-No, señor fiscal. Esa acción siempre corría a cargo de la banda a la que aludí en mi declaración ante la policía.
-¿Entonces, qué papel representaba usted en esta trama?
-Yo era quien suministraba el material.
-¿Suministraba el material?
-Sí. Era quien se encargaba de atraer a los poseedores de marfil.
-Es decir, ¿a los elefantes?
-Sí, señor. Así es.
-Pero, ¿no se da cuenta que esa acción, además de delictiva, le convierte en un traidor a los ojos de su propia especie?
-Lo sé, señor fiscal. Ahora comprendo que mi ambición ha ido demasiado lejos. Yo quería salir a cualquier precio de aquella aldea perdida en algún lugar de África. Y ahora me encuentro con que me está vetado entrar. Ni tan siquiera para ver a mis ancianos padres que, además, me entregaron su marfil para que yo buscara un futuro mejor. Ahora sé que la he jodido.
Dos cosas, muy bueno el cambio de portada, alegría, mucho color, que andamos primaveriando... me gusta.
ResponderEliminarLa otra, muy elocuente el post, a más de cuatro ppetras se lo daba a leer, a ver si nos dábamos cuenta de que el pueblo está hasta las... de que les hayan robado el poco marfil que tenían. También se la daría al colirivero que gobierna por aquí, que se lo gasta públicamente en helicópteros y vino.
J. Gerardo, se trata de una zona del pantano del Cubillas, muy cerca de la capital y lugar por el que troto. Es un sitio bonito.
EliminarLa diferencia es que pocos acaban arrepintiéndose como nuestro amigo elefante. Quizá lo más insufrible de la clase política palurda que nos gobierna es esa soberbia sin límites.
Ya sabes, tenéis que dejar de votarle para que pague el vino de su bolsillo. Entonces, quizá, beba menos.
Un abrazo.