09 enero 2009

PASA EL TIEMPO Y QUEDA EL CORRER


Hoy me apetece hablar de correr. Porque he corrido entre la nieve, y entre la lluvia, y con cero grados en el termómetro.
Cuando mantenía "Diario de un corredor", las circunstancias del blog hacían que escribiera sobre el correr y su mundo la mayoría de las veces. Para mí era fácil. Simplemente corría y después expresaba lo que experimentaba en el blog. Unas veces con más acierto y otras con menos. Pero lo importante era poder escribir y hacerlo sobre uno de los asuntos que más tiempo ocupaba -y ocupa- en mi vida.
Pero suprimí aquel blog porque quería contar otras cosas, si bien no quise desengancharme por completo de escribir sobre el correr y las sensaciones que esta actividad reporta. Valoré la posibilidad de incluir algunas entradas al estilo de las que incluía en "Diario...", e incluso os consulté a través de una encuesta, cuyo resultado fue favorable a escribir de vez en cuando sobre correr. Y es que, sinceramente, me agrada hacerlo de cuando en cuando. Porque forma parte de mi vida. Como los libros, el cine, el escribir...Y es que resulta que hoy ha sido uno de los días en los que apetece escribir sobre correr.
Comenzó a nevar en Granada. No de manera violenta, pero sí era posible apreciar con nitidez la voluptuosidad de la nieve cayendo despacio sobre las aceras y los árboles. Ya tenía programado ir a correr, antes del almuerzo, buscando aún la luz del día, evitando, en definitiva, la comida del mediodía para que ésta no dificultara el entrenamiento. Un tentempié suave y a los caminos. La naturaleza, siempre tan caprichosa quiso que a la hora en la que me disponía a comenzar mi entrenamiento, entre el Pantano del Cubillas y Pinos Puente, estuviera nevando. Al principio no era perceptible y era factible afirmar que, incluso, sólo fuera lluvia. Pero enseguida el agua se tornó nieve y los copos se iban quedando en las recién estrenadas mallas largas Asics. Subía la dura cuesta de la Urbanización de Los Cortijos, en dirección a Caparacena y la nieve no dejaba de rebotar en mi cara. Iba bien abrigado, pero la nieve siempre encontraba rincones del cuerpo por los que penetrar. Sencillamente era delicioso.
Uno cuando corre no se siente nada importante de cara al exterior. Corremos porque nos place y porque nos sentimos bien, pero esta tarde mientras subía esa empinada cuesta, sabiendo que tenía por delante dieciséis kilómetros me sentía todo lo importante que es posible sentirse cuando se hacen cosas "contra natura". A esa hora y con ese tiempo, es fácil imaginarse a la mayoría de la gente, arropada junto al televisor o leyendo un buen libro, o al menos eso es lo que creía adivinar en los rostros de los conductores que se cruzaban conmigo. Insisto que en esos momentos no existían sentimientos especiales por llevar a cabo una actividad más dura o con más arrojo, sencillamente disfrutaba de estar haciendo algo distinto, a título individual. Y es que, como le comentaba a Mati por la noche, hay tan pocas cosas que me gusten de la sociedad, que cada vez disfruto más corriendo. Buscar un rincón lejano, silencioso, no demasiado transitado y patearlo es de lo que más me place. dejad que me ausente, dijo el Dr. Sheehan ¿ Será ese un elemento común entre, nosotros, los corredores?
Corría entre la nieve y posteriormente entre la lluvia, que en ocasiones se disfrazaba de copos y en otras su atuendo no era fácilmente identificable. Pero no dejó de acompañarme en todo el recorrido. Las manos protegidas por guantes técnicos, las mallas arropando las piernas, el gorro de lana cubriendo las sensibles orejas y la respiración convirtiéndose en vapor cada vez que exhalaba el aire.
Diecisiete kilómetros. En soledad. Con la única ayuda de las piernas, el corazón y los pulmones. Tras ese disfrute sabía que tendría que volver a la sociedad, a mezclarme con la gente, pero ese recuerdo me acompañaría a lo largo del día, quedando siempre la impagable posibilidad de poder repetirlo un día y otro, siempre que las lesiones respeten como están respetando últimamente. Pasa el tiempo y se lleva muchas cosas. Pero queda el correr.

07 enero 2009

MIGUEL HERNÁNDEZ, EL POETA DEL PUEBLO


Lo prometido es deuda, dicen. En dos sentidos: volvemos a los miércoles poéticos, pasados ya los fastos, tan agradables pero también tan anárquicos en cuanto al caos con el que transcurren los acontecimientos; y en el otro sentido, hace un par de semanas dejé dicho que dedicaría a nuestro amigo Aleandro unos poemas de Miguel Hernández, el poeta de Orihuela, que tanto gusta a él y a mí.
Leí mucha poesía de Miguel Hernández, y se podría decir que con sus versos descubrí parte de la buena poesía. Por eso es para mí un referente. Sin embargo, no conocía el poema que incluyo hoy: "Las abarcas desiertas". Rebusqué en su antología que guardo con esmero y me pareció el poema más indicado para las fechas que tocan. Espero que lo disfrutéis como yo lo he hecho.


LAS ABARCAS DESIERTAS

Por el cinco de enero,

cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.


Y encontraban los días,
que derriban las puertas,

mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.


Nunca tuve zapatos,

ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.


Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,

y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,

para el seis, yo quería

que fuera el mundo entero

una juguetería.

Y al andar la alborada

removiendo las huertas,

mis abarcas sin nada,

mis abarcas desiertas.


Ningún rey coronado

tuvo pie, tuvo gana

para ver el calzado
de mi pobre ventana.


Toda la gente de trono,

toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.


Rabié de llanto,hasta

cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y un mundo de miel.


Por el cinco de enero,

de la majada mía
mi calzado cabrero

a la escarcha salía.


Y hacia el seis, mis miradas

hallaban en sus puertas

mis abarcas heladas,

mis abarcas desiertas.

01 enero 2009

UN AÑO DA PARA MUCHO


Ocurren muchas cosas en un año. Bastaría con analizar brevemente el año ido para confundirnos en fechas y sucesos. Curiosamente muchas de las cosas que nos han ocurrido en los últimos trescientos sesenta y cinco días parecen lejanas; en cambio otras parecen muy cercanas.
Existe para casi todos nosotros hechos ordinarios y comunes, asuntos que normalmente están relacionados con el trabajo, estudios o el ritmo de cada día. Pero también existen muchos sucesos extraordinarios, que no deberían pasar, en absoluto, inadvertidos.
Un año puede ser el resumen de los intereses que tenga cada persona. Podría ser la suma de libros leídos, películas vistas, música escuchada, páginas escritas, kilómetros hechos. Incluso, el año en el que cambiamos de vivienda, de coche o de pareja. Un año, ya digo, da para mucho.
Desde hace tiempo no creo en los propósitos para el próximo año. Me he cansado de escuchar a gente que juraba y perjuraba que con el nuevo año dejaría de fumar, y sin embargo, enfrascados en un cotillón o fiesta familiar lo primera que hacían nada más sonar las campanadas, nada más comenzado el año, era fumar compulsivamente. O personas que prometían correr tres veces por semana nada más comenzara el nuevo año, pero se ha presentado la primavera y los ha sorprendido con más michelines y ningún kilómetro en sus piernas. Decididamente, no creo en los propósitos de año nuevo, considero que son muletillas, autoengaños perfectos para asegurarse que nunca se comenzará nada. Los que creemos en los propósitos verdaderos sabemos que no es necesario que comience un nuevo año para hacer lo que queremos hacer.Por tanto, lo importante es contar con propósitos y no dejarlos en cuarentena para que comiencen en una fecha culturalmente simbólica. Algunos no saldrán y otros sí, pero ninguno arranca el 1 de enero, eso seguro.
Un año da para mucho, aprovechémoslo.

OS DESEO UN BUEN AÑO PARA TODOS LOS AMIGOS-AS QUE LEÉIS ESTE BLOG.

29 diciembre 2008

UNA NAVIDAD SIN ALEGRÍA



Es lo que estoy percibiendo. Pasó raudo el día 22, el día de la ilusión de nuestra infancia. Las calles siguen reluciendo pero pareciera que esas luces especiales hayan pasado a un segundo plano. Son tantos los bombardeos diarios en los medios de comunicación sobre la crisis, que nadie ha sido capaz de abstraerse de esos mensajes. Es indudable que la capacidad económica de las familias ha bajado, principalmente en sectores cercanos a la construcción, pero existe un claro interés por generar esa psicosis colectiva. Eso está claro.
Existe la pérdida de pod
er económico, pero por encima de esa pérdida está el miedo. Un miedo indescriptible sobre qué puede pasar el año próximo y el siguiente al próximo. Estando como están las familias endeudadas y los bancos manteniendo el grifo financiero cerrado, el panorama es hartamente desolador.
Ha caído el consumo de manera alarmante y tal vez por eso la ilusión navideña, que ahora está claro, sólo se componía de materialismo obtuso, decía, la ilusión navideña se ha hecho
añicos. A tan bajos niveles de profundidad estamos llegando, que agotado el becerro de oro ya no sabemos ver con ojos limpios estas fechas. Nuestros ojos ya sólo son los del "tío Gilito", cambiando el logotipo del euro por el del dólar. Esa es nuestra idea de estas fechas.
Pero hay algo positivo en la crisis -siempre lo hay incluso en las cosas más negativas-: todo parece mucho más humanizado. Se advierte más tranquilidad en las calles, como si los agobios de otros años, hubieran emigrado a otros lugares; los claxon de los coches parecen más apagados y los accesos a las grandes ciudades son menos insufribles. Al mismo tiempo, pareciera que los grandes almacenes se nie
guen a entonar sus vulgares villancicos de Navidad y que sus horteros adornos navideños ahora fueran más discretos.


Un buen momento, sin duda, para volver a la mesa camilla, junto al brasero -aunque sea eléctrico- y junto a un buen plato de mantecados de Estepa y una buena botella de anís del Mono o de La Castellana, o ¿por qué no de Rute?, conversar en amistad, en familia, contar las tradiciones, recordar positivamente a quienes no están ya entre nosotros, y si es posible, olvidarnos de esa dinámica en la que estábamos situados, tan fútil, tan vacía.

27 diciembre 2008

UN PRIVILEGIO



Eran las cuatro y media y acababa de despertar tras un sueño pequeño pero reparador. La mañana había sido insípida y entregada a cosas demasiado rutinarias para estas fiestas. Percibía, además, que algo no iba bien en la garganta y esporádicos abscesos de escalofríos penetraban por la espalda hasta ubicarse en un lugar indefinido del estómago. Sin duda, algún virus nocivo estaba en ese momento pugnando con los virus guardianes del sistema inmunológico para instalarse una semana al menos. Por eso era importante tomar algo caliente y calorífico, para después descansar. No había podido ir a correr la Vega por la mañana y necesitaba ir por la tarde. Por eso me inquietaba que ese casi imperceptible malestar pudiera echar por tierra esos trece kilómetros por una Vega invernal preciosa. Y, en efecto, casi se evapora el proyecto.
Por eso, a las cuatro y media de la tarde, cómodamente tumbado en el sofá, con ciertos síntomas aún de gripe y con el estómago lleno, pocas opciones quedaban para tomar la determinación de irme a correr.
Sabía que no podría salir antes de las cinco de la tarde. Debía coger el coche y enfilar hacia Pinos Puente. Aparcar, ajustarme las últimas prendas y calentar un poco. Anochece muy pronto en estas fechas y el recorrido me llevaría una hora.
Es en esos momentos cuando existe la voluntad y la determinación del corredor. Unos minutos de debilidad y hubiera seguido cómodamente tumbado porque, de hecho, ya tenía entre mis manos la apasionante novela de Stieg Larsson. Pero no, la voluntad es poderosa y arrastra más allá de la razón. Así que me dirigí al armario de la ropa de correr y me enfundé la malla larga Nike. Es lo que hago siempre para predisponerme a irme a correr. Posteriormente elegí la sudadera segunda capa Mizuno y ya sólo bastaba elegir las zapatillas adecuadas para alternar asfalto y tierra. Opté por las Asics Kayano, muy sólidas para esos caminos. La suerte ya estaba echada y el sofá acusó el vacio.
No estando el tráfico denso -otra de las grandes ventajas de la crisis- la llegada a Pinos Puente fue breve, apenas veinte minutos. Así que a las cinco menos cinco minutos ya estaba dando los primeros pasos.
En esos primeros metros consideré mi acción. Me encontraba ante una Vega límpida y solitaria; ligeramente húmeda de la bruma del amanecer y ofreciendo un olor a otoño tornándose invernal por momentos. Me dije que eso que estaba haciendo era un privilegio y decidí que ese sería el nombre que daría a esta entrada. Un privilegio. Un privilegio por poder contar con unas piernas, un corazón y unos pulmones para correr. Observar como pasa lentamente el paisaje y el rumor de las acequias que reverbera al compás de las pisadas. Un privilegio decidir ir a correr cuando la opción más lógica, más común, mas votada, hubiera sido seguir cómodamente tumbado en el sofá, leyendo una de las novelas más apasionantes de los últimos años, y acompañar todo ese tiempo placentero de un café, una copa de anís y unos cuantos bombones. Pero tenía que entregarme a la Vega y sus hijos. Sabía que corriendo podría experimentar las mejores sensaciones e incrementarlas incluso en estas fechas, en las que todo asiste a un mayor recogimiento y hasta los árboles y los pájaros parecen estar ausentes ante la dicha de estos días. Por eso mientras corría, intentaba imaginarme a mi mismo en el entorno y experimentar que me encontraba corriendo entre aquella luz que ya comenzaba a cambiar. Pasaría por Fuente Vaqueros y penetraría en las costumbres y en el quehacer de un pueblo. Atravesaría el pueblo lorquiano y penetraría, a través de su carretera, de nuevo en la Vega; atravesaría el Cortijo de los Cruces, donde sus sempiternos perros volverían a ladrar. Se estrecharía el paisaje y crecerían los árboles, mientras que debía concentrarme con mucha atención en no pisar los charcos del lugar quedo que cobija la densa vegetación. Sabía que volvería a salir de nuevo al camino abierto y ya observaría las luces de Pinos Puente, mientras la tarde se iría apagando poco a poco. E intentaba de nuevo imaginarme en ese entorno, al tiempo que procuraba buscar un nexo de conexión entre quien hacía apenas una hora y media pugnaba por abandonar el sofá o tirarse a la Vega. Y es cuando, sin necesidad de comprenderlo, experimenté algo mágico. Sabía que correr era lo que siempre quería hacer, pero no había reparado que correr era hoy lo imprescindible.
automáticamente al armario de la ropa de correr y me embutí las mallas largas

TIRAD TODOS DEL CARRO


Es increíble. Cada vez es mayor la desfachatez del monarca. No se sabe quien le escribe los discursos, pero eso a él no parece importarle demasiado.
En plena crisis le escriben y él dice, sin ningún tipo de complejo, que anima a los españoles a que tiren del carro. Que se sepa, hasta ahora, sólo los cuadrípedos han tirado del carro, y es que es posible que piense eso de sus súbditos.
Su discurso bien podría haber ido en la línea de reflexionar sobre una necesaria austeridad que habría de comenzar por su propia casa y su propia persona, por ejemplo, reduciendo el presupuesto destinado al "sostenimiento de la casa real", pero no incrementándolo porcentualmente por encima de pensionistas, funcionarios y convenios colectivos. Tirar del carro pero sin que ningún miembro de la casa real se baje del mismo.
Pero en cierto modo su discurso fue coherente. La monarquía sabe que si la crisis se perpetúa, cada vez sera menor el número de ciudadanos que admitan esta institución descarada, despilfarradora y medieval. Una institución sostenida totalmente con los impuestos de los ciudadanos, muchos de los cuales -cada vez más- no admiten que sus impuestos sirvan para sostener a una familia que se multiplica y crece de manera exponencial, que en nada contribuyen al conjunto del país y que cada vez necesita más recursos públicos para tirar de su particular y suntuoso carro. Una institución que no es transparente en cuanto a sus gastos, ingresos y negocios, y que lejos de mostrar austeridad parece disfrutar de sus privilegios allá por donde camina, sabiéndose protegidos por unos medios de comunicación de actitud vergonzosa y favorecedora de la casa real.
Por tanto, tuvo mucho sentido su discurso de Nochebuena: tirad todos del carro para que nosotros los elegidos, los sencillos miembros de esta casa, podamos seguir cómodamente subidos al mismo. A ver si algún día -sin que sirva de precedente, por favor- tienen el detalle de bajar y empujar también ellos, que son muchos y eso siempre ayuda. En fín, de vergüenza.

(espero que la fiscalía de la Audiencia Nacional esté de vacaciones y no lea ésto.)

24 diciembre 2008

CUENTO DE NAVIDAD: EL ATROPELLO



Amigos-as, la actualidad obliga. Hoy estaba previsto subir versos del poeta alicantino Miguel Hernández, pero tenemos una cita con la Navidad. Y con su literatura más señera: los cuentos y relatos de Navidad.
Como ha venido sucediendo en años anteriores, el especial de Ideal, que cada año dedica a cuentos y relatos de Navidad, ha publicado uno mío, en páginas muy cercanas al publicado por mi amigo Jesús Lens, que podéis leer en su blog. El escrito por un servidor lo reproduzco a continuación, aunque ambos ganan mucho leyéndolos directamente en las páginas del periódico. Si no lo habéis leído os dejo con él, no sin antes desearos paz y felicidad en estas fechas:

EL ATROPELLO



Había pasado tan sólo un año. Pero la percepción del paso del tiempo y de las cambiantes circunstancias no eran acordes con esos breves doce meses.
La suntuosidad que rodeaba su existencia hace un año, apenas le era ya familiar. En su momento, toda esa abundancia, ese tren de vida, ese derroche, iban cómodamente sentados en su turismo cuatro por cuatro, como algo totalmente natural. Siempre consideró que se lo merecía porque su ambición siempre había estado muy afilada y había trabajado duro. Pero debía admitir que su suerte había cambiado y quienes le rodeaban ahora ya no pululaban a su alrededor como insectos ante una cucharada de miel, por lo que habría que colegir que el goce y disfrute de su compañía como aseguraban todos no era tan turbadora como él suponía. Además, todo aquel cambio le había dejado fuera de lugar. Avanzaba diciembre y junto a él el inevitable frío propio de aquellas fechas, siempre atento a resurgir en su ciudad, de contrastes increíbles. Eso sí que era invariable, pero todo lo demás se había transformado. Sin embargo, tenía a su favor una cosa: cuando gozaba de poderío económico jamás consideró que aquella situación formara parte de un plan preestablecido por el destino, ni que gozara de la suerte innata de ser elegido por un dedo divino. Simplemente había tenido suerte. Había tocado varias teclas no siempre honestas y la suerte le había sonreído. Nada más. Por eso, encontrándose ahora en circunstancias diametralmente opuestas, lo lógico sería seguir manteniendo la misma línea de pensamiento. Decididamente su forma de ver la vida y su propia existencia había sido siempre muy prágmática, alejada de sentimentalismos ni alteraciones del ánimo, ni siquiera en estos días de derrota y pérdida con el trasfondo de las luces navideñas, tan melancólicas siempre. Ahora bien, había cometido un error en el pasado consistente en no advertir que las claves de su éxito social había sido el dinero y las muchas corruptelas orquestadas. Si la vida no era más que un carrusel de vanidades, tal y como siempre había sostenido, ¿cómo no fue capaz de advertirlo en su momento? Se encontraba en el mismo bar, en el que hace justo un año había sido homenajeado, mientras pensaba en todo esto. De hecho, todo lo relatado le vino a la mente por encontrarse precisamente allí. Recordó que por una puerta situada a su derecha apareció su esposa, enfundada en un ostentoso abrigo de piel de zorro. Un regalo que le costó un riñón, una cifra que ahora prefería ni recordar en las circunstancias en las que se encontraba. Por su parte, su mejor amigo lo arrastraba hacia la calle y le mostraba una flamante moto scooter de un negro brillante increíble, dotada de un potente motor. Tenía varias motos, pero se había encaprichado de esa y su amigo se la regaló. Un buen regalo, sin duda, pero calderilla en comparación con los ingresos que él le había posibilitado a su amigo de toda la vida, gracias a la presión que hizo en el ayuntamiento para que recalificaran aquellos terrenos imposibles. Así que con aquel fastuoso comienzo se inició una velada de increíble lujo, anegada por el champán y los caros delicatessen. Casi cien personas que lo idolatraban y lo agasajaban como a un héroe. Lógicamente, la borrachera de vanidad y etílica fue descomunal y, tal vez, por eso no fue consciente que tras acabar la fiesta montó en su potente vehículo y, transtornado por la volatilidad del alcohol, activó la marcha atrás en vez de activar la marcha adelante, sin advertir en absoluto que en aquel momento pasaba junto a la parte trasera del vehículo aquella pobre anciana. A pesar de su estado ebrio, le pareció advertir un golpe pero no era fácil afirmarlo, considerando las dimensiones y la solidez del vehículo, de manera que no se molestó en hacer comprobación alguna sobre el terreno. Naturalmente le causó extrañeza que aquellas sirenas de la policía se acercaran a él a toda velocidad, sin ser capaz de advertir apenas que le estaban dando el alto. En pocos días, todo se convirtió en papeleo, declaraciones, retirada del carné de conducir, dinero y más dinero para cubrir los gastos de sus abogados y una constante caída en picado de sus ingresos. Aquella mujer no había fallecido pero se encontraba muy grave y se demostró en el juicio que el atropello se produjo como consecuencia de la enorme cantidad de alcohol ingerida, y para colmo no existió el más mínimo acto del deber de socorro debido. Por tanto, el sistema jurídico no le iba a soltar hasta limpiarlo, sin duda. Curiosamente esa noche, que pasó en el calabozo municipal, no apareció nadie con un vestido de zorro y no lograba recordar qué había pasado con la scooter negra. De hecho, no había ni rastro de uno sólo de los casi cien invitados. Pareciera que a todos se los hubiera tragado la tierra. La única compañía de la que disfrutó aquella fría noche de diciembre fue la de aquel policía orondo con cara de bonachón que le miraba de hito en hito con cierto gesto de desprecio. Lógicamente, aquel largo proceso lo desplumó y todos sus negocios, legales e ilegales, cayeron en un pozo profundo. La propietaria del vestido de zorro se separó de él y su amigo probablemente desaparició con ella en aquella reluciente moto negra de potente motor. Desde entonces, tras salir de la cárcel a los seis meses, había adquirido el hábito de visitar a diario a aquella anciana, alojada en un hospital -cercano a aquel bar- desde hacía un año. De hecho, era la única visita que la octogenaria tenía.

19 diciembre 2008

ESCRIBIR, CORRER Y BLOGS


Amigos-as, muchas ganas tenía de publicar este artículo. Una visión de lo que supone correr, escribir y comunicarnos a través de los blogs, casi tan revolucionarios como la rueda. Por fin, hoy se ha conseguido. Nuestro periódico Ideal en su edición de hoy viernes lo ha publicado. Y, sinceramente, me gustaría que lo leyeráis y opinaráis, porque no en vano se trata de nuestro mundo.
Os dejo con él

17 diciembre 2008

LAS PERSONAS DEL VERBO



Jaime Gil de Biedma. Un gran poeta catalán. Con mucha vocación de poeta maldito, que falleció joven, demasiado trajinado por la vida. Y por beberse esa vida como se bebió su poesía. Desde muy joven me cautivaron sus versos extraños, surrealistas, simbólicos. Adquirí hace muchos años uno de sus libros más representativos, "Las personas del verbo", un libro de poesía que leí y releí con fruición. Ahora me ha gustado sobremanera recuperarlo con motivo de este miércoles poético que compartimos varios blogs.
El poema que he seleccionado se llama "Del año malo", y es muy adecuado para el último mes del año. Juzgar vosotros:

Diciembre es esta imagen
de la lluvia cayendo con rumor de tren,
con un olor difuso a carbonilla y campo.
Diciembre es un jardín, es una plaza
hundida en la ciudad,
al final de una noche,
y la visión en fuga de unos soportales.

Y los ojos inmensos
-tizones agrandados-
en la cara morena de una cría
temblando igual que un gorrión mojado.
En la mano sostiene unos zapatos rojos,
elegantes, flamantes como un pájaro exótico.

El cielo es negro y gris
y rosa en sus extremos,
la luz de las farolas un resto amarillento.
Bajo un golpe de lluvia, llorando, yo atravieso,
innoble como un trapo, mojado hasta los cuernos.



14 diciembre 2008

SUBIDA AL ALTO DEL CONJURO: UNA PRUEBA QUE HABÍA QUE HACER


Me dije que era necesario hacer esta prueba, subir al Alto del Conjuro. Porque necesitaba demostrarme que estaba vivo en esto del correr. Porque el año ha sido fatídico, malo de solemnidad en líneas generales.
Es una subida dantesca, lo sé; un día frío de invierno, lo sé; un sufrimiento que asoma a flor de piel en esas rampas, todo eso lo sé, pero quienes corremos somos así de inconsecuentes y contamos con ese grado de locura, imprescindible para llevar a cabo este tipo de gestas, a la que no acuden más de 250 corredores, provistos de una piel curtida y un corazón agrandado.
Consideré ilusionante cerrar bien un mal año y no lo dudé. Y a pocas horas tras la finalización de la prueba percibo que ha sido una sabia decisión, honestamente
De nuestro grupo Las Verdes, cinco fuimos los "valientes", pero había uno más en espíritu que hubiera estado atacando esas rectas con el coraje y facilidad que le caracteriza. Se trata de Antonio, que en gran parte fue el que nos arengó a todos a acudir. Su rodilla - que no sus aposentos - se lo han impedido, pero eso será efímero.
Hace unos meses, yo hubiera desistido de hacer esta prueba. Arrastrando casi todo el año, de forma intermitente unos gemelos afectados no era posible comprometerse en nada exigente. Pero por suerte, siguiendo las pautas indicadas de tratamiento, de estiramiento, de medias largas protectoras y de una actitud positiva, todo eso por ahora es historia. De ahí que la prueba de hoy haya puesto el cierre de oro a este "anno horribilis", algo que consideraba incierto.
Ahora, en breve, comenzará 2009 y con él un nuevo año de proyectos deportivos, y dedicado a esto de correr como estoy dedicado, habrá que ir puliendo los aspectos que exigen mayor atención, porque si una afición te arrastra más vale seguir sus criterio.
Finalmente dar la enhorabuena a mis acompañantes del grupo: Javi, Victor, Jesús y Onio, porque, amigos, habéis demostrado que cuando se quiere se puede. Esa es la grandeza del correr, la grandeza del individuo.

12 diciembre 2008

PREMIO TUCÁN CERVECERO


Amigos, ayer fuí premiado. Conecté el ordenador muy tarde y visité los blogs que acostumbro. Nada fuera de lo común: el rito que normalmente sigo. De manera que cuando me introduje en el blog hermano Pateando el mundo, me encontré con la agradable sorpresa que había sido premiado -junto al blog de Gregorio y al de otro bloguero que no conozco, pero que visitaré a partir de ahora-, con el Tucán Cervecero, ese que veis pegado como una lapa a una Guinnes, intentando absorver todo el líquido de lúpulo y malta que pueda.
Y me gustó sobremanera ese reconocimiento. Y lo acepté de buen grado. En primer lugar porque viene de un amigo, y ese motivo es más que suficiente; en segundo lugar porque está relacionado con la cerveza y eso es enormemente importante; algo ganado a pulso, que está enriqueciendo al supermercado Alcampo -que es donde suelo comprar la cerveza normalmente- y demás establecimientos, que se frotan las manos cuando ven aparecer por su local al grupo de Las Verdes (que como ya sabe casi todo el mundo, toman su nombre por el color del vidrio de determinadas marcas que nos encandilan: Heineken, 1925, etc., sin hacerle ascos a otras que no tienen el vidrio verde).
Decía Jesús, que el premio también lo otorgaba porque existían otras afinidades hedonistas, epicúreas y habladoras. Y es totalmente cierto: de todo eso padecemos, sin olvidar la más importante y, tal vez, la que haya posibilitado que la amistad vaya camino de cumplir 1 año en el grupo que antes citaba: el deporte. Correr para ser más preciso. La cerveza y correr es nuestra pasión (además de nuestras respectivas, que no creo que eso haya ni que decirlo, pero por si acaso).
Por todo eso, acepto y recogo ese premio. Es más, desde hoy ese Tucán estará a la derecha de este blog, pujando permanentemente por meterle un buen sorbo a esa deliciosa cerveza negra.
Gracias Alter.

NUEVOS PROYECTOS LITERARIOS YA CONSOLIDADOS

  Me refiero a nuevos proyectos literarios ya consolidados, porque por su propia naturaleza un proyecto no es otra cosa que una intención qu...