las páginas dedicadas a las noticias seudodeportivas que tienen relación con los divos de nuestro fútbol porque, sencillamente, eso no me interesa y no me parece que sea deporte. Por tanto, si lo consideramos globalmente está justificado que la lectura de la prensa le aguante cada vez menos el tipo a una taza de café. 
Pero no creáis que me alegro de ello, de hecho no puedo alegrarme en absoluto porque yo mismo colaboro en un periódico. Además, considero que una sociedad sin prensa es una sociedad incompleta, pero esto que describo es un bocado de realidad que de no revertirse acabará por ir a peor. Es más, el ciudadano medio cada vez se muestra cada vez más contrariado con que los periódicos sigan insistiendo en las cuitas políticas a sabiendas de que ese asunto va camino de convertirse en algo residual si no nocivo. Y también sabe que los grandes grupos periodísticos cada vez barren más para casa y muestran sesgadas las noticias que les interesan y las que no.  Sin embargo, como el otro día le decía un amigo, lo realmente grave es que toda esta gentuza que nos gobierna decide cada día sobre nuestras vidas y nunca se sabe si es mejor darles la espalda definitivamente o ejercer sobre ellos un férreo marcaje. 
A menudo me pregunto si es esta la democracia a la que se referían los padres de la patria al poco de fallecer el dictador.    

04 septiembre 2013

FIDELIDAD A LAS RAÍCES

Quienes por diferentes motivos hemos dejado de vivir en la localidad que nos vio nacer y criarnos, por lo general, deseamos seguir manteniendo algún tipo de nexo de conexión con ella, pero cada vez éstos son más débiles por mucho que queramos evitarlo. Se supone que es ley de vida. 
Mi caso particular no es ninguna excepción. Los nexos con el pueblo en el que nací y crecí siguen existiendo pero percibo que cada vez son menos sólidos y cuesta un mundo seguir alimentándolos. Sin embargo, he de admitir que  ese cariño a la tierra -no tanto ya al ámbito social- sigue siendo inalterable y es bueno que así sea. Aún sigo disfrutando de sus rincones y espacios naturales. Es más mis entrenamientos suelo hacerlos por ellos. Se produce una dualidad curiosa. 
Hace muy poco se celebró en Pinos Puente, mi pueblo, la anual romería que suele ser el plato fuerte de las fiestas (lo sé muy bien porque fui concejal responsable en el periodo 1995-1999). Se trata de una romería más de las muchas que se celebran en todo el territorio nacional, aunque a decir verdad ésta tiene la particularidad de ser completamente laica, no hay santo ni virgen de por medio. Sea lo que fuere, desde siempre, ese acto festivo ha sido el lugar común donde todo el pueblo ha confraternizado y los amigos hemos coincidido. En los años de juventud se trataba de una bacanal de farra y alegría, pero con el paso de los años se ha ido convirtiendo en uno de los pocos nexos de unión con el pueblo. Y aunque aún sigo asistiendo con un cada vez menos numeroso de amigos del pueblo (este año se ha reducido a Emilio y a mí, de entre los más íntimos), cada vez lo hago con menos convicción, si bien algo en mi interior me pide que lo siga haciendo porque es de los pocos argumentos válidos que me siguen uniendo al pueblo y una de las pocas ocasiones para ver a los amigos de siempre. Siento que cuando deje de hacerlo ya se habrá roto lo poco que queda, aunque se supone que no tiene por qué ser así.
Y es que con el paso de los años nos cuesta cada vez más ser fiel a las raíces. La familia va desapareciendo, a los pocos amigos que quedan en el pueblo, absorbidos por su propia vida, cada vez los vez menos y muchos de ellos también se fueron de la localidad. Luego, ésta se va transformando y cada vez cuesta más reconocerla. 
No es aún mi caso, pero me temo que pueda serlo dentro de poco. Por lo pronto, deseo que sigan vivos esos pequeños nexos de unión porque siempre he considerado que hay que ser fiel al terruño y a las raíces. De hecho la foto que actualmente preside este blog es un homenaje a la tierra.

15 julio 2013

ENTRE EL RIGOR Y EL HEDONISMO

Reflexionaba ayer sobre la importancia que tiene la irrupción de la vida social en el régimen -más o menos cerrado- de los entrenamientos. Los corredores aficionados tenemos ciertas contradicciones en ese aspecto, pero hay que intentar no vivirlas como tales. Me explico. 
Por lo general, entrenamos un mínimo de tres días por semana. Y para cualquier corredor aficionado medio-avanzado o avanzado que se precie ese mínimo ha de ser sagrado. Además, se da la circunstancia que cada uno de esos entrenamientos no consiste en una mera sesión de jogging de parque de ciudad, cuatro o cinco kilómetros a ritmo muy trotón. Nada de eso. Cada sesión se habrá de convertir en un entrenamiento mínimo de diez kilómetros serios, con ritmos mínimos por encima del trotón -cada cual marcará su ritmo-, no inferior casi nunca a los 5'30'' el mil. Pero la sesión no terminará ahí ya que cada una de ellas exigirá un mínimo de calentamiento y no menos de 15 minutos de elongamiento posterior. Y eso exige dedicación.
Sumado a eso, esos 30 kilómetros mínimos semanales no serán posibles si durante toda esa semana -mucho más los días de descanso- no existe cierto orden en cuanto a la nutrición y la ingesta de líquidos varios o, en general, un estilo de vida saludable, que conllevará un mínimo de descanso y cierto orden. Y ahí es donde radica la contradicción.
Lógicamente, en unos corredores más que en otros. Para algunos esta dualidad se convertirá en un quebradero de cabeza, por la sencilla razón de que les atrae tanto el régimen cerrado de entrenos como las salidas sociales -nocturnas, por lo general-; pero para otros, eso no será un problema, por la sencilla razón que su régimen social está en un plano muy atrasado con respecto al del entrenamiento. No obstante, el asunto se estropea cuando a éstos últimos, en ocasiones, les da por dejarse llevar por el sosiego que suponen las alternancias sociales, principalmente ahora en periodo estival. Y como no es su costumbre, su rendimiento cae enteros.
Una reflexión que viene a cuenta de mi propia experiencia durante la semana pasada. Una semana dividida entre el entrenamiento y el alterne social y nocturno. Por lo general, pertenezco a ese segundo grupo de corredores que no suele frecuentar el ámbito 'farrero', pero cuando eso ocurre -y ocurre poco, lo confieso, por decisión propia- el entrenamiento se convierte en una birria. Hago la mitad de kilómetros y esa mitad nos lo hago con la dedicación y nivel que quisiera. Además, cuesta arrancar y centrarse en un ritmo normal de entrenos.
Pero comprendo y aconsejo que -como siempre digo- el corredor aficionado tiene la ventaja sobre el profesional de poder entregarse con mesura al dios 'Baco' y al Hedonismo. Lo importante es ser ecléctico y concienzudo. En otras palabras, no perder la cabeza ni en una cosa ni en la otra.      
        

29 mayo 2013

¿TE LLEVARÍAS EL CORRER A UNA ISLA DESIERTA?

Siguiendo las sabias recomendaciones de Alfredo -a quien por mucho que lo parezca, no lo conozco físicamente, o eso creo- y dejándome llevar por mi propio sentido común, no podré anunciar -como preveía- que correría la Media Maratón de Montaña La Calahorra-La Ragua. Lo lamento de verás, sobre todo cuando ya estaba preinscrito. 

Pero la leve dolencia del gemelo izquierdo exige cordura. Y para nada me gustaría reproducir esos malos momentos de incertidumbre que tuve en las primeras rampas de Órgiva. Principalmente, porque la prueba de La Ragua es otra historia muy distinta a la de Órgiva. Os lo puedo asegurar por partida doble (2008 y 2009) 
Ahora toca descansar y aplicarme todas esas mejoras técnicas que relataba el otro día (electroterapia, ultrasonidos, ultravioleta...) y aprovechar estos días festivos en Granada para alejarme del mundanal ruido unos días y olvidarse de correr. Nada vendrá mejor que un corto viaje pare regenerar y volver con más fuerza para asumir las pruebas que aún quedan antes de que llegue el tórrido verano (Valle de Lecrín, Río Dílar y Huéscar si es que decido ir, que creo que no). 
Un largo verano por delante para entrenar, para subir cuestas, para bajar laderas, para correr entre olivos, para atravesar cortijos y pueblos, para alzar la vista  y contemplar la recta que  nos queda por recorrer. Mucho que correr, mucho que contar. 
Porque la vida de un corredor popular se estructura en base a esa agenda, que te puede asfixiar y dar vida a partes iguales, pero que es la que nos gusta y la que hemos elegido.
Yo siempre lo digo a los amigos: es probable que en la vida pocas cosas tenga claras; en pocas haya puesto fe; o, sencillamente, en pocas crea. Pero siempre se salva el correr. Una de las pocas cosas que uno se llevaría a una isla desierta (tipo Lost) si se considerara un bien tangible. 
Permitidme por último para amenizar esta entrada que os reproduzca el anuncio sobre bares que mi amigo y Alter, Jesús Lens, ha reproducido en su blog y que tiene que ver mucho con lo que el piensa y escribe sobre los bares (y el cine, en su caso). Yo he escrito también varios artículos y relatos sobre los bares y éstos están muy presentes en algunas de mis entradas ¿de dónde creéis que surgió si no  aquel término que acabo en grupo: Las Verdes? 


28 mayo 2013

ALGUNAS RAZONES PARA CONTINUAR POR AQUÍ

En ocasiones tengo mis crisis de creatividad -como todo el mundo- y es entonces cuando me pregunto el por qué de administrar este blog; incluso las tengo cuando veo mis artículos publicados en prensa o en otras publicaciones físicas o virtuales. Creedme si os digo que en esas ocasiones me siento como desnudo y expuesto a las miradas. 
Cuando he escrito algún relato y lo he publicado en alguna parte también me ha ocurrido en ocasiones; y hubo un momento en los que me sentía extraño publicando poesía en alguna revista o en algún libro de poesía conjunto. 
Y es entonces, en esos momentos de interrogaciones descarnadas, cuando considero muy seriamente revisarlo todo. Fue a esa conclusión a la que llegué cuando cerré el mítico 'Diario de un corredor' y debéis creedme nuevamente si afirmo que han sido muchas las ocasiones en las que casi he decidido cerrar este espacio virtual. Por suerte, en todas esas ocasiones, esa fiebre es poco duradera y, finalmente, siempre hay otras circunstancias que compensan seguir en la red, sin otra satisfacción que la de escribir, comunicar y compartir, que no son divisas nada desdeñables en este momento histórico de codicia y en la que todo parece tener un precio cierto, sin que precio y valor tengan nada que ver en muchas ocasiones. 
Muchos de los motivos por los que uno decide continuar son exógenos y es ahí cuando vosotros-as, apreciados lectores y amigos, entráis en juego. Son muchas las ocasiones en las que escribir es llorar y pareciera que las palabras virtuales y físicas se pierden en la nada (como lágrimas en la lluvia), sin remedio, pero entonces, de pronto y sin previo aviso, un comentario, un reconocimiento virtual o real en la calle, unas palabras mínimas, algunas entradas y artículos reproducidos en otros blogs y foros (a pesar de algún que otro plagio incluido como denuncié no hace mucho con relación a una de mis entradas más reproducidas) o sencillamente el rebosante contador de visitas hacen que uno elimine de golpe esos pensamientos negativos. Esta tarea no es nada fácil y a lo largo de los años uno comprueba cómo cada vez se hace más complicado escribir algo sin que sea repetitivo e, incluso, comprobar con cierta tristeza como gente que comentaba asiduamente deja de hacerlo, algo que se compensa en parte con la nueva gente que se incorpora en algún momento. Nada que objetar; es ley de vida y poco de lo que ocurre en el mundo digital es distinto a lo que ocurre en el mundo real. Son mundos paralelos.
Pero de todo, lo que quizá más satisface a un bloguero es comprobarse citado en otros blogs amigos, ya se trate de gente a la que conoces físicamente o no. Y en ese sentido, mucho me han agradado estas palabras de un amigo remoto que gusta de la literatura y de la fotografía desde esas Islas que desde aquí en la península llamamos afortunadas: Os dejo con las palabras que José Gerardo escribió hace unos días  en su original blog de nombre poético 'Arena y Sal' (cuanto me gusta ese título) a cuento de una fotografía mía de la Alhambra que en algún momento inserté:  

Arena y Sal


 'Rulando por algún que otro blog, siempre nos encontramos sorpresas de gran calibre, maravillas que han salido de la mano del hombre y que muy raras veces, los que vivimos fuera, tenemos la oportunidad de admirar, "nos pilla un poco lejos".

Por esas tierras corre más que vive un chavalote que, cámara en mano, para, en un instante, tanta belleza; ya desde la distancia lo es; parece como si el clima quisiese echar una mano, ponerle su toque de color y su luz a tanta hermosura.
José Antonio, el de las Opiniones Intempestivas, a la par de preparar el trote por la zona, desde un punto de privilegio, el Sacromonte granadino, ¡clic, clic!, y momento para siempre, enésimo retrato, que no el definitivo, de la Alhambra.
No le daré las gracias, porque él ya es afortunado con publicitarlo al mundo, ni le pediré más momentos, ya él los plasma cuando los encuentra, ni tan siquiera le diré lo maravilloso que es el motivo, él sabe que lo es.
Tan sólo animarlo, para que siga subiendo éste y más momentos, para que, con el permiso de ustedes, nos alegren el rato, nos deje boquiabiertos ante tanta hermosura.'



Gracias sinceras.  

11 marzo 2013

HACIA LA MUERTE TERMINAL DE NUESTRA DEMOCRACIA

Desde mi perspectiva, muchas altas instituciones en este país podrían estar a estas alturas en estado de desahucio y descomposición si nuestra transición hubiera incluido mecanismos de transparencia para la democracia que se acababa de entrenar. 
Muchos 'padres de la patria', por entonces, consideraron que estando recién llegados de una dictadura y con una cruenta guerra civil cuarenta años antes, poco se podía hacer. Pero yo creo que sí se podía haber hecho mucho más, porque poco o ninguna relación tiene el haber pasado por esas dos etapas históricas tan perversas y el haberse dotado de mecanismos de transparencia. Hubiera bastado tan sólo con haber seguido el modelo de las democracias europeas más asentadas. Pero no se hizo y ahora estos gazapos se han de solventar en plena tormenta y con una democracia que hace ya tiempo dejó de ser menor de edad.
Esa falta de transparencia y trapisondía la parecen todas las instituciones altas de este país, pero en poco tiempo se comenzarán a ver las obras de restauración de una de las más principales: la monarquía -Jefatura de Estado-, en la que centraré esta reflexión. 

De hecho, no es un asunto que tan sólo competa a los propios integrantes de la Casa Real, también compete al conjunto de la sociedad, por un motivo principal a mi modo de ver: la institución menos democrática no puede seguir haciendo las cosas a su manera en una pretendida democracia. Es cierto, que lo ha estado haciendo hasta ahora, pero ya ha llegado el momento del punto y final. Opino, que de alguna manera todos -en mayor o menor medida- somos cómplices de mirar hacia otro lado con relación a las abusivas prácticas de esta institución. Entre todos hemos sido permisivos y hemos creado al monstruo, que ahora, ya crecidíto y desagradecido puede acabar devorándonos. Una especie de vuelta al mito de Frankestein.  
El proceso de putrefacción de esta alta institución es connatural a su esencia, que deriva de periodos históricos en los que la democracia no se sabía ni pronunciar, a pesar de que los griegos ya dieron lecciones más que precisas antes de nuestra era cristiana. 
Pero ocurre que nuestro país ha llegado tarde y mal a todos los procesos históricos renovados y en este país ha habido demasiada poca predisposición desde siempre a la transparencia y a la honradez; baste con leer nuestra historia desde que España se integra en la modernidad para comprender que por esta piel de toro tan sólo han pasado desarmados, bribones y trepas, con alguna que otra excepción que pronto se han procurado de quitar de en medio.
Y para colmo, somos un país tan recalcitrante, que no contentos con su nefasta impronta, volvemos a solicitar que nos reinen los borbones, símbolo de todos los males que ha sufrido este país. Así somos. 


Pero volviendo a nuestros días y siguiendo con el hilo argumental, considero que en un plazo más o menos corto, la monarquía española actual ha de sufrir una catarsis obligatoria porque no es de recibo que se sigan sucediendo los escándalos a que nos tienen acostumbrados sus miembros. No en una democracia que pretende serlo, porque ¿qué país serio se puede permitir la opacidad que se permite nuestra Jefatura de Estado? ¿Cómo es posible que se escondan los escándalos tan descomunales a los que estamos asistiendo? Necesitamos saber de una ver por todas todo lo que se está ocultando con la complicidad de los partidos políticos y el gobierno. Necesitamos saber de una vez por todas la relación de los negocios de Urdangarín con la Casa Real; necesitamos saber con exactitud en qué se gastan los fondos públicos de la Casa Real, hasta el último céntimo de euro; y necesitamos saber -por hablar tan sólo de lo último- quién es y qué papel desempeña o ha desempeñado la famosa princesa alemana y todo eso necesitamos saberlo ya, antes de que esta vencida democracia entré en un estado de muerte terminal, si no es que ha entrado ya.
Es más, ni tan siquiera reclamaré aquí la necesidad de una república porque tampoco me parece interesante la entrada de este sistema político si tan sólo es para limpiar por fuera 'los sepulcros blanqueados'. De nada serviría una hipotética III República si se continúan con estos mecanismos de opacidad, mercadeo, falta de transparencia y supuesta corrupción. De lo que hablo es de otra cosa. Hablo de mecanismos democráticos puros; de mecanismos que aseguren un Estado de Derecho real, en el que la separación de poderes sea efectiva y que tan sólo el imperio de la ley sea el inicio y el final del camino, sin distinciones en función de quién se sea, qué se represente o de dónde se derive. 
¿Es mucho pedir? Me temo que sí.    

10 marzo 2013

UNA MUJER TRABAJADORA GUAY

El pasado viernes fue el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y mientras tomaba una cerveza en una bar del centro de Granada reflexionaba sobre algo que tenía delante de mis ojos a raíz de lo que en ese momento escupía el televisor: una tipa de un partido, que se desgañitaba -bien vestida, bien peinada ella- ante un buen número de periodistas teorizando sobre los derechos de la mujer trabajadora; ella misma también mujer trabajadora guay a la que seguramente le estuviera esperando su coche oficial en la puerta. Con un par, como diría Pérez- Reverte.
Allí cómodamente sentada ante un sinfín de micrófonos de todos los colores, sintiéndose una diosa, se erigía en portavoz de todas esas mujeres abnegadas, es decir, dando ejemplo de mujer ídem. Y, claro, es para indignarse.... Pero en fin, hablaré de ello largo y tendido en los próximos días que no quiero hacerme competencia (ya me basta con que me plagien).
  

31 diciembre 2012

UN AÑO DA PARA MUCHO.

Un año da para mucho. O para poco. Depende de nuestra actitud y de las circunstancias personales. Puede ser un año fatídico y puede ser un año redondo, pero no estaría mal que fuera un año normal, sin más. 
Los que corremos habitualmente, podemos perfectamente resumir el año por kilómetros y por carreras. Es una buena referencia. Pero lógicamente, el año no se nutre solo de eso, aunque 'eso' sea lo que quizá hagamos con más constancia, al menos, en lo que se refiere a práctica deportiva. Una práctica deportiva que está presente, haya frío, lluvia, nieve o calor. Siempre está ahí; como lo está esa extraña estatua en mitad de la calle por la que pasamos cada día o ese árbol, que con hojas o no, floreciendo o no, con fruto o sin él, siempre está ahí, inmóvil, constante, presente... 
Un año, que en sus doce meses y sus trescientos sesenta y cinco días, sus ocho mil setecientos sesenta horas y sus doscientos diez mil doscientos cuarenta minutos, se despide dejándonos algo más pobres y mucho más desesperanzados con las instituciones, las leyes y la clase política de un país que cada día va más a la deriva y que permite que su clase pudiente siga aferrada a sus privilegios mientras que liquida progresivamente el estado de bienestar y la ciudadanía se desangra postrada en el desempleo, la carestía de la vida y la fuerte carga impositiva; y que observa cómo son cada vez más los jóvenes preparados que optan por traspasar las fronteras, mientras que recibimos una cada vez más preocupante inmigración social, que no funciona ya como contingente de mano de obra. 

Pero a pesar de todo seguimos haciendo kilómetros y compitiendo, completando este año menos kilómetros que el anterior, por la lesión de principios de año, y un total de 11 competiciones, de las cuales cinco han sido en la distancia de media maratón. Y, también, escribiendo. Han sido 247 las entradas escritas y varios cientos vuestros comentarios. Entradas en las que ha habido reflexión, correr, deporte, literatura, relatos, cuentos, artículos en prensa, cine, libros, vídeos musicales, viajes, fotografía música...y una lista interminable de asuntos. Ese es el sustrato que mueve este blog, que no es más que la plasmación del espíritu de su autor. 
Esperamos, por tanto, para el nuevo año que las circunstancias y las actitudes no sean muy cambiantes y podamos seguir compartiendo kilómetros y este espacio virtual. Pero eso nunca se sabe. 

Un venturoso y buen 2013 para todos y todas.  

PRUEBA DE ALHAMA


PRUEBA DE SALOBREÑA
PRUEBA DE HUÉTOR TÁJAR



PRUEBA DE ÓRGIVA

PRUEBA DE VALLE DE LECRÍN 

PRUEBA DE OTURA


MEMA DE GUADIX


MEMA DE MOTRIL
MEMA DE GRANADA

MEMA DE JAÉN





MEMA DE CÓRDOBA




UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...