Cuenta esta película con una particularidad que no es fácil encontrar en todos los filmes de impronta juguetona: la seriedad del planteamiento. Y esa seriedad te aborda y atrapa desde el principio, entre otras cosas, porque el tema de la depresión como temática central no es un asunto con el que se deba de jugar de cualquier manera. Y eso parece tenerlo muy claro tanto el director como el guionista. Sería terrible que un tema tan tremendo fuera abordado con impronta comedística; de ahí el riesgo que supone jugar con el espectador.
Vale, es algo que ha funcionado muy bien en películas míticas como 'El golpe' o 'The Game', pero todos sabemos que en éstas está de fondo el divertimento y no otra cosa.
En 'El Golpe', pillos intentan engañar a pillos; y en 'The Game' la avaricia y el dinero hacen su jugada. Nada que objetar. Pero no funciona así con asuntos tan tremebundos como la depresión. Y es ahí -desde mi punto de vista- donde radica la calidad de esta película, al margen de la que tienen las interpretaciones -excelente Jude Law-, la fotografía o los diálogos, como citaba al principio.
Considero, por tanto, que estamos ante una de las mejores películas realizadas en 2013 -siempre desde mi punto de vista-, que, por supuesto, hay que ver.
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