20 marzo 2014

EL GRANADA C.F. UN GIGANTE CON LOS PIES DE BARRO (UNA ENTRADA DE FÚTBOL)

El equipo de nuestra ciudad, el Granada C.F., es un gigante con los pies de barro. Se bate cada domingo en descomunal batalla con gigantes pero sus pies son débiles. Y si es cierto lo que dijo  el rey Alfonso X, apodado “el sabio”, acerca de que una gran batalla puede perderse por la ausencia de una herradura en una de las patas de un caballo, aquí nos encontramos con un problema: un equipo en la élite que no cuenta con patrimonio propio, nos posee ni campo propio, ni tan siquiera una mínima ciudad deportiva y aunque al parecer bien gestionado no lo está por gentes de estas tierras y ni tan siquiera cuenta con una masa social solvente que le apoye. Todo lo más una garantía de veinte mil espectadores cada domingo, que tampoco da para mucho de acuerdo con los desbordados  presupuestos del fútbol español. Es decir, que puede estar faltando más de una herradura.
Por indicar un solo dato más de esta situación cadavérica: su segundo equipo, el Granada B, al contrario de lo que ocurre con los segundos equipos de la mayoría de los equipos de primera división, se encuentra en una categoría en la que aún muchos de sus integrantes tienen campos de tierra, que es algo muy sangrante y grave en  esta época de césped artificial sin límites. Por tanto, todo pende de un hilo. Pende de la decisión de unos inversores que se encuentran lejos, en la transalpina Italia y que seguramente actúan de buenísima fe, pero son inversores, viven del fútbol, éste es su negocio.
            Pero está claro que no hay muchas más opciones como se ha podido ver en los últimos treinta años. O ésta o volver a naufragar en los paroxísticos pozos de la segunda B o, incluso, de la tercera, que también el equipo ha mordido el polvo en esos campos donde la venta a precio de saldo de la dignidad y la historia se ponía a precio de saldo.  
            Y es que el fútbol es así. O lo tomas o lo dejas. Funciona con grandes sumas de dinero y es una opción de negocio como otro cualquiera, si bien aquí se mezclan negocio con pasión  y esas mezcla no siempre aconsejable, aunque en ocasiones sí.
            Ocurre que cuando el Granada se mantenía estable en primera hace ya más de treinta y cinco años el fútbol no era sólo negocio; o al menos, no existían esas cifras mareantes que ahora existen. Luego, la ciudad, su masa social y sus socios podían mantener sin demasiados problemas un club en la primera división. Pero el presupuesto del fútbol creció en proporción inversa a la riqueza de esta ciudad y ese hecho puso al club en el sitio económico que le correspondía. No había para nada más.

            Ahora es probable que se viva un espejismo, porque ya sabemos lo que ocurre con los inversores: van donde está el negocio. De ahí, que la Granada futbolera, la que suspira cada domingo por el equipo deba de pensar en soluciones sólidas siendo, quizá, la primera dotarse de una ciudad deportiva, de una cantera, en definitiva, de un patrimonio y un futuro, que probablemente sean los mejores antídotos para tiempos de vacas flacas, que vendrán. 

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