16 junio 2010

HAY ALGO QUE NO ES COMO ME DICEN EN LA FUNCIÓN PÚBLICA (PUBLICADO EN IDEAL EL 16/06/2010)


Un poco cansado de escuchar memeces en tertulias y otros lugares nefandos acerca de la Función Pública, decidí escribir este artículo que hoy publica Ideal. Un artículo que sé que es largo -he superado en 80 palabras lo que nos indica Ideal-, pero que a nadie dejará indiferente. Como dice el título, se trata de Función Pública. Lo dejo a vuestra consideración.

HAY ALGO QUE NO ES COMO ME DICEN EN LA FUNCIÓN PÚBLICA

Horas antes –metafóricamente hablando- de que el Presidente del gobierno español anunciara, entre otras, el recorte del sueldo de los empleados públicos españoles, gran parte de la propaganda mediática afín y alguna no afín ya habían llevado a cabo su trabajo de desgaste con un notable alto de media y en algunos casos con sobresaliente.

Sin embargo, pocos o ninguno de éstos se refirieron a datos veraces ni se preocuparon de consultar los datos oficiales sobre este sector, que están a golpe de ratón de cualquier ordenador desvencijado con cutre conexión a Internet.

Todos o casi todos comenzaban sus arengas favorables a recortar y, en algunos casos, hasta lapidar a la función pública, confundiendo y tergiversando los conceptos. Hablaban o escribían de funcionarios públicos cuando lo correcto hubiera sido hablar o escribir de empleados públicos, porque se ha de saber que si bien todos los funcionarios públicos son empleados públicos, no todos los empleados públicos son funcionarios. Basta con consultar el artículo ocho del Estatuto Básico del Empleado Público para comprobarlo, pero ni en eso se molestaron.

Y, claro, con esa información distorsionada y con esas premisas la desinformación – en una sociedad ya de por sí desinformada – fue escandalosa, provocando que las hordas envidiosas de este país se lanzaran hacia un colectivo, que según el último boletín estadístico del personal al servicio de las Administraciones Públicas con datos de julio de 2009 y publicado en diciembre de ese mismo año, engloba a un total de 2.659.010 empleados públicos en el conjunto de las tres administraciones territoriales y las universidades públicas inscritos en el Registro Central de Personal, a los que habría que sumar algunos cientos de miles más no inscritos en este Registro Central, tales como funcionarios retribuidos por arancel, reservistas de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y Fuerzas Armadas y algún que otro colectivo de importancia numérica menor.

Y resulta que la radiografía real de ese personal al servicio de las distintas Administraciones Públicas no es ni de lejos la demagógicamente planteada por toda esa propaganda, que los resumía básicamente en torno a la idea aproximada de que son funcionarios quienes no teniendo nada que hacer ni interés alguno se pasan parte de la mañana desayunando en el bar de la esquina sabedores de su empleo y sueldo fijo. Es decir, unos egocéntricos que observando cómo el país se va a pique siguen leyendo plácidamente la prensa deportiva.

Esa desinformación está haciendo mucho daño a este colectivo de casi tres millones de personas y por añadidura a los servicios públicos en general, esos que siguen funcionando cuando el político que los dirige ya dormita su jubilación en un consejo de administración de alguna multinacional o disfrutando de una pensión pública "chavesniana" o "solbesiana".

Pero siendo grave toda esa desinformación, mucho más lo es el eco que ha producido, de manera que es común toparse con debates de taberna y de mercado en el que las ciudadanas y ciudadanos creyendo ya conocerlo todo, porque han visto una tertulia o han leído un titular, se enfurecen porque esa panda da vagos y vagas cobran del Estado y están todo el día en la cafetería ("que lo que yo te diga, que lo han dicho en una tertulia"), sin reparar en que la gran mayoría de éstos parásitos (y parásitas) educan a sus hijos y cuidan por su salud, mientras que el resto cuidan a sus mayores, velan por su seguridad, aplican y gestionan justicia o se encargan de todo el papeleo que eso conlleva. Además, barren sus calles, agilizan pensiones y subvenciones, gestionan impuestos y encierran en la cárcel a pederastas y asesinos o procuran que el terrorismo internacional no aterrice en la puerta de su casa atajándolo en sus países de origen, allá por territorios ignotos y de sol rabioso.

E, incluso, probablemente no sepan que la gran mayoría de esos “golfos y golfas” se sacrificó en su día opositando, mientras que otros -o tal vez ellos mismos- especulaban en la economía sumergida o solicitaban subvenciones imposibles.

Probablemente tampoco se sepa que, como más arriba indicaba, existe un sector, los llamados empleados públicos eventuales, que engrosan esa nómina por el simple hecho de que algún cargo público les reclamó en algún momento basándose en una perentoria confianza o asesoramiento especial y que sin duda ha servido para –aunque no sólo para eso- darle una opción a compañeros del partido con poca fortuna laboral y, efectivamente, esos no han opositado jamás para ese puesto. Y que existe otro sector minoritario que sin afearle su legítimo mérito en el acceso al empleo público optaron desde el principio por estar cerca de aquel que paga y administra, porque paga bien y administra mal, al tiempo que de esa forma tan serpenteante evitan convertirse en mileuristas como lo son más del ochenta por ciento de sus colegas sufrientes, aunque eso sí, su alto precio les hace convertirse en títeres del poder.

De manera que cuando se emplea sin control el término funcionario público - hace tiempo ya convertido en peyorativo-, sin conocer o, lo que es más grave, ignorando estos supuestos, cuando tener un empleo fijo – que tampoco es el caso de todos los empleados públicos- se convierte en una herejía en este cainita país, ya se están dando las condiciones idóneas no sólo para un recorte salarial sino para una futura lapidación de lo único estable y sólido de este surrealista país, gobernado por un desnortado gobierno que estando obligado por sus socios europeos a eliminar la temporalidad en el mercado de trabajo intenta bombardear el sector público que debería de tener como señas de identidad una férrea estabilidad institucional ajena a cambios políticos y una mayor profesionalización del empleo público que a la larga redunda en un beneficio para todos (y para todas).

EN FIN, ESPAÑA


Quizá no estemos reparando en ello, pero mucho me temo que sufrimos una especie de dictadura mediática a cuenta de la crisis y las impopulares medidas del gobierno. En pocas palabras: han conseguido tener en vilo a todo el país, que se compone mayoritariamente de pensionistas, empleados públicos y empleados del mercado laboral. De hecho, a esos tres colectivos van dirigidas todas las medidas de reducción de déficit. Es decir, a la inmensa mayoría. A las clases medias.
Pasas por un canal de televisión y te topas con la infumable Leire Pajín justificando algo que ni ella misma sabe de qué se trata; pero a renglón seguido aparece la gélida Cospedal argumentando proclamas contra el gobierno buscando un desgaste inmediato; o bien, te topas con el cinismo controlado de Díaz Ferrán, gran destructor de empresas, pero prohombre y representante de los empresarios; o bien, te encuentras con una especie de dúo de Zipi y Zape sindical protagonizado por Cándido Méndez y Fernández Toxo poniendo fecha a una huelga general, probablemente imposible.
Sí, todo un rosario diario de apariciones que en ocasiones se mezclan con declaraciones de prohombres de la Unión Europea advirtiendo que las medidas de recorte del gobierno español aún no son suficientes, que hay que sacrificarse más. Y, en realidad, no lo son. No lo son para seguir manteniendo esa Europa de los mercaderes que vaticinaba Anguita, esa Europa de costoso y ficticio mantenimiento en la que sus señorías sueñan con su reciente Ipad mientras todo lo demás se desmorona.
Desempleo, recortes, déficit, congelaciones, bajadas de sueldos que se contrarrestarán con más subidas de precios y mayor presión fiscal a partir de julio que convivirá con toda una exhibición de miembros de la casa real, miembros del gobierno y demás barandas haciendo fila para asomarse a Sudáfrica a animar a nuestra selección y de camino viajar, comer y dormir gratis total.
En fin, España.

14 junio 2010

VOLVER A CORRER




Volver a correr es siempre una experiencia. A pesar de los kilómetros hechos a estas alturas, el par de maratones corridos o la docena de medias maratones, volver a correr siempre es una experiencia inolvidable.
Quizá sea lo único ventajoso de las lesiones que acaban por curarse: la vuelta a los caminos.
Y nada mejor para el reencuentro que encontrar la Vega lluviosa y limpida. Con esa escasa lluvia veraniega que no necesita de bajas temperaturas para seguir fluyendo. Con ese insustituible olor a tierra mojada. Con esos campos aún verdosos tras la abundante agua caída en primavera. Con todo ese remanso de paz y tranquilidad que transmite correr por los caminos entre frondosos árboles, asistiendo a un espectáculo que parece de otro tiempo a pesar de estar tan cerca de la ciudad encementada y bulliciosa.
Todo eso supone correr desde mi punto de vista. Por eso corro.



Una de las zonas elegidas para la recuperación

Han sido ocho kilómetros muy tranquilos, hechos en cuarenta y cuatro minutos. Pero para nada importaba ni el crono ni el cansancio. Sólo importaba que el gemelo izquierdo no se resintiera.
Y no se resintió pero sé escuchar al cuerpo tras bastantes años de sordera y sé que aún existe un mal latente, una especie de sombra que amenaza con surgir al menor descuido.
Esa amenaza me atemoriza más que la lesión en sí y significa que tendré que seguir con mucho cuidado la recuperación y espaciar las salidas y esperar con paciencia.
Pero son las divisas que mayormente poseo: el tiempo y la paciencia.

12 junio 2010

VUELVO DE NUEVO A LOS CAMINOS


Mañana sábado, a eso de las siete y media de la tarde, VUELVO A LOS CAMINOS. Han sido, justos, veinticuatro días de parón voluntario, aquejado por molestias en la zona baja del gemelo izquierdo.
No sé con exactitud cómo estaré, ni siquiera si el dolor habrá remitido, pero algo me dice que todo ha pasado y he hecho lo correcto. He descansado, he puesto a trabajar al Compex, he estirado...Por tanto, no debería de haber ningún problema para comenzar con normalidad, como tantas otras veces.
Lógicamente, eligiré una zona blanda y los kilómetros serán escasos; de manera que al menor síntoma volveré a detenerme.
Sin embargo, no quiero ahora dejar la MTB y, por lo pronto, el domingo haré una ruta suave para seguir activando las extremidades inferiores y no perder demasiada capacidad aeróbica.
Sé que a partir de ahora, las pantorrilleras serán, por lo general, mis compañeras y ya estoy estudiando las plantillas del mercado para poder alternarlas con las que tengo hechas a la medida, de las cuales no quiero abusar.
El objetivo no es otro que correr con mucha suavidad la siguiente prueba del Circuito de Diputación, el día 20 de junio en Dúrcal.

En otro orden de cosas: Google nos ha dado la posibilidad de cambiar la plantilla del blog y ésta configurada en torno a libros se adecua perfectamente a una de las diversas filosofías de este blog. No sé a vosotros, pero a mí me ofrece la sensación de leer este espacio virtual en una biblioteca, por lo que el recogimiento y la concentración siempre saldrán ganando. Probáremos a ver qué tal.

11 junio 2010

EL CORRER CHI



No sé muy bien por qué, pero me llamó la atención este libro nada más ver la portada. Y leyendo su índice que podéis leer aquí, comprendí que esa sensación inicial tenía cierto sentido.
Un libro que ha sido best-seller en Estados Unidos, que como sabéis es la patria del joggin, del footing, del correr en definitiva, y que traducido al español también está captando la atención de los corredores. Aún no lo he leído, pero si os interesara os dejo la dirección web donde lo adquirí. Es ésta.

10 junio 2010

IRVING VERSUS MURAKAMI



Cuando Haruki Murakami se afanó en traducir al japones las obras del prestigioso novelista John Irving, insistió en conocerle en persona y mantener una entrevista con él, algo lógico entre autor y traductor.
Pero probablemente lo que no esperaba el autor nipón es que Irving lo citara en Central Park para intercambiar unas palabras mientras hacían unos kilómetros. Seguramente aquel encuentro debió ser estelar, casi un choque cósmico. Unos kilómetros - no sabemos a qué ritmo- recorridos por dos de los más imaginativos y excéntricos novelistas contemporáneos, que además comparten una misma afición deportiva.
Esa cita la refiere el propio Murakami en su último libro dedicado al correr y también he podido leerla en un amplio reportaje sobre el autor de "Una mujer difícil", demostrándose una vez más que la creación literaria y nuestro deporte favorito deben de originarse en un mismo territorio común, a pesar de que en apariencia recorren senderos opuestos.

07 junio 2010

VUELVO A LA MTB



Por fín, tras muchos meses de zozobra meteorológica y franca dedicación a correr, he podido hacer dos sesiones de bicicleta, que siempre aparece como si se tratara de un particular pabellón de reposo "manniano" muy necesario y útil para mis enésimas lesiones de rodilla para abajo.
Pedalear es complicado. Es duro. Es mecánico. Y entronca con un concepto del deporte muy alejado del correr, por ejemplo, porque a través del ciclismo se activa una máquina y ésta tiene sus propias leyes.
Obviamente, se avanza mucho más deprisa y los caminos, carreteras, senderos que vas atravesando tienen una urgencia superior a cuando los atraviesas corriendo. Y a los hechos me remito.
El sábado, por ejemplo, elegí hacer una ruta similar -aunque más larga- a la que suelo hacer por la Vega de Fuente Vaqueros e intentaba buscar algún parangón entre las sensaciones de atravesar esos caminos de Vega cuando voy corriendo o voy en bicicleta. Pero hay que decir que las sensaciones son distintas, es más, parecieran rutas distintas.
Igualmente el domingo por la tarde buscaba esas similitudes por una ruta idéntica a la que hago corriendo: la ruta que une Pinos Puente con el Pantano del Cubillas, para regresar de nuevo a la localidad granadina. E igualmente, nada parece igual.
Observo que las piernas no están tan habituadas a subir cuestas en bicicleta como sí lo están para subirlas corriendo: en bici sufro mucho más las subidas, probablemente por la falta de costumbre.
Pero sí observo que la resistencia aeróbica conseguida corriendo es totalmente útil para la bicicleta. Lo comprobé cuando en una recta, un ciclista que también iba en MTB, me adelantó con facilidad, mucho más acostumbrado a pedalear que yo, sin duda; sin embargo, unos metros más adelante, en una cuesta de 400 metros no tuve problemas para superarle. Comprobé que su pedaleo no era suficiente para subir a buen ritmo. Sin embargo, mi torpe pedaleo se compensó con mi mayor resistencia aeróbica.

UN VIAJE A PARÍS (I)

Existen ciudades que pueden ser contadas y otras que tiene que ser visitadas para poder contarse. Entre estas últimas está París.      No es...