Muchas películas hoy día poseen un guión basado en hechos reales, pero eso no garantiza que sea creíble lo que cuentan o que la dirección de la película sepa recrear certeramente lo que ocurrió. Pero ese no es el caso de esta excelente película de Danny Boyle (Slumdog Millonaire, 2008; Trainspotting, 1996).
Basada en el libro del montañero Aron Ralston, que cuenta las terribles sucesos vividos en una grieta en los cañones de Utah, esta película penetra en la mente del espectador con un asombroso realismo vivencial, algo que no es fácil de conseguir en cine.
Hoy día, en el cine actual, existen muchos artificios para procurar que lo que se narra cale en el espectador, pero todos esos artificios no aseguran una total compenetración entre las imágenes, la historia que se cuenta y el espectador. Sin embargo Boyle, como ya ha demostrado en las películas anteriores indicadas, consigue con mucha maestría que sus historias, sus imágenes penetren en la psique del espectador sin necesidad de artificio alguno. Yo creo que esa es su grandeza como director.
Lo consigue sobradamente en 127 horas, pero no descuida otros aspectos narrativos fundamentales, algo difícil de conseguir cuando se trata de una película que ni tan siquiera llega a ser coral. Para conseguir ese efecto ha obtenido la inestimable ayuda de un actor de raza, James Franco, uno de esos escasos actores que interpretan con gestos, miradas, muecas..., como ya demostró en la saga de Spiderman.
Además, el director británico no descuida en absoluto la banda sonora, algo que ya descubrimos en Slumndog Millonaire y Tranispotting. Por tanto, nos encontramos con una película que cuenta con todos los ingredientes que tiene que tener el buen cine de este director, cuyas películas van camino de convertir en cine de autor, si no lo son ya.
Imprescindible.