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EL GRECO



07 abril 2009
SEMANA SANTA

02 abril 2009
X, EN LÍNEA DE SALIDA.

No podía evitar sentir cierta angustia tras el azaroso encuentro con Conchi. Esa situación le había sumido en una repentina angustia, que casi le paralizó. De manera que no sabía con seguridad en ese momento si se dirigía a correr su primera carrera, o en realidad trataba de escapar de la tela de araña que él mismo se había tejido. Desde luego, no era esa la situación que había imaginado para su debut.
Así que siguió conduciendo mecánicamente en dirección al pueblo cercano en el que se desarrollaría la prueba, intentando no dar más vueltas a las consecuencias que tendría todo aquello en el futuro. Incluso barruntó en algún momento que su futuro con Conchi pudiera estar pendiente de un hilo.
Había soñado con debutar en su primera carrera en otras condiciones anímicas. Seguramente –imaginaba- que la noche anterior a la gran prueba de fuego cenaría algo de pasta, leería –nueva afición en la que se estaba iniciando- y se iría pronto a la cama, negándole a Conchi su presencia para ver por enésima vez “La maldición de la momia”. Así que la mañana de domingo sería luminosa y festiva. Justo el ambiente que necesitaba para correr seriamente.
Pero no había previsto ese desencuentro con Conchi. Probablemente el asunto de la boda no había sido más que la sempiterna gota que colma el vaso, pero el problema era mucho más profundo.
Hasta que comenzó a correr existía un normal paralelismo entre la vida de ambos, e incluso, entre la vida de X y todo lo que le rodeaba. Solía hacer lo que los demás esperaban de él. Pero el correr le había convertido en otra persona. Por primera vez sentía que manejaba su vida.
Y lo que es peor: no quería dar marcha atrás.
Es probable que en algún momento de debilidad pensara en detenerse deshacer lo andando, pero inmediatamente comprendió que la flecha ya había salido del arco y ya tan sólo cabía rezar para que ésta se clavara en el punto elegido.
Inmerso en esos pensamientos, no reparó que ya se encontraba cerca de la zona de salida de la carrera.
Le impresionó el afanoso trajín de coches y personas para un domingo y a hora tan temprana. Lógicamente, hasta ahora, pocas habían sido las ocasiones en las que estaba fuera de la cama a esas horas y poco podía imaginar que existiera tanta gente que hiciera lo contrario.
Así que de pronto, como si de una solución balsámica se tratara, su pensamiento cercenó los pensamientos negativos que hasta ese momento le atenazaban y se dispuso a observar aquel fastuoso mundo que le rodeaba. Corredores y corredoras ajustándose sus atuendos deportivos junto al maletero de sus coches; atletas que calentaban y trotaban suavemente ocupando todas las calles que rodeaban al recinto deportivo desde el que se daría salida la carrera, cientos de prendas deportivas que vestían a cuerpos delgados y fibrosos y altavoces que atronaban con música casi épica. Impresionante todo aquel ambiente. Y entonces fue cuando se preguntó si aquel era su mundo.
Había dejado atrás lo que hasta ahora había sido su mundo y de pronto se encontraba a punto de penetrar en otro mundo que tampoco le parecía propio. Se encontraba a caballo entre dos mundos. Perdido en algún lugar remoto. Más perdido que de costumbre. De hecho, las tripas comenzaron a manifestarse y consideró seriamente si debería correr junto a toda aquella gente que parecían encontrarse cómoda en aquel ambiente. Hablaban unos con otros y él permanecía sólo, mirando de reojo su bolso y considerando seriamente si no resultaría ridículo vestirse con aquella ropa que tanto le delataría. Que tanto delataría sus anteriores años de ingesta sin control y ausencia de ejercicio físico alguno.
Precisamente, cuando se encontraba más desanimado, cuando estaba a punto de entrar en el coche y huir de allí a toda pastilla, como si se tratara de Clarence, el ángel de la guardia que salvó a Geoge Bailey, apareció el frutero, que interpretando en la cara de X un devastador desánimo, casi le transporto tomándole del codo y le llevó a la zona común donde entregaban dorsales y chips. No quedaba mucho tiempo. X, mientras tanto, se dejaba arrastrar como una marioneta. Tanta era su desazón.
- Creo que me he equivocado Ángel –que así se llamaba el frutero-.
- Nada de eso. Nos ha pasado a todos. Piensa que hasta hace muy poco estabas en un mundo distinto. Y todo lo que te rodeaba estaba hecho a imagen y semejanza de ese mundo que te construiste. De ahí que ahora, que estás a punto de entrar en otro mundo, ¡ qué digo ¡, en otro universo, estés tan contrariado.
-Y cómo soluciono todo eso.
-Corriendo. No hay otra fórmula.
Aquellas palabras de Ángel –que ya conocemos al frutero por su nombre- fueron un bálsamo decisivo para X, de manera que con ese nuevo ánimo, casi sin percibirlo, se enfundó su recién comprada ropa técnica, consistente en camiseta de competición y pantaloneta (recordemos que aún no le sentaban demasiado bien los pantalones de competición), ambas prendas de la marca Adidas, cometiendo el error de entrenar en competición unas Asics Kayano.
Ángel, tenía un nivel infinito comparado con el de X, pero aún así decidió acompañarle hasta la línea de salida para poder salir juntos, comentándole constantemente anécdotas vividas a lo largo de sus quince años como corredor.
El momento más intenso para X fue encontrarse junto a quinientos corredores, todos tensos al tiempo que alegres, esperando el disparo de salida.
¿Qué hacer entonces? ¿ Salir despacio, es decir, tal y como entrenaba? ¿Salir más rápido para luego ir adaptando un ritmo más suave ¿ ¿Qué hacer ? Todo un torbellino de sensaciones se arremolinaban en la mente de X. Pero sabía una cosa: nada de lo que estaba ocurriendo en su vida tenía ahora importancia. Qué más daba que horas después volviera a encontrarse con su situación personal cuando ahora sentía todos sus sentidos a flor de piel, deseando que por fin se diera la salida.
De nuevo el frutero volvió a leer sus pensamientos. Le dio ánimos, al tiempo que le decía que ahora era el momento en el que debería de decidir verdaderamente.
-Si atraviesas esa línea estás perdido. Si no la atraviesas también, jeje.
Entonces, como si de un momento mágico se tratara, se escuchó un disparo sordo y a continuación una enorme marabunta de corredores, enfilando una misma dirección. No había vuelta atrás.
01 abril 2009
EL CÁNTICO ESPIRITUAL

No soy una persona religiosa, pero jamás he perdido la ocasión de ver una catedral, como ya conté aquí en algún momento, o un monumento religioso; e igual me suele ocurrir con alguna literatura espiritual, incluida la Biblia.
Conocía levemente los versos del poeta místico Juan de Yepes Alvarez, que pasó a la posterioridad como San Juan de la Cruz, pero pasaron ampliamente inadvertidos para mí hasta el día en el que se los escuché en directo y ahora en disco al gran cantautor leonés Amancio Prada. Fue en ese momento cuando descubrí el fuerte lirismo de un poeta en la voz de otro poeta de la canción. Aquellos versos me cautivaron. Mucho más cuando pude leer la agitada vida del poeta, que falleció accidentalmente en el Convento de S. Miguel de la hermosa ciudad de Úbeda (cuyo museo podemos visitar en la actualidad) una fría noche de diciembre de 1591 y sus restos fueron trasladados dos años más tarde en procesión solemne y sigilosa, en una oscura noche de invierno, a Segovia, hecho que sin duda para muchos estudiosos narra Cervantes en el capítulo "La aventura del cuerpo muerto" ( Capítulo XIX de la primera parte) de El Quijote. Esos restos volvieron de nuevo a Úbeda en 1607, que es donde se encuentran en la actualidad.
Hay muchos versos bellos en la poesía del religioso, pero siempre me cautivó el Cántico Espiritual. Sobre el Cántico Espiritual mucho se ha escrito. Los poetas místicos exteriorizaban su amor a Dios a través de su talento poético, pero otros han querido ver en estos versos una fuerte pasión homosexual, algo que yo no descarto.
Extracto los primeros versos del poema Canciones entre el alma y el esposo, integrante del Cántico Espiritual, y a continuación el poema cantado en la genuina voz de Amancio Prada:
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero:
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decílde que adolezco, peno y muero.
Buscando mis amores iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
31 marzo 2009
CIGARRAS Y HORMIGAS

Resulta que en Ideal se ha eliminado la opción de leer los artículos de opinión en formato digital, así que no queda más remedio que acudir a la versión papel.
Reproduzco el artículo para vuestra consideración y por si no lo hubieráis leído en edición papel.
CIGARRAS Y HORMIGAS
Hace bien poco, en época de vacas gordas, producía sonrojo ser hormiga. Serlo desprendía una especie de hedor insoportable a perdedor. De hecho, todo el mundo se apuntaba al partido de la cigarra y ningún valor se concedía a las palabras de los antepasados cuando apostaban por el esfuerzo personal y el trabajo, visto como mal bíblico al tiempo que aconsejable.
Habiendo riqueza todo el mundo quiere su parte, que considera le es legítima y que le corresponde sin paliativos.
Pero, claro, llega el invierno para la cigarra. Y con la llegada del invierno ésta aporrea la puerta del partido de la hormiga e intenta asaltar sus despensas, llenas gracias a esa devoción por el esfuerzo.
No me cabe duda que España se ha convertido en una metáfora de la famosa fábula, con el añadido de que en nuestro idílico país los inviernos también eran prolijos en abundancia, ese cuerno que parecía tener dimensiones infinitas. Aunque todo se acaba.
En los últimos años nadie, ni particulares, ni empresas, ni administraciones públicas, nadie, se ha preguntado de donde provenía la riqueza. Simplemente, como ocurre con la fruta de los árboles, bastaba tan sólo con alzar los brazos y coger lo que se quisiera, sin importar ni su origen ni su destino.
Existiendo riqueza todos ganamos, afirmaban unos y otros. Se vendían bien los pisos porque siempre hay quien los compra, dijo un ministro y España es el país en el que es más fácil hacerse rico, dijo otro; había lista de espera para automóviles de alta cilindrada y se despreciaban los utilitarios; escaseaban las mesas de restaurantes caros y se ignoraban los menús; incluso los armarios estaban llenos de visones y otros derivados. Aunque nadie reparaba que nos estábamos pudriendo de éxito superfluo.
En definitiva, todo el mundo miraba hacia otra parte. El ciudadano porque pretendía alcanzar un nivel de vida infinito sin hacer preguntas y el potentado porque ya había roto el saco de la ambición hacía tiempo y no era época de remiendo alguno. Por su parte las administraciones públicas vivían una especie de orgía recaudatoria derivada de la venta de inmuebles y elevado consumo y si a algún jefe intermedio se le ocurría hacer preguntas era amordazado a la silla y puesto con los brazos en cruz de cara a la pared.
Y, en fin, -se decían- porque a unos cuantos descerebrados se les ocurra alzar la voz contra todo este desaguisado, no hay razón para detener la maquinaria de hacer dinero fácil.
Comenzó a sangrar por los poros el país más poderoso del planeta, justo en el momento en el que uno de los mayores artífices del caos dejaba la presidencia. Pero esa sangría no sería más que el preludio de una sangría a nivel universal que ya se acerca, según los expertos económicos, a la recesión. Y ya se sabe que no estando acostumbrados a ceder, recesión suena como una palabra maldita.
El premio Nobel de economía, Paul Krurgman, ha visitado recientemente España y ha dicho que el panorama es terrorífico para este país, que no se recuperará hasta que no lo haga la zona UE. Incluso ha comentado que sería precisa una bajada de precios y de sueldos, que es algo parecido a intentar convencer a muchos millones de cigarras a que introduzcan austeridad en su vida y sigan los pasos de las hormigas. Pero si se ha nacido para cigarra difícilmente se podrá vivir como hormiga.
29 marzo 2009
UNA CARRERA PARA NO OLVIDAR
Son los momentos agónicos -o felices- de llegada
a las instalaciones de Carranque (Foto gentileza de Ana)
Probablemente el título más sensato sería el resultante de eliminar el adverbio de negación. Pero hay que ser optimista.
Todos sabemos que un gran sacrificio conlleva un gran descanso. El sacrificio fue palpable durante los meses anteriores al Maratón de Sevilla. Concluí la prueba, aproximadamente, en el tiempo previsto, pero no deseé correr ni en la semana siguiente, ni en posterior, ni tan siquiera en la tercera semana. Tan sólo realicé la prueba de Loja, que es corta y la hice con bastante tranquilidad.
Sin embargo, comencé a correr el día 18 de marzo, a razón de no más de 11 ó 12 kilómetros diarios, una media de tres a cuatro días semanales. Y así ha sido también en la semana inmediatamente anterior a la Media Maratón de Málaga.
No entrenar por encima de los 15 kilómetros en alguna de las salidas sabía que pasaría factura para una prueba de 21 kilómetros, pero hoy he de decir que no han existido consecuencias demasiado nocivas.
He podido hacer esos 21 kilómetros sin demasiados problemas, pero no he podido o no he sabido ir al ritmo de los primeros 1o kilómetros -en torno a los 4,15 el mil-.
Precisamente superados esos iniciales diez kilómetros la fuerza bajó considerablemente, situación ésta que manifiesta claramente el nivel de entrenamiento de los últimos días. De manera que desde ese punto kilométrico hasta el 21 he pretendido vivir de las rentas. Pobres rentas, desde luego, pero suficientes para alcanzar la meta sin demasiados problemas.
Ante la pronunciada falta de ritmo, comprendí inmediatamente que lo más aconsejable era adaptar éste a las circunstancias. Y éstas han consistido en perder en torno a los 6 ó 7 en los restantes 11 kilómetros.
Pero no es algo que me haya importado en absoluto, ya que estaba completamente meditado y razonado.
Decía al principio que es una carrera para no olvidar. Entre otras cosas por la adquisición de una lección, que no por mucho conocer se convierte en menos importante: el correr siempre es menor de edad.
Daremos todo lo que podamos dar en competición, pero no existiendo una base de entrenamientos programados y adecuados, los resultado serán pobres, con independencia de que en el pasado nos sonriera la marca.
Es ésta una gran lección.
La otra consiste en saber encontrar momentos para sufrir y encontrar momentos para renunciar a ese sufrimiento. Y hoy renuncié a ese sufrimiento. Pero he de decir que renuncié a él por el simple hecho de no saber cómo sufrir ante la falta de energía. De manera que te llegas a preguntar si es posible perder forma en un el plazo de un mes.
En principio, cuando sales de la preparación de un maratón adaptas el organismo para asumir una importante carga de kilómetros pero, por lo general, no lo adaptas a la velocidad, a no ser que el plan de entrenamiento incluya series o repeticiones. Así que acabado ese monumental esfuerzo podría ser un momento idóneo para afinar el cuerpo. Y si eso no se hace, acudes a las pruebas con lo puesto, como suelo decir.
No obstante, sabía que mi rendimiento hoy no iba a ser otro. En la anterior entrada dije que no estaba para bajar de 1,37 y me he quedado en 1,37 y unos segundos, aunque con malas sensaciones que sí es algo más inquietante.
La mejora tendrá que llegar a partir de ahora, pero llegará si nos ponemos mano a la obra.
En otro orden de cosas, esta mañana de domingo hemos disfrutado de una idónea climatología en la capital de la Costa del Sol, a pesar de que malos y buenos agoreros pronosticaban lluvia. Sufrimos algunas rachas de aire en la zona de la costa, cerca de la Malagueta, pero nada importante.
Un buen ambiente, desde luego, como es habitual en esta prueba, si bien percibí ausencia de algunos detalles, que omitiéndolos podrían convertir a la Media de Málaga en una de las más importantes del país. En mi opinión, ha faltada una mejor señalización - a excepción de los dos últimos kilómetros-, ausencia de esponjas en los avituallamientos, y algún producto sólido - plátanos, por ejemplo- en la llegada. La camiseta técnica incluida en la bolsa del corredor, excelente.
Y de lo mejor, la buena compañía en la ruta de Mario y Gregorio y poder encontrarnos con un montón de amigos del grupo de Las Verdes: Antonio, Javi, Víctor, José Manuel y compañeros de mi club Esquí Caja Rural de Atletismo. Jesús Lens se encontraba en Segovia corriendo la Media Maratón de esa ciudad, entre cuestas y frío. Además pudimos saludar a amigos de este blog como es el caso de Pedro García Carrasco, que se ha desplazado desde el norte de la provincia de Almería. No corrió, tal y como anunció, Paco Montoro, si bien Mario comentó que le vió entre el público en el Paseo Marítimo.
Con la llegada de la primavera, existe un avispero de pruebas de todos los tipos. Las más inmediatas son cortas, como son el caso de Santa Fé o Huétor Tájar, entre otras, por lo que sería un buen momento para cosechar todo el fondo obtenido y comenzar a adquirir más velocidad que permita acabar estas pruebas con mejores sensaciones. Dicho queda.
28 marzo 2009
TOCA CORRER EN MÁLAGA

Quizá por eso este año tenga ilusión de contar con buenas sensaciones, aunque no podré contar con buena marca.
El lógico desgaste muscular tras el maratón más los pocos kilómetros acumulados desde entonces no permitirán ir todo lo rápido que quisiera. De manera que será difícil que baje de 1 hora y 37 minutos, a no ser que me encontrará bien desde el principio o a medida que avance la carrera.
Por tanto, mi apuesta estará encaminada a buscar el máximo disfrute corriendo y culminar la 12 media maratón de mi corta existencia de corredor concienzudo.
Así que sigue sin llegar ese momento anhelado de bajar los 90 minutos, a pesar de que el trazado malagueño es oportuno para ello. No me va a ser posible dominar el promedio que me permita bajar ese tiempo. Ni por asomo.
En estas dos semanas de entrenamiento, a razón de tres o cuatro días a la semana, e ido acumulando alrededor de 50 kilómetros semanales, que comenzarán a dar sus frutos en un plazo medio. Lo importante es que tras una dura prueba de 42 kilómetros sigan intactas las ganas de seguir corriendo y disfrutando de este deporte. Es lo que más me motiva.
La mejora llegará o no, pero estoy convencido que no decaerá el interés por seguir corriendo. Las competiciones, no obstante, seguirán siendo elegidas en función de parámetros de oportunidad, sin forzar en absoluto.
Contaremos cómo ha ido en Málaga. Con poder contar que he tenido magníficas sensaciones me conformaría. A ver.
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