
Porque me he vuelto cada vez más prudente. En lo que se refiere a correr.
Esa prudencia significa que no trotaré hasta el 10 de junio. Uno aprende a escuchar su cuerpo, a escuchar su diezmado gemelo izquierdo, su tendinitis, en fin, uno pone el oído y escucha su cuerpo y sabe que tiene que detenerse para poder seguir corriendo.
Por tanto, no hay opción: ni estaré en Huétor Tájar el sábado 22, ni en Órgiva el 30 de mayo.
La opción es coger la bici, pero no sé cuando llegará ese día. Antes hay que ajustarla.
Por tanto, largos paseos, Compex a tope, abdominales, estiramientos, flexibilidad y, lo más importante, intentar no variar el peso.
Porque llega un momento en el que tienes que optar: o seguir corriendo con problemas musculares y tendinosos, o bien detenerse el tiempo necesario y seguir corriendo siempre. Es algo a lo que ya me he acostumbrado, porque todos los años se repite ese ciclo. Y cada año se cumple un año.
Unos meses excelentes, desde la anterior lesión, es decir, desde octubre de 2009. Meses en los que he entrenado bien, he competido a un nivel muy similar al de los mejores tiempos, buenas sensaciones, ningún dolor, excelentes pulsaciones tanto en reposo como en carrera....en fin, unos meses a tope, de disfrute total.
Y como no quiero dejar de percibir todas esas excelencias ni renunciar a correr, ¿ qué importancia tiene parar durante veinte días o un mes ?