20 febrero 2012

"SÍMBOLO DE LA CORRUPCIÓN Y LA DESHONRA"


Me refiero a San Telmo. O más bien nos referimos, porque en puridad esa frase que da título a esta entrada no es mía, sino del comprometido manifiesto que fue leído al final de la manifestación que volvieron a protagonizar los funcionarios y laborales de la Administración General de la Junta de Andalucía el pasado sábado, 18 de febrero. 
Y fue en ese manifiesto en el que se tiró de las orejas a quien ("aquí sigue faltando mucha gente") debía de estar allí y no estuvo. Una ausencia de más de veinte mil almas, que se dice pronto. Las mismas que sí estuvieron en aquella macromanifestación del 13 de noviembre de 2010 y que ridiculizó a Canal Sur, nuestro ente público (eso me ha costado escribirlo), porque esta excelsa cadena de televisión y radio que pagamos -y bien- los andaluces se dedicó en aquella ocasión a desinformar menguando -como ya denuncié aquí en su día y en una carta aparecida en el diario El Mundo- la asistencia a la manifestación y dando la noticia en un modesto cuarto lugar tras informar sobre lejanos sucesos que en esos días ocurrían en una país de la Asia profunda. 



Pero para no perdernos en detalles escabrosos, sigamos glosando el correctivo que si infringió en esa buena arenga a todos esos compañeros -y compañeras- que faltaron en la primaveral mediodía del sábado y, de camino, preguntémonos sobre el porqué de su ausencia. Veamos. 
Los menos de diez mil que sí estuvieron han comprendido un mensaje que probablemente no lo hayan hecho los veinte mil que allí no estaban. Un mensaje que desde noviembre de 2010 hasta nuestros días -más de un año, evidentemente- no ha hecho más que manifestarse, agrandarse y hasta emponzoñarse. Probablemente sea un mensaje que haya tenido variantes a lo largo de ese año y pico pero que deja su esencia al descubierto: mucho nos tememos que estamos gobernados por un gobierno autónomo presuntamente delincuente (añado lo de presunto, que es la vía más garantista de no verme enchironado, que sé que esto se lee en toda Andalucía y nos tienen ganas). Presuntamente delincuente no solamente en nuestro sector de la función pública, donde las definiciones de autoridad, independencia, legitimidad, fiscalización de fondos públicos y todos esos conceptos jurídicos que estimábamos consagrados, han sido tratados como se trata a la materia orgánica al tirar de la cadena, algo que en palabras más técnicas y precisas ha dicho ya la Sala de lo Contencioso del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía: desprecio absoluto al Estado de Derecho. Pero no queda ahí la cosa. 



Todos sabemos que hay una jueza de nombre Alaya que cuando sale en televisión o en prensa va siempre arrastrando un troiler. Es la jueza de los ERES y la de los fondos para el empleo, la jueza que está tirando del hilo de esos fondos de réptiles que al parecer han servido para hacer de esta parte de España una recreación muy precisa y amplificada de la costa sur italiana. Un lugar común de corrupción y podredumbre que mucho me temo será más amplio de lo que sospechamos. Y también por ese motivo los menos de diez espartanos de la función pública se encontraban el día dieciocho en Sevilla. Los menos de diez mil espartanos que comprendieron el mensaje que los otros veinte mil no han parecido comprender ocupados en su cotidianidad y sin ánimo de romper en mil pedazos un magnífico sábado de compras, de comida, de familia o de deporte. Aunque, como espartanos que son, a esos menos de diez mil eso no les importa demasiado, como no importó a Leónidas I y sus trecientos guerreros de Esparta, allá en la Grecia antigua, defender con sus vidas en el angosto desfiladero de las Termópilas la patria de todos sus compatriotas en aquella cruel Segunda Guerra Medica ante el sátrapa Jerjes I. Aquella gesta sirvió para que la naciente Europa no se postrara ante un tirano igual que servirá esa lucha de unos pocos para que Andalucía entierre a sus corruptos.    
Porque al final comprendes que el número de personas que luchan contra algo no es lo importante, sino la convicción continuada de unos pocos. De hecho, de poco sirve congregar a miles de personas en torno a una reivindicación si la mayoría no sabe -o no cree- lo que se reivindica, más bien al contrario: siempre se moverán más cimientos si unos pocos convencidos empujan en una misma dirección. Para ejemplo de ello no hay que irse mucho más lejos. Veamos lo que ocurrió al día siguiente. Todos sabemos que CCOO y UGT convocaron manifestaciones en contra de una aborrecible y nefasta reforma laboral y también todos sabemos que la gran capacidad movilizadora de ambos sindicatos llenaron las calles sin que, necesariamente, miles de manifestantes supieran a ciencia cierta qué hacían allí y ni tan siquiera hayan leído una línea de esa reforma. De hecho, ver en la cabeza de la pancarta a algunos líderes del PSOE ratifica muy claramente lo que vengo a exponer como ejemplo, los cuales se acodaban con ciudadanos honestos que sabían lo que reivindicaban y luchaban contra una reforma laboral tan salvaje como ésta, cuya explotación política y mediática están tratando de explotar unos cada vez más desacreditados líderes sindicales, animosos en sus proclamas y protestas sólo en función de quién gobierne.   
  

19 febrero 2012

CORRER TIENE UNA FRÁGIL MEMORIA


Causa sorpresa comprobar como las circunstancias actuales -una lesión, en mi caso- te apartan por caminos a los que hace poco eras fiel. 
Informaban en la radio sobre la celebración del Maratón de Sevilla y yo he he estado totalmente ajeno a esta noticia, cuando en noviembre mi propósito era repetir la participación de 2009.
No ha pasado mucho tiempo y ya siento la fecha muy lejana e, incluso, remota, anclada en otros tiempos. Así de ingrato es este deporte: atesora una frágil memorial. Es más, apenas hace unos meses de la Subida al Veleta y también ya me parece lejana y remota la fecha y la gesta. 
Sí, se trata de un deporte que no tiene apenas pasado. No vive de los recuerdos. Tal vez porque, como sí ocurre en otros deportes, este deporte es solitario y no existe demasiado componente social. Tengo recuerdos de mi etapa en el fútbol. Los goles, las victorias, las decepciones, todo se sigue compartiendo y reeditando de alguna manera porque no depende sólo del olvidadizo recuerdo personal sino que son vivencias compartidas con otra gente y a esa gente aún la ves por ahí y aún comentas todo ese trabajo de equipo. En el mundo del atletismo eso es mucho más difícil a tener vocación solitaria. 
También los corredores somos muy dados a infravalorar lo que algún día conseguimos por poco que haya sido. Si hemos logrado acabar un maratón, al cabo de algún tiempo siempre solemos sorprendernos de que hayamos llegado a meta o que hayamos corrido en un tiempo concreto. Lógicamente, esa visión decadente es mucho más patente cuando hay una lesión de por medio. 
Sin embargo, nada de eso que sentimos es demasiado real. De hecho, tras esos pensamientos negativos suele llegar el día en el que corramos otro maratón o varios y las aguas vuelvan a su cauce. 
Ocurre que la inactividad -más que la lesión- te suele despojar de ese ánimo competitivo o de ese entrenamiento intenso que de manera habitual hacías, y al despojarte de todo eso pareciera que tu pasado está vacío de kilómetros. En todo esto pensaba esta mañana, así que me despojé de las telarañas mentales y sabedor que no podría hacer un maratón por ahora, me deshice en pedales y me sentí fuerte subiendo repechos, haciendo kilómetros difíciles y sudando encima de la bici a la espera de tiempos mejores. Sin lugar a dudas eso refrescó mi memoria.  

17 febrero 2012

LIBRO: LA BALSA DE PIEDRA, de José Saramago


Lo he dicho y lo he escrito en múltiples ocasiones: la literatura de José Saramago me parece única y fascinante porque la pluma del escritor luso, ya desaparecido, está dotada de ingredientes que pocos escritores, contemporáneos o no, atesoran.
Si, como dijo Kafka, un libro no te hace el efecto de un martillazo en la cabeza no será un buen libro. Y, por lo general, las novelas de Saramago, por lo general, producen ese efecto, rastrean en tu conciencia, en tu percepción de las cosas y de la vida; Saramago disecciona las ideas hasta el punto de dejarlas descarnadas y sus imagen del mundo te deja indiferente, sin necesidad de hacer proclamas moralizadoras de las cosas y de la vida misma. Incluso sostuve en un artículo publicado en Ideal, que las novelas de Saramago en ocasiones se asemejan al ensayo.
Sin embargo, como ocurre con cualquier autor, no todas sus obras están al mismo nivel, algo lógico y normal, nada criticable.
Recuerdo que cuando leí Ensayo sobre la ceguera no pude dejar de asombrarme sobre su arriesgada literatura, algo que fuí constatando con la lectura de otras obras suyas tales como La caverna, Caín...Ahora le ha tocado el turno a La balsa de piedra, una novela de 1986 que especula con la idea de la separación de la península ibérica -España y Portugal- del resto de Europa, yendo a la deriva, que es un espectacular e inédito suceso que vemos contar a través de varios personajes españoles y portugueses (se hizo una película de esta novela de producción española en 2002, que tengo la curiosidad de ver para creerme que es posible hacer una versión cinematográfica de tan inaudita novela). 
Pues bien, glosado lo excelso, lo bueno, es conveniente ser sincero y decir que esta última novela leída del autor portugués no me ha logrado enganchar. Dispone de su mismo universo literario pero he ido arrastrando sus palabras hasta el final sin llegar a divertirme y, por tanto, tardar una eternidad en acabar el libro. 
Son cosas que pasan. En la vida y en la literatura.       

15 febrero 2012

CINE: SILENCIO DE AMOR (Francia, 2011)


Cuando hacía una pequeña glosa de "Silencio de amor" en el margen derecho escribí de forma expresiva: ¡viva el cine europeo! Esa expresión fue de satisfacción, esa que en ocasiones se siente cuando aparecen las letras de crédito al final de una película. Con ello no pretendía magnificar   -y mucho menos convencer-  las virtudes de esta película de Phillippe Claudel, simplemente expresaba mi momento emocional tras ver esta excelente película francesa, porque al contrario de lo que les pasa a algunos gabachos con nuestros deportistas de élite, a mi me gusta el cine francés. Tan es así que la he vuelto a ver en un intervalo breve de tiempo y he vuelto a mostrar la misma emoción.
En mi opinión, el buen cine tiene que tener una buena historia o varias y ha de estar aderezada de otros elementos que cada vez voy definiendo con más precisión: rodaje en exteriores -y en ese aspecto Francia gana por goleada no como en otros deportes-, buena banda sonora, sentimientos nobles, que no diabéticos y, sobre todo, si hablamos de cine europeo es convenientes que hable de las personas, de las ciudades (en este caso, Estrasburgo, sede de las principales instituciones europeas), de la sociedad en suma, de la forma de vida en Europa, porque soy europeísta convencido en cuanto a estilo de vida, en cuanto a su cultura, su música, sus conquistas sociales, su arquitectura, su pintura,su literatura... su arte en general, y todo eso a pesar de la Unión Europea y su unívoca obsesión por la pasta. Además, si tiene buena música y poesía, mucho mejor. Y de todo ello hay en esta película, que es la segunda dirigida por un prolífico escritor, ganador del prestigioso Goncourt de novela en 2003 y múltiplemente vendido y premiado gracias a su literatura de estructura sencilla pero muy emotiva, tal vez, como sus películas. Pero nada de él he leído, lo reconozco; por tanto, lo que conozco de su literatura es por testimonios indirectos.
Curiosamente en las pasadas navidades alguien del entorno familiar mostró interés por uno de sus relatos, La nieta del señor Linh, y ese dato y esa búsqueda me llevó a indagar en el autor, para descubrir que hacía pocos meses había visto -sin saber que se trataba de él- su premiada opera prima, una excelente película francesa: "Hace mucho que te quiero". Por tanto, se cerró el círculo con la adquisición de aquella obra y con la visión de esta su segunda película.


Ver este film un par de veces, ya digo, ha sido un enorme placer. Como lo ha sido saborear su música y descubrir la Tarantela, una pieza musical histórica muy cantable y muy bailable por los pueblos del sur de Italia y que es de origen siciliano, de la que se dice que nació para curar amores. E impagables también han sido los versos del poeta y músico siciliano Alfio Antico, cuyo título del poema ha servido para dar nombre en español a esta película. Un bellísimo poema que habrá ocasión de escuchar cantado en esos excelentes fotogramas finales de la película y que reza así: 

Te he amado desde la cuna,
te he dado dulzura miga a miga.
silencio del amor que corre por las venas,
me es imposible dejarte.
No lloréis vosotros, los olivos:
el amor y la ternura vienen de lejos.
Mi alegría, mi amada, soplo de mi alma.
Dame tu corazón, yo te daré mi vida.





14 febrero 2012

JULO CÉSAR: UN PORTERO CON ASPECTO DE SEMINARISTA

El nombre de Julio César Jacobi poco nos dirá -incluso a los más futboleros-, pero si decimos: es el portero suplente del Granada C.F, probablemente ya nos diga algo, a pesar de que mucha gente aún se preguntará quién es. 
Y sale aquí debido a una reflexión que me surgió cuando leía el lunes por la mañana el artículo que a él aludía a raíz de sus luces y sus sombras firmado por la fina pluma de mi buen amigo Manolo Pedreira, redactor de Ideal. 
Venía a decir Manolo que Julio César no tenía aspecto de portero sino más bien de seminarista. Y, efectivamente, este joven de 25 años, natural de Brasil, atesora un rostro beatífico que poca impresión de feracidad debe de dar en el área cuando se disponga a atrapar balones con más rápidez y destreza que sus naturales enemigos los "killers" delanteros del equipo rival. 

Y es que este portero de procedencia portuguesa -al parecer también fue suplente en el Benfica-, cedido al Granada, está en boca del mundillo futbolístico, incluso, allende de Granada, debido a sus grandes paradas y sus muy sonadas pifias. Y como resulta que la memoria es selectiva, traicionera y anárquica, no sé por qué me ha venido alguien a la mente que poseía -guardando las distancias- similares virtudes y similares defectos. Caprichos del destino. Y ese alguien no es otro que el suscribe, que también anduvo bastantes años en la ingrata tarea de arquero en las ligas provinciales. 
Cuando Julio César se automarcó el tercer gol ante el Villarreal, en una jugada inofensiva, fijé mi mirada en sus ojos cuando la cámara de televisión ofreció un plano corto. Y fue entonces cuando intenté averiguar qué pasaría por su cabeza, que podría albergar en ese momento un torbellino de desolación y desesperanza. Llevaba cuatro partidos como titular por mor de la lesión de espalda del titular y muy querido por la afición, Roberto Fernández; había cuajado una gran actuación ante el Málaga y el Betis, pero ante el equipo sevillano había errado también en el gol bético; sabía que todas las miradas estaban puestas en él; él se sabía observado y para colmo no contaba con prestigio, buena fama ni pasado glorioso, un perfecto desconocido. Y, ahora, de pronto, cuando el Granada podía incluso empatar y tras hacer un par de meritorias paradas, va y la pifia. Tierra trágame. Reconozco que me sentí mal por él y en parte también por mí, por mi pasado errático en esa demarcación. Para colmo su aspecto es pulcro, educado, casi débil y allí se encontraba sólo, en tierra hostil, alejado de su hogar, cedido por su equipo, automarcándose un gol que le podía apartar de la titularidad. 
Al día siguiente leí el artículo de Manolo e, insisto, sin saber porqué pensé en ese otro portero modesto que también solía liarla parda de vez en cuando; aquel que en opinión de gente sabia del fútbol podía llegar lejos si se le ofrecían las oportunidades adecuadas; aquel que fue valorado por jugadores  que fueron de la élite del fútbol nacional como son el caso de Emilio Baena -padre de mi amigo Emilio- y por Joaquín Calera, ambos jugadores del Granada en distintas épocas. Pero a aquel joven no se le dio la oportunidad de oro y acabó sucumbiendo. 
Probablemente no sea el caso de Julio César porque llegar a Primera División ya es triunfar pero mucho me temo que si su técnico, Abel Resino, no le tiende ahora la mano, como portero que él también fue, este chico con cara de seminarista acabe sus días haciendo bolos en equipos poco serios, porque no me cabe duda que existe un enorme potencial en este portero, tan sólo alguien debe de enseñarle a enmendar sus pifias y, tal vez, a hincar puñales con su mirada.                   
   

DOS CIUDADES ARDEN

Arde Atenas. Y arde Sevilla. Y no pensemos que los motivos son muy distintos: motivos económicos, en suma. 
A Grecia, todos sabemos que la están machacando de lo lindo. Vale, todos sabemos que los griegos han sido un desastre, mucho más cigarras que hormigas y que su clase política se podría considerar de la más despreciable de Europa por hacer de la cuna de la democracia occidental un pozo de corrupción, nepotismo e intereses (creo recordar que alguna griega ocupa una de las más altas instituciones de nuestro Estado). Supieron despojarse de una corrupta y decimonónica monarquía de vocación autárquica pero instauraron una supuesta democracia basada en clanes y  oligarquías y así les ha ido. 
Sin embargo, de ese error histórico no son responsable solamente ellos y el círculo se  cerró cuando sin control de sus balances entraron en la Unión Europea. Por tanto, al no estar cuadradas sus cuentas, Grecia, se ha convertido en un pozo sin fondo financiero que está poniendo al borde del abismo la moneda de los mercaderes europeos. 
Ese bocado de deuda es tan enorme como cuásar del que intentan sacar provecho los banqueros alemanes y franceses que al ver que la deuda comprada al país heleno puede ser no cobrada están poniendo a trabajar a sus títeres gobernantes: Merkel y Sarkozy. 
Y, claro, quién acabará pagando todo esto: ¡premio! los ciudadanos, ¿quién si no? Por tanto, éstos, los más activos, están quemando la ciudad griega como si de una nueva Roma neroniana se tratara. 
¿Y qué otra ciudad está ardiendo? En esto caso metafóricamente, sí, pero ardiendo a fin de cuentas: Sevilla. O mejor dicho el rancio poder sociata sevillano, nerviosos ante la perspectiva cada vez más cierta de que perderán el poco poder que aún les resta: la Junta de Andalucía. No hace mucho tenían múltiples opciones de acomodar a sus huestes en alguna lista electoral, alguna empresa pública, alguna fundación, alguna aberración jurídica de esas que ellos crean para colocarse..., pero todo esto ya se acaba. Y lo saben.    
Y como resulta que estos prebostes de socialismo andaluz, tan hombres de estado que son, ven cómo se le acaba el alpiste ahora comienzan a picotearse entre ellos. Algo muy similar a lo que contemplamos en los documentales de la 2 con las hienas: cuando no tienen donde hincar el hocico acaban devorándose entre ellas.  

13 febrero 2012

CINE: EL ÁRBOL DE LA VIDA (USA, 2011)

Comenzaré a hablar de esta película con una recomendación que normalmente se deja para el final. Y mi recomendación no será otra que me abstendré de recomendarla o no recomendarla. Ante este tipo de películas no me atrevo a valorar nada, porque tampoco sé si lo que he visto me ha gustado a mi mismo o no. 
No, no estoy perdiendo el juicio. Lo que ocurre es que estamos ante un tipo de película de esas que uno podría ver a regañadientes para luego alardear de cinéfilo; o sencillamente, estamos ante un tipo de película de la que es muy difícil hablar nada y uno prefiere dejarlo al albedrío personal de cada uno y de su forma de entender el cine. También podría darse el caso de tratarse de una película que un espectador podría abandonar en cualquier momento; o, por el contrario, tratarse de un tipo de película que un espectador podría visionar dos y más veces. 
Es todo tan extraño y tan complejo. Me explico. Uno lee el casting, las buenísimas críticas y la avalancha de premios y nominaciones y sugestionado por todo esto no le queda más escapatoria que verla. Ninguna película que protagonicen Brad Pitt y Sean Penn puede ser excesivamente mediocre, así que te lanzas a verla, pero ¿qué te encuentras? No sabría explicarlo. 
Tan sólo puedo decir de lo que opino personalmente al verla, que en absoluto tiene que coincidir con otras opiniones. Hay poesía visual. Hay una excelente fotografía. Hay una asfixiante gravedad en el mensaje. Hay tanta humanidad..., tanta profundidad. Se diseccionan tantos aspectos de nuestra infancia... - de cualquier infancia- Pero no sabría decir nada más.
Verla o no, eso lo dejo al albedrío y a la forma de concebir el cine que tenga cada uno.        

UN VIAJE A PARÍS (I)

Existen ciudades que pueden ser contadas y otras que tiene que ser visitadas para poder contarse. Entre estas últimas está París.      No es...