25 enero 2012

CORRUPCIÓN: MARCA ESPAÑA



Hay días –los más- que te desayunas con asuntos tan intragables que, como diría Pérez-Reverte, dan ganas de echar la pota. Porque de que otra forma se puede interpretar lo que está pasando en este país en todos los estamentos del poder, sin excepción alguna. Y para colmo se cierne sobre tu cabeza de ciudadano una permanente amenaza de bajarte el sueldo, subirte los impuestos y, en definitiva, casi pedir perdón por tener un trabajo el cual has conseguido por oposición después de dejarte las cejas ante un flexo en algunos casos y en otros tras años y horas de trabajo en una empresa privada en condiciones lacerantes y con la amenaza permanente de irte a la puta calle. Y todo eso, en el mejor de los casos.
            Por contra, abres cualquier página de un periódico, real o virtual, o escuchas cualquier noticia y  compruebas que todo son golferías ejecutadas por representantes de las más altas instituciones del Estado, llegando a la conclusión de que todo está podrido y que, además, estamos siendo estafados por esa clase política y dirigente que sólo vive para cubrir sus intereses y los de los suyos. Esa ha sido la historia de este país en los últimos lustros. Lo han tenido tan fácil que causaba risa.
            Te desayunas, por ejemplo, con el asunto Urdangarín, que lejos de ser un asunto particular como lo quiere hacer ver la propia Casa Real y los partidos mayoritarios, en mi opinión, no es más que la cabeza visible de algo de mucho más calado que se está ocultando a marchas forzadas porque ya se comienza a sospechar que ese tipejo no podía estar sólo ante la magnitud de lo que ha montado. Y, al mismo tiempo, te desayunas con la aseveración de que su mujer la Infanta Cristina no se  le imputa porque nada sabía pero sí se lucraba y te cuentan que nada tiene que ver que sea la hija del Rey.
            Por su parte, cuando llevas dadas tres bocados a la tostada con aceite de oliva te cuentan lo de los ERES, las ayudas al empleo y toda esa corrupción institucional generalizada en la que está inmersa la Junta de Andalucía, que va camino en convertirse en una especie de organización al servicio de la delincuencia organizada. Te cuentan lo de la coca del chofer del ex Director General de Empleo  y lo de las comisiones del hijo de Chaves, ese prohombre de la causa andaluza que ha hecho de la autonomía y  la democracia su gran negocio y te sientes gobernado por presuntos delincuentes, por una casta política que es capaz de matar antes de perder privilegios.
            Luego te cuentan lo del caso Gürtel y el asunto de los trajes de Camps y Costa y te preguntas que cómo es posible que exista gente tan dispuesta a sufrir el más espantoso ridículo en un juicio mediático a cambio de unos trajes, pero acabas cayendo en la cuenta que seguramente no se trate de unos tristes trajes y estemos hablando de cosas de más calado, por lo que ese cáliz del ridículo en la sala de juicios con las cámaras de televisión reflejándolo todo no es más que el alto precio que hay que pagar por unos supuestos suculentos negocios de los que no conocemos las ramificaciones profundas que tendrán.
            Pero abundando más, te detienes a pensar sobre qué estará también pasando en la justicia cuando miles de ciudadanos salen a la calle porque el sentido común no admite que el proceso de una chica asesinada en Sevilla acabe tan sólo con una pena cuando eran varios los implicados; o que el juez Garzón, con todos sus errores, carencias, megalomanías y todo lo que se quiera acabe juzgado antes que los miembros de esa red de delincuencia organizada que investigaba y que está en el entorno del actual partido en el gobierno.
            Y sí, antes de acabar la tostada con ese rico aceite de los Montes Orientales sientes unas nauseas que van invadiendo tu estómago, acumulándose toda esa pota que estás a punto de echar si no apagas la radio a tiempo. Te acabas sintiendo sodomizado ciudadano de una país que sólo ha sabido subsistir a base de corrupción, privilegios y prebendas, un país en el que la pretendida prensa libre ha ocultado o ha plasmado lo que sus intereses empresariales le han dictado, un país en el que las leyes, el poder y la influencia han dado alas a esos turbulentos vientos de la corrupción y la podredumbre.  



3 comentarios:

  1. Comentario propio: al poco de escribir esta entrada salta la noticia de no culpabilidad de Camps y Costa a pesar de las muchas pruebas aportadas por la acusación. Me parece alucinante y dice poco sobre la fiabilidad del jurado popular.

    ResponderEliminar
  2. La justicia puede decir lo que le de gana ya que en el tribunal de la calle este tipo hace tiempo que fue declarado culpable.

    ResponderEliminar
  3. Disiento y mucho. Esto ha sido más un juicio de la brunete-mediática- izquierdosa y del anterior partido en el poder que no soportaba las continuas mayorías absolutas en Valencia y han ido a destruirlo por dos trajes. Han salido no culpables, quién les devuelve su honor y su honra?
    Esos mismos que abrían un día y otro los telediarios de mañana , tarde y noche con el juicio a Camps no abren la boca sobre Pepiño, la multicorrupción en Andalucía ect.
    Creo que Camps al dimitir de Presidente después de una nueva mayoría absoluta pagó con creces su responsabilidad política y personal.
    SaludoSS.

    ResponderEliminar

Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

NUEVOS PROYECTOS LITERARIOS YA CONSOLIDADOS

  Me refiero a nuevos proyectos literarios ya consolidados, porque por su propia naturaleza un proyecto no es otra cosa que una intención qu...