La fortaleza de Marienberg (Foto de J.A. Flores) |
El puente de Carlos (Foto de J.A. Flores) |
Cuando llegamos a Würzburg -ubicada a unos cien kilómetros al noroeste de Núremberg-, ya en noche cerrada,
nos encontramos ante una ciudad solitaria. Una estación de tren propia de una
ciudad media de unos ciento treinta mil habitantes -contando todo su término-
conduce a la avenida principal, en la que afloran múltiples comercios y algunas
grandes superficies.
La
calle está partida por las vías del tranvía en sentido doble y es utilizada indistintamente
por vehículos privados y las sempiternas bicicletas. A lo lejos se aprecian altas
torres de múltiples iglesias.
-Esta
ciudad tiene muchas iglesias -nos dice A.L-.
No
podría afirmarse que me pareciera una ciudad triste ni que el frío fuera
considerable en ese momento para tratarse de una ciudad ubicada en el noroeste
del länd de Baviera, en la región de la Baja Franconia.
Un
posterior callejeo por la ciudad nos abre una ciudad mucho más amplia, dotada
de esplendoroso alumbrad navideño, el cual contrasta con la soledad de la
ciudad. Los puestos del mercadillo navideño, silentes y ya clausurados, no nos
ofrecen argumentos para creer en su alegría.
Pero,
posteriormente, el romántico puente de Carlos sobre el río Meno, el cual
desembocará en el Rin, nos sorprende por su belleza y nos invita a unas vistas
nocturnas protagonizadas por la fortaleza de Marienberg, que se corona orgullosa a
la izquierda y un cauce fluvial amplio y caudaloso.
El
resultado del agradable callejeo por el centro de la ciudad nos convence de que
se trata de una ciudad próspera y que, a pesar de la casi total destrucción
infringida por la aviación británica durante la Segunda Guerra Mundial, hoy día
conserva ese sabor antiguo propio de esta zona de Alemania. Esa idea permanece
en nuestra mente y la corrobora la visita al agradable restaurante en el que
tenemos mesa reservada.
(Foto de J.A. Flores) |
El 'Backföfele' está ubicado en un antiguo barracón o amplia
cuadra, cuidadosamente restaurado y decorado. No es un restaurante que tengas
la oportunidad de ver a diario. Repleto de detalles y esmerada decoración, se
adereza con el elegante decorado navideño. Las mesas, repletas de comensales,
se ubican arracimadas sin una estructura ordenada, pero al mismo tiempo,
exentas de improvisación. Se compone de varios comedores, perfectamente
comunicados y dotados cada uno de ellos de una decoración algo distinta, pero
encuadrada en una misma categoría de decoración de impronta rústica. Unos espacios
cuentan con más iluminación que otros, pero eso tampoco forma parte de la improvisación.
A estas alturas del viaje uno comienza a comprender que existe toda una
vocación detallista en los restaurantes alemanes.
Otro
elemento a tener en cuenta en la restauración alemana es el buen servicio. Así
que en poco tiempo somos atendidos por una camarera que nos indica con
amabilidad que no todos los platos están ya disponibles. Son más de la diez de
la noche y a esa hora no es fácil que los restaurantes alemanes ofrezcan viandas.
Aún así, hay mucho donde escoger: carnes cocinadas de distintas formas, amplias
ensaladas, quesos fundidos y guisos diversos. A.L nos va traduciendo la carta y
en pocos minutos nuestra pequeña pero coqueta mesa se llena de diversos
manjares. Pero siempre la cerveza merece una atención especial. Estamos en
Alemania y no es fácil decantarse por alguna: Pilsen, tostada, de trigo,
negra...todas las imaginables abundan y de todas las marcas. Así que continúa
el festival de cerveza, que ya no acabará en todo el viaje. Un comensal vecino,
comprendiendo que absorbíamos todo el encanto del lugar, nos ofrece hacernos
una foto. Lógicamente, aceptamos.
(Foto de J.A Flores) |
La
ciudad, que por la noche la encontramos serena y tranquila, por la mañana es
otra. Bajamos a comprar pan recién hecho, que en este país es mucho más que una
rutina diaria. La panadería de enfrente de la casa está a rebosar en ese
momento, tanto de clientes como de
variedad panificadora. Por mucho que uno haya observado estas fastuosas
panaderías que abundan por doquier en cualquier ciudad alemana, jamás podrá
acostumbrarse al espléndido espectáculo de las estanterías repletas de panes de
todo tipo, tamaño y color. Es algo que forma parte de la cultura alemana y una
de las cosas que mayormente disfrutará el viajero que visite este país.
Las
calles a hora temprana ya están repletas de gente que, junto al abundante
comercio y incesante paso de los tranvías de atrevido colorido, forman un
espectáculo único. El viajero vuelve a tener la misma sensación que ya tuvo en
Núremberg: parece una ciudad de juguete. Piensa también que una nueva versión moderna
de 'Canción de Navidad' de Charles Dicken, podría encontrar aquí su mejor
decorado si se le añade nieve.
(Foto de J.A. Flores) |
Callejeamos
distraídos por la ciudad en busca de sus lugares más emblemáticos y en breve
nos topamos con la Residencia de Würzburg, una impresionante mole de estilo
barroco, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y cuya función
principal fue servir de residencia de los obispos de la ciudad. No lejos de allí, se encuentra la vistosa
catedral de San Kilian de estilo románico, que consta de dos amplias naves. Su
concepción es muy sobria, pero elegante. En su puerta principal hay un enorme árbol
de Navidad y al fondo de la animada calle, repleta de comercios se atisba el
puente de Carlos, formando todo ello una estampa idílica.
En
pleno centro de la ciudad, se encuentra ubicado su Christkindlesmarkt.
Mucho más pequeño que el de Núremberg, se trata de un mercado navideño muy
coqueto. Sus puestos guardan una gran armonía entre si y, cada uno de ellos,
parece obedecer a una especialización temática. Cerrando el mercado, se ubica
un puesto de mayor tamaño que dispensa todo tipo de viandas propias de la
gastronomía alemana: salchichas de todos los tamaños, carnes guisadas de
distintas formas y el siempre preciso vino caliente propio de estos climas tan
extremos.
El mercado está muy concurrido de
ciudadanos de Würzburg y visitantes. Entramos en un pequeño puesto, repleto de
motivos navideños y volvemos a sorprendernos de su cuidada decoración. Todo
parece tener vida propia.
(Foto de J.A. Flores) |
Comprobamos que los dueños de los
distintos comercios que frecuentamos son amables y se desviven por atender.
Está claro que este país cuenta con una enorme tradición en cuanto al fomento
del pequeño comercio, algo que en España es mucho más difícil de apreciar.
Una nueva visita al puente de
Carlos, en esta ocasión de día, nos convence de que estamos ante una de las
ciudades más privilegiadas de Baviera, algo que se debe en gran parte a su
prestigiosa universidad pública, una de las más valoradas de todo el país.
Por la noche, volvemos de nuevo a
las andadas gastronómicas y observamos que es muy difícil encontrar mesa si no
se ha reservado con antelación. Debemos considerar que nos encontramos en una
de las zonas más ricas de Alemania, algo que se aprecia.
Finalmente, la encontramos en un
coqueto restaurante que está atendido por camareras ataviadas con los vestidos
tradicionales bávaros. Debemos compartir mesa con una hombre de mediana edad
que dice ser austríaco, que resulta ser un tipo agradable y parlanchín. En muchos
países europeos es normal que se haya de compartir mesa con personas
desconocidas, experiencia que resulta interesante, a pesar de las reticencias
iniciales que poseemos los españoles. Lógicamente, siempre se acaba conversando
con quienes comparten tu mesa. El comer une mucho y eso suele ser siempre una
experiencia agradable como ya expondré en sucesivas crónicas.
El restaurante, como ya se ha contado de otros, está provisto también de una cuidada decoración. aderezada por la navideña. Y la alta temperatura, las amplias viandas, la presencia colosal de la cerveza y la vestimenta de las camareras que nos atienden con amabilidad, producen en el viajero y sus acompañantes unas inolvidables sensaciones; y la fuerte convicción de sentirse en lo más esencial y tradicional de la vieja Europa, cuya cultura ancestral tanto representa para este viajero.
La Residencia de Würzburg (Foto de J.A. Flores) |
Te leeré tranquilamente estas entradas en estos días de vacaciones, ahora que por fin he terminado este infernal trimestre escolar!
ResponderEliminarSALUDOS
Espero que esa lectura te arengue a hacer esa visita que tenéis pendiente. Saludos.
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